Revista de Neuro-Psiquiatría del Perú - Tomo LXIV Setiembre, Nº 3  2001

 

LA IMPORTANCIA DE MAX SCHELER EN LA PSICOPATOLOGIA DE KURT SCHNEIDER

Por MARÍA LUCRECIA ROVALETTI*

* Profesora Regular de Psicología Fenomenológica y Docente Adscripta a cargo del Curso Superior de Antropología Médica y Bioética en la Universidad de Buenos Aires.

Resumen

Aunque estrictamente Scheler nunca planeó una psicología fenomenológica sistemática sino más bien una antropología filosófica desde una línea personalística, sus conocimientos sobre los trabajos de los psicólogas empiristas le permitieron contribuir de modo inmediato al campo de la psicología y la psiquiatría. En este sentido, la obra de Kurt Schneider (1888-1968) constituye un buen ejemplo de las implicancias de la estratificación de la vida emocional de Scheler en el campo de la psicopatología de la vida emocional, Scheler libera a las emociones del tradicional prejuicio de una subjetividad ciega, y reivindica para ellas una intencionalidad cognoscitiva que se conecta con los valores como sus referentes intencionales. Precisamente, el diagnóstico fijado en la función cognoscitiva de los sentimientos se expresa en Schneider en el conocer mediante "la relación entre médico y paciente"

Summary

Although Scheler never though of a sistematic phenomenological psychology but a philosophical anthropology from a personalistic point of view, his knowledge of the work of the empiristic psychologists allowed him to give an inmediate contribution to the field of Psychology and Psychiatry. In this sense, the work of Kurt Schneider (1888-1968) presents a good axample of the meaning of stratification of Scheler's emotional life in the field of psychopathology. Going deeper in the phenomenology of emotional life, Scheler frees emotions of the traditional prejudice of a blind subjetivity and understands them as cognitive intentionality that is connected with values as intentional reference. Precisely the diagnostic established on the cognitive function of feelings is expresed in Scheler in the knowledge through the "doctor and patient relationship".

PALABRAS-CLAVE : Psicopatología, valores, vida emocional.
KEY WORDS    : Psychopathology, values, emotional life.

Scheler nunca planeó una psicología fenomenológica sistemática1 sino más bien una antropología filosófica2 desde una línea personalística, sus conocimientos sobre los trabajos de los psicólogos empiristas le permitieron contribuir de modo inmediato al campo de la psicología y la psiquiatría3.

Es significativo que sus dos primeras contribuciones fenomenológicas a la psicología, una sobre el "engaño a sí mismo" (Über Selbst-täuschlungen) y otra sobre el "resentimiento" (Ressentiment), se presentaran en la nueva publicación sobre "pato-psicología" como el Zeitschrift für Pathopsychologie (I, 1991 y II, 1912), un hecho que señala la primera conexión entre el nuevo movimiento y la psiquiatría. Posteriormente, en Esencia y forma de la simpatía (1913)4 establecerá una fenomenología de la simpatía que contiene la primera discusión fenomenológica con el psicoanálisis freudiano.

Sin embargo, su mayor contribución a ambos campos - psicología y psiquiatría - reside en su libro El formalismo en la ética y la ética material de los valores, donde el interés filosófico por los problemas éticos lo lleva a abarcar no sólo la ética especulativa sino preferentemente el comportamiento humano desde la fenomenología de las emociones, en vista al rol fundamental que las relaciones humanas tienen con el mundo de los valores.

Al ampliar los actos del espíritu (Aktegefüge) incluye además del conocer, el querer y el sentir, indebidamente relegados a la zona de la pura sensibilidad. Decepcionado del formalismo ético kantiano, postula una lógica del corazón que le permita superar los esquemas demasiado formalistas. Scheler rechaza la idea kantiana que el momento racional con su a priori formal pueda ser fuente única de la ética, y opone la observación según la cual en el lado emocional del espíritu hay un contenido originario a priori que la reducción eidética puede evidenciar. De aquí su oposición al dualismo razón-sensibilidad, pues no todo lo que no es racional cae en el campo de la sensibilidad: hay actos puros en la región emotiva del hombre que nos abren al mundo de las esencias a-lógicas, que son los valores. Esta esfera axiológica constituirá el fundamento de la esfera lógica y por su intermedio, de la esfera tendencial y volitiva (FEW, 85, nota 1).

