DE LA SÍFILES EN LA HISTORIA
Se empieza a utilizar el término Sífilis como consecuencia de una gran epidemia, realmente una pandemia(1-4), que asoló Europa a finales del siglo XV. Pero se le conoció más bien como Morbus italicus, hispanus, germanicus o gallicus, según quiénes daban la denominación., pero en los textos latinos predominó el término Morbus gallicus, debido a que se relacionó con la invasión y conquista de Nápoles por las tropas del rey francés Carlos VIII, alcanzando proporciones epidémicas, en 1495, luego de la desmovilización de las tropas mercenarias del rey francés, que se dispersaron por toda Europa. Incluso llegó a llamársele viruela mayor(4).
Su relación con el Papa Pablo III se evidencia en su denominación como médico del Concilio de Trento(3,6) La calidad del poema de Fracastoro se comparó con el nivel y estilo de Virgilio desde su aparición. El poema consta de tres partes. En la primera parte defiende la tesis del origen francés de la enfermedad (la denomina Morbus gallicus), y su relación con la guerra, y rechaza la tesis que la epidemia tuviera origen en las naves españolas que retornaban del Nuevo Mundo, porque se produjo y difundió muy rápido y aún en lugares donde nunca llegó ningún lugares al mismo tiempo. Fracastoro defiende la tesis de las causas naturales contra las ideas de maldiciones divinas. Considera la existencia de muchos factores para su diseminación y la posibilidad de que hubiera partículas que fueran agentes de contagio, que estarían atentes durante siglos esperando las condiciones óptimas(1-3). Recordemos que hay evidencias de la presencia de la Sífilis en prácticamente todas las culturas antiguas, como entre los asirios, los egipcios, los griegos y los romanos(6). También hay evidencias de su existencia en el continente americano antes de la llegada de los españoles.
Syphilus y otros probables descendientes de los hombres de la Atlántida, mataron unas aves sagradas y Apolo los maldijo y les envió una horrible enfermedad contra él y su pueblo. En este parte menciona las bondades terapéuticas del guayaco, que traían los españoles del Nuevo Mundo. Toda la obra se publicó en 1530. También en 1530, Paracelso demostró la inutlidad del guayaco para la recién bautizada Sífilis, aunque no rechazó otras propiedades medicinales y su condición de madera decorativa(1-3,6). Años después, en 1546, Fracastoro reconoce el origen venéreo de la Sífilis en su obra "Del contagio y de las enfermedades contagiosas y su tratamiento"(7), refiriendo que "la infección ocurre solamente cuando dos cuerpos se unen en contacto mutuo intenso como ocurre en el coito". También indica que las madres enfermas pueden pasar el mal a sus hijos, sea al nacer o durante la lactancia. En esta nueva obra se disculpa de algunos aspectos de su poema sobre la enfermedad francesa, expresando que lo escribió cuando era joven, pero nos dejó para siempre el nombre de la enfermedad. En esta obra nueva describió los modos de transmisión y los signos y síntomas de la Sífilis en sus tres etapas. Ya menciona la existencia de agentes muy pequeños a los que llama semillas (semina) de la Sífilis, haciendo varias especulaciones sobre su naturaleza y su papel en el contagio, como cuerpos diminutos capaces de automultiplicarse. Con esta obra también fue el primero en describir la fiebre tifoidea1-3,5,6). Los conocimientos y la influencia de Fracastoro fueron obscurecidos por las doctrinas médicas místicas del renacimiento, dominadas por Paracelso hasta los trabajos de Koch y Pasteur, que nos devuelven sus tesis(3). EL TRATAMIENTO DESDE EL SIGLO XV HASTA EL SIGLO XX
Para la Sífilis adquirida se recomienda evitar el coito y el uso del condón, la aplicación de calomelanos en lanolina, la no ingesta de bebidas alcohólicas y guardar cama; se añade la administración de arsénico por vía endovenosa (Neosalvarsán) y de bismuto por vía intramuscular (yodobismuto de quinina) en sustitución del mercurio(10). La llamada Gran Guerra (II Guerra Mundial) cambió totalmente el tratamiento de la Sífilis como resultado de la aparición de los antibióticos (descubrimiento de la penicilina en 1943), relegándose al mercurio, al bismuto y al arsénico. Casi cinco siglos transcurrieron para abandonar el tratamiento que aparece en la obra(1-3) de Fracastoro. |