III.4. La
Cultura Lima
La cultura Lima se radica en los valles
de Ancón, Chillón, Rímac y Lurín, o sea en la Comarca de Lima propiamente, y llega
hasta Huacoy, Ñaña y Huaycán, ascendiendo por el cauce de los tres últimos ríos. Es
posible que el área de su difusión haya sido bastante mayor, pues se ha encontrado
cerámica Lima en sitios tan altos como Canta, en la cuenca del Chillón, y San Pedro de
Casta y Matucana en la del Rímac.
Se postula que los Lima eran de origen
aymara, llegados a la costa central en una de las olas invasoras con que ese pueblo
asolaba los Andes Centrales desde sus remotos lugares de origen en Coquimbo, Chile y
Tucumán en la Argentina. La invasión aymara debió realizarse en forma muy temprana,
posiblemente durante las postrimerías de la era Chavín, pues al principiar el período
Floreciente (200 d.c.) los Lima se encontraban firmemente instalados en la costa central y
ostentando una cultura que, si bien mostraba puntos de contacto con la Chavín, tenía
características propias que acusaban un largo lapso de maduración.
El padre Villar Córdoba (1935), uno de
los más importantes estudiosos de la arqueología del departamento de Lima, demuestra
filológicamente el origen aymara de la mayor parte de las viejas poblaciones de la
comarca limeña. El análisis de la etimología de los nombres de los asentamientos de la
cultura Lima demuestra, según él, que se tratan de expresiones aymara, tales como: Cera
Hualla (Carabayllo), Copa Cabana, Collique, Caxamarquilla, Lati, Huachipa, Maranca, Huadca
Hualla, Chucuito, etc.
Además, el arqueólogo ecuatoriano
Jacinto Jijón y Caamaño (1949), en las excavaciones que llevo a cabo en Maranga en 1925,
encontró varios restos que probarían la filiación aymara de la cultura Lima. Entre
ellos destaca la presencia de varios ceramios en forma de kero de marcada influencia
Tiawanaku, y la existencia de una balsa de totora típicamente altiplánica, construida de
acuerdo a los procedimientos artesanales más característicos de esa región.

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Detalle
constructivo de la época Lima. |
Jijón y Caamaño (1949), basándose en
el resultado de sus investigaciones, sostuvo que los proto-limeños, como él llama a los
constructores de las pirámides Maranga, constituían una aristocracia guerrera foránea
que se había impuesto por las armas a los pobladores originales del valle y los tenía
sujetos a un duro yugo. El hallazgo de un fémur convertido en arma o instrumento,
probablemente trofeo, mediante el afilamiento de uno de sus extremos, y la existencia de
entierros cuyos restos humanos están incompletos o mutilados, parecen indicar,
efectivamente, que los Lima eran un pueblo belicoso que tenía costumbres sanguinarias y
que practicaba crueles ritos.
Asimismo, los entierros prueban
fehacientemente que los Lima creían en una existencia ultraterrena, pues los muertos eran
enterrados con una serie de objetos que les hiciera llevadera la vida en el más allá y a
los jefes y dignatarios se les enterraba junto con sus mujeres y siervos. Esta costumbre
fue reemplazada por la de acompañar al difunto con muñecos o idolillos, de trapo o
arcilla, en sustitución de los sacrificios humanos originales. Los muertos antes de ser
enterrados eran expuestos a la intemperie por largos periodos, posiblemente para lograr la
desecación de los restos, y se les sepultaba extendidos en parihuelas de madera,
fuertemente sujetos a ellas y envueltos en largos lienzos de algodón. El cadáver
generalmente estaba tendido boca abajo pero en algunos casos se les encontraba de
espaldas, siendo posible que la posición marcara una diferencia de rango o alcurnia.
