
PARTE II
EL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO Y LA OLIGARQUÍA PERUANA
EN EL SIGLO XX
CAPITULO II
PERÚ SIGLO XX. EN BÚSQUEDA DEL ESTADO-NACIÓN
Y EL FUTURO NO-DEPENDIENTE
El Oncenio de Leguía
A partir de las primeras décadas del siglo XX, y bajo el impul- so del capital
extranjero, el desarrollo capitalista adquiere mayor dinamismo. Sobre el desarrollo
económico Paul Baran dirá: Si en los siglos XVII y XVIII la lucha por el progreso
equivalía a la lucha contra las instituciones caducas de la era feudal, en forma similar
los esfuerzos actuales tendentes a crear las condiciones indispensables para el desarrollo
económico, tanto en los países capitalistas avanzados como en los atrasados, entran
continuamente en conflicto con el orden económico y político del capitalismo y del
imperialismo. De ahí que el... progreso económico se interprete, inevitablemente, en los
Estados Unidos y en otras regiones del mundo capitalista, como profundamente subversivo
del orden social y del sistema de dominio internacional vigentes; como un movimiento
revolucionario al que hay que cohechar, bloquear y, si es posible, quebrantar si se quiere
salvar al sistema capitalista... Lo decisivo es que el desarrollo económico de los
países subdesarrollados es profundamente adverso a los intereses dominantes de los
países capitalistas más avanzados. Abasteciendo de muchas materias primas importantes a
los países industrializados y proporcionando a sus corporaciones grandes beneficios y
posibilidades de inversión, el mundo atrasado siempre ha sido el hinterland indispensable
de los países capitalistas altamente desarrollados de Occidente. De ahí que la clase
dirigente de los Estados Unidos y de otros países se oponga amargamente a la
industrialización de los llamados países fuertes y al surgimiento de
economías industriales integradas en las regiones coloniales y semicoloniales.207
Si bien hemos de dar fecha de un aparente crecimiento económico se tiene que
tener presente lo expuesto por Baran, él advierte que el desarrollo, por ellos entendido
los capitalistas, comprende toda una gama de estratagemas políticas e
ideológicas. Están, en primer lugar, las declaraciones ampliamente difundidas de los
estadistas occidentales que aparentan favorecer el desarrollo económico de los países
atrasados. Lo hacen mediante ayudas e inversiones en áreas que inviabilicen la
acumulación de riqueza y que posibilite una economía autosostenida. La lógica del
desarrollo es tal que el mejoramiento, lento, gradual de los niveles de vida de los
países poco desarrollados es un proyecto extremadamente difícil, si no es totalmente
imposible. [Los] incrementos pequeños en la producción nacional que pudieran lograrse
con la ayuda de tal inversión occidental y con la caridad que se le otorgara serían
absorbidos por el rápido crecimiento de la población, por la corrupción de los
gobiernos locales, por el despilfarro de recursos que hacen las clases dirigentes de los
países subdesarrollados y por el retiro de ganancias que llevan a cabo los inversionistas
extranjeros.208 Estas premisas tienen que ser tomadas en cuenta para
poder interpretar y comprender este período, continuemos.
Durante el Oncenio de Leguía (1919-1930) se consolidó y amplió el trabajo asalariado en
las minas y las haciendas capitalistas, se incrementó la actividad financiera y
comercial, se produce al mismo tiempo, un desarrollo relativo de la industria
manufacturera. Entre 1920 a 1931 la población ocupada en la metalurgia, el mueblaje y la
industria de la construcción aumentó en 45%, 62% y 45%, respectivamente.209
Se produce igualmente una ampliación de la actividad manufacturera destinada a productos
de consumo popular. Todo ello determinó la ampliación de los sectores asalariados y las
capas medias en el marco de una mayor división del trabajo y la consecuente
diferenciación social. La política implementada por el gobierno de Leguía aceleró y
profundizó el desarrollo de estas tendencias en íntima relación con la penetración del
capital norteamericano que pasó a ocupar un lugar altamente prominente sobre el resto del
capital extranjero.210 En el Perú el capital norteamericano desplaza al
inglés.
