
PARTE II
EL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO Y LA OLIGARQUÍA PERUANA
EN EL SIGLO XX
CAPITULO III
EL GOBIERNO MILITAR : 1968-1980
Crisis del modelo desarrollista
La crisis de la economía peruana no se caracterizaba sólo por la hiperinflación y la
drástica recesión, sino también por el agotamiento de un modelo de desarrollo que desde
los años 50 estaba presente en el aparato productivo. El rasgo más destacado de la
economía peruana de esos años fue su estancamiento. Entre 1974 y 1988 la economía
peruana creció a una tasa promedio de 1,5% frente al 4,2% del período 1950-1988, lo que
fue a todas luces insuficiente si se toma en cuenta el crecimiento de la población, que
fluctuaba alrededor de una tasa de 2,5% en el mismo período.294 El sector
económico más golpeado fue precisamente aquél que orientó el desarrollo desde los
años 50 en adelante: la industria substitutiva de importaciones.
La tasa de crecimiento industrial descendió del 6,86% en el período 1950-1967, al 4,08%
entre 1967-1974 y al 0,95% entre 1974-1988. La minería, en cambio, bajó su tasa de
crecimiento de 6,39% a 2,03% y a 3,79% en los mismos períodos. La agricultura, declinante
desde los años 50 fue, sin embargo, la que menos impacto sufrió en estos años de aguda
crisis económica. Su descenso fue muy lento: de 2,39% a 1,91% y a 1,61% para los mismos
períodos señalados.295 El descenso vertical del crecimiento económico y la
virtual parálisis y quiebra del sector industrial tienen que ver con el freno de la
inversión extranjera y la inversión pública. La inversión privada sólo fue
significativa en el período 1968-1987, la inversión privada apenas llegó al 8% del PBI.296
La inversión extranjera como motor del desarrollo económico se apagó en la práctica
para el Perú de la década del 80. La incapacidad de pagar la deuda a partir de 1983, la
reducción del pago al 10% en 1985 y la declaración del Perú como país inelegible
después, cortaron toda posibilidad de préstamos y de inversiones directas extranjeras.
Dentro del descenso general de la inversión directa extranjera en América Latina, el
Perú fue el más perjudicado: la inversión directa extranjera creció en 38% entre 1980
y 1988, cifra claramente inferior a la de Colombia(208%), Venezuela(45%), Ecuador (43%) y
Bolivia (44,3%). Esos exiguos flujos de capital extranjero se habían concentrado en los
sectores tradicionales de la economía (comercio, seguros y transportes) y en menor medida
en la minería y en la industria, sectores estos últimos en donde aún se concentra el
mayor porcentaje del stock total del capital externo.297 El Estado en la
década del 80 había dejado de ser no sólo el motor del desarrollo y de la inversión
sino que había perdido su capacidad de gestión macroeconómica, especialmente en 1989 y
en la primera mitad de 1990, tiempos de caos y de ingobernabilidad económica. Entre 1984
y 1988 la inversión pública llegó al 5,8% del PBI porcentaje inferior al alcanzado
entre 1971 y 1983: 7,2%.
Esta parálisis de la economía y del sector industrial en especial no hay que buscarla
sólo en el cese del funcionamiento de los motores que los habían impulsado (el capital
extranjero y la inversión pública), sino también en las características mismas de la
industria substitutiva de importaciones. En la medida en que su dinámica se apoyó no en
los sectores primarios internos de la economía, ni en un sector poderoso de bienes de
capital que habían sido incapaces de generar, sino en el sector exportador cada vez más
vulnerable. Debido a esto el desarrollo de la industria no tenía bases sólidas y
estables; en ese sentido la crisis y el estancamiento constituyeron una amenaza
permanente.298 En la explicación de la parálisis industrial no hay que dejar
de lado las políticas de ajuste que, al reducir el salario real y el mercado, agravaron
la recesión y la crisis.
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Ibíd. |
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Ibíd. |
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EFICACIA. Julio, N.º 57, Lima,
1990. |
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Durante todo el período
republicano, como hemos venido diciendo, reiteradamente, en Perú no existió un modelo de
desarrollo de las fuerzas productivas, con un capitalismo autónomo y propio. No hemos
generado una industria pesada, o ligera, dirigida a un mercado interno nacional. Nuestro
diseño siempre ha estado dirigido macroeconómicamente para la exportación y según los
requerimientos del gran capital financiero internacional y de las grandes potencias
industrializadas inviabilizando de ese modo un desarrollo autónomo y sostenido. Desde
este punto de vista hemos sido incapaces de constituir una burguesía nacional capaz de
llevar adelante un proyecto nacional. |
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