La fenomenología de la vida emocional5 le permite ahondar no sólo su propio objeto sino también sus significados a fin de liberar a las emociones de la tradicional carga de una subjetividad desahuciada. Abarca de este modo no sólo la simpatía y el pudor sino también la angustia, el miedo y el honor, sentimientos con una enorme importancia ética6.

Frente al racionalismo del siglo XVII que consideraba la vida emocional como un conjunto de "meros estados" desprovistos de sentido autónomo y de una orientación intencional propia a los que podía alcanzar por una mera explicación de la psicología descriptiva, Scheler considera que hay una intencionalidad esencial en la vida emocional. Así como el conocer da acceso a un mundo de esencias a priori, el sentir emocional nos pone inmediatamente, sin intermediarios cognoscitivos en posesión de la cualidad axiólogica.

En el fluir de la vida emocional señala:

1. El "sentir" (Gefühlen), de naturaleza no intencional que por ser una respuesta puramente reactiva se traduce en meros estados afectivos (Gefühlzustanden).

2. El "percibir-afectivo intencional de algo" (Fühlen von etwas), que implica una intencionalidad objetiva que permite descubrir directa e inmediatamente la cualidad axiológica o valor. Así por ejemplo, mientras el regocijarnos o entristecernos "a propósito de algo", constituye un sentimiento (Gefühl), el captar el valor "alegre" o "triste" de algo por cuyo motivo nos regocijamos o entristecemos, implica el acto de percibir afectivo " (Fühlen).

3. "Los actos intencionales emocionales espirituales" en sentido estricto dónde se distinguen:

- Los actos de preferir y postergar (Vorziehen und Nachsetzen) que captan relaciones de superioridad e inferioridad. Son actos de conocimiento de tendencias.

- Actos de amor y odio, que constituyen el nivel superior de la vida emocional, tienen preeminencia sobre los actos cognoscitivos y son irreductibles a cualquier otro acto. Dan lugar a una experiencia de ampliación (Erweiterung, como en el amor) o de estrechamiento (Verengerung, como en el odio) (FEW, 273).

El amor se caracteriza por ser descubridor (entdekersiche Rolle) de valores. Implica una salida del hombre fuera de sí hacia el otro; pero además eleva el valor del objeto amado a partir de sí mismo más allá de sí. Como acto originariamente espiritual, el amor es independiente en sus leyes de la estructura corpórea, por ello no puede reducirse a la sublimación de impulsos instintivos.

Los sentimientos (GEFÜHLE)

Ante la existencia simultánea de sentimientos diversos en una misma persona, Scheler busca clarificarlos y realiza una diferenciación horizontal basada en la diversidad de la cualidad vivida (Qualität), y otra vertical fundada en la mayor o menor profundidad (Tiefe) de la vivencia sentimental a fin de obtener "según las exigencias del método fenomenológico, un conjunto de leyes y correlaciones esenciales" (Mandrioni, 249). De este modo, postula por un lado una estratificación7 que va de las capas más periféricas a las más nucleares, donde cada una posee características propias que la hacen irreductible a cualquier otra. Por otro lado establece una correlación esencial entre las distintas modalidades axiológicas y las modalidades de los sentimientos, de acuerdo a la cuádruple dimensión antropológica (sentido, vida, yo-alma, persona-espíritu). Al fundamentar la jerarquía de los afectos en la apropiación de valores, introduce orden en la esfera emocional, considerada tradicionalmente caótica.

En la estratificación de los sentimientos, Scheler se decide por una jerarquización en una escala creciente de intencionalidad, que va desde los sentimientos sensibles que son puros estados ciegos a los valores no intencionales, hasta los sentimientos espirituales, cuyo núcleo central es un acto intencional. Examina detenidamente primero los sentimientos sensoriales y luego, por contraposición define los otros.

