
PARTE II
EL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO Y LA OLIGARQUÍA PERUANA
EN EL SIGLO XX
CAPITULO II
PERÚ SIGLO XX. EN BÚSQUEDA DEL ESTADO-NACIÓN
Y EL FUTURO NO-DEPENDIENTE
Las Nuevas fuerzas sociales, sus
luchas y la Constitución de 1933
Los movimientos sociales y políticos del período constituyen la base material del
surgimiento de las nuevas ideologías que marcarán los procesos políticos hasta los
años recientes. El socialismo tiene en Mariátegui a su gran propulsor y orientador. Con
enorme capacidad creativa y visión histórica Mariátegui sienta, por primera vez en el
país, las bases del análisis científico de la sociedad peruana abarcando sus aspectos
más fundamentales. Su aporte no se encuentra únicamente en el diagnóstico, sino en la
proposición de un programa político que oriente la acción de las clases oprimidas de la
sociedad. Este programa señala como indesligable la lucha contra el imperialismo y la
semifeudalidad, la lucha por la democracia política y la conquista de la identidad
nacional donde la clase obrera será la única llamada a dirigir al conjunto de capas y
clases oprimidas, dadas las características de la burguesía en el Perú.
En la concepción de Mariátegui la lucha por la liberación nacional que comprende
básicamente la solución del problema nacional y el problema agrario es parte
integrante de un solo proceso que realiza las tareas democrático-burguesas, así como
sentar las bases para el tránsito al socialismo como sistema alternativo al capitalismo.
El punto 8 del Programa del Partido Socialista dice al respecto; Cumplida su etapa
democrático-burguesa, la revolución deviene en sus objetivos y en su doctrina una
revolución proletaria.221
Víctor Raúl Haya de la Torre, lúcido exponente de las nuevas corrientes
antioligárquicas, señala igualmente al imperialismo y a la semifeudalidad (él la llama
feudalidad) como los principales obstáculos para el logro del desarrollo nacional y la
liberación política. Él planteaba que los señores (dueños de la tierra y de grandes
poblaciones serviles): ... son los aliados del imperialismo que día a día devienen
sus agentes y sus súbditos, no es posible separar, pues la lucha contra el imperialismo
extranjero de la lucha contra el feudalismo colonial en Indoamérica. Más adelante
añade: la primera consecuencia del creciente dominio económico del imperialismo
norteamericano en nuestros países es una consecuencia política; el problema de la
libertad nacional....222 A diferencia de Mariátegui, Haya plantea que
son las clases medias las llamadas a dirigir el amplio frente antiimperialista ya que el
proletariado se encuentra aún poco desarrollado desde el punto de vista social y cultural
y que: En nuestros países las clases medias tienen mayor aptitud para la lucha.
Viven aún su edad heroica... Nuestras clases medias están aún en período de combate,
de forcejeos por su afirmación; período de ofensiva, casi de gesta, si le podemos llamar
así.223 Haya de la Torre proponía como eje central de su programa
máximo la constitución de un Estado antiimperialista alternativo al Estado oligárquico.
Su modelo e inspiración fue el Estado y la experiencia de la Revolución Mexicana (1917).
Para el programa aprista el socialismo era un objetivo sumamente lejano y sin vinculación
directa con la lucha antiimperialista y antifeudal. Ambas corrientes surgen en el período
leguísta y conducen las primeras luchas de los sectores populares urbanos, con una
orientación definitivamente antioligárquica y antiimperialista. Su presencia en la
crítica coyuntura de 1930 significará un elemento nuevo en la escena política peruana:
la diferenciación clara de las alternativas políticas del campo popular antioligárquico
frente a las expresiones políticas de las fuerzas que sostienen el sistema oligárquico.
Por otra parte, la actuación de estas fuerzas será, igualmente, un componente importante
en la situación de crisis política y su desarrollo.
La caída del régimen de Leguía (1930) y los efectos de la crisis económica mundial
serán los factores desencadenantes de la profunda crisis política que amenazó
seriamente la estabilidad del orden oligárquico. La enorme inestabilidad política y las
intensas pugnas al interior de las clases dominantes, demuestran con claridad la
existencia de una profunda crisis de hegemonía en su interior. La aguda crisis
económica, que amenazó las bases de reproducción del sistema, mostró la endeblez del
aparato productivo interno y su estrecha subordinación al sistema económico mundial bajo
la égida del capital monopólico extranjero. Las contradicciones gestadas y acumuladas en
el período inmediatamente anterior adquirieron madurez en la coyuntura del 30 y salen a
la luz de la escena política, generando situaciones que presentaban características de
guerra civil. Basadre caracteriza este período como una de las etapas más llenas
de incertidumbre y de inestabilidad en la historia del Perú Republicano. Desde el 22 de
agosto de 1930 cuando se dio el pronunciamiento del comandante Sánchez Cerro contra
Leguía hasta que el comandante Jiménez entró en Palacio de Gobierno el 5 de marzo de
1931 hubo en Lima, en menos de 7 meses, 6 movimientos militares de carácter político y
la insignia del poder presidencial cambió 5 veces de poseedor... En el período de un mes
(al cerrarse el ciclo) se produjeron 6 insurrecciones militares y durante varios días
funcionó un gobierno en Lima y otro en el sur, este último, dividido en una Junta
Castrense y una Junta Civil. La amenaza de un desquiciamiento nacional era evidente.224
Por primera vez en la historia las masas populares urbanas emergen al escenario político
con sus propios programas y organizaciones. Los diques de contención del Estado
oligárquico son desbordados. Las fuerzas antioligárquicas fundamentalmente
sectores populares urbanos y sectores medios intentan la derrota de la dictadura del
Oncenio. El contenido de las principales jornadas de lucha del período ataca los ejes
centrales del sistema de dominación y se orientan a la transformación del ordenamiento
social y político. Las luchas por el salario y el empleo se encuentran íntimamente
entrelazadas con las luchas contra el control monopólico de las principales empresas por
el capital extranjero, la lucha por la igualdad jurídica y política y las libertades
ciudadanas. En un clima de creciente e intensa politización las masas populares ganan las
calles. Estas masas populares estaban lideradas y conducidas por organizaciones políticas
las cuales tenían ideologías y programas políticos claramente antioligárquicas y
antiimperialistas. El APRA y el Partido Comunista.225 Las condiciones de la
lucha política en