Poco se sabe de la religión que
profesaban los Lima, pero a juzgar por la decoración de ceramios y textiles ella debe de
haber estado relacionada con el mar, como solía suceder en la mayor parte de los pueblos
antiguos radicados en la Costa. La presencia constante de peces y otros seres marinos en
la decoración del estilo Entrelazado o Playa Grande, característico de los primeros
tiempos de esta cultura, puede deberse a la existencia de un culto marino. También es
probable que los Lima prestaran alguna adoración a los astros o constelaciones que
creían asociados a la fecundidad y a la mayor producción de los campos agrícolas y que
dicho culto se rindiera desde lo alto de las monumentales pirámides ceremoniales.
Lo que es un hecho es la existencia en la
Comarca de Lima de una sólida organización política que los aristócratas de la cultura
Lima dirigieron con férrea disciplina. De otro modo no tendrían explicación la
construcción de los imponentes centros ceremoniales o de las extensas obras hidráulicas
para cuya realización se requirió de fuertes contingentes de trabajadores durante largos
períodos.
La cultura Lima tuvo una economía
fundamentalmente agrícola, complementada por los frutos de la explotación marina. Los
cultivos fueron todos aquellos propios de la región, pero por los restos encontrados en
las tumbas parece que la alimentación se basaba en el consumo de maíz, frijoles y maní.
Naturalmente se consumía pescados y mariscos abundantemente, así como toda clase de
frutos de mar, haciéndose, en cambio, muy poco uso de la carne de mamíferos y
volátiles.
La agricultura alcanzó un gran
desarrollo gracias a las obras hidráulicas que permitieron regar extensas áreas de
cultivo, situadas en la parte baja de los valles y apartadas del cauce de los ríos. Los
represamientos fluviales, la derivación del curso de las corrientes, la construcción de
canales y acequias y la regulación de los riegos, posibilitó a los Lima desarrollar una
agricultura intensiva. Dicha práctica produjo los excedentes alimentarios que eran
necesarios para sostener una población creciente, especializar en tareas no agrícolas a
un porcentaje de la población y dedicar temporalmente a la construcción de grandes obras
públicas a una importante fuerza de trabajo.
El esfuerzo de estos antiguos
"limeños" construyó los canales derivados del Rímac que todavía riegan la
parte baja y media del valle y que antiguamente eran tan caudalosos que recibieron la
denominación de ríos. Las más importantes de dichas obras hidráulicas fueron:
1). El llamado río Magdalena, cuya toma
se encontraba detrás de la actual ubicación del Palacio de Gobierno, que regaba la zona
NO del valle comprendida entre el río Rímac y la Huaca Huantilla;
2). El llamado río Huatica, derivado del
Rímac a la altura del espolón NE del Cerro San Cristóbal, que regaba los terrenos
comprendidos entre la citada Huaca y el centro administrativo de Limatambo; y
3) El llamado río Surco, el más
caudaloso de los tres canales, que se originaba frente a la antigua población de Lati, el
actual Vitarte, y después de larguísimo recorrido por la parte SO. Del valle llegaba a
la parte baja del mismo para regar todo el antiguo Surco, desde Limatambo hasta las
estribaciones de los cerros de Lurín, o sea el área correspondiente a los actuales
distritos de Miraflores, Barranco y Chorrillos.
Estas obras permitieron a los Lima
independizarse urbanísticamente del cauce de los ríos y ubicar sus asentamientos
poblacionales, ceremoniales y administrativos en pleno valle, en zonas amplias y llanas
aptas para admitir un gran desarrollo urbano. Efectivamente, los más grandes
asentamientos de la cultura Lima se encuentran bastante alejados del cauce de los ríos en
cuya cuenca se ubican. Tal es el caso de: Copacabana, en la margen derecha del Chillón,
cerca de Carabayllo; Caxamarquilla, en la margen derecha del Rímac; y Catalina Huanca,
Maranga y Juliana en el lado izquierdo del mismo río; e Ichma (Pachacámac), en la ribera
derecha del río Lurín.

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Vista
aérea de la huaca Juliana o Pucllana, en Miraflores (foto Servicio Aerofotográfico
Nacional, 1944) |
Como se puede apreciar, la distribución
geográfica de los más importantes núcleos de la cultura Lima, cuya capital era
probablemente Maranga, cubría estratégicamente todo el territorio "limeño"
permitiendo su más fácil administración y defensa.