1) "Los sentimientos sensoriales" (Sinnliche Gefühle) o "sentimientos conexos con la sensación" (Empfindengsgefühle), como el placer y el dolor, son "puntiformes", es decir, están localizados en un punto dado del organismo y no poseen ninguna clase de intencionalidad que los oriente a algo distinto, pueden darse sin objeto pues son una pura respuesta reactiva. Son meros estados afectivos (Gefühlzustanden), exclusivamente actuales y por ello carecen de duración en sentido estricto. Se localizan en lugares determinados y en el tiempo del cuerpo-propio, lo cual los ata de tal modo a la experiencia actual. No pueden ser re-sentidos (wieder fühlen). post-sentidos (nach fühlen), presentidos (vor-fülhen) y con-sentidos (mitfühlen) al no poseer continuidad de sentido, son puntuales8. Se caracterizan además por su lejanía tanto del "centro personal-espiritual" como del "yo". Sólo indirectamente, a través de mi conciencia del cuerpo propio pueden ser referidos al yo. Le corresponden los valores de agradable/desagradable, placer sensorial/dolor.

2) "Los sentimientos vitales" (Lebensgefühle) y "sentimientos corporales propios" (Leibgefühle), que giran alrededor de la plenitud, la calma, la languidez, el vacío interior y la tensión. Constituyen un todo unitario, en ellos experimentamos nuestra vida misma9. En su acrecentamiento como en su disminución, ya en sus peligros como o en su futuro. Al estar dotados de intencionalidad pueden ser "post- sentidos" (revividos) y "consentidos" (compartidos), por ello mantienen una continuidad de desarrollo en la que se presentan como un "sistema de signos" sobre nuestros procesos vitales.

Despojados de la mera presencialidad de los sentimientos sensibles, son posibles ahora los "recuerdos afectivos de los sentimientos vitales". Estos sentimientos también pueden adquirir un carácter premonitorio que anticipa la excitación y detecta a la vez su valor. Así, tanto los valores como la angustia (Angst), el temor (Furcht) y el pudor (Scham) asumen una referencia esencial respecto al futuro (von Kommenden).

Son globalmente extensivos (gesam-tausdenungscharakter) en el cuerpo propio, a diferencia de los sentimientos sensibles que están localizados. Los sentimientos vitales se refieren siempre a "mí" mediante el Yo-propio-corporal, es decir mediante la conciencia unitaria de nuestro propio cuerpo. Por eso, yo no estoy "cómodo" del mismo modo que triste o desesperado, sino que "yo" no puedo "sentirme" tal, a no ser que "me" corresponda al yo-propio-corporal (FEW, 351). A diferencia de la puntualidad de los sentimientos sensoriales, tenemos aquí un conjunto de "constituyentes axiológicos" de nuestro mundo circundante.

Mientras los sentimientos sensoriales no dependen de la atención que se les preste, si así ocurre aumentan en claridad, como creciendo en intensidad y relieve. Por el contrario, los sentimientos vitales exigen una especie de oscuridad y ausencia de atención para no ser destruidos en "su fuerza excitante y fructificante". Así, el sufrimiento del alma se disipa al ser atendido, mientras que el dolor sensorial se soporta mejor cuando es desfocalizado.

3) "Los sentimientos puros del yo" (reine Ichgefühle) o los "sentimientos anímicos10" (seelische Gefühle) como el amor, el odio, la alegría y la tristeza. Se caracterizan por ser sentimientos psíquicos referidos inmediatamente al yo y al mismo tiempo estar relacionados con objetos percibidos, representados o imaginados, con personas del medio ambiente, cosas del mundo exterior o con la propia intimidad, mediatizada por la actividad representativa".

Pertenecen de modo directo a la esfera del "yo", sin la mediación del "cuerpo" (Leib). Por originarse en el alma, repercuten sólo secundariamente en el cuerpo. Son desde el primer momento, una "cualidad del yo" (Ichqualität). No participan de la extensión, ni local (sentimientos sensoriales) ni globalmente (sentimientos globales). Presenta valores como gozo, tristeza...

La gradación de proximidad entre un sentimiento y el centro psíquico, traduce los diversos modos vivenciales del mismo pues se mantiene una misma cualidad y profundidad, sería el caso por ejemplo del "yo me siento triste, "yo siento tristeza" y "estoy triste".

