Revista de Neuro-Psiquiatría del Perú - Tomo LXIV Junio, Nº 2  2001

 

CONSIDERACIONES SOBRE EL APORTE DE VIKTOR E. FRANKL A LA PSICOLOGÍA Y LA PSICOTERAPIA

Por DAVID SIRLOPÚ*

* Pontificia Universidad Católica de Chile.

Resumen

Se revisan algunos aspectos de la biografía y obra de Viktor E. Frankl (1905-1997), creador de la logoterapia, corriente psicológica que se apoya en una concepción antropológica que considera al ser humano como un ser bio-psico-socio-espiritual, al que lo motiva una férrea voluntad de encontrar sentido a su existencia.

Summary

Some aspects of the biography and work of Viktor E. Frankl (1905-1997) were reviewed. This psychiatrist was the author of the logotherapy, a psychological current based in an anthropological conception that considers the man as a bio-psycho-socio-spiritual being motivated by a strong will to find the sense of his existence.

PALABRAS-CLAVE: Viktor E. Frankl, logoterapia, voluntad de sentido.
KEY WORDS: Viktor E. Frankl, logotherapy, will of meaning.

Los decenios iniciales del siglo XX fueron escenario de la ciclónica renovación de los cánones dominantes en las ciencias y las artes, renovación que fue guiada por estupendos creadores de la talla de Freud, Einstein, T.S. Eliot o Picasso, por citar algunos nombres1. Esa época marcó también el establecimiento de la psicoterapia moderna, fruto del esfuerzo independiente de numerosos pensadores, entre los que sobresalió Viktor E. Frankl, padre de la logoterapia.

1. La persona

Viktor Emil Frankl nació en Viena el 26 de marzo de 1905 en el seno de una acomodada familia judía. Pasó una niñez y adolescencia tranquilas, pese a haber transcurrido durante el convulso periodo de la Primera Guerra Mundial. Siendo todavía un joven estudiante de medicina, Frankl envió a Sigmund Freud un artículo concerniente a la mímica de la afirmación y negación que - para sorpresa de aquel - fue publicado en la prestigiosa Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse. Este hecho propició su ingreso al movimiento psicoanalítico, del cual se alejaría poco tiempo después, insatisfecho por el énfasis que Freud y sus seguidores otorgaban al inconsciente en el gobierno de la conducta humana.

Su ansia por conocer propuestas distintas lo llevó a trabar amistad con Alfred Adler, quien acoge con beneplácito su concurso, invitándolo como expositor en el Tercer Congreso Internacional de Psicología Individual en Düsseldorf (1926). En dicho evento, Frankl leyó una ponencia en la que ya mostraba cierto distanciamiento de los presupuestos adlerianos, aunque no de modo palmario, deslizando aspectos relativos a la responsabilidad personal, temas que desarrollaría extensamente dentro del marco de la logoterapia.

Por aquel entonces, los diarios noticiaron el aumento de actos vandálicos, depresiones e intentos de suicidio entre la juventud vienesa. Sensibilizado con tal cuestión, Frankl propuso abrir centros de escucha en lugares donde se concentrara gran cantidad de jóvenes. El propio Adler, Oswald Schwarz y Rudolf Allers, entre otros integrantes de la escuela adleriana apoyaron a Frankl y se abocaron a esta tarea, consiguiendo que al cabo de unos meses la prensa informara que la tasa de suicidios había disminuido considerablemente, siendo esta iniciativa copiada en otras ciudades europeas. En 1930, Frankl se graduó como médico en la Escuela de Medicina de la Universidad de Viena, ingresando a trabajar a la clínica psiquiátrica de dicha casa de estudios. Posteriormente, en 1936, se especializó en Neurología y Psiquiatría2.

La invasión de Austria por parte de las tropas nazis y el consiguiente estallido de la Segunda Guerra Mundial, sembró el terror entre los judíos, quienes se vieron obligados a abandonar su país. En virtud de sus contactos, Frankl logró conseguir la visa para emigrar a los Estados Unidos de Norteamérica pero dicha fortuna no alcanzó a sus padres, por lo que dejó sin efecto su viaje. Pese a la vecindad de un futuro lúgubre e incierto, en los albores de 1942, contrajo matrimonio con su prometida de muchos años, Tilly. La dicha, empero, fue efímera; a fines de ese año, Frankl y su familia fueron detenidos y trasladados a diferentes campos de concentración junto con cientos de miles de judíos. Allí Frankl sufrió el despojo de sus pertenencias, la anulación de sus señas de identidad consistente en la asignación de un número (el suyo fue 119104), y el confinamiento en sórdidas barracas.