Es evidente que para el buen gobierno del
territorio comarcano era necesaria la existencia de una red de caminos que ligara entre si
a los citados centros y que los relacionara con las poblaciones a las que servían y en
las que se sustentaban económicamente. No quedan vestigios de los caminos construidos por
los Lima, pero es casi seguro que los restos viales que han llegado hasta nosotros y que
identificamos como obra de las culturas limeñas tardías o como parte de los caminos
Inca, se asientan directamente sobre el trazo que debieron tener las vías principales del
señorío de los Lima. También debieron existir caminos interregionales, pues los Lima
eran activos comerciantes y mantenían un frecuente intercambio con los Mochica, los
Recuay y los Nazca. El frecuente trato con estas culturas se manifiesta a través de
algunos rasgos insertados en las manifestaciones artísticas de los "limeños" y
en el uso por éstos de varios objetos o productos procedentes de esas regiones. Asimismo,
aparentemente existieron relaciones comerciales con sitios aún más lejanos, pues Jijón
y Caamaño (1949) cuenta haber encontrado en Maranga hondas tejidas con paja toquilla de
procedencia ecuatoriana y en Manta, Ecuador, varios fragmentos de alfarería típicamente
Caxamarquilla.
En el proceso de secularización de la
organización comunal, fenómeno social que marca la transición de lo Chavín al imperio
de los Señoríos y Reinos Regionales, los Centros Ceremoniales de planta en U, de fines
fundamentalmente cultistas y de administración religiosa, fueron remplazados por
monumentos de características totalmente distintas, tanto en lo físico como en lo
funcional.
Los Lima fueron constructores de
pirámides y de conjuntos de pirámides desde las que administraban gobierno a través de
una élite civil-militar, sirviendo así los monumentos tanto de templos como de sedes
gubernativas. En los primeros tiempos del desarrollo de la cultura Lima, que corresponden
al estilo cerámico conocido como Entrelazado o Playa Grande, los Centros Ceremoniales
estaban constituidos por una gran pirámide que tenía a su alrededor una serie de
construcciones complementarias y en cuyas cercanías se desarrollaba el centro poblado
correspondiente. Ejemplos típicos de estos monumentos son: las huacas Cerro Culebras y
Trujillo, en las márgenes de los ríos Chillón y Rímac, respectivamente.
TEMPLO CERRO CULEBRAS
La huaca situada en las faldas del Cerro
Culebras, en la margen derecha del Chillón, es un hermoso edificio de forma piramidal,
constituido por varios cuerpos que se escalonan hasta rematar en una plataforma superior a
la que se asciende por medio de una escalinata central.

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Reconstrucción
hipotética del Templo Culebras, del Periodo Intermedio Temprano. |

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Foto aérea de
Cerro Culebras y su entorno (foto Servicio Aerofotográfico Nacional, 1945) |
En dicha plataforma existía un mural, de
aproximadamente 65 m de largo, que representaba un conjunto de peces o serpientes
entrelazadas en el más puro estilo Playa Grande. La composición, como es característica
de ese estilo, acusaba la influencia del arte textil en la geometrización de los diseños
y en el escalonamiento de ciertas líneas que rememoraban el entrecruzamiento de las
tramas y urdimbres textileras. Los dibujos estaban encerrados por gruesas líneas oscuras
que delimitaban las áreas de color, pintadas con ocres, sepias, naranjas, rojos y blancos
y hacían resaltar las figuras contrapuestas y complementarias de los extraños seres a
quienes, quizás, rendían culto los "limeños" de la época.

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Mural
del Cerro Culebras. |
La pirámide de Cerro Culebras está
encerrada dentro de un amplio recinto, en cuyo lado izquierdo existen restos de
habitaciones de planta rectangular que posiblemente fueron sede de los servidores del
monumento.
HUACA TRUJILLO
La Huaca Trujillo está situada en la
margen derecha del río Rímac, cerca de la antigua población de Cajamarquilla, y es
llamada así porque su forma de pirámide tronco-cónica recuerda la típica volumetría
de los monumentos Moche de la costa norte. Es posible que efectivamente haya habido
influencia Moche durante los primeros tiempos del desarrollo de la cultura Lima.