4. "Los sentimientos espirituales" (Geistige Gefühle) o "los sentimientos de la personalidad" (Personlichkeitgefühle), relativos al sentido de la existencia y del mundo. También, llamados metafísicos, religiosos e incluso "sentimientos de salvación", son dados como absolutos y embargan la totalidad de nuestro ser: "su misión es la de hacernos conocer la perfección y degradación de nuestra persona espiritual.

Corresponden al ser mismo de la persona, fuente de actividad moral, por ello no pueden tomar las formas de los meros estados. En su Ética, Scheler habla de valores como la beatitud, éxtasis, esperanza, desesperación, paz del alma y la serenidad del ánimo, que son sentimientos metafísicos y religiosos del sí mismo, y en Tod und Forleben (Muerte y Supervivencia) de arrepentimiento, reposo sereno y claro de la persona.

La persona está aquí comprometida desde el comienzo, mientras que los otros sentimientos transcurren en zonas periféricas, de modo que el espíritu puede tomar diversas posiciones ante ellas.

Estos sentimientos espirituales no dependen de la fuerza motivante de valores extrapersonales interiores o exteriores, al contrario brotan allí donde somos simple y plenamente "nosotros mismos". Su existencia no se halla condicionada o modificada por nuestra actividad volitiva, por nuestra conducta, o nuestra vida. Sin embargo, existe una relación dinámica entre los niveles más distantes y el nivel personal-espiritual. La repercusión emocional del espíritu en los estratos inferiores, no es considerada aquí como disociadora sino más bien como actuación integradora y benéfica.

Kurt Schneider y la fenomenología scheleriana

Kurt Schneider (1888-1968), psiquiatra y fenomenólogo alemán11, conocido como miembro de la Escuela de Heidelberg, constituye un buen ejemplo de las implicancias de la estratificación de la vida emocional de Scheler en el campo de la psicopatología. Su estrecha cercanía con el filósofo, data del periodo de la estadía de éste en Köln entre 1921 y 1928 donde se establece como docente después de haber logrado su Habilitación. Como dice Janzarik, "K. Schneider remainded under the spell of Max Scheler in whose philosophical circle he felt at home, like Nikolai Hartmann (Janzarik, 247).

En sus estudios tempranos sobre las Anormalidades de la vida emocional y la estructura de los estados de depresión"(1921)12, se preocupa especialmente de las depresiones endógenas. Además de tomar algunos conceptos sobre la fenomenología de la simpatía y el amor, utiliza de la Ética la distinción scheleriana de las cuatro capas - la sensorial, la vital, la psíquica y la espiritual -, omitiendo esta última. Esto le permite dos distinciones: Por un lado entre depresión inmotivada y depresión reactiva pura, localizando la primera en la esfera vital y a la última en la esfera psíquica; y por otro lado considera dos tipos distintos de tristeza, la vital y la psíquica, siendo posible una interacción entre ellas. Para Kronfeld13 ésta constituirá la primera aplicación clínica de la fenomenología.

Poco tiempo después, en "Contribuciones patopsicológicas hacia una fenomenología psicológica del amor y de la simpatía" (1921)14, Schneider explora los disturbios de los sentimientos, nuevamente sobre la base de los trabajos tempranos de Scheler, pero enriquecidos con algunas contribuciones de Pfänder y Jaspers. La principal contribución de Schneider se basa en la investigación sobre las modificaciones anormales que Scheler había distinguido como:

1) "Debilitamiento" del amor y simpatía al punto del desvanecimiento.

2) "Extrañamiento" (Entfremdung) de esas emociones cuando éstas no se experimentan ya como propias.

3) El fracaso en la absorción del "sentimiento del otro", debido a la inmersión (Versunkenheit) en los propios sentimientos de uno.

4) La intensificación del "sentimiento propio" hacia los otros basado en un aumento de los propios sentimientos15.

Otro breve estudio sobre Psicología fenomenológica de la sexualidad invertida y el amor erótico (1921)16, señalaba la indispensabilidad del estudio de las intenciones y las direcciones para entender las anomalías sexuales e intentaba mostrar las diferencias fenomenológicas entre actitudes (Einstellungen) masculinas y femeninas.

