Hipócrates. Imposible dejar de citarlo. Si bien pareciera que no es tuberculoso el ilustre médico de Cos, contribuyó enormemente al conocimiento de la enfermedad. Creó la palabra “tisis” que quiere decir consunción, y describió tan bien la enfermedad que hasta nuestros días nos han llegado sus alcances semiológicos al describir “la facies hipocrática”, “el temperamento héctico”, la fiebre vespertina o “fiebre héctica”. También nos ha legado tantas otras cosas que solamente me limito a citar uno de sus famosos aforismos:
“La vida es corta, el arte es largo, la ocasión fugitiva, la experiencia engañadora, el juicio difícil. Es necesario hacer lo que conviene para el bien y que nosotros mismos, el enfermo y los que lo rodean se percaten de ello”.
Para que citar el juramento hipocrático, compromiso de honor del médico.
Calificada tal vez injustamente de oscurantismo, nos da la ocasión de citar tres acontecimientos:
a) - Las pinturas del extraordinario Sandro Botticelli en una de las cuales, “La Primavera”, ha reproducido con gran fidelidad la facies héctica y febril de su amante la bella Simonetta Vespucci, conocida tuberculosa florentina. Igualmente la veremos reproducida con las mismas características en “EI nacimiento de Venus”.
b)-Traemos a esta relación dos reyes de Francia:
Carlos IX que fue el que ordenó la matanza de los hugonotes en la famosa noche de San Bartolomé (1572). Carlos IX murió con empiema pleural y tuberculosis pulmonar. Y el otro rey que si bien no fue tuberculoso, pero merecía serlo, por sus pocos hábitos de higiene ya que olía a ajo a la distancia, fue el buen rey Enrique IV que tocaba las escrófulas de los tuberculosos ganglionares, los que por centenas concurrían al palacio real el día señalado y recibían el toque con las palabras sacramentales de “el rey te toca, Dios te cura”.
En la que se llamaba Edad Moderna, citamos a otro rey de Francia, Luis XIII, el Justo, hijo de Enrique IV y que murió a los 32 años atacado por la peste blanca. De manera que su resentida salud hizo que dejase la dirección del reino a su ministro Armando Duplessis, cardenal de Richelieu, el verdadero conductor de Francia y también tuberculoso.
.- Otro personaje de esa época es Jean Poquelin, llamado Molieré, el gran comediógrafo francés de la época de Luis XIV y que tenia una aversión congénita a los médicos como consta en sus obras de teatro y que, como actor, debía morir en escena con una hemoptisis fulminante al interpretar “El enfermo imaginario”.
.- Pasamos una centena de años para citar al término de la Revolución Francesa al médico Xavier Bichat, creador de la patología General y que moriría de meningitis tuberculosa.
.- Luego ya en pleno siglo XlX, aparece la figura de Teófilo Jacinto Laennec, el más ilustre de los clínicos de la tisiología y que moriría de tuberculosis pagando así con su vida su afán de estudio de la enfermedad; fue el inventor de la auscultación mediata por intermedio del estetoscopio. Creo el método anatomoclinico según el cual comprobaba en el cadáver los hallazgos auscultatorios en vida. Y así, examinando numerosos tuberculosos en el Hospital Necker, pudo describir la variedad de soplos pulmonares y los diferentes tipos de estertores.
Todo este trabajo lo llevó a la muerte en plena juventud en 1826. Un hospital de Paris donde funciona la cátedra de Tuberculosis y Enfermedades Respiratorias, lleva su nombre. Tuvimos la oportunidad de trabajar ahí entre los años 1951 1953. Es el antiguo Hospicio de Incurables con arquitectura del siglo XVII y esta situado en la calle de Sevres, no lejos del Hospital Necker donde trabajó el gran Laennec.
.- Veamos ahora un artista. Por la misma época tenemos la figura de Federico Chopin, el genial músico polonés que murió en la Plaza Vendome de Paris teniendo en sus últimos días unas hemoptisis verdaderamente copiosas.
Contemporáneos de los anteriores tenemos a otros ilustres:
Napoleón II, el aguilucho, hijo de Napoleón el Grande. Este príncipe muere muy joven de tuberculosis sufriendo la rigidez del control de su abuelo el emperador Francisco José y la desatención de su madre, la emperatriz Maria Luisa.
