III.
PUEBLOS, FORTIFICACIONES, TEMPLOS Y CENTROS CEREMONIALES
II.1 Los inicios de la Alta Cultura
Entre el primer y segundo milenio antes
de nuestra era, a fines del Período Arcaico y principios del Formativo, se produjeron en
los Andes Centrales varios hechos que fueron de fundamental importancia para el desarrollo
de la alta cultura en la región.
La cerámica apareció en la selva
peruana en Tutishcainyo, en la cuenca del Ucayali, alrededor del 2,000 a.c.; en la sierra
en Huayca Jirca, Ayacucho, y en la costa en el gran yacimiento arqueológico de las Haldas
cerca de Casma, aproximadamente en 1800 a.c. y en la Comarca Limeña en Ancón, en 1,600
a.c.
La incorporación de la cerámica a la
vida cotidiana de los pobladores de la época debió contribuir a una sustancial mejora de
sus estándares de vida, pues gracias a ella la preparación de los alimentos se
perfeccionó notablemente, dado que a partir del uso de ceramios fue posible cocinar los
alimentos poniendo las vasijas directamente sobre el fuego.
El telar hizo su aparición, en la más
rudimentaria de sus formas, conjuntamente con el maíz en el sitio de Cachi, Ayacucho
alrededor del año 1900 a.c. En la costa las telas a telar más antiguas que se conocen
proceden del departamento de Ica, donde la extraordinaria sequedad del clima contribuyó a
conservarlas y son bastante tardías, pues pertenecen culturalmente al complejo Chavín.
En toda la costa deben de haberse producido telas con anterioridad, puesto que la
tecnología de las telas iqueñas es muy evolucionada y el diseño de su ornamentación
sumamente refinado, acusando ser resultado de un largo período de experimentación en la
confección de telas a telar.
Los primeros restos de maíz se
encontraron en Cachi, en las vecindades de Huanta, con una antigüedad de 1,900 a.c. y en
la costa en Áspero, Supe, 100 años más tarde. Por esa época ya se cultivaban la mayor
parte de los cultígenos propios de los Andes Centrales, pues, según Ramiro Matos y
Rogger Ravines (1981), en el Arcaico Inferior se domesticó el 14% de los mismos y a fines
del Arcaico Superior ya se lo había hecho con el 47% de todos ellos. Es muy probable, por
tanto, que los pobladores andinos de 1,000 a.c. cultivaron, además del maíz: la yuca, el
camote, la oca, el olluco, la cañigua, e inclusive la papa.
De otro lado, las prácticas agrícolas
mejoraron notablemente, gracias a la introducción de sistemas de riego artificial y de
técnicas de nivelación de grandes áreas con fines de facilitar su irrigación. Esta
tecnificación de los trabajos agrícolas permitió superar la etapa de horticultura de
secano y de aprovechamiento de zonas ribereñas inundables e iniciar una nueva era
caracterizada por una agricultura desarrollada y de explotación intensiva.
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Reconstrucción
hipotética de una aldea temprana tipo Paraiso. |
En la Comarca de Lima se dio una de las
primeras aplicaciones de esas innovaciones en el centro ceremonial de El Paraíso, en el
que, alrededor del 2,000 a.c. se aprovechó, mediante la construcción de canales y
explanaciones, las aguas de un puquial para regar el gran espacio comprendido entre los
brazos del conjunto arquitectónico.
Todos estos avances tecnológicos
debieron producir un notable mejoramiento en los niveles de vida de los habitantes centro
andinos, aunque varios autores sostienen que no se produjeron inmediatamente cambios
importantes en la estructura social de las comunidades de la época. No obstante, es un
hecho probado que contemporáneamente con dichas innovaciones la población aumentó
grandemente y que se construyeron los primeros Centros Ceremoniales de la región.