La Huaca Trujillo, por lo temprano de su
edificación, debe haber conformado parte de la primera ocupación de Cajamarquilla,
constituyendo el centro de un conjunto de pequeñas construcciones que existen en las
cercanías.
La construcción durante esta etapa de la
cultura Lima fue bastante heterogénea, estando al parecer en busca de una expresión
propia que le permitiera satisfacer las necesidades técnico-funcionales que planteaba la
arquitectura de los nuevos monumentos. Tenemos así que como materiales constructivos se
usaban desde piedra rústica hasta tapiales, pasando por adobitos de distinta forma y
tamaño. En general, los grandes edificios eran construidos mediante gruesos elementos de
contención que encerraban masas de relleno para conformar plataformas tronco cónicas,
sobre las que se construían otras en forma escalonada, complementándose la construcción
con el empleo de tapiales y adobes.
Los edificios menores, para fines
habitacionales o de servicios, se siguieron construyendo en la forma ya descrita para los
inicios del Periodo.

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Reconstrucción
hipotética de la huaca Trujillo. |
El arqueólogo Gordon Willey (1943),
quien con sus excavaciones en el valle de Chancay contribuyó decisivamente a fijar las
características del estilo Entrelazado o Playa Grande y sus relaciones cronológicas con
los otros estilos del periodo, describe a dicha forma de expresión cerámica con las
siguientes frases:
"El estilo interlocking queda
definido por el uso de un diseño estilizado de peces entrelazados, derivado de un motivo
textil. Los tipos dentro del estilo son denotados por un tratamiento rectilíneo y
curvilíneo del diseño y por un número de elementos menores tales como círculos, área
de puntos y marcas X, que algunas veces son empleados conjuntamente con el motivo de los
peces. La decoración es en negro y blanco, o en negro, blanco y rojo vivo, sobre un fondo
de engobe rojo. A menudo se ha empleado coma decoración una greca de peces entrelazados
debajo del borde de la vasija".
Con el correr de los años, alrededor del
500 d.c., la cultura Lima alcanza su madurez, estando caracterizada esta etapa de su
desarrollo por un estilo cerámico detectado en tiestos encontrados en excavaciones
realizadas en las huacas de Maranga y en los cementerios de Nieveria.
El estilo, bautizado definitivamente con
el nombre de Maranga, muestra tipológicamente dos fases claramente diferenciadas que,
según Lumbreras, tienen las siguientes características (1969:186):
"La primera fase, (.....) se
caracteriza por tener una cerámica roja con decoración en blanco y negro, muy parecida a
la cerámica Playa Grande, pero que, aparte de que los diseños son menos complejos que
los de Playa Grande, las formas tienden a ser distintas. Los motivos de la decoración son
principalmente diseños entrelazados muy simples y diseños radiales alrededor de golletes
pequeños en vasijas esferoides. La cerámica es gruesa y un tanto tosca con una
superficie mate muy parecida a la de Playa Grande. No existe asociada cerámica negativa
".
"La segunda fase, y última, se
caracteriza por una cerámica anaranjada bastante fina y delgada, brillante por el
pulimento y con dibujos que a veces agregan el gris a los típicos colores rojo, blanco y
negro. Las formas en esta fase se modifican notablemente y comienzan a ser propias las
botellas con un pico ligeramente cónico o expandido y con un asa tubular que une la parte
superior del cuerpo esférico con la mitad del pico".
También aparecen en este tipo de
cerámica figuras modeladas burdamente, que representan seres humanos y animales tratados
en forma aislada o conjuntamente en escenas de la vida diaria.
En cuanto a la textilería, el mismo
Lumbreras acota (1969:191-191):
"Los tejidos sugieren un cierto
desarrollo tecnológico. Existe tanto el tejido llano como el tapiz. El brocado es raro y
muchas telas son pintadas solamente, mientras que las tapicerías son decoradas con hilos
de tramas multicolores. Se conocen varios colores, de los cuales los principales son el
blanco, el rojo, el amarillo, el azul, el verde y cierto tipo de gris, además del negro.
