En las comunidades andinas -como Herqa y Totorani, en las cuales trabajo y cuya población aproximada es de 2,800 habitantes -se conservan aún tradiciones y costumbres, las que son transmitidas de generación a generación, como una forma de resistencia a la transcultunzación y homenaje a las -sabias enseñanzas de sus ancestros: los incas. En tales comunidades existen las parteras tradicionales que poseen parte de ese conocimiento ancestral y como tal conocen una gran variedad de hierbas medicinales que crecen en sus campos y saben también realizar los rituales mítico religiosos, necesarios para su aplicación. Ellas recibieron este saber de sus madres que también realizaron esta labor o de algún familiar cercano, por ello y pese a que son mujeres de condición humilde gozan del respete y aprecio de la comunidad y porque además usando ese legado ayudan a las gestantes campesinas, especialmente durante el alumbramiento, mitigando sufrimientos y malestares. Estas parteras, en una actitud de gran colaboración se encuentran junto a las parturientas desde mucho antes de iniciarse los dolores, aconsejando y orientando a la futura madre en cuanto a su alimentación y actitud frente al parto. Cuando comienza el parto, la primera persona a quien le avisan, es a la partera y ella presurosa, corre a cooperar con la parturienta, se encarga de recibir a quien está naciendo. Será ella también, la que se encargue del "pago a la tierra" y demás rituales que la situación precisa. El contacto directo con estos personajes me ha permitido abrir las puertas de su vasto conocimiento y acceder franca y transparentemente a todas sus experiencias, sobre la base de los cuales se pudo realizar el presente trabajo: "EL PROCESO DEL EMBARAZO, PARTO Y PUERPERIO EN LA MUJER DEL ANDE", el cual más que una propuesta, es una recopilación de todo ese bagaje cultural, el que, sino en su totalidad, por lo menos en parte debería ser tomado en cuenta y aplicado en la práctica profesional contemporánea como una muestra de sincretismo médico que beneficie a las futuras generaciones.
La gestante campesina goza del respeto de su pueblo porque es portadora de un nuevo ser, un regalo para la "pachamama" o madre tierra; será uno más que la hará producir con su trabajo. Esta situación obliga al esposo y familiares a tratarla con mucho cariño, complaciendo todos sus "antejos" porque si no lo hacen (según la creencia) la "wawa" morirá en el vientre y la familia será castigada severamente por los "apus". Esta particular situación es aprovechada por la gestante para exigir muchas veces caprichos difíciles de complacer. Durante los primeros meses de gestación, la mujer embarazada continúa con sus labores domésticas y agrícolas con toda normalidad, trabaja en la chacra ayudando al esposo y a la familia. Conforme avanzan los meses requiere de mayor cuidado y cariño por parte del esposo, quien la irá reemplazando en los quehaceres de la casa, principalmente en el acarreo del agua y la preparación de los alimentos, puesto que cargar bultos pesados o acercarse demasiado a al fogón pueden ocasionar un nacimiento prematuro o daños al feto. La gestante está prohibida de realizar ciertas actividades o tener ciertas experiencias, como son: - Tejer o hilar, porque se cree que esto
provocaría que el cordón umbilical se anude alrededor del cuello del nonato y lo
asfixie. (Relacionan el hilo o la lana con el cordón umbilical). Al aproximarse al parto, la mejor deberá alimentarse mejor, para ello, la familia se encarga de prepararle potajes tales como caldo de cabeza o gallina, alimentos que le proporcionarán las fuerzas necesarias para resistir la labor de parto. Esta tarea recae principalmente en el esposo, quien deberá también encargarse de la alimentación de los menores hijos, si los hubiera. Dentro del séptimo mes y la penúltima semana del embarazo, etapa fácilmente reconocible, porque la barriga barriga", a la gestante se le practica el famoso suysusqa" (el cernido) o "chaqchisqa" (el sacudido), que consiste en colocar a la mujer sobre tina manta, luego dos ó más personas cogen dicha manta por los extremos y proceden a sacudir suavemente para que la "wawa" se acomode en la matriz y evite las posiciones difíciles (Transversal o podálica) que puedan complicar el parto. Realizado este acto, se acomoda un ovillo de lana en el borde superior de la matriz y se lo sujeta con una faja, con el objeto de que la criatura no vuelva a desacomodarse, más al contrario baje -y así ayude al parto. La gestante, como se dijo, debería ser siempre motivo de respeto y cariño por parte del esposo y de la comunidad en general, puesto que su embarazo le genera múltiples cambios en su organismo, alteraciones físicas, mentales y sociales, que si no son tomadas en cuenta, podrían derivar en enfermedades. Algunos deseos y antojos caprichosos, como por ejemplo "el antojo" de comer betún o ingerir lejía, son peligrosos, porque si fueran satisfechos podrían ocasionar grave daño a la gestante. Otros deseos son comprensibles, como por ejemplo uno que es muy común: el de comer tierra, Este caso, si lo analizamos desde el punto de vista farmacológico, se encuentra relacionado con la anemia de la gestante. El organismo de ella, necesita hierro y éste se encuentra en la tierra. En algunos casos, el empleo de rituales y prácticas ancestrales, como por ejemplo no tejer, no acercarse al fogón, etc. es incuestionablemente beneficioso para la madre o el niño, en otros simplemente no tendrá ninguna consecuencia perjudicial; en esos casos se los puede seguir manteniendo y propagando sin ningún inconveniente. En cambio no se puede tener igual actitud con aquellas prácticas que ponen en riesgo la salud de la madre o del feto, como es el caso de colocar un ovillo de lana en el borde superior de la matriz o fajar a la madre antes del parto, ya que esto impide que el nonato se acomode, o se produzca la rotación, la cual es indispensable para el nacimiento del niño. En algunos casos se tuvo evidencias que estas prácticas originaron la presentación anómala del feto, (de hombro, cara, etc.)