Mucha tinta ha corrido denunciando las atrocidades perpetradas en Auschwitz, Dachau, Buchenwald, etc. En su momento, valiéndose de finas observaciones psicológicas, Frankl esbozó la particular dinámica establecida entre seres humanos conscientes de su existencia precaria, descubriendo que incluso en ese infierno, podían darse actos desprendidos, enaltecedores, en suma, humanitarios, como cuando relató las visitas que les hacían algunos hombres a los barracones, contagiando de esperanza a los que la habían perdido o regalando el último trozo de pan con el que contaban. "Puede que fueran pocos en número, - escribió Frankl - pero ofrecían pruebas suficientes de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas - la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias - para decidir su propio camino"3.

Luego de tres penosos años, Frankl fue liberado en 1945, pero su felicidad se vio ensombrecida al enterarse de que su esposa, padres y hermano no pudieron resistir la dura prueba. Decidió retornar a Viena y fue nombrado jefe del departamento de Neurología de la policlínica de esa ciudad. En 1946, salió a la luz su obra más celebrada y considerada por muchas un verdadero clásico: Ein Psycholog erlebt das Konzentrationslager (versión alemana de El hombre en busca de sentido). Posterior a este volumen, Frankl escribió una treintena de libros, traducidos a más de 20 idiomas como La presencia ignorada de Dios, Psicoanálisis y existencialismo, entre otros.

En Estados Unidos, Gordon Allport saludó la aparición de la logoterapia como una de las contribuciones fundamentales a la psicoterapia. Las universidades de Harvard, Stanford, Pittsburgh y Dallas lo invitaron como profesor y conferenciante, siendo, asimismo, investido de múltiples distinciones por sociedades académicas del orbe. Sin embargo, esto no conllevó una modificación sustancial en su estilo de vida, dedicándose a la docencia y consulta privada en su Viena natal. Frankl falleció el 2 de setiembre de 1997 como consecuencia de una falla cardíaca, a los 92 años de edad.

2. El vacío existencial

Un aspecto que en su momento despertó la curiosidad de Frankl fue el significativo número de pacientes que acudían a su consulta, llevando problemas concernientes a un sentimiento de carencia de sentido en sus vidas. Meditando sobre tal problemática. Frankl concluyó que el terapeuta no debía interpretar esas lamentaciones como un síntoma morboso, enmascarador de una neurosis de núcleo sexual o atribuible a sentimientos de inferioridad. "El problema del sentido de la vida, señala Frankl4, ya se plantee de un modo expreso o de una manera simplemente tácita, debe ser considerado como un problema verdaderamente humano. Por tanto, el hecho de poner sobre el tapete el problema del sentido de la vida no debe interpretarse nunca, en modo alguno, como síntoma o expresión de algo enfermizo, patológico o anormal en el hombre; lejos de ello, es la verdadera expresión del ser humano de por sí, de lo que hay de verdaderamente humano, de más humano, en el hombre".

La tendencia al aumento del vacío existencial no esta circunscrita al ámbito vienés, puesto que el fenómeno se repite en Oriente y Occidente; en sociedades opulentas y menos desarrolladas; en jóvenes y adultos; en sistemas democráticos y totalitarios. Frankl5 explica así la génesis de este problema: "( ...) contrariamente al animal, el hombre carece de instintos que le digan lo que tiene que hacer y, a diferencia de los hombres del pasado, el hombre actual ya no tiene tradiciones que le digan lo que debe ser, parece que muchas veces ya no sabe tampoco lo que quiere en el fondo. Y entonces sólo quiere lo que los demás hacen (conformismo), o bien, sólo hacer lo que los otros quieren, lo que quieren de el (totalitarismo)".