Los estratos de la vida emocional y la patopsicología de los sentimientos

En su obra más conocida, Psiquiatría Clínica (1946), Schneider insiste en la importancia del diagnóstico sintomático que reposa en la descripción clínica, y opone las anomalías psíquicas a las consecuencias de las enfermedades17.

A las primeras las considera desviaciones estadísticas a la norma, ateniéndose a las disposiciones intelectuales, las personalidades y las reacciones al evento vivido. Las segundas, las enfermedades (psicosis endógenas) se basan en cuadros clínicos y no en su evolución. Schneider establece la oposición entre ambas fundándose en una noción fenomenológica, aquella de la continuidad del sentido del desarrollo vital, que se mantiene en el caso de las reacciones a eventos vividos y de las personalidades psicopáticas, y se rompe en el caso de las psicosis donde la vivencia difiere cualitativamente de lo normal.

Scheler nuevamente se hace presente, especialmente en el Apéndice sobre la patopsicología de los sentimientos e impulsos18, donde también se hace alusión a Stumpf, Pfänder y hasta Nicolai Hartmann.

Schneider sólo se refiere explícitamente a las sensaciones vitales y a los sentimientos anímicos, no connotando el segundo estrato scheleriano, al que ubica no de modo expreso entre los sentimientos vitales generalizados.

1) Schneider distingue las sensaciones vitales19 o corporales entre sensaciones localizadas y generales, aunque considera que desbordan unas sobre otras. Así el hambre y la sed se localizan en la garganta y el epigastrio, pero también son estados generales del cuerpo. Se pueden distinguir: sensaciones que son exclusivamente de estado (como las sensaciones dolorosas, de postura y equilibrio); múltiples sensaciones vitales que provienen de unas determinadas partes del cuerpo (sensaciones locales de presión, o de temperatura.) y sensaciones corporales de estado difusas como frescura corporal, cansancio, sed, apetito, somnolencia, fatiga, enfriamiento o acaloramiento generalizado.

Las sensaciones localizadas y asociadas a determinados órganos, de Schneider corresponden a los "sentimientos sensoriales" de Scheler.

En cambio, las sensaciones vitales generales, presentan un carácter intencional en cuanto aluden de modo significativo a las ventajas y a los peligros con respecto al proceso de la vida. Así, el hambre implica que se debe comer, la fatiga que se ha de descansar. Estas características nos permiten acercarlas a los "sentimientos vitales" y los "sentimientos propios corporales", globalmente extensivos de Scheler.

Tanto las sensaciones localizadas como las generales, se originan en parte por estímulos externos, en parte por estímulos intracorporales y en parte por representaciones y pensamientos, como son sobre todo las sensaciones y emociones sexuales.

Hay sujetos que tienen una disposición a intensificar estas sensaciones, respondiendo con una sobrevaloración afectiva. Así, algunos acrecientan las sensaciones desagradables, como muchos depresivos ciclotímicos y esquizofrénicos, mientras otros las desagradables como los ebrios, paralíticos generales y maníacos ciclotímicos.

También, las sensaciones dolorosas de tipo psicógeno, muchas veces pueden ser sobrestimadas más allá de lo normal. Así entre los esquizofrénicos, algunos movilizan sensaciones dolorosas alucinatorias que constituyen más bien ocurrencias delirantes; y otros como los esquizofrénicos hipocondríacos viven sensaciones dolorosas desagradables pero sin interpretación delirante. Por el contrario, otros esquizofrénicos y algunos depresivos ciclotímicos, presentan una ausencia absoluta de dolor que los lleva a crueles autolesiones.

Otras sensaciones aisladamente destacables, constituyen secuelas de enfermedades, como la sed de los diabéticos, los escalofríos y el acaloramiento de los estados febriles, la opresión del asmático, la somnolencia de ciertos enfermos cerebrales. También, sería el caso de la angustia del cardíaco, que se ubica dentro del tórax20 no sólo de modo localizado sino difuso.

La angustia vital también se presenta en los depresivos ciclotímicos, que se traduce por una tristeza localizada en el cuerpo, en la frente, en el tórax... en el estómago como una opresión que no pueden arrancar.