Vivió con tanta tristeza el aguilucho que se cita las palabras que pronunció en sus últimos días: “Mi vida ha sido un gran paréntesis, se abre con mi nacimiento y se cierra con mi muerte”.
-Y ahora, una tuberculosa que representa un símbolo para los que padecieron y padecen “La enfermedad de la Languidez”, como se llamaba en el siglo XIX. Nos estamos refiriendo a Alfonsina Plessis, inmortalizada por uno de sus amantes, Alejandro Dumas hijo, en su novela “La Dama de las Camelias”, donde es Margarita Gautier, y por Puccini en su famosa opera “La Boheme”, donde encarna a la pobre Mimí. Alfonsina murió a los 23 años y se encuentra enterrada en el Cementerio del Norte, llamado de “Montmartre” en Paris. Esta tumba la hemos visitado muchas veces como homenaje y recuerdo respetuoso a tantas “Margaritas” que murieron de tuberculosis y a la que tuvimos oportunidad de asistir cuando trabajamos en el Sanatorio Olavegoya de Jauja en los años 1942 a 1950.
.- El gran músico Paganini fue otro de los tuberculosos geniales del siglo XIX, el celebre Nicolo murió muy joven al igual que su compatriota el dulce Leopardi, autor de:
“La tempestad ha terminado en el país renace la calma ...” entre tantas poesías que escribió.
- Con esta enfermedad de la languidez también murió la bella Paulina de Beaumont, amante de Chateaubriand cuando estuvo de Embajador de Francia en Roma.
- Siendo poeta tenia que tocarle el turno a un español y es así como figura en nuestra lista Gustavo Adolfo Bécquer, el autor de las “Rimas” y “Cuentos y Leyendas” entre otros y que al igual que Chopin las hemoptisis lo arrebataron a la literatura.
- Retomemos a América y aquí encontramos en el siglo XIX al genial tuberculoso y paladín de la Independencia, libertador de cinco repúblicas, fue don Simón Bolívar, el genial venezolano quien debía morir de la enfermedad en la quinta de San Pedro Alejandrino en Santa Marta.
Intercalemos algunos hitos históricos de la enfermedad.
En 1869 Jean A. Villemin demuestra que la tuberculosis es inoculable, es decir, contagiosa, transmisible. Por los mismos años o poco antes, Boehmer y Dettweiller crean los primeros sanatorios para tuberculosis en Alemania; en 1882 Robert Koch descubre el bacilo productor de la enfermedad e inclusive lo cultiva y prepara la tuberculina antigua.
Carlos Forlanini introduce el método del neumotórax artificial en el tratamiento de la enfermedad en 1892, primer método activo de terapia de esta dolencia. Sir Robert Phillip crea en Edimburgo hacia 1889 el primer Dispensario Antituberculoso seguido en 1902 por Calmette que inaugura el primer dispensario Francés en Lille. Finaliza el siglo, en este aspecto, con el descubrimiento de los Rayos X por Conrad Roentgen en 1895, lo que fue un gran avance en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad.
- Volvamos a nuestros tuberculosos y citemos a Anton Chejov (1860-1904), médico y literato que solía exclamar: “La medicina es mi esposa, la literatura mi amante; cuando me canso de una me voy a acostar con la otra”.
Lo iniciamos citando a otro tuberculoso de nota como fue Máximo Gorki el autor de “La Madre”, precursor de la Revolución Rusa de 1917.
- Citamos también a Thomas Mann, famoso escritor, quien en su novela “La Montaña Mágica”, describe la vida un tanto displicente y hasta muy social de los sanatorios de Suiza.
- En cambio Axel Munthe, tuberculoso de verdad, nos debía brindar por esos años su hermosa obra “El libro de Saint Micheb”, cuya acción se desarrolla en fa hermosa Anacapri, bella isla al lado de la idílica Capri, frente a Nápoles.
Intercalamos aquí otros hitos de la historia de la enfermedad. Y así citamos a Calmette con su descubrimiento de la vacuna antituberculosa BCG (bacilo Calmette-Guérin); a Von Pirquet creador de la cutirreacción a la tuberculina que Koch había preparado en fa creencia que seria eficaz en el tratamiento de la enfermedad; a Mantoux que debería crear la intradermorrección en vez de la cuti; a Weill Hallé que en 1921 aplicó por primera vez la vacuna BCG en el ser humano y finalmente a Waksman, el descubridor de la estreptomicina en 1944, primer antibiótico -por fin- eficaz contra la peste blanca.