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El Paraíso, Valle
del río Chillón (Foto servicio Aerofotográfico Nacional) |
En la Costa, especialmente, los pueblos
se duplicaron y las poblaciones se multiplicaron. Todo el litoral se cubrió de
asentamientos que se ubicaban, escasamente, a 10 Km. el uno del otro y que tenían
poblaciones que alcanzan los 1500 habitantes, como el Áspero, por ejemplo. La vida en
dichas aldeas debió hacerse mucho más compleja, de manera que los servicios con que
contaban debieron devenir insuficientes para atender las nuevas exigencias de la
comunidad. El problema debió ser especialmente álgido en cuanto al servicio del culto,
el que, por razón de las muchas interrogantes sin respuesta que se derivaban de la
complicación de las relaciones socioeconómicas existentes, cobró una gran importancia.
Así, muy pronto los pobladores de las "aldeas con templo" se vieron en la
necesidad de agenciarse mejores servicios para satisfacer sus mayores y siempre crecientes
requerimientos de atención técnica, científica y religiosa. La solución al problema
consistió en la construcción de grandes Centros Ceremoniales, ubicados estratégicamente
en los valles y, generalmente, en la desembocadura de los ríos. La aparición de estos
Centros marco un hito en la vida de los pueblos de la región, pues a nuestro juicio ellos
señalan mejor que ninguna otra manifestación cultural el paso del Arcaico Superior al
Formativo, es decir de una etapa de formas de vida y de organización social un tanto
primitivas a otro superior, identificada con las maneras propias de la alta cultura.
EL PARAÍSO
Como ya se ha indicado, en el sitio
conocido con el nombre de El Paraíso fue donde se construyó el primer gran Centro
Ceremonial de la costa, alrededor del 2,000 a.c. En la margen izquierda del río Chillón,
cerca de la desembocadura del mismo y recostado sobre las estribaciones de los cerros, se
edificó un formidable complejo arquitectónico constituido por dos largos promontorios,
que encierran un gran espacio central de 170 x 500 mt., y por varios edificios situados en
el extremo sur del conjunto. El eje mayor del mismo se orienta NE-SO, de manera tal que
uno de los extremos del espacio central, el más cercano al río, queda abierto y en una
situación que le permite captar las aguas de un caudaloso puquial. Al oeste del complejo
se encuentran tres montículos ceremoniales, de los que ya se ha tratado al referirse el
período anterior.
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Reconstrucción
hipotética del Templo El Paraíso |
En ambos brazos del conjunto, que son de
tamaños distintos y forma irregular, se hallan restos de construcciones, identificándose
las del lado derecho con las viviendas propias de la época. El brazo derecho tiene 450 x
100 m. y el izquierdo 300 x 120 mt., siendo la altura promedio de ambos aproximadamente 3
mt.
Se trata, al parecer, de un complejo
arquitectónico-urbanístico que sería el antecesor de los Centros Ceremoniales en forma
de U, que se construyen un poco más tardíamente en gran parte de la costa central y muy
especialmente en la Comarca de Lima. Es posible que los pobladores de varias pequeñas
aldeas con templo central, urgidos por la necesidad de contar con mayores áreas de
cultivo y tener mejores facilidades para el culto, decidieran unir esfuerzos para explanar
y cultivar una gran área en cuyo contorno habitarían, y construir varios templos que
coronarían el conjunto y darían cabida a las prácticas religiosas, cada vez más
importantes, así como a sus oficiantes, los muy sabios, cada vez más numerosos y casi
imprescindibles sacerdotes.
La construcción de los promontorios que
cercan lateralmente el área agrícola central, fue hecha a base de pircas de piedra que
encierran las grandes masas de relleno que constituyen el interior de los promontorios.
Parece que los mismos han sido conformados por una serie de plataformas, precedentes, y
que en la cima de la última de ellas se edificaron las viviendas cuyos restos conocemos.
Dichas viviendas son las típicas del período, de planta rectangular, de uno o dos
cuartos, con muros de piedra y barro y, seguramente, con techos de madera y cobertura de
paja o esteras.
