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Poesía
Peruana
Siglo
XX
PRÓLOGO
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Teniendo como punto de partida la muestra generacional Los nuevos (1967) de
Leonidas Cevallos, se ha generalizado el reconocimiento del importante rol innovador
llevado a cabo por la Generación del 60 dentro de la poesía peruana . De un lado, la
cancelación de la pretendida oposición entre "poesía pura" y "poesía
social" o "comprometida"; y, de otro lado, la asimilación plena de los
recursos y designios creadores (en su mayoría de matriz vanguardista, siendo su eje el
Imagismo de Pound y Eliot) de la poesía de habla inglesa: el anhelo de un "poema
total" que no sea sólo lírico, sino que integre lo lírico a lo épico y aun a lo
dramático (fusión conseguida, otrora, por los poemas homéricos y por Dante), lo cual
conlleva el empleo de coloquialismos y recursos narrativas; también, la integración de
diversos niveles de lengua y perspectivas (característica cubista extremada por el
Imagismo de Pound), la actitud reflexiva-desmitificadora-irónica (ahí se suma la
lección del alemán Brecht), las referencias culturales en diversos idiomas, etc.
Dicha asimilación de la poesía inglesa contemporánea
cuajó entre 1964 y 1968 con Comentarios reales (1964) y Canto ceremonial contra un
oso hormiguero (1968) de Antonio Cisneros, y con Consejero del lobo (1965) de Rodolfo
Hinostroza, a los que cabe añadir textos diversos de Luis Hernández (éste toma
libérrimamente variadas fuentes de la "modernidad", no sólo las de lengua
inglesa), Mirko Lauer y Julio Ortega. Antes de esos años, la poesía peruana privilegió
las enseñanzas de la "modernidad" en lengua francesa y, en no pocos casos, en
lengua española (sobre todo, la Generación del 27 y los logros de Rubén Darío, Vicente
Huidobro y Pablo Neruda). Enseñanzas todavía dominantes en el lapso 1960-1964: Heraud,
Calvo, Corcuera, Naranjo, Razzetto, Camero Roqué y los primeros poemarios de Cisneros y
Hemández. Resulta claro que las enseñanzas francesas e hispánicas (a veces
complementadas con contribuciones italianas y alemanas, cuando no orientales) persistieron
en varios poetas de la Generación del 60: Calvo, Corcuera, Naranjo, Camero Roqué, Ojeda,
Orrillo, Martos, Ricardo Silva-Santisteban, Hildebrando Pérez (en él prima la savia
andina), Aguilar, Gómez, Pantigoso y Morote.
Esto conviene consignarlo para no reducir los
60 a una de sus vertientes creadoras, aunque ésta sea la más innovadora, la de mayor
resonancia en las generaciones siguientes, la del "británico modo" de
Cisneros-Hinostroza-Hernández, trío crucial. Además, cualquiera sea la valoración que
hagamos de dicha línea innovadora e influyente, no debemos olvidar que no reemplaza a los
fundadores de nuestra poesía en el ámbito modernista-postmodernista y
vanguardista-postvanguardista, sino que se agrega a ellos. Y, por cierto, las huellas de
Eguren, Vallejo, Adán, Oquendo de Amat, Moro o Westphalen pueden rastrearse, según el
caso, en Cisneros-Hinostroza-Hemández-Lauer-Ortega.
En lo tocante a la Generación del 70, su
importante contribución a la poesía peruana no ha logrado un reconocimiento crítico tan
consensual como el conseguido por la Generación del 60. Las declaraciones parricidas tan
irreverentes de los grupos y revistas de la Generación del 70, especialmente las del
Movimiento Hora Zero, han cosechado la animosidad de los creadores y críticos de las
generaciones del 50 y del 60; de otro lado, a causa de una actitud de apartamiento
semejante a la de los postvanguardistas frente a la aventura vanguardista, muchos poetas
surgidos a partir de 1975 han juzgado con severidad las pretensiones del 70, prefiriendo
los hallazgos más seguros, menos ambiciosos, de los poetas del 50 y del 60. Sea como
fuere, resulta patente la influencia de la Generación del 70, y en particular de Hora
Zero (movimiento que, luego de su primera y principal etapa, la de 1970-1973, ha tenido
una presencia renaciente y ubicua, con nuevos manifiestos en 1977 y en los años 80) en
agrupaciones posteriores, como el Movimiento Kloaka (formado en 1982) y los grupos Neón y
Noble Katerba (ambos de inicios de los años 90), así como en los poemarios de Jaime
Urco, Enrique Sánchez Hernani, Carlos Reyes Ramírez, Ana Varela Tafur, Marita Troiano,
Eduardo Rada, José Beltrán Peña y Montserrat Álvarez.