- Para completar fa serie de tuberculosos extranjeros citarnos a Bernadette Soubirous, la santa Bernadette que si bien murió en 1879 prácticamente pertenecería al siglo XX por haber despertado, con sus milagros, fomentar las peregrinaciones a fa Gruta de Lourdes.
Aunque parezca chocante fa proximidad de la cita, no olvidamos a Corinne Luchaire, actriz del cine francés, de brillante porvenir, muerta muy joven en 1950 con una tuberculosis después de sucesivas recaídas mal tratadas.
Habiendo existido fa tuberculosis en el antiguo Perú y progresando durante fa colonia, no sabemos sin embargo de personajes célebres de esas épocas salvo que queramos creer la tradición que el Inca Túpac Yupanqui atacado por la enfermedad, eligió a Jauja para descansar y reponerse, lo que daría origen a la fama de esta ciudad en el tratamiento de la tuberculosis.
- Y durante la colonia es evidente que Isabel Flores de Oliva, nuestra Santa Rosa de Lima y de las Américas, padeció de la enfermedad. No en balde es patrona de los tuberculosos, el Día del Tisiólogo se celebra el 30 de agosto día de la Santa; es patrona, además, de la Policía y de las enfermeras. El cuadro pintado por Medoro en 1617 que muestra a Santa Rosa muerta, orienta en ese sentido.
- En el siglo XIX entre tantos enfermos famosos en el Perú, citamos entre ellos a don Manuel Pardo, futuro Presidente del Perú, quien recobró la salud gracias a su permanencia en Jauja; también a Juan M. Byron, médico de la promoción 1885, que muere muy joven de tuberculosis, en Estados Unidos, en el curso de sus estudios en bacteriología, victima de una inoculación accidental.
.-Luego ya en este siglo, abundan los personajes pero solamente citamos a tres: con toda verosimilitud a Felipe Pinglo, el gran bardo criollo que falleciera un 15 de mayo de 1936 en fa Sala de Santo Toribio del Hospital “Dos de Mayo”. La segunda persona que citarnos es Alejandro Villanueva el gran “Manguera”, ídolo de las multitudes y baluarte del Alianza Lima, amante del fútbol al extremo de jugar en canchas de barrio antes de hacerlo en el Estadio Nacional. A. Villanueva lo vimos en sus últimos días en su lecho de enfermo en fa Sala Santa Rosa 3 del Hospital “Dos de Mayo” en 1944.
Luego citamos a otro futbolista, famoso como fue, José Morales, el popular “Chicha”, olímpico de Berlín como Villanueva. Y luego completamos las citas con “Bom-Bom” Coronado, la “Cabrita Sayers”. Todos fallecieron en el Hospital “Dos de Mayo”.
Ya no mencionamos mas personajes, pero terminemos este trabajo con algunos hechos y citemos algunos personajes importantes en la lucha antituberculosa en el Perú.
Comenzamos por Anibal Corvetto, promoción 1902, el primer tisiólogo del Perú y primer Jefe de la Sala Santa Rosa del Hospital “Dos de Mayo”. Citemos también el sanatorio Olavegoya de Jauja que alcanzó su apogeo entre 1932 y 1950 bajo la dirección de José Elías García Frías, con quien tuvimos ocasión de trabajar y conocer su calidad. Se recuerda aquí también la creación de la Cátedra de Tisiología de la Facultad de Medicina de San Fernando, con Ovidio García Rosell en 1934, la fundación de la Sociedad Peruana de Tisiología en 1935 por hombres de la talla de Ovidio García Rosell, Juan Werner, Juan M. Escudero Villar, Luis Cano Gironda, Max Espinoza Galarza, Leonidas Klinge, etc.
Y luego el Hospital Sanatorio de Bravo Chico, ahora Hospital “Hipólito Unanue”, donde ha continuado formándose la crema de la tisiología nacional, ahora Escuela Neumológica.
Terminamos aquí este relato en el cual hemos querido presentar algunos tuberculosos famosos y algunos hitos en la historia de la enfermedad.
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1 Profesor de Historia de la Medicina de la U.R.P.
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