A diferencia de la política conservadora y prudente en el gasto público de la República
Aristocrática, Leguía desarrolló una audaz política de obras públicas. Asimismo,
impulsó la implemen-tación de la infraestructura necesaria para la expansión del
capital monopólico, ampliando más el ámbito estatal y los circuitos de circulación del
capital, así como las bases materiales para la existencia de los sectores medios. No se
puede hablar todavía de la formación de un mercado nacional, pero sí de la
extensión del mercado interno.
Paralelamente, y como consecuencia de estos cambios, se desarrolló un importante proceso
de urbanización. La ciudad de Lima crece vertiginosamente a partir de la construcción de
importantes avenidas que ponen en comunicación al centro de Lima con Miraflores, el
Puerto del Callao y otras áreas aledañas creándose así nuevas urbanizaciones. Este
proceso trae como consecuencia un importante aumento en el valor de los lotes en las zonas
urbanizadas, así como el florecimiento de la industria de la construcción. Basándose en
la especulación con la compra-venta de terrenos y casas, así como al desarrollo de la
actividad inmobiliaria, se amasaron importantes fortunas y se constituyó un sólido
sector rentista-urbano en íntima relación con los sectores financieros y comerciales.
Asimismo, se realizaron obras de irrigación y de construcción de carreteras y
ferrocarriles en diversas zonas del país. Toda esta obra de infraestructura se llevó a
cabo basándose en una política de empréstitos y concesiones que significaron
prácticamente la hipoteca del país al capital americano que trajo consecuencias
desastrosas para la hacienda pública y la economía nacional. El desorbitado uso de los
préstamos norteamericanos significó que la deuda externa se duplicara, entre 1920-1930,
pasando de 10 a 100 000 000 de dólares; y si en 1920 los intereses de la deuda
comprometían el 2,6% del presupuesto nacional, al finalizar la década los intereses
alcanzaron el 21% del mismo (Ibrid 1949). Sólo durante el bienio de 1926-1928 el 40% de
los ingresos fiscales provino de los préstamos.211
Fue en el gobierno de Leguía que se hizo entrega a perpetuidad los ferrocarriles del
país a la Peruvian Corporation (inglesa), entre otras concesiones importantes al capital
extranjero. Esta política de modernización capitalista profundizó el sometimiento de la
economía del país al capital monopólico norteamericano, de igual modo no transformó el
orden rural tradicional.212 A pesar de las contradicciones del régimen de
Leguía con algunos sectores terratenientes, durante su gobierno la gran propiedad
semifeudal213 no sólo se mantiene sino que se refuerza. Basadre anota al
respecto: Al amparo del régimen de Leguía, surgieron nuevos caciques provincianos
o se consolidaron otros ya existentes. En la provincia de Anta, por ejemplo, imperó
Ezequiel Luna, que por más de 20 años ejerció la representación de ella. Su símbolo
fue el fundo Sullapuquio en el que, según se afirmó, regían aterradoras penas de
látigo y corna.214 El dominio político de los terratenientes se basó
en la explotación y la opresión servil de la masa campesina la cual se mantenía y
mantiene aun hoy.
Se producen intentos de centralización e integración estatales. Mediante el Servicio
Militar Obligatorio, la Ley de Conscripción Vial (1920) y la Ley de la Vagancia (1924),
se utiliza la fuerza de trabajo indígena en forma prácticamente gratuita, para la
construcción de carreteras y otras obras de infraestructura. Igualmente se refuerzan los
vínculos entre el aparato estatal, la burguesía agraria, los gamonales serranos y las
autoridades locales a su servicio, así como la comunicación entre diversas zonas del
país.