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Esquina
nor-oeste del templo El Paraíso |
TEMPLO EL PARAÍSO
La precariedad del trazado y
construcción de las viviendas contrasta notablemente con el sofisticado diseño y sólida
edificación de los templos. De los tres edificios de índole religiosa que se encuentran
al extremo sur del conjunto, sugiriendo un cierre de la plaza central, uno de ellos fue
restaurado por Federico Engel, gracias a lo cual hoy conocemos la extraordinaria
arquitectura religiosa de tan remotos años. Es realmente sorprendente el grado de
refinamiento ostentado por la arquitectura del Templo de El Paraíso, sobre todo si se le
compara con los niveles alcanzados por otras manifestaciones culturales del período. El
diseño de El Paraíso significa una evolución del patrón arquitectónico establecido
por el Templo de las Manos Cruzadas edificado en Kotosh, Huánuco, unos pocos siglos
antes.
El edificio se eleva sobre un juego de
terrazas pétreas, en cuya plataforma superior de 40 a 46 mt. se ubican cuartos, patios y
corredores organizados en varios núcleos y teniendo como elemento principal la
habitación que podemos considerar centro de las funciones religiosas del edificio. Este
local tiene características parecidas al que constituye el Templo de Kotosh. Se trata de
un cuarto cuadrangular de 12 x 12 m. al que se accede, por el lado NE, a través de un
gran vano que da a un pequeño vestíbulo, desde el que se asciende, por dos escaleras
laterales, a una galería que contornea el espacio central de la habitación. El piso de
este espacio se haya más bajo que el de la galería formando una especie de patio
hundido, propicio para albergar reuniones, que se complementa con cuatro pozos circulares
esquineros probablemente destinados a recibir las ofrendas de los devotos.
La construcción es piedra del lugar, sin
labrar, asentada con barro y aparejada de manera que una de sus caras planas constituye el
paramento exterior, formando una superficie apta para recibir un aplanado de barro
coloreado con acres naturales. Los muros son bastante gruesos, alcanzan una altura que
bordea los tres metros y tienen vanos y hornacinas con dinteles de piedra.
La pirámide escalonada sobre la que se
yergue el Templo tiene 6 mt. de altura y está construida, como los promontorios del
conjunto, por parrillas de recintos pétreos rellena con piedras encerradas en redes o
canastas. Sobre la primera plataforma, así formada, se construyó una nueva parrilla de
recintos que también se rellenó con piedras para constituir una nueva plataforma que, a
su vez, sirvió de base a otra más pequeña. De esta manera se construyeron las
pirámides escalonadas que caracterizan la arquitectura religiosa de fines del Período
Arcaico y de todo el Formativo.
La presencia de estos primeros Centros
Ceremoniales es de suma importancia, no sólo porque ellos representan una realización
arquitectónico-urbanística de gran envergadura, sino también por su gran significación
social. En efecto, la construcción de esas gigantescas estructuras requirió realizar
movimientos de tierra de millones de metros cúbicos y, por tanto, emplear incontables
horas de labor, o sea ocupar una gran cantidad de trabajadores durante un largo lapso.
Todo ello nos permite colegir que en la
costa central, alrededor del 2,000 a.c., se estaban produciendo importantes hechos que
marcaban el inicio de cambios fundamentales en la estructura y organización sociales de
las comunidades de la región. Al respecto, cabe destacar que:
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Planta del Templo El
Paraiso (Según A. Bueno, 1983) |
1) El trabajo cooperativo, que se
iniciara con la construcción de los pequeños edificios comunales en las aldeas del
período anterior, se había perfeccionado y magnificado de manera que era posible reunir
a los pobladores de muchas comunidades para efectuar tareas de interés general.
2) Las pequeñas comunidades dispersas
por el litoral y acostumbradas a llevar una vida totalmente autárquica, habían
establecido una intensa relación entre ellas y alcanzado un grado de homogeneidad
cultural que les permitía tener una serie de intereses en común que las obligaban, en
ciertos casos, a actuar de consumo.
3) Existía un poder o autoridad supra
comunal con capacidad de convocar a los pobladores de la región para llevar a cabo tareas
de interés colectivo y de organizarlos para efectuar dichos trabajos.
4) El grupo que ejercía dicho liderazgo
social tenia una capacidad técnica y científica muy superior a la de las autoridades
comunales, lo que obligaba a estas a ponerse a sus órdenes para efectuar las grandes
obras de carácter cooperativo, cuya programación, diseño y construcción era llevada a
cabo por la citada élite.