Los diseños son generalmente de peces entrelazados, semejantes a los de la cerámica y de
cruces y otros diseños geométricos, tales como escalones con sus combinaciones. Hay el
diseño de unos peces individuales, no entrelazados".
La metalurgia y la metalistería tuvieron
poco desarrollo, pues la mayor parte de los útiles de uso diario y los instrumentos de
labranza y de caza fueron hechos de hueso o madera. No obstante, se han encontrado algunos
objetos de oro, plata y cobre, tales como discos de adorno personal, pinzas depilatorias,
pulseras, tupos y punzones, así como cinceles y cabezas de mazas hechas de bronce. La
cestería, en cambio, alcanzó un gran nivel a juzgar por los numerosos objetos de formas
diversas y fina elaboración que se encuentran en casi todas las tumbas de la cultura
Lima.
En esta etapa de su desarrollo,
probablemente al promediar el primer milenio de nuestra era, la cultura Lima había
alcanzado un status importante en el concierto de los pueblos de la época, pues mantenía
relaciones pacíficas con vecinos tan poderosos y agresivos como los Moche, Recuay, Huarpa
y Nazca, lo que hace suponer que contaba con una respetable organización bélica. En
efecto, muy grande debió ser el poderío militar de los Lima, puesto que habían logrado
penetrar hasta sitios tan elevados coma Canta, San Pedro de Casta y Matucana y administrar
el uso de los ríos de los que dependía la irrigación de los extensos campos de cultivo
costeños. Este hecho expresa claramente el respeto que los Lima infundían a los
belicosos pueblos serranos que habitaban en las nacientes de los ríos Chillón, Rímac y
Lurín, dado que el control de las aguas era vital para las culturas agrícolas de la
época y, además, los pobladores de las alturas se tenían coma dueños de los recursos
hídricos que se originaban en sus territorios.
Años más tarde, perdido el poder que
ejerció la aristocracia militar de los Lima, los señoríos Yungas del periodo
Intermedio. Temprano tuvieron que aceptar que los Yauyos y los Atavillos controlaran el
curso de los ríos comarcanos y los sometieran a una dura dependencia. Es de suponer, por
tanto, que los Lima lograron mantener un equilibrio político-militar con sus vecinos que
garantizó un largo periodo de paz regional. Esta posibilidad tiene fundamento válido en
la ausencia, durante este periodo, de las fortificaciones y amurallamientos que enmarcaron
la inquieta existencia de los curacazgos y señoríos limeños de siglos posteriores.
En Maranga, por ejemplo el conjunto de
pirámides que constituyó el centro ceremonial de la probable capital de los Lima
carecía de defensa alguna, contrastando notablemente con los restos de la vecina y más
tardía población de Huadtca, en la que los Huallas encerraron las instalaciones
religiosas y administrativas dentro de un recinto de recios paredones.
Los Lima, durante esta segunda etapa de
su historia, fueron constructores de grandes obras mediante las cuales lograron una
cobertura territorial que les posibilitó una eficiente administración y mejor
explotación de sus dominios. Construyeron redes camineras y sistemas de captación y
reparto de aguas, así como numerosos asentamientos poblacionales de diversos tipos y
categorías.
Luis Stumer (1954b), al aplicar a la
cultura Lima el esquema de clasificación que Richard Schaedel( 1951) había elaborado
para los centros ceremoniales y poblacionales de la costa norte, llegó a determinar
varios patrones de asentamientos que podemos reducir a los siguientes ejemplos (Agurto
Calvo y Pazos 1982):
CENTROS CEREMONIALES.-
Constituidos por "uno o varios templos-pirámides, las huacas, a veces con ciertas
construcciones menores en la vecindad, que pueden haber servido coma barrios de viviendas
para una población limitada". Típicos ejemplos de estos centros son: el conjunto
llamado Copacabana, situado en las cercanías del cementerio del actual pueblo de Puente
de Piedra y el grupo ubicado en los terrenos del Centro de Instrucción de la Guardia
Republicana, ambos localizados en la margen derecha, del río Chillón; los conjuntos
Maranga, Huaca Juliana y Vista Alegre, situados en la margen izquierda del río Rímac,
así coma el de Nieveria, ubicada en la ribera derecha del mismo río, y el conjunto Max
Uhle, ubicado en el sector sur-oeste del complejo de Pachacámac, en la margen derecha del
río Lurín.
