Boletín 9-Museo de Arqueología y Antropología: 1999

 

EVIDENCIAS QUECHUAS EN EL LÉXICO DE «CULTIVO» DE CARAL - SUPE

Isabel Gálvez A.*

 

* Directora del Instituto de Investigaciones Lingüísticas, FLCH, UNMSM

Los resultados de las investigaciones históricas obtenidas en el complejo arqueológico de Caral han convertido a esta zona en un lugar importante para diversos tipos de investigaciones científicas. Los hallazgos arqueológicos demuestran la existencia de una antigua ciudad con alto grado de civilización en el período Arcaico Tardío (aproximadamente 3000-1500 años a.C.)1 . El grupo social que pobló el valle de Supe debe haber tenido un correlato lingüístico y cultural que merece nuestra atención para diversos tipos de investigaciones lingüístico-socioculturales.

Con el propósito de determinar evidencias lingüísticas que señalan la presencia de la posible o posibles lenguas nativas en el valle de Supe, elaboramos el léxico de "cultivo" de Caral. Para tal efecto, nos planteamos la siguiente hipótesis:

Algunas de las unidades semánticas de una lengua extinta se mantienen en el léxico de la nueva lengua. Por ello, el estudio de los léxicos puede revelar los sustratos lingüísticos y culturales, más aún, tratándose de un léxico como el agrario, que se caracteriza por referirse a una actividad en la que la memoria colectiva va manteniendo, junto a la particular cosmovisión del hombre sobre su medio en relación con la naturaleza, formas lingüísticas y culturales de lenguas nativas.

Los resultados de las investigaciones del léxico de "cultivo" de Caral nos muestran evidencias quechuas en el valle de Supe. Ciertos lexemas quechuas han sido adaptados al castellano mediante la incorporación de morfemas: tal ocurre con despancar, despanque, despancadora, términos en los que el morfema básico quechua panqa, "envoltura de la mazorca de maíz", ha recibido morfemas propios del castellano. Lo mismo ocurre con champeo, champería (que provienen del quechua champa: en quechua II "césped con raíces y tierra"; en quechua I "fibra de penca de maguey"), cuyo uso local respectivamente, es "limpieza de la acequia madre" y "actividad que consiste en sacar las champas de las acequias". Y capacha (del quechua kapachu, "pellejo para llevar barro, piedras, etc."), palabra que en Caral corresponde a "depósito, especie de saco, donde se lleva el abono que se va echando a los cultivos o para llevar la semilla e ir sembrando". El lexema apachar (del quechua apa-y "llevar") es otro término que ya forma parte del léxico del español local con el significado de "cargar objetos en la espalda". Y, asimismo, pañador (del quechua palla-y "coger a mano, coger de árboles, recoger") que tiene el significado local de "trabajador que cosecha los productos cultivados, como el algodón, ají, etc."

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Reunión de campesinos supanos.

En otros casos, mediante la adaptación fonológica, algunos lexemas quechuas han ingresado al léxico español de la localidad, como en los casos: pilca (del quechua pirqa "muro") cuyo significado local es "muro rudimentario para rodear corrales"; lloclla (del quechua lluqlla "avenida repentina de las aguas del río con barro y piedras") usado en Caral para expresar la "salida impetuosa de las aguas del río"; colca (del quechua qullqa "granero, almacén") que en el uso local significa "granero para guardar la cosecha"; topo (del quechua tupu "medida de cualquier cosa") utilizado como: a) medida que se utiliza para determinar la longitud de una acequia que hay que limpiar; b) medida que se usa en la división de la tierra de cultivo.

Otros lexemas quechuas no sufren alteraciones morfológicas ni fonológicas, como en los casos siguientes: rantin "ayuda mutua’, actualmente existente en el quechua ancashino (QI), que equivale semánticamente a ayni, de uso actual en el Quechua II; rawkana "herramienta con punta fina con que se extrae la grama"; mita (del quechua mita "turno, semana de trabajo"), que en el uso local significa "turno que recibe cada usuario para regar su sementera durante la escasez del agua".

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Anfiteatro de la Ciudad Sagrada de Caral

Existen numerosas denominaciones quechuas referentes a las plantas silvestres como: chunkuy, "planta de tallo herbáceo que sirve de alimento a los animales", nombre conocido en Quechua I (ancashino); yuyo (del quechua yuyu "hortaliza, verdura"), que en la zona tiene dos variedades: yuyo macho y yuyo hembra, alimentos, en el primer caso, para los animales y en el segundo caso, para personas; muña (del quechua muña "hierba aromática usada en la sopa"); pichana (del quechua picha-y "barrer" + el morfema nominalizador –na cuyo significado es "escoba"), que en la zona se refiere a una planta de tallo cilíndrico y delgado que sirve de escoba; marku (del quechua marku "altamisa, arbusto de sabor amargo"), que en la zona es el nombre de una planta de tallo herbáceo con hojas partidas de sabor amargo, usada como frotación curativa. También encontramos árboles como el shururu (del quechua suyruru: «choloque», cuya fruta o espiga sirve a los muchachos para jugar. El fruto es de color negro y duro), que en la zona es un árbol de fruto redondo en racimos cuya envoltura se usa para lavar la ropa.

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Campesinos supanos rumbo a la faena agrícola.

También encontramos topónimos referentes a las tomas de agua como: Alpacoto (del quechua allpa "tierra" + qutu "cerro de pequeña elevación"); Llamahuaca (del quechua llama "auquénido" + waka "entierro de gentiles"), nombre que se debe a una creencia: en la zona cuentan que en una fecha remota llegó una manada de llamas cargadas de oro y desapareció en un cerro; Urihuasi (del quechua urin "la parte baja" + wasi "casa").

NOTAS

1 Shady, Ruth. La Ciudad Sagrada de Caral-Supe en los Albores de la Civilización en el Perú. Lima: UNMSM, 1997.

 


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