Cuando comienzan los dolores, toda la familia se reúne para acompañar y ayudar a la gestante en la difícil tarea del parto. Horas antes, llevan a la parturienta a la habitación m4s oscura, la ubican en el suelo sobre unos cueros de oveja y la abrigan con mantas oscuras para darle más calor, Luego se procede a sahumar el cuarto para ahuyentar a los malos espíritus. El sahumerio que se utiliza se prepara con cerdas y excremento de chancho, azúcar y tela de araña. A la madre se le da a beber mates "cálidos" de hojas de zanahoria, trigo tostado, cacao, manzanilla, hierbabuena, huayhua, salvia o romero. Seguidamente a la parturienta se le amarra la cabeza con una venda o pañuelo para evitar que "se le vaya la inteligencia con el piojo". (A veces para este fin se utiliza una prenda íntima del esposo). La venda deberá estar acompañada de algunos dientes de ajo y ruda, también con el propósito de ahuyentar a los malos espíritus. Conforme los dolores de parto, se presentan más segundos, los acompañantes prenden cigarros para calentar aún más el ambiente y cierran ventanas y puertas por las cuales podrían entrar "malos vientos". En estos momentos es indispensable la presencia de la madre o suegra de la gestante, así como del esposo. En caso de ausencia de este último, es reemplazado por el padre. La parturienta se pone en cuclillas y comienza a pujar. El esposo la sujeta, le da la fuerza que necesita y soporta los pellizcos Y manotazos de ella. Inmediatamente después del parto, para que recupere las fuerzas perdidas, se lo hace tomar caldo de cabeza o gallina. Estos caldos deben ser servidos muy calientes (hirviendo) y con abundante carne y chulo. Asimismo, tornará bastante mate de hierbas "frescas" como flor de nabo, ortiga, llantén, etc. Mientras tanto la madre o la suegra de la parturienta, baña y abriga al recién nacido. A continuación le colocan un pedazo de lana negra en su fontanela, llamada "molllerita" o "puqyucha", para evitar que le entre aire y se resfríe. A la ropita con que se lo viste, se le adiciona ajo o ruda para que "no sea mirado con envidia" Mientras la madre espera la salida de la placenta, la persona que atendió el parto, amarrará un pedazo de hilo torcido en el dedo pulgar del pie que lo llevará hasta la punta del cordón umbilical, el cual será suavemente jalado cuando la mujer sienta los dolores que indican que la placenta está siendo expulsada. Una vez que sale la placenta, se la lava municiosamente y se le pinchan los vasos con agujas para que salga toda la sangre. Esta actividad es realizada por alguna persona voluntaria a quien le retribuyen económicamente, ya que mirar la placenta "produce ceguera". Si la placenta no es bien lavada, los hijos posteriores, nacerán negros y feos. Lavada la placenta, es enterrada en alguna parte de la casa, si es de niña o "warm1cha", se la acompaña con pedazos de lana, ollitas de juguete o palos de tejer, "ruranas", y si es de niño o "qharicha" de animalitos de juguete, "chakitaqlla", algunos centavos, y bosta de vaca. Si la placenta se demora en salir, la punta del cordón ligado a ella, se quema con un cigarro. El humo que se desprende, "viajará por toda la extensión del cordón umbilical hasta llegar a la placenta, produciendo su desprendimiento". Para evitar la infección en el recién, nacido, es costumbre aplicar en el muñón del cordón, un insecto llamado "thuta" que abunda en las casas cuando se inician las lluvias. Este insecto, similar a la polilla, desprende un polvillo dorado que produce un efecto anti inflamatorio y cicatrizante de las heridas. Así deberá permanecer por dos días seguidos. En el periodo de parto, es muy importante la posición en la que se desarrolla el nacimiento del bebé. La posición tradicional, en la cultura andina es la de cuclillas, cuya ventaja es que el niño cae por gravedad, evitando así, en la mayoría de los casos, los conocidos desgarros o rupturas de los genitales de la madre, los que sí se producen en buen porcentaje, en los partos en posición ginecológica. Esta práctica tradicional produce mayor confianza en la parturienta, porque se respeta su pudor, ya que no es necesario que se quite sus vestimentas para, la atención de la expulsión. el bebé sale por debajo de las faldas o polleras de la madre. Pero, no siempre las cosas salen bien en la posición de cuclillas, hay casos en los que se produce