No son el conformismo ni el totalitarismo, sin embargo, las unicas manifestaciones que acentúan el vacío existencial. Frankl considera que con el advenimiento de la automatización en la vida laboral, las personas disponen de mayor tiempo libre, lo que debería ser considerado como muy positivo, pero cuando no se consigue sacar el máximo provecho personal de esas horas, entonces la sensación de vacío se incrementa, produciéndose lo que atinadamente Chiappo llama un ocio infecundob. Hay, de otro lado, los individuos que con su dedicación exclusiva al trabajo (los modernos workaholics), copan todas sus horas del día con citas y proyectos, entregados a una febril y desmesurada actividad, tratando de ese modo cubrir su sensación de vacío interno.

Ahora bien, al condensarse la frustración existencial en síntomas neuróticos, estamos frente a una "neurosis noógena" (noos proviene del griego y puede traducirse por espíritu). El cuadro descrito por Frankl no es una neurosis psicógena en sentido estricto, puesto que los síntomas vivenciados por el individuo surgen de una combinación de sentimientos de falta de significado y conflictos de valores. La relevancia de este descubrimiento ha sido refrendado por varias investigaciones de corte psicométrico que han empleado tests para medir el vacío existencial, comprobando que cerca de 20% de las neurosis son noógenas7. Estos resultados son tomados con mesura por Frankl, quien previene de caer en generalizaciones fáciles, ya que así como no toda frustración existencial debe tornarse necesariamente una neurosis noógena, tampoco toda neurosis noógena nace del abatimiento y la desesperanza.

Frankl distingue dos formas de neurosis noógenas: la neurosis de desocupación y la neurosis dominical. La primera está vinculada con el flagelo creciente del paro laboral forzoso, que mella la estima y el ánimo del desocupado, volcándolo hacia la apatía. Este estado aparece como síntoma neurótico cuando la persona convierte al desempleo en una excusa para justificar sus fracasos, eximiéndose de emprender nuevos retos. Por el contrario, el tipo no neurótico percibe dicha situación como una contingencia pasajera, entiende que el no ejercicio de su profesión no determina que su vida carezca de sentido, y en consecuencia, evita desesperarse, buscando alternativas sanas en que ocupar su tiempo.

La desocupación de los jubilados es, asimismo, otro caldo de cultivo para la neurosis. La tendencia a reducir cada vez más el tiempo de servicios, genera que las personas que han trabajado gran parte de sus vidas, dejan de tener - a veces de un día para otro - una ocupación permanente, abriéndose ante ellos un sistema social ambiguo, donde el rol que deben cumplir se torna impreciso, causando en algunos, efectos deletéreos en su salud física y psicológica. Aunque lastimosamente cunde en nuestra época una exaltación desmesurada de la juventud y todo lo que ello rodea, el jubilado no debe experimentar ese periodo como traumático; más bien, partiendo de la idea de que el trabajo no es solamente una actividad remunerada, puede retomar pasatiempos y aficiones que no pudo disfrutar en su debido tiempo, además de seguir cultivando el contacto social con su familia y coetáneos.

En tanto, la neurosis dominical o de los fines de semana se expresa en los individuos que acostumbran dedicar todo su tiempo a la actividad laboral. Cabe mencionar, sin embargo, que Frankl le concede al trabajo un papel fundamental en tanto es el campo donde el hombre encuentra la posibilidad de crecer y realizarse dentro del marco de los valores creativos, permitiéndole fortalecer los vínculos con su comunidad. Su fustigamiento apunta, en todo caso, a la clase de trabajo que subroga realizaciones trascendentes, concentrándose en un afán desmedido por el lucro y la acumulación de poder. No es extraño que quienes obran de esta manera, evadan el quedarse a solas consigo mismos, siendo lo normal que concurran los fines de semana a centros de diversión con el propósito de que el bullicio y el movimiento ahoguen sus pensamientos.

Finalmente, Frankl ha precisado otros cuados aparte de la neurosis noógena, que han sido recogidos por Krize, y que son: "( ...) 2) "neurosis somatógenas", que responden a causas físicas con efectos en el dominio psíquico; 3) "enfermedades psicosomáticas", que son de desencadenamiento psíquico pero se acompañan de noxas físicas; 4) "neurosis reactivas", que de igual modo son soportadas en común por la psique y el cuerpo, y cuyos síntomas principales, a diferencia de lo que ocurre en el caso de las enfermedades psicosomáticas, son de naturaleza psíquica, y 5) "neurosis psicógenas", que son de causación psíquica (pero que también pueden tener efectos físicos)".