Ya es hora de evaluar
sin apasionamientos los aportes poéticos de la Generación del 70. Un indicio de su
relieve es que cuenta con mayor número de antologías que cualquier otra generación de
poetas peruanos. Albergó revistas, grupos, manifiestos y declaraciones colectivas en una
medida nunca registrada en nuestras letras, al punto que su irrupción adquirió un aire
de "nuevo vanguardismo" o "neovanguardismo": "Gleba"
(1965-1968), "Estación Reunida" (1966-1968), "Nueva Humanidad"
(1969), "Cirle" (1969-1971), "Hora Zero" (de 1970 en adelante, con
gran poder de convocatoria en diversas ciudades del país y con ramificaciones
internacionales, se yergue como el movimiento poético más importante que haya tenido la
literatura peruana) , "poetas mágicos" (alrededor de 1970), etc., Pero también
pertenecen a la Generación del 70 voces insulares o marginales, al margen de las
agrupaciones: Abelardo Sánchez León, José Watanabe, Patrick Rosas, Rosina Valcárcel,
etc.
La línea dominante, simbolizada por Hora Zero y Estación Reunida, puesta de relieve por
las primeras muestras antológicas de esta generación, las de Manuel Velásquez Rojas y
José Miguel Oviedo (Estos 13, 1973, tuvo una repercusión considerable en nuestro medio),
se sitúa dentro de la asimilación de la poesía contemporánea de lengua inglesa lograda
por la Generación del 60, pero con importantes rasgos diferenciales, llena de conexiones
con la poesía de Arguedas de los años 60, los beatnik norteamericanos, Emesto Cardenal,
el neorrealismo narrativo y la nueva narrativa" del boom hispanoamericano, más que
con las sendas abiertas por el trío Cisneros-Hinostroza-Hemández: la acentuación del
ideal de un "poema total" (lírico-épico-narrativo, con mucho de testimonio o
de crónica), siendo su exponente mayor la propuesta horazerista del "poema
integral"; la óptica popular, atenta a la "versión de los vencidos"
(raíces prehispánicas) y a los padecimientos de "los desgraciados" (para usar
el título de un poema de Vallejo, autor de enorme gravitación en la Generación del 70,
sobre todo Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz), lo que conlleva un
coloquialismo de una complejidad cultural (migraciones, fusión de "todas las
sangres", español quechuizado, etc.) diversa de la replana adolescente, propia de
los barrios burgueses, de algunos poetas de los 60; en general, un querer escribir desde
la realidad peruana, con un vitalismo y un exteriorismo creador alejado del cultismo, el
cosmopolitismo y el horror al sentimentalismo de los poetas al "británico modo"
de los 60.
Conviene destacar que esa línea confinante se plasma en lenguajes poéticos con marcas
personales, muy diversos entre sí, y no en un estilo uniforme. Repárese en los estilos
tan diferentes de Pimentel, Ramírez Ruiz, Morales, Sánchez León, Verástegui, Nájar,
Mora, Rosas Ribeyro, Carmen Ollé, Cerna, La Hoz, Ricardo Oré, Marcial Molina, Cesáreo
Martínez, Sánchez Lihón, José Luis Ayala, Ricardo Falla y Samuel Cárdich.
Además de esa línea
central, puede detectarse en varios poetas de la Generación del 70 el legado
simbolista-vanguardista con paradigmas en la poesía francesa y, en menor medida,
iberoamericana, unido a una amplia familiaridad con los clásicos de Occidente y Oriente:
Armando Rojas, Watanabe, Toro Montalvo, Zúñiga Segura, Aramayo, Rosina Valcárcel, Sonia
Luz Carrillo, Elvira Roca Rey, Ana María García, Otilia Navarrete, etc.