la muerte del nuevo ser, sobre todo aquéllos que presentan cordón circular, es decir, que el cordón esté anudado al cuello del bebé, lo que producirá al momento de la expulsión, por acción de la gravedad, mayor presión en el cuello de la criatura que está naciendo; en tal caso, por la incomodidad de la posición, no será fácil que sea asistida por la persona que atiende el parto. En este caso es obvio que la posición ginecológica es la más indicada porque permitirá sostener la cabeza del bebé y así evitar su salida brusca, lo que dará tiempo para pinzar el cordón y cortarlo, terminando en cuestión de segundos la asfixia del recién nacido. Cabe resaltar que este problema se da -tino en cada cien partos. En cuanto al uso de un cuarto oscuro para la atención del parto consideramos que no es conveniente, porque podría ser que debido a la oscuridad, no sea visible o pase desapercibido algún riesgo que pudiera presentarse para la madre o el niño, como por ejemplo una hemorragia uterina, desgarros perineales o asfixia del recién nacido, etc, Como se sabe esta última es percibida por el color violáceo del cuerpo del niño, lo cual, como es obvio requiere de un ambiente iluminado. El nacimiento del nuevo ser produce una alegría mayor, si es que es varón, ya que serán dos brazos fuertes más, que ayudarán en las labores agrícolas, así como en el cuidado de los animales-, no es lo mismo si la que nace es mujer, ya que esto, es señal de sufrimiento y dependencia. Luego de todo este proceso del parto, los padres realizan el "pago a la tierra" y ofrendan a los "apus" para que ellos otorguen prosperidad y buenaventura al recién nacido. Si por motivos de trabajo el padre tuviera que ausentarse a lugares muy distantes, no se irá sin antes atarle a la muñeca del recién nacido, una cinta roja para que no lo extrañe demasiado.
La puérpera para evitar el sobreparto deberá permanecer en cama sin levantarse, por lo menos quince días, mucho menos deberá tocar agua fría. Para que la mujer debilitada por el enorme esfuerzo realizado durante el parto, recupere sus fuerzas, sus familiares más cercanos efectúan la ceremonia costumbrista del "unu walthay" o "walthachikuy". Este ritual se inicia con la preparación de un amasijo de hierbas medicinales o "hampi qorakuna" entre las que están: flores de "yawar chonq'a, chiri chiri, salvia, yana roqo, chinchirq'o, mut'uy, zapatilla y romero; todo esto se muele en un batán, hasta que se logra una sustancia verde espesa, la que se pone a hervir en una olla de barro, añadiéndose chancaca, alfeñique, bálsamo de árnica y alcohol, hasta que se forma una masa. Este preparado, en ausencia de flores, (en épocas de sequía) se hace con las raíces y tallos de las mismas plantas. A esta masa se agregan piedras de río, calientes y caramelos para que "chupen las enfermedades". La ceremonia del "unu walthay" o "walthachikuy, se mida a los tres días de producido el parto, mientras que la sangre de la matriz se va secando, y se realiza de la siguiente manera: Estando la puérpera desnuda se procede a darle suaves masajes, al mismo tiempo que se le va untando, las diversas partes del cuerpo inclusive el cuero cabelludo, hasta que quede totalmente cubierta, con la masa caliente antes mencionada. Se comienza por la cara, las manos y se termina en los pies. Dicen que esto se hace para "arreglar los huesos" y que estos vuelvan a su posición normal. Inmediatamente después se procede a envolverla fuertemente, con mantas que fueron calentadas al sol, una sobre otra, cuidando que la mujer tenga las manos pegadas al cuerpo hasta dejarla prácticamente como un fardo. Solamente queda libre la nariz para que pueda respirar. Luego se le da a beber un jarrón de caldo de cabeza, lo más caliente posible, para que transpire copiosamente; así permanece tres a cuatro horas, al cabo de las cuales, se la descubre poco a poco, evitando que se resfríe, y se le seca con trapos limpios. Con este procedimiento se logra que la mujer recupere las fuerzas perdidas, se le facilite que su cuerpo retorne al estado anterior al embarazo y que se vayan, con el sudor, todos los males, que le produjo la gestación. Para completar el tratamiento y limpiar su matriz, la mujer que desembarazó, toma mates de chiri chiri, cada 3 horas por ocho días consecutivos y cuida que su dicta no contenga papa ni sal. Considerando todo lo descrito, se