2) Los sentimientos anímicos, tal como los designa Scheler, se diferencian de los anteriores porque de ningún modo se localizan en el cuerpo, si bien pueden conducir con frecuencia y de un modo secundario a sensaciones y sentimientos corporales. Se los llama también emociones. A menudo son motivados por algo cuyo sentido me toca, como la alegria, el arrepentimiento, el temor....

Schneider distingue aquí:

A: Sentimientos de estado: agradables, desagradables, mixtos.
B: Sentimientos valorativos: de estimación propio (autovalorativos); afirmativos, negativos, mixtos y de estimación ajena (alovalorativos); afirmativos, negativos, mixtos.

Los sentimientos valorativos que poseen signo positivo o negativo, y pueden combinarse con los estados agradables o desagradables del yo21. Tomemos tres pares alegría/pena, orgullo/remordimiento, y estima/aversión.

La alegría y la pena son positivas y agradable la primera, y negativa y desagradable la segunda. También, existen sentimientos de estado ambivalentes o "sentimientos mixtos", como ciertos estados de suave melancolía, o el hallarse conmovido, desconcertado o el renunciar.

Cuando los sentimientos se refieren a sí mismo, tenemos orgullo y arrepentimiento, cuando son positivos pueden ser vividos como estados agradables del yo, y los negativos como desagradables. Sin embargo, los sentimientos desagradables pueden conducir a veces a sentimientos positivos de estimación propia, como cuando el temor o desaliento devienen en arrogancia y confianza en sí mismo, como muestran ciertos desarrollos paranoides. También hay aquí muchos sentimientos ambivalentes.

Finalmente, cuando los sentimientos se refieren a los demás, lo positivo o negativo indican alguien a quien se estima o se tiene aversión. En este caso, hay que hablar de "actitudes". También, aquí se pueden encontrar sentimientos ambivalentes.

Desde otro punto de vista, cuando los sentimientos anímicos son reactivos y de carácter agudo, de grado intenso y acompañados por manifestaciones corporales (horror, ira, júbilo), se los denomina "afectos". Sin embargo, es preciso distinguir entre la profundidad de sentir anímicamente y la reacción rápida de las conductas exaltadas y superficiales. En otros casos, en cambio, se trata de un estado de sentimientos, de duración prolongada y no siempre de índole reactiva, como es el "humor". Finalmente, hay sentimientos anímicos que se refieren a inclinaciones o tendencies habituales de la personalidad, incluso de la personalidad anormal.

En los sentimientos anímicos, asimismo, pueden darse un incremento y acentuación anormal en relación a los motivos, o una disminución de los mismos.

En el primer caso, se dan cambios bruscos, y se reacciona especialmente de un modo plañidero, como ocurre con la labilidad de sentimientos propia de ciertos enfermos cerebrales.

En el otro caso, de mayor importancia, hay disminuciones generales en términos de intensidad. Así la pobreza congénita de sentimientos, se relaciona en primer término a los sentimientos de estimación ajena: son sujetos incapaces de amor, brutales, indiferentes al prójimo y a todo ser vivo. Pero también hay una pobreza en su autovaloración, pues carecen de amor propio, de sentimiento de culpa, de remordimientos, de conciencia moral. En casos graves, pueden también encontrarse deficientemente desarrollados los sentimientos anímicos de estado; les conmueve poco lo que pueda ocurrirles.

A veces, la indiferencia y el vacío afectivo, esa especie de paralización aguda afectiva, se produce por conmociones intensas del estado de ánimo. En este estado extrañamiento afectivo, el sujeto se queja por sentirse íntimamente como muerto y vacío, aún cuando su expresión exterior se muestre afectivamente animada, como ocurre en los depresivos ciclotímicos. Tales pacientes creen, no tener ya sentimientos, pero el hecho mismo de mostrarse apenados por ello, muestran precisamente tener sentimientos aunque se hallen apenas, visiblemente presentes. Estrictamente se quejan del sentimiento de falta de sentimiento, se trata de un sentimiento "por" falta de sentimientos. Es el humor depresivo el que impide sencillamente que tales sentimientos auténticamente vivos y dirigidos a los demás se manifiesten de modo claro y lo hacen a través de quejas acerca de la propia decadencia y el propio defecto. Se encuentran tan ocupados de sí mismos que no pueden mostrar ya interés alguno por los demás. A veces, esto también se da con frecuencia en las depresiones motivadas. Cuando tal ausencia de los sentimientos de estimación ajena, es más bien un apagamiento transitorio de los sentimientos, e incluso de una ausencia de sentimientos con respecto al medio ambiente, se vive con pena y preocupación, y en modo alguno se halla justificado hablar aquí de "extrañamiento".