3. La voluntad de sentido

De acuerdo a la paráfrasis de Crumbaugh (citado por Frankl7): "La voluntad de sentido postulada por Frankl puede ser entendida en términos de la ley de organización perceptual de la psicología de la Gestalt. De hecho Frankl la relaciona con la percepción: la voluntad de percibir, de adjudicar sentido al ambiente, de interpretar, de organizar los estímulos para construir totalidades llenas de sentido. Los psicólogos de la Gestalt consideran que esta tendencia organizadora es una propiedad innata de la mente. Tiene valor de supervivencia, pues, cuanto más amplio es el espectro de los estímulos que pueden ser comprendidos e interrelacionados, tanto mayor es la oportunidad de manipulación adaptativa".

Si bien la voluntad de sentido puede ser homologable con una clase especial de percepción, Frankl hace hincapié en que el ser humano no se propone encontrar un sentido vital con el objetivo de estabilizar su gestalt, interpretación que cae dentro del psicologismo, y en algunos casos del psicopatologismo como cuando, por poner un caso, el registro poético de un Byron, quien recreó en sus obras emociones contrapuestas, se quiere explicar como la característica oscilación del humor de alguien aquejado de una enfermedad maniaco-depresiva. Por eso, en rigor, Frankl3 contrasta la voluntad de sentido con la "voluntad de placer" del psicoanálisis y "la voluntad de poder" de la escuela adleriana, señalando que la primera fuerza motivadora del ser humano es la pugna por hallar sentido a su existencia.

La tarea de hallar sentido a la vida es un proceso complejo que se demuestra en su doble dimensión, subjetiva y relativa. Es subjetiva porque no existe un sentido general aplicable a todos los seres humanos, al contrario, para cada persona, la vida tiene un sentido diferente. Es relativa puesto que está íntimamente relacionada con la individualidad del hombre y su situación determinada, única e irrepetible. En ese contexto, la conciencia humana juega un papel central, ya que cuenta con la facultad de revelar el sentido subyacente en cada caso y armonizar los principios éticos universales con cada situación concreta.

Concomitante con este problema, se debe tener presente el caracter finito de la vida, que exige del individuo no dilapidar el tiempo lamentándose por las condiciones en que le tocó nacer, pues recusar elementos incómodos de su destino, presupondría anular su propia personalidad, convirtiéndolo en alguien totalmente diferente. Lo más sensato sería desplegar, por un lado, su responsabilidad para sacar mayor provecho de la finitud de la vida, en la medida que las decisiones que tome serán "irrevocables y definitivas", y por otro, su libertad para encaminar sus decisiones en un sentido personal. Nótese la coincidencia con lo que Martin Heidegger escribió sobre la existencia inauténtica, donde prima la falsa curiosidad, la charlatanería y la ambigüedad, y la existencia auténtica, caracterizada por la conciencia de la muerte que genera que el individuo asuma con lucidez y responsabilidad su existencia9.

El tema de los valores también fue abordado por Frankl, mencionando que si bien estos no reemplazan el significado individual que cada uno debe buscar, comportan una norma que se ha mantenido a lo largo de la humanidad, sirviendo como guía al hombre para conocer con mayor probabilidad el significado cabal de cada suceso que se le presente. Frankl distingue tres posibles categorías valorativas a las que el hombre se orienta constantemente durante su existencia: los valores creativos, que se realizan cuando la persona, independientemente de la faceta que le haya tocado desarrollar, cumple con sus deberes en orden a su conciencia; los valores vivenciales, a los que se llega cada vez que el individuo aguza su sensibilidad, permitiéndole extasiarse ante una puesta de sol o una obra de arte; y por último, los valores actitudinales, que se cumplen al tomar una actitud valiente frente a un hecho doloroso e inevitable. Esto último es una idea desconcertante porque significa que "la vida del hombre no se colma solamente creando y gozando, sino también sufriendo"4. Hay que entender que el sufrimiento es indesligable de las situaciones de la vida, pero que no representa un obstáculo sino la manera que tiene el hombre de elevarse por encima de su dolor y madurar espiritualmente.