Visto el carácter eminentemente
religioso de los Centros Ceremoniales y las innumerables pirámides, montículos y
plataforma dedicadas al culto que existían en la región, es indudable que fueron grupos
sacerdotales los que principiaron a ejercer el gobierno regional de las comunidades del
Arcaico Superior o Tardío. Con el correr del tiempo el aumento de las áreas agrícolas
como consecuencia del perfeccionamiento de las técnicas y sistemas de irrigación, y la
necesidad de habitar junto a los campos de cultivo, debió decidir a los pobladores de El
Paraíso a abandonar sus viviendas y a dedicar el Centro al servicio exclusivo de las
necesidades del culto. Es de suponer que también debieron influir en tal decisión los
sacerdotes del Templo, quienes como depositarios del saber de la época cobraban mayor
importancia conforme la vida se hacia más compleja y se requería más frecuentemente de
la técnica y la ciencia para resolver los problemas de la agricultura, la construcción,
la cerámica y la textilería.
Como consecuencia de esta actitud se
separaron completamente las grandes funciones religiosas, que en buena cuenta eran
también de gobierno, de los asentamientos habitacionales y se establecieron grandes
Centros Ceremoniales, que servían a extensas zonas, cuyos habitantes vivían en pueblos
que contaban con ciertos servicios comunales y estaban situados cerca de los campos de
cultivo.
Los Centros Ceremoniales que suceden a El
Paraíso, como La Florida, en el Rímac y Mina Perdida, en Lurín, entre otros, presentan
ya, alrededor de 1,800 a.c., la forma de U que va a caracterizar a la arquitectura
religiosa de la costa central hasta mediados del Formativo.
TEMPLOS EN U
En esencia, los templos en U están
formados por una pirámide a cuyos lados se extienden dos largos promontorios que
encierran una gran plaza central la que, frecuentemente tiene delante del edificio
principal un patio hundido o pozo ceremonial.
El edificio central usualmente tiene
planta cuadrangular o rectangular, pudiendo también estar constituido por dos cuerpos o
por un cuerpo central con dos alas laterales. El volumen general es el de una pirámide
tronco cónica, conformada por tres o cinco cuerpos superpuestos que preceden, frontal y/o
lateralmente, dando lugar a la formación de un juego de terrazas escalonadas. El cuerpo
central de la pirámide es siempre el más alto del conjunto y se accede a él por una
gran escalera axial que conduce a la plataforma superior, en la que se ubican los locales
dedicados al culto.
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La Florida, el
templo en U en el valle del río Rimac (foto Servicio Aerofotográfico Nacional, 1944) |
Los promontorios o montículos laterales
forman los brazos de la composición, están separados de la pirámide principal y, como
ella, están conformados por cuerpos escalonados en cuya cima existen una serie de
construcciones de índole religiosa; en algunos casos los brazos están formados por
varias pirámides yuxtapuestas o por un cuerpo principal y varios volúmenes secundarios
que se extienden a los costados del primero.
La gran plaza o espacio central tuvo,
indefectiblemente, un uso agrícola, probablemente ritual. La posibilidad de que haya sido
una plaza ceremonial debe descartarse, dado lo desmesurado de sus dimensiones y la
existencia de una serie de obras de probado carácter agrícola. Frecuentemente, sobre
todo en los ejemplos de mediados del milenio, dentro de la plaza central, cerca de la
pirámide principal y alineado con su eje transversal, se encuentra un patio hundido,
circular o rectangular, a cuyo nivel se desciende por escaleras ubicadas a eje con la
pirámide citada. En algunos casos la ubicación de los pozos ceremoniales no se encuentra
a eje con la pirámide central, lo que puede significar una modificación en el trazado
original del conjunto; también es dable que existan edificios flanqueando los costados
del patio hundido.