En algunos casos, es difícil decidir si se trata de una extrañeza afectiva, o el comienzo de una devastación afectiva, constatada por el propio sujeto como ocurre con los esquizofrénicos. En la devastación afectiva hay una pérdida de vivencias correspondientes a sentimientos anímicos, como existe en los sujetos "demenciales" en algún grado y también en muchos esquizofrénicos donde a veces están comprometidos también los sentimientos corporales (no se sienten el dolor, el hambre, la fatiga). Los sentimientos anímicos y por otra parte también los corporales pueden ser considerados por el sujeto como "hechos por otros". Se trata de un síntoma esquizofrénico. Sin embargo, nunca se da una absoluta destrucción de posibilidades afectivas, dado que en cualquier momento vuelvan a surgir los sentimientos con una energía insospechados.

Entre la marcada riqueza general en sentimientos y la acentuada falta de los mismos existen todo género de transiciones.

Analicemos ahora algunas anomalías. A nivel de sentimientos de estado agradables, la alegría reactiva juega un rol poco importante dado que las manías se mantienen por poco tiempo, mientras las depresiones reactivas lo hacen por una larga temporada. Sólo ocasionalmente pueden surgir manías reactivas discretas.

En los estados de éxtasis y beatitud22 puede darse un aumento, pero cuando se llega a sentimientos anormales de felicidad, acompañados la mayoría de las veces de procesos cognitivos de clarividencia, de inspiración, nos encontramos con embriagueces por tóxicos, o con accesos epilépticos, o con el humor delirante, esquizofrénico con vivencias de exaltación, y de carácter siniestro e inquietante.

A nivel de sentimientos de estado desagradables, la tristeza y sus afines (preocupación, angustia, temor, desaliento, desamparo, desesperación) puede devenir en depresión reactiva, motivada. Pero solo puede considerarse anormal por el modo de desencadenarse, y además por el grado, aspecto, duración y comportamiento depresivo. En este sentido, hay que diferenciar la distimia clara y directamente motivada por una vivencia, de la reactividad incrementada y exaltada sobre la base y trasfondo de otras vivencias como una causa exógena (molestias subjetivas durante una enfermedad infecciosa o traumática), o endógena (molestias por jaquecas, depresión vital...) psicógenas (la vivencia desagradable posee aún un valor operante causal).

Cuando los sentimientos anímicos y pensamientos depresivos brotan espontáneamente, nos encontramos con las depresiones de los enfermos cerebrales, epilépticos, ciclotímicos y esquizofrénicos. En cambio, en las depresiones básicas de la vida normal puede suceder, si bien no forzosamente, que el estado depresivo surja a la superficie debido a una especie de "contagio" afectivo por impresiones procedentes del exterior. Por ejemplo, un tiempo lluvioso puede conducir a pensamientos depresivos, o paradójicamente un tiempo radiante puede provocar tristeza.

Además de la angustia vital y la angustia reactiva, existe la angustia básica "fundamental". Ella surge cuando es reemplazada secundariamente por falsos motivos y se ha "olvidado" su motivo verdadero. Aquí podemos mencionar la "manía de angustia", o "manía de fuga", cuando el sujeto se vuelca sin espontaneidad y sin estar íntimamente a gusto a una creciente avalancha de chistes y bromas.

Se ubican también aquí el susto no como mero reflejo sino como elaboración psíquica. También considera los celos, pero en los psicóticos éstos son sólo un modo como se presentan delirios de referencia.

A nivel de sentimientos de valoración propia afirmativos. El sentimiento de anímico de energía y superioridad, aparece de modo patológico en la psicosis con matices maníacos, en algunos embriagados, en ciertos paralíticos y esquizofrénicos, como también en maníacos ciclotímicos.