4. La logoterapia

Muchos autores suelen caracterizar la logoterapia como la "tercera escuela vienesa" de psicoterapia, ubicándola junto al psicoanalisis y a la psicología individual. La logoterapia (conviene manifestar que logos es un vocablo griego equivalente a "sentido" o "significado") apunta al tratamiento de neurosis noógenas, y asimismo de fobias, manías u obsesiones, cuadros que tienen como trasfondo la pérdida de la voluntad de sentido. En la literatura especializada se puede advertir el empleo indistinto de los términos logoterapia y análisis existencial para referirse a la técnica creada por Frankl, empero, el mismo ha precisado que son las dos caras de una única teoría, y que mientras la primera es un método psicoterapéutico, la segunda representa la orientación antropológica de investigación10.

"La logoterapia - dice Fizzotti - ha visto como una de sus tareas principales la necesidad de hacer comprender al paciente todas las posibilidades concretas de significado que están contenidas en su existencia. Pero deja al enfermo la realización de tales posibilidades, y, por tanto, se concibe más bien como una ayuda para la búsqueda de tal significado existencial"2. Como es natural, la logoterapia difiere de otras propuestas terapéuticas en su abordaje, más no en la presencia de una relación fundamentada en normas esenciales como son el respeto y la responsabilidad y que, huelga decirlo, deben nimbar toda psicoterapia. El logoterapeuta, por medio, del diálogo socrático, debe coadyuvar con interrogantes agudas, a veces punzantes, a que el paciente tome plena conciencia de las áreas conflictivas de su personalidad, se atreva a reconocerlas y se haga responsable de sus acciones. Una vez superada esta etapa inicial, el logoterapeuta debe asumir un papel menos adversativo y más de guía, tratando de reanimar los recursos internos aletargados del paciente, encareciendo las situaciones y metas futuras en las que este va a estar motivado en trabajar para alcanzarlas.

Frankl insiste en que la logoterapia no debe ser tomada como un sustituto de otras terapias, sino como, un complemento de ellas, de modo que su misión sea procurar en el paciente la búsqueda personal de lo que es su existencia. Este halo de apertura además se ve reforzado por la actitud de cooperación con otras escuelas, haciéndose patentes en los casos en que se ha combinado exitosamente la logoterapia con terapias farmacológicas, hipnóticas, de grupo y de relajamiento, entre otras. Subraya que es menester no sucumbir a posturas extremistas, tendientes a convertir a la logoterapia en una panacea, actitud que disiente por completo del pensamiento de Frankl, quien más bien propugna una logoterapia que se reformule continuamente y reconozca sus limitaciones.

La logoterapia sirve también para tratar perturbaciones psicosomáticas así como disfunciones sexuales con base psicógena, para las cuales Frankl ha ideado dos técnicas específicas: la derreflexión y la intención paradójica. El objetivo de la primera es activar la capacidad de autotrascendencia del ser humano, conduciendolo a la búsqueda de un sentido hacia algo o alguien, distinto de sí mismo. La tarea de la segunda es vehicular la capacidad de autodistanciamiento por la cual el hombre puede distanciarse no sólo del mundo, sino de sí mismo".

La derreflexión resulta ser muy útil en problemas relacionados con el deglutir, hablar, escribir, pensar y dormir. Su efectividad se asienta en hacerle ver al paciente que su problema puede ser contrarrestado si vuelca su atención hacia un tema u objetivo distinto del que lo aqueja. Ilustrativa de esta técnica es el abordaje de los pacientes con insomnio, quienes después de la primera noche que pasan en vela, quedan excesivamente sensibles y pendientes de la tarea de dormir, con lo cual bloquean su sueño. Esta intención forzada va a propiciar el efecto contrario que se quiere solucionar, por lo que el terapeuta debe recomendarle que focalice su mente en otras cosas.

La intención paradójica, por otra parte, sirve en cuadros de fobias, compulsiones y obsesiones en los que prevalece una ansiedad anticipatoria. Apoyado en su vasta experiencia clínica, Frankl reparó en que muchos de sus clientes vivenciaban esta ansiedad al momento de pensar en las reacciones que les iban a sobrevenir (por ejemplo, tartamudeo en público). Contrario a lo esperado, Frankl los animaba a desear firmemente sufrir aquello que tanto temen, remplazando de este modo el miedo de expectación y propiciando el rompimiento del círculo vicioso. Si bien parece sencillo, Frankl llamó la atención sobre un componente esencial que no debía pasarse por alto para conseguir la anhelada recuperación: el sentido del humor. Este talante festivo, aparentemente fútil o extraño al "encuadre" terapéutico, es invocado por Frankl en la medida que sólo un paciente con ánimo dispuesto a refrse de sí mismo, va a poder lograr el distanciamiento necesario entre el y su síntoma. Hay que mencionar, finalmente, que el empleo y éxito de ambas técnicas cuenta con copiosa casuística, documentada en varios libros y artículos científicos7-11.