puede observar que en el período del puerperio, se presta más atención a la madre que al recién nacido. Por atender mejor a ella dejan al bebé lejos de su madre, en un rincón del cuarto, lo cual implica para él, un grave riesgo, porque se le expone a fenómenos tales como frío, luz, humedad, aire, ruido, etc. que antes, estando dentro del vientre materno no los percibía, en cambio ahora sí. En la mayoría de los casos los recién nacidos logran equilibrarse, mas cuando los bebés nacen deprimidos, mueren a las pocas horas, sin que la madre o los familiares se percaten del hecho, ya que todos estaban ocupados en atender a la madre. Con relación a la cicatrización del cordón umbilical debemos indicar que, como sabemos la manera más apropiada de lograrla es la que indica el médico, es decir, desinfección, curación y que al cabo de 6 a 8 días se produzca su caída de forma natural. En cambio el uso de insectos para este fin, según la práctica tradicional, podría ser la causa de casos tales como "onfalitis" (inflamación o infección del cordón umbilical) y si consideramos que éste aún tiene comunicación interna, puede provocar una infección generalizada o septicemia y la consiguiente muerte del recién nacido. Siguiendo la tradición, para evitar daños en su organismo la puérpera debe guardar abstinencia sexual hasta los 40 días posteriores al nacimiento. Durante este tiempo su pareja duerme en otro cuarto o en su defecto en otra cama. Después de ese periodo pueden reanudar sus prácticas sexuales. Para evitar otro posible embarazo, la madre debe amamantar a su wawa abundantemente o tornar durante un mes, cada mañana en ayunas una taza de mates anticonceptivos: de perejil, pinku pinku, chiri chiri, o raíz de zapatilla. La pareja debe compartir estos mates. Cuando se normaliza la menstruación, estos mates deben ser tomados sólo en los días de regla. El cuidado anticonceptivo anteriormente
descrito, es tan usual como el "coitus interruptus". Con las consideraciones precedentes, a nuestro entender, resulta imperiosa la necesidad de implementar técnicas para la atención del parto, que incorporen las particulares prácticas tradicionales que actualmente se dan en el campo. Dichas técnicas podrían ser: - Posición de cuclillas, técnica que debiera generalizarse dentro de la práctica profesional cotidiana, contando obviamente, con un ambiente acondicionado y con equipo adecuado creado especialmente para este tipo de atención, el que consistiría básicamente en una tarima lo suficientemente baja, que sustituya a la incómoda camilla ginecológica. Además se tendría que contar con otros implementos para brindar a la parturienta todas las comodidades necesarias. - Ambiente cálido, para el efecto se emplearían estufas, vaporizaciones, etc. evitando lógicamente el uso de cigarrillos o sahumerios, muy común en el campo, los que impiden la libre oxigenación del ambiente. Así mismo, permitirles la ingesta de mates, con el fin de que se sientan más calientes y reconfortadas. Así mismo para realizar el seguimiento del parto, procurar no descubrir frecuentemente el vientre de la madre, ya que esto provoca el enfriamiento del cuerpo, lo que retrasa según ellas, la expulsión. - Devolución de la placenta, a efecto de que los familiares procedan a realizar con ella, si así lo desean, los rituales que acostumbran; los cuales como se ha descrito en el titular correspondiente del presente artículo, constituye parte importante de su concepción mitico-religiosa, íntimamente relacionada al futuro del recién nacido. De otro lado, en otra parte de este mismo trabajo, hemos explicado que durante el proceso de recuperación de la puérpera, se practica el "unu walthay" o "walthachikuy", costumbre que con el paso de los años está perdiendo vigencia, probablemente debido a que es muy incómodo realizarla. Sobre este particular y dado que no se sabe si es una práctica que tiene o Do, validez, sugerimos que se realice una exhaustiva investigación antes de que desaparezca definitivamente. Finalmente, esperamos que el presente trabajo, sirva para motivar la investigación y conservación de nuestro bagaje cultural. Sabemos que hay mucho que investigar y que la ciencia moderna tiene ahora sí, puesta la mirada en aquellas prácticas ancestrales que antes no le merecieron ninguna atención.
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