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Huacoy, Templo en U
en el valle del río Chillón (foto Servicio Aerofotográfico Nacional) |
Las dimensiones de estos Centros
Ceremoniales son asombrosas; el conjunto de La Florida, que por ser de los más tempranos
no es de los más grandes, tiene sin embargo dimensiones extraordinarias. La pirámide
principal tiene 300 m. de frente, 200 m. de lado y una altura de cerca de 17m.; los brazos
laterales alcanzan una longitud de 400 m., un ancho máximo de 100 m. y una altura
promedio de 8 m. y la plaza central encierra 120,000 m dentro de su perímetro. El templo
de San Jacinto, en Chancay, que es algo más tardío que el de La Florida, dobla las
dimensiones de éste, llegando a tener su plaza central la increíble área de 275,000 m2
(Williams 1981).
Todos los Centros Ceremoniales en U
tienen su eje mayor orientado al NE, o sea que la plaza central se abre en esa dirección.
Es posible que esa orientación haya sido determinada por razones astronómicas; después
de todo ella está relacionada con la dirección por la que sale el sol, pero lo que es
cierto es que la orientación del eje de los templos resulta sensiblemente paralela a la
cuenca de los ríos en cuyas cercanías se ubican y que las plazas se abren en contra de
la pendiente natural del terreno, de manera que resulta relativamente sencillo derivar
hacia ellas las aguas fluviales.
Al respecto, hay que tener en
consideración que entre los 2,000 a.c. y 1,000 a.c., las técnicas y sistemas de
irrigación recién principiaban a desarrollarse y que por tanto los Centros Ceremoniales,
que necesitaban de grandes áreas de cultivo para su mantenimiento, tenían que ubicarse
de manera que fuera fácil cultivar el área encerrada entre sus construcciones. Debido a
ello, casi todos los templos se ubican en las márgenes de los ríos y en una posición
tal como la indicada; cuando no ocurre así, lo que constituye la excepción a la regla,
se debe a razones muy especiales. Por ejemplo: La Florida se sitúa en una zona de lomas,
la de Atocongo y Garagay se ubican junto al encuentro de las cuencas del Chillón y el
Rímac, en Aznapuquio, donde afloran abundantemente las aguas subterráneas de dichos
sistemas fluviales.
Al finalizar el Período Arcaico Tardío,
alrededor de 1,200 a.c., además de los templos de El Paraíso, La Florida y Mina Perdida,
en la Comarca limeña se habían construido los siguientes Centros Ceremoniales: En el
Chillón, Huacoy y Chocas; en el Rímac, Las Salinas y en Lurín, Cardal y Manchay Bajo.
También se desarrollaron varias importantes poblaciones, entre las que destacan las de
Ancón y Curayacu. Asimismo, en el cercano valle de Chancay se construyeron una serie de
Templos en U, cerca del actual pueblo de Huando, tales como los de Miraflores y el
Porvenir.
En el resto de la costa se produjo
asimismo un activo movimiento cultural, que dio origen a una serie de asentamientos
humanos como los de: Guañape en Virú; Las Aldas y Sechín en Casma; Áspero en Supe y
Hacha en Atarí.
En los valles de Casma y Supe se
construyeron una serie de complejos arquitectónicos en los que se combinaron bellamente
pirámides escalonadas, montículos, plataformas, patios y plazas hundidas, dando lugar a
impresionantes y elaborados conjuntos. Es probable que en la evolución de la primitiva
pirámide escalonada, a la que muy tempranamente le crecen alas laterales que luego se
proyectan hacia delante, se encuentre los antecedentes de los templos en U que, más
tarde, van a construirse desde Casma hasta Mala. Entre los edificios y conjuntos más
notorios cabe señalar a: Las Aldas, Huaca de las Llamas y Sechín Alto, en Casma y Piedra
Parada, Chupacigarro y Era de Pando, en Supe.
En la sierra existen, correspondientes a
este período, importantes yacimientos arqueológicos en Torrecitas, Cajamarca; Kotosh,
Huánuco; Huayca Jirca, Ayacucho; Chanapata y Marcavalle, Cuzco y Qaluyo, Puno. En la
selva también debió darse una fuerte actividad cultural, pues en Tutishcainyo, Ucayali y
en Cubichaniqui, Alto Pachitea, se han encontrado restos de cerámica muy temprana.

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