5. Comentarios finales

El opus frankeleano puede ser inscrito dentro de la corriente tipificada como "psiquiatría existencial", vertiente psicoterapéutica que tiene como principales exponentes a Ludwig Binswanger, Medard Boss, Igor Carusso y Rollo May. Esta escuela, como dicen Davison y Neal12, pone de relieve la imagen de un hombre dinámico, en constante evolución hacia alguna meta. En tal sentido, su pasado no es un lastre para su realización personal, puesto que no lo determina, sino que es en el presente, hic et nunc, donde debe desarrollar su capacidad inherente de tomar conciencia de sí y de to que ocurre alrededor suyo, ejerciendo su capacidad para tomar decisiones y responsabilizarse de ellas.

Frankl puede ser también considerado como un conspicuo representante de lo que León15 denomina psiquiatra filósofo: ¿Qué debemos entender por el término psiquiatra filósofo? Con él describimos a alguien que ha trascendido los límites de la especialidad psiquiátrica para reflexionar acerca de la condición humana, sus grandezas y sus debilidades. A alguien que, por el estudio pero sobre todo por el contacto repetido con el sufrimiento humano, con el dolor del paciente y de los que lo acompañan en esta vida, ha terminado por reconocer que no basta la medicina para curar, ni el recurso técnico - por refinado que éste sea - para aliviar, sino que son urgencias primera y última la compañía y la compasión, en el sentido literal de ambos términos".

A pesar de los muchos libros y artículos publicados por Frankl, Kriz8 encuentra que su propuesta no ha despertado tanto entusiasmo como otras, aun en países de lengua alemana. Este sugiere como explicación el desinterés de Frankl por fundar institutos de formación donde "didactas" se dedican a formar a otros, estilo bastante empleado por autores de dudosas teorías que, en desmedro de su frágil basamento teórico, adornan sus ideas de pálido oropel. Asimismo existen críticos que confunden los lineamientos de Frankl con una Ética o "psicología pastoral", lo cual, visto desde una perspectiva científica, aparece como disonante. Sobre esto, Frankl13 ha respondido: "Tocante a la delimitación de fronteras entre la Psicoterapia (toda clase de Psicoterapia y no sólo la Logoterapia), de un lado, y la Religión, de otro, se puede Ilevar a cabo, segun mi opinión, de la siguiente manera: el fin de la Psicoterapia es la curación psíquica o mental (Seelische Heilung), el fin de la Religión es, por el contrario, la salvación del alma (Seelenheil)". La logoterapia es, al fin y al cabo, lo que Delgado14 llamó elegantemente una psicagogia, esto es, la orientación espiritual que el paciente debe recibir de su terapeuta en momentos de confusión sobre sus metas futuras.

El magistral estilo con el cual Frankl ha desbrozado cuestiones que atañen íntimamente al ser humano como los valores y las actitudes frente al sufrimiento, nos brinda la oportunidad de apreciar la naturaleza dialéctica de la psicoterapia, y es que ésta ya no responde a malestares generados por un contexto victoriano como ocurrió a comienzos del siglo XX, sino que ahora le toca enfrentar una época signada por la descomposición social y confusión generalizada que se constata en el crecimiento desbordante de suicidios, depresión, drogadicción y alcoholismo. Las enseñanzas de Frankl no son ni pesimistas ni optimistas al respecto, no podrían serlas, puesto que su experiencia en los campos de concentración apuntaló su inteligencia y espíritu para creer en la superación de cualquier hecho desventajoso por parte del hombre que vive en consecuencia con el sentido que ha encontrado a su vida.

ZUSAMMENFASSUNG

In der vorliegenden Arbeit behandelt der Verfasser einige Aspekte von Frankls Biographie and Werk, der Logotherapie. Die Logotherapie begrundet sich in einer anthropologischen Perspektive, die eine Betrachtung des Menschen als ein komplexes Wesen beinhaltet, in die biologische, psychologische, gesellschaftliche and geistige Kraften eine wesentliche Rolle spielen.


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