En este número de Paediátrica se presenta una revisión sobre Rotavirus, uno de los principales y más frecuentes causas de diarrea en menores de cinco años.

Como sabemos la diarrea es responsable de un 25% de todas las muertes en

este grupo etáreo a nivel mundial, siendo los más afectados aquellos Niños que viven en países envías de desarrollo. 

Actualmente el desarrollo de nuevos métodos diagnósticos han permitido determinar que aproximadamente un 45-50% de todas las enfermedades diarreicas severas en Niños pequeños son producidas por Rotavirus (1)(6).

Bajo este contexto era imperiosa la necesidad de desarrollar una vacuna para disminuir la severidad de la enfermedad. RotaShield(R), una vacuna oral para rotavirus, producto de 25 años de investigación, fue concebida para prevenir la enfermedad diarreica severa durante los primeros dos años de vida, época donde las consecuencias son más graves (3). Esta vacuna tetravalente ( una mixtura de cuatro formas virales atenuadas), fue probada en la década de los '90s en más de 15,000 niños de países desarrollados y en vías de desarrollo, incluyendo Venezuela, Finlandia y EE.UU (1) (2). Ensayos exhaustivos confirmaron la seguridad de la vacuna y su capacidad para prevenir 80 - 100% de todas las infecciones severas por Rotavirus. Es así que en junio de 1,998 la ACIP (Advisory Committee on Immunization Practices) recomendó en EE.UU. un calendario de vacunación de tres dosis a los 2, 4 y 6 meses. En agosto de 1,998 la US Food and Drug Administration aprobó la vacuna. Un año después, luego de que 1.5 millones de dosis habían sido administradas, la CDC recomendó que el programa de inmunización sea pospuesto debido a que se habían reportado asociaciones con intususcepción (1) (4). En octubre de 1,999 la ACIP no lo recomendó más y la vacuna fue retirada del mercado(1 ) (5).

El riesgo real de la vacuna puede establecerse sólo comparando la incidencia de intususcepción en grupos vacunados y no vacunados en el mismo período de tiempo. la CDC ha estimado el riesgo de intususcepción de un caso por cada 12,000 vacunados y el riesgo de desarrollarlo en aquellos no vacunados es de aproximadamente 1 en 2,000 durante el primer año de vida(1). Conociendo que cerca de 2,000 niños mueren diariamente a causa infección por rotavirus en países del África, Asia y Sudamérica nos pone a analizar estas cifras y vemos que claramente el beneficio de la vacuna superaría el riesgo. No sucede lo mismo en otras naciones donde la morbi-mortalidad es baja y la necesidad de la vacuna es cuestionada.

En nuestro país Lanata y col. publicaron en J. Infect. Dis . en 1996 (7) sus resultados sobre la eficacia de la vacuna en Lima, mostrando valores muy por debajo de las encontrados en Venezuela, lo mismo ocurrió en un ensayo efectuado en Brasil (9). Esto podría explicarse por la menor dosis empleada, por la menor respuesta inmune de los pacientes en los cuales se hizo el ensayo o por peores condiciones sanitarias existentes en estas poblaciones (8).

Sin lugar a dudas el control de las diarreas y sus consecuencias trasciende mucho más allá de la aplicación de la vacuna, mas aún si el costo de cada dosis era alrededor de $ 30.00, un precio muy elevado para nuestros gobiernos (8).

El riesgo de muerte por diarreas se relaciona directamente con las condiciones sanitarias de nuestras comunidades, su estatus nutricional, su nivel educativo y el acceso oportuno a servicios de salud. Son estos los aspectos que deben ser mejorados y en donde el estado debe de priorizar su intervención. Los resultados de estas políticas sociales no se verían hasta el mediano o largo plazo permaneciendo latente el riesgo de muerte por diarreas. Cabe preguntarnos ahora ¿Debería implementarse la vacuna en nuestro país sabiendo que ha sido retirado del merca en EE.UU. y que algunos estudios ponen en duda su eficacia? o ¿Debería el estado invertir en programas de prevención mejorando las condiciones sanitarias actuales?.

* Médicos Residentes UNMSM - ISN

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