CENTROS URBANOS PROFANOS.-
Constituidos "por densas acumulaciones extensas de cimientos de casas, depósito de
basuras, etc., con estructuras de alto grado de construcción". Entre los pocos
ejemplos de este tipo que han llegado hasta nosotros, se pueden destacar: el asentamiento
temprano de Cajamarquilla y
el poblado de San Juan, en las márgenes derecha e izquierda del Rímac, respectivamente,
y la extensa zona de ocupación poblacional existente al oeste del conjunto monumental de
Pachacámac, en la cuenca del río Lurín, coma ya se ha indicado.
UNIDADES AISLADAS.- Constituidas
por estructuras que "representan (una respuesta a) casi todos los tipos de
necesidades funcionales de pequeños grupos de población". Estas unidades pueden ser
pequeños conjuntos habitacionales, atalayas y fortificaciones militares, cementerios,
depósitos, corrales, etc.
Entre las muchas estructuras de este tipo
son dignas de recordarse: la Huaca Zancudo, en el lado izquierdo del río Chillón; el
templete situado en el Parque Zonal Túpac Amaru y los numerosos montículos ceremoniales
ubicados en el conjunto Maranga, todos ellos en la margen izquierda del río Rímac; y el
pequeño templo localizado frente al museo de sitio de Pachacámac y la estructura
circular conocida coma Urpiwachac, colindante con las instalaciones de la Mamacuna y
ubicada, también, dentro del mismo conjunto ceremonial. .
Todos los asentamientos citados están
ubicados en la parte baja y media de los valles comarcanos, en terrenos amplios y llanos
que facilitaron un vasto y económico desarrollo urbano.
Naturalmente, los Centros Ceremoniales
eran los conjuntos más importantes y su ubicación, cuidadosamente escogida, permitía
servir eficazmente la porción de territorio cuya atención le estaba encomendada. Como ya
se ha indicado, los Centros Ceremoniales tenían funciones tanto religiosas como
administrativas y estaban constituidos por una o varias pirámides centrales, por algunos
edificios dedicados al servicio de dicho núcleo y por sectores habitacionales organizados
en barrios y ubicados alrededor del centro monumental.
El núcleo del Centro Ceremonial estaba
conformado por una pirámide escalonada en los asentamientos más tempranos y por varias
pirámides en los conjuntos pertenecientes a la etapa posterior, salvo excepciones como la
Huaca Juliana y la pirámide de Nieveria. Todos los demás Centros, correspondientes al
estilo cerámica Maranga, tenían más de una pirámide a guisa de núcleo central.
Por ejemplo: el Centro Ceremonial ubicado
en los terrenos de la Guardia Republicana tiene cuatro grandes montículos delimitando un
espacio central y dos de ellos muestran todavía las terrazas que conformaban los lados
escalonados de las pirámides originales, cuyas plataformas superiores se encuentran a 9 y
12 mt. De altura sobre el nivel del terreno natural. El Centro Ceremonial de Vista Alegre
tiene una enorme pirámide central de forma escalonada, conocida coma la Huaca de Catalina
Huanca, que esta rodeada por seis montículos ceremoniales bastante más pequeños.

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Pirámide
con rampa Catalina Huanca, en el valle del Rímac (foto Servicio Aerofotográfico
Nacional, 1944) |
El Centro Ceremonial de Maranga tiene un
núcleo central constituido por seis montículos artificiales que, en su mayoría, han
tenido la típica forma de pirámide escalonada. Este conjunto tiene especial importancia
porque parece haber sido sede del gobierno de los Lima y porque las pirámides que
constituyen su núcleo central se hallan entre las más grandes y vistosas de la comarca.