Cabe llamar la atención sobre la trascendencia de
las voces femeninas de la Generación del 70. La notable floración de la poesía escrita
por mujeres en los años 80 y 90, sin desconocer resonancias de las voces mayores (sobre
todo, Blanca Varela), ha tenido como ejemplos desencadenantes a dos poetas de la
Generación del 70: María Emilia Cornejo y, en particular, Carmen Ollé (su libro clave,
Noches de adrenalina, 198 1, estaba vinculado a la aventura horazerista). Junto con ellas,
y con Rosina Valcárcel y Sonia Luz Carrillo, que publicaron en los años de despegue de
la generación, tenemos la valiosa obra poética de autoras tardíamente dadas a conocer:
Ana María García, Elvira Roca Rey, Otilia Navarrette y Luz María Sarria.
Volviendo a las diferencias entre las
generaciones poéticas del 60 y del 70, nos recuerdan la continuidad y ruptura que hay
entre el inicio de la "modemidad" poética entre nosotros, con los poetas
modernistas y postmodernistas, tendientes al cultismo, el refinamiento, el cosmopolitismo
y la valoración de la orfebrería artística (su equivalente: la Generación del 60), y
la exacerbación de la "modemidad", con los poetas vanguardistas, amigos de
grupos y manifiestos, en gran parte de procedencia provinciana, atentos a la problemática
de nuestras raíces indígenas y tensiones histórico-culturales (su equivalente: la
Generación del 70).
Y así como el ultraísta español
Guillermo de Torre ha descrito el paso de la "aventura" vanguardista a la
"vuelta al orden" postvanguardista , aquí podemos observar que la
"aventura" de la Generación del 70 se vio seguida de una especie de
"vuelta al orden", con los poetas de mediados de los años 70. La lección
neovanguardista del 70 no desaparece, como tampoco sucumbió la resonancia vanguardista en
1930-1950; pero, sin duda, pasa a segundo plano o, en todo caso, se atempera, con los
poetas del lapso 1975-1990.
Se ha hablado de generaciones poéticas
del 75, 80 y 90, apoyándose en publicaciones y grupos de esos años, y en el contexto
histórico: segunda fase del gobierno militar, 1975; nueva etapa de elecciones
democráticas e inicio de la "guerra sucia" entre Sendero Luminoso o el
Movimiento Revolucionario Túpac Amaru y las fuerzas del orden, 1980; y gobierno de
Fujimori, 1990, aunque aquí sobresalga el simbolismo mayor de 1992, por la disolución
fujimorista del Parlamento, la captura de Abimael Guzmán y gran parte de la cúpula
senderista, más las conmemoraciones del Quinto Centenario del viaje de Colón. A nuestro
juicio, cabe distinguir dos momentos: el lapso 1975-1989 (cumple con los quince años del
método generacional de Ortega y Gasset) y los años 90, separados por la enorme fractura
ideológica desencadenada por la caída del orbe soviético y el desprestigio de los
socialismos "realmente existentes", así como la recepción prestada a conceptos
tan discutibles como los de "Postmodemidad", "Generación X",
"Globalización" y las proyecciones al "tercer milenio".
Todavía
se ha estudiado poco la creación poética posterior a la Generación del 70, de tal modo
que resulta prematura una diferenciación rigurosa del 75/80 y del 90. Lo que sí puede
constatarse es la abundancia de nombres dignos de consideración, así como sus vínculos
con las diversas líneas de nuestra tradición poética: Eguren, Vallejo, Adán, Oquendo
de Amat, Moro, Westphalen, Eielson, Blanca Varela, etc. La alta calidad y riqueza de
recursos expresivos, unidas a un designio creador ambicioso y exigente (poemas extensos o
libros sumamente orgánicos), de los poetas más jóvenes de esta antología, Lizardo
Cruzado, José Carlos Yrigoyen y Alberto Valdivia Baselli, prueba contundentemente la
vitalidad actual de nuestra poesía, siempre entre las más notables de las letras
iberoamericanas.
Ricardo González Vigil
(Tomado de Poesía Peruana Siglo XX : De los años ´60 a
nuestros
días / Selección, prólogo y notas de Ricardo
González
Vigil. Lima : Ediciones COPE, 1999. p. 25-30.
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