A nivel de sentimientos de valoración propia negativos. Un permanente sentimiento de culpa se da en las personalidades inseguras de si mismas, sensitivas y anancásticas, y en los depresivos ciclotímicos.

El arrepentimiento auténtico, centrado en la acción misma más que en las consecuencias, es raro en las psicosis. En los depresivos ciclotímicos no es verdadero pues no hay proporcionalidad entre el motivo y el remordimiento.

A nivel de sentimientos de valoración ajena afirmativos. Tanto el amor, aprecio, simpatía, compasión.... pueden hallarse totalmente atrofiados o irse empalideciendo paulatinamente según la evolución de la personalidad. También se da una pérdida de modo procesual en los esquizofrénicos, que muchas veces alcanza a ser autopercibida. En los depresivos ciclotímicos y en general en aquellas personas más centradas en sí mismas, las quejas por las pérdidas se acentúan: no simpatizan ni con la alegría, ni con el dolor ajeno. Otras veces los depresivos proyectan sobre los otros sus quejas y se muestran exageradamente sensibles al dolor ajeno.

A nivel de sentimientos de valoración ajena negativos. El rechazo hostil o desconfiado a algunas personas o a todas, se da en algunas personalidades y en algunos psicóticos paranoides.

El conocer emocional

Al ahondar en la fenomenología de la vida emocional, Scheler libera a las emociones del tradicional prejuicio de una subjetividad ciega, y reivindica para ellas un trato cognoscitivo en tanto constituyen un modo de aprender, adquirir y atenerse de frente a toda realidad. En este sentido, señala Spiegelberg, "su teoría del apriori emocional se extendió a la cuestión total de las relaciones estructurales entre nuestros fenómenos psíquicos y sus referentes. Ésta fue ciertamente una psicología fenomenológica con una fundamentación fenomenológica"23.

El apriori emocional le otorga ahora a la vida afectiva una intencionalidad con alcance gnoseológico, mostrando que aún las emociones incluyen estructuras esenciales que las conectan de modo plenamente significativo entre sí y con los valores como sus referentes intencionales pues ellas obedecen a leyes a priori de significado (Sinngesetze). Mientras el mero estado emotivo presenta un nexo causal con el evento que lo ha producido, el sentimiento está originariamente abierto a su objeto que es el valor del evento. Por eso, "L'analisis de la stratificazione della vita affetiva e la piece maitrisse della psicología fenomenológica della persona: e inizialmente abbozzata da Scheler" (Monticelli, 80)

También, Heidegger en Sein und Zeit, alude a la "situación afectiva" (Befindlichkeit) o condición afectiva, a esa forma general de toda disposición anímica, a ese modo pre-reflexivo de nuestra situación original que tiene la función de abrirnos a nuestro propio ser, es decir darnos a entender nuestra situación original de ser-en-el-mundo. Por ello Heidegger se opone a la lectura que se hace de los "sentimientos" (Stimmungen) como meros estados subjetivos que sólo recogerían el eco interior que producen los sucesos externos, razón por la cual carecerían de valor cognoscitivo (Heidegger, WM, 31).

En el campo de la psicopatología, el diagnóstico fijado en la función cognoscitiva del sentimiento, se expresa en Schneider en el conocer mediante "la relación entre médico y paciente"24. Por eso dirá Binswanger, el Gefühldiagnose permite captar la persona en su expresividad y en su profundidad, antes de toda disgregación en partes y síntomas que sólo alcanzan a darnos una imagen abstracta de la misma. Se trata de un diagnóstico no "por" el sentimiento, sino con el sentimiento. En este sentido, insiste Binswanger25:

"En este aspecto ha sido Scheler, además de Pfänder, el que mejor nos ha preparado el trabajo y sigue trabajando sin cesar en sus "leyes significativas de la vida emocional". Conocer éstas, saber que nosotros reunimos experiencias reales, no sólo con el entendimiento, sino con el sentimiento y de qué tipo son estas experiencias, es otro fundamento principal para la investigación psiquiátrica futura"..... "Los trabajos de Kurt Schneider han introducido en este aspecto con éxito puntos de vista puramente fenomenológicos-psicológicos".

 

 

 


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