La mayor de ellas, la Huaca Maranga,
también llamada Concha o Aramburú, tiene, a pesar de la destrucción de que ha sido
objeto, 270 mt. de largo, 100 mt. de ancho y 15 mt. de altura, y la huaca que se halla al
norte de la misma, sobre la que se ha cometido el vandalismo de construir el estadio de la
Universidad de San Marcos, no le va a la zaga en cuanto a dimensiones se refiere. Las
otras huacas que contribuyen a formar el núcleo central del conjunto son mucho más
pequeñas que las citadas y son cuatro, a pesar de que volumétricamente aparentan ser
solo tres.

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Huaca
Aramburú cortada por la Av. Venezuela (foto Servicio Aerofotográfico. |
Efectivamente, las excavaciones
efectuadas por Jijón y Caamaño (1949) en la llamada Huaca Middendorf demostraron que en
realidad dicho montículo estaba constituido por dos huacas cercanas, cuyo avanzado estado
de destrucci6n las había confundido en un solo volumen. Todas las huacas del conjunto que
han sido objeto de investigaciones arqueológicas han mostrado tener la volumetría
típica de las pirámides escalonadas de la cultura Lima, por lo que es de esperar que los
dos montículos que todavía no han sido explorados tengan también igual forma.
El Centro Ceremonial de Maranga debe de
haber tenido una gran importancia y albergado una cuantiosa población, dado que los
restos de monumentos pertenecientes a la cultura Lima cubren una extensa área. Además de
las huacas citadas, existen no menos de una docena de restos, esparcidos por los terrenos
de la antigua Hacienda Pando en torno del núcleo del Centro Ceremonial. Algunos de estos
restos son muy voluminosos, coma los montículos situados al lado este de la actual
avenida Riva Agüero, y deben haber conformado los centros comunales de los barrios
integrantes de la trama urbana de la población. Naturalmente, de esos conjuntos
habitacionales no queda huella alguna. La actividad de los posteriores ocupantes del
Centro Ceremonial destruyó las endebles construcciones habitacionales de la capital de
los Lima y la secular acción del tiempo ha terminado de borrar los vestigios
sobrevivientes a dicha reocupación.
Dado que no son muchos los estudios
arqueológicos efectuados en el sitio, no se conoce cual ha sido la real presencia de los
Wari en el área del Centro Ceremonial, o sea el tipo de ocupación que se dio en dichos
terrenos durante el Horizonte Medio, pero no hay lugar a dudas de la intensa actividad
constructiva que llevaron a cabo los Yungas del periodo siguiente. Es evidente que la
mayor parte de los restos existentes en el llamado Parque Arqueológico Maranga pertenecen
al Periodo Intermedio Tardío o de los Reinos y Confederaciones y que sus constructores
fueron la etnia de los Huallas. Chayavilca fue el nombre de la población que se asentó
sobre los restos de la capital de los Lima, recuperando alguno de sus monumentos,
destruyendo la mayoría de los mismos y construyendo infinidad de nuevos edificios de
acuerdo al gusto y a las necesidades del momento. El centro de la nueva población debe
haber sido el gran recinto situado al sur-oeste del núcleo ceremonial Lima que encierra
entre altos y gruesos paredones a muchas construcciones, entre las que destaca por su
monumentalidad y belleza la huaca conocida con el nombre de La Palma.
En el Parque Maranga nos encontramos,
pues, ante dos tipos de arquitectura y de planteamiento urbano claramente distinguibles el
uno del otro, por lo que no es admisible la confusión reinante respecto a la filiación
cultural de los monumentos existentes en el sitio. Con relación a ello, acabaremos de
precisar, ahora, las características de la arquitectura Lima y nos ocuparemos de la obra
de los Huallas en el momento oportuno.
PIRAMIDES ESCALONADAS
Las Huacas o monumentos
religioso-administrativos de la cultura Lima son, esencialmente, pirámides escalonadas de
planta rectangular y sección trapezoidal, Están conformadas por varios cuerpos
tronco-piramidales que se enciman uno sobre otro, en orden volumétricamente decreciente,
de manera que establecen un juego de terrazas perimétricas y producen la impronta que es
característica de los monumentos Lima.