Estos procesos trajeron consigo la ampliación de la población en las principales
ciudades, en particular de los sectores medios, así como la extensión de las funciones
del Estado. La administración pública creció vertiginosamente en este período, los
aparatos militares, en particular la Aviación y la Marina de Guerra, recibieron un
importante impulso de modernización. Se creó la Escuela Superior de Aviación de las
Palmas, la Escuela Superior de Guerra de la Marina, dirigidas y orientadas por oficiales
norteamericanos. Asimismo, se crea la Comandancia General de la Escuadra y la Dirección
de la Escuela Naval, instituciones cedidas a estos oficiales.215
La injerencia directa de miembros de las FF. AA. norteamericanas ilustra las limitaciones
evidentes de la soberanía nacional, aun esto se dio en el plano jurídico-político
otorgándole al Estado un verdadero carácter semicolonial. Se consolidó así la
presencia del capital norteamericano como componente del bloque en el poder, al mismo
tiempo que se incorporó, por medio de la cooptación, a los sectores medios en las
funciones públicas. La modernización del Estado peruano con Leguía puede caracterizarse
como un proceso de adecuación tanto a las exigencias de la acumulación y expansión del
capital monopólico extranjero como a las planteadas por el desarrollo de las
contradicciones sociales y la presencia de nuevas fuerzas. Este último aspecto hace que
la maquinaria estatal se modifique e incorpore jurídica e institucionalmente demandas
inmediatas y parciales de sectores medios, e incluso populares, a fin de incorporarlos
subordinadamente al sistema de dominación política.
La política implementada por el régimen de Leguía entra en contradicción con los
sectores más conservadores de las clases dominantes, particularmente con el Civilismo,
que al ser desplazado del manejo directo del aparato estatal, desarrolla una fuerte
oposición en contra del régimen del Oncenio. A pesar de ello, la política de Leguía no
llegó a afectar las bases sociales y económicas de las clases dirigentes. Siendo parte
de ellas, difiere en las modalidades particulares de defensa de sus intereses comunes.
Halperin dirá al respecto: La dictadura de Leguía debía hallar una resistencia en
sectores de la oligarquía limeña, cuyo poderío político mediatizaba y cuyas
rivalidades internas explotaban para mejor someterla, distribuyendo arbitrariamente las
ventajas económicas que en el Perú, y no sólo en Perú, derivan del favor político,
pero esas resistencias no impidieron que en lo esencial la política económico-financiera
de la Patria Nueva fuese escasamente nueva; aun en la búsqueda de apoyos políticos
populares el régimen se detenía, por otra parte, en la plebe de Lima... En 1923, el
gobierno de Leguía tomó un rumbo más decididamente conservador, vio sumarse a sus filas
enemigos de las filas oligárquicas, los sectores antes menos articulados.216
Se está refiriendo al sector estudiantil y a su dirigencia, así como a los nacientes
movimientos populares liderados por Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos
Mariátegui.
La gran depresión mundial de 1929-1930 dejó sentir rápidamente sus efectos en la
economía del país, la cual era en extremo dependiente del capitalismo monopólico
internacional y como hemos visto del norteamericano, en particular. Por otro lado, la
política entreguista de Leguía agudizó la situación configurándose así una profunda
crisis económica que no sólo sometió al pueblo a miserables condiciones de vida, sino
que afectó duramente a los sectores medios e incluso a amplios sectores de las clases
propietarias.
La inviabilidad de la solución leguísta se puso rápidamente de manifiesto al
enfrentarse a aquellos sectores sociales que le procuraron un consenso inicial217
, básicamente, sectores medios. Hacia el final del período (1930) Leguía218
se encuentraba en un profundo aislamiento político lo cual determinó su derrocamiento,
hecho inicial de un período de profunda crisis política en el país: la primera crisis
de dominación oligárquica. Los movimientos sociales que emergen al escenario político
en la década del 20 son, indudablemente, elementos nuevos en la situación. Cabe resaltar
los movimientos campesinos de la sierra sur, las movilizaciones populares urbanas y la
radicalización de la pequeña burguesía, así como los elementos más significativos en
esa dirección.