Los volúmenes de esos cuerpos son
siempre largos y achatados, siendo la superposición de varios de ellos la que origina la
monumentalidad del conjunto. Esta se acentúa cuando en alguno de los lados de las
pirámides los volúmenes parciales no se retiran para formar terrazas escalonadas, sino
que se ordenan de acuerdo a la inclinación de la pared de la base formando un
impresionante talud de muchos metros de altura. Frecuentemente de la masa piramidal, de
planta sensiblemente rectangular, se proyectan unas cortas y bajas plataformas, a veces
muy amplias, que parecen ser atrios de ingreso al monumento o escenarios para la
realización de actos rituales.

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Reconstrucción
hipotética de la Huaca San Marcos, en base al levantamiento de Jijón y Caamaño. |
Aparentemente el acceso a la plataforma
superior no se realizó directamente mediante grandes rampas o escaleras como en las
pirámides Moche, sino por intermedio de un sistema de circulaciones verticales que
paulatinamente iba ascendiendo de un nivel a otro. En la terraza superior de la pirámide
se encontraban las construcciones destinadas al culto y en las plataformas inmediatas
deben haberse situado las edificaciones destinadas a alojar a los encargados de
administrar las funciones cívico-religiosas del monumento, así como los almacenes y
depósitos del mismo.
En los flancos inferiores de las
pirámides existen restos de pequeños y ricos cementerios Lima, con ofrendas cerámicas
de tipo Playa Grande y Maranga, y en los alrededores de muchos de dichos monumentos se
hallan extensas zonas de entierros pobres con asociaciones del estilo Blanco sobre Rojo,
pertenecientes, según parece, al común dominado por la aristocracia gobernante.

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Reconstrucción
hipotética de la huaca Arambueú, rn base a levantamiento de Jijón y Caamaño. |
Las pirámides están conformadas por
grandes masas constructivas sin ningún vacío en su interior; en las excavaciones
practicadas por Jijón y Caamaño (1949) y Alfred Kroeber (1951), no se halló vestigio
alguno de la existencia de cuartos o galerías subterráneas en el seno de los monumentos.
Como ya se ha indicado, el método de construcción empleado consiste en la edificación
de volúmenes tronco-piramidales que se superponen reduciendo sus dimensiones conforme
crece el edificio. Los elementos de contención de los cuerpos piramidales están formados
por gruesos muros de sección trapezoidal, constituidos con pequeños adobes asentados con
espesas capas de barro.
Los típicos adobitos Lima o Maranga
tienen en promedio de 18 cm. de altura, 13 cm. de ancho y 8 cm. de espesor y usualmente se
aparejaban poniéndolos verticalmente de canto, como libros en una estantería, aunque
también se les usaba colocándolos horizontalmente sobre el canto mayor. Cada tres o más
hiladas de adobitos puestos de canto se colocaba una hilera de adobes asentados sobre el
lado más ancho, a la manera de un aparejo de soga, con la finalidad de reforzar,
trabándoles horizontalmente, las masas de adobitos de canto. La yuxtaposición en
profundidad de estas hiladas de adobitos permitía construir los voluminosos elementos de
contención que constituían los muros perimétricos de los recintos que, rellenos con
piedras y barro, conformaban las plataformas piramidales.
Obviamente, las construcciones menores
edificadas sobre las terrazas de las pirámides tenían el mismo patrón de diseño y
construcción que caracterizaba a las viviendas de los Lima o sea muros de adobe y techos
de madera, carrizo y barro.
La cultura Lima desaparece alrededor del
700 d.c.. Su desaparición, casi súbita, parece haberse debido a una invasión,
probablemente de los Wari, que destruyó muchos de los monumentos Lima. Max Uhle (1908)
sostiene que el Centro Ceremonial de Maranga fue destruido en esa forma y que el Santuario
de la Huaca Aramburú muestra indicios de haber sido arrasado violentamente, y de que la
cerámica que se encontraba en su interior fue rota exprofeso y sus restos esparcidos por
los alrededores.

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