En el terreno de las ideas el período previo a la crisis del 30 encuentra a un conjunto
de intelectuales que, desde diversas perspectivas, defienden y sustentan el orden
oligárquico. Por un lado están los teóricos del civilismo de orientación positivista
como Javier Prado, Mariano H. cornejo, Manuel Vicente Villarán; por otro lado están los
intelectuales conservadores que constituyeron algo así como una respuesta
aristocratizante al positivismo. Entre sus más destacados exponentes figuran Alejando
Deustua y José de la Riva Aguero. Víctor Andrés Belaúnde fue un caso particular; su
pensamiento, aunque conservador, fue bastante más complejo y siguió una revolución
particular de acuerdo con su inserción en el acontecer político del país.219
Contra ellos surge la crítica mordaz y solitaria en las obras de José Carlos
Mariátegui. Hacia finales de la década del 20 los movimientos campesinos de la sierra
sur pusieron en primer plano en la discusión ideológica y política el problema
indígena,220 así nace la corriente de pensamiento conocida como indigenismo.
Podría decirse que esta corriente de pensamiento constituyó una respuesta frente al
pensamiento aristocratizante y extran-jerizante el cual dominaba en las clases dirigentes.
El indigenismo surge como la reivindicación de lo autóctono y la revaluación de lo
indígena como patrimonio nacional.
En el contexto político e ideológico de la década del 20, el indigenismo constituyó un
avance hacia el descubrimiento y valoración de la identidad nacional. La defensa del
indio superó los aspectos puramente étnico-culturales, para derivar en un movimiento
antigamonalista y anticolonialista que aportó elementos significativos para la búsqueda
de un proyecto nacional. Esta corriente será el antecedente de fuerzas políticas que se
harán presentes en la escena nacional en la convulsionada coyuntura del 30. Las
contradicciones gestadas en este período emergen entonces a la lucha política lo que
genera la primera crisis de la dominación oligárquica.
207 |
BARAN,
op. cit., pp. 27-28. |
208 |
Ibíd., p. 30. |
209 |
Según datos del censo de
Lima-Callao para estos años. |
210
|
KARNO, Howard L. Augusto B.
Leguía: The oligarchy and the modernization of Perú 1870-1930. Los Angeles, Thesis
University of California, 1970. Citado por Julio Cotler en Clases, Estado y..., p. 182
donde afirma: Leguía... a su regreso a Lima tuvo una corta estancia en Nueva York,
donde llegó a importantes acuerdos con la banca y los norteamericanos a fin de lograr su
masiva incorporación en el país y lograr su definitiva transformación
capitalista. Esto explicará, como es obvio, la mayor presencia norteamericana en
Perú a partir del Oncenio de Leguía. |
211 |
COTLER,
op. cit., p. 196. |
212
|
Salvo algunas excepciones muy
localizadas, como el caso de las haciendas de la Cerro de Pasco Corp., en el Centro, y los
intentos de capitalización de las haciendas puneñas, bajo el impulso de la
Peruvian. |
213
|
Esta categoría conceptual es de
José Carlos Mariátegui. Podrá haber autores que consideran que la utilización de esta
categoría conceptual no es adecuada en una sociedad que no conoció el feudo y que al
estar orientada la economía a la exportación, es una economía de capitalismo incipiente
y no semifeudal, aunque pisotee al peón como semiesclavo, porque es hombre libre y
asalariado. |
214 |
BASADRE,
op. cit, tomo 13. |
215 |
Véase VILLANUEVA, Víctor. El
militarismo en el Perú. Lima, Editorial Juan Mejía Baca, 1973. |
216 |
HALPERIN DONGHI, op. cit., pp.
349-350. |
217 |
Ibíd. |
218
|
Sobre la revolución y caída del
Régimen del Oncenio véase CARAVEDO, Baltazar. Clases, lucha política y gobierno en el
Perú: 1919-1933. Lima, Editorial Retama, 1977. VILLANUEVA, Víctor. Así cayó Leguía.
Lima, Editorial Retama, 1977. |
219
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Sobre el desarrollo de las ideas
en el período consultar SALAZAR BONDY, Augusto. Historia de las ideas en el Perú
contemporáneo. Lima, F. Moncloa Editores, 1965. |
220
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Recuérdese que en la
Constitución de 1920 se incorpora, por primera vez en la historia del Perú, el
reconocimiento legal de las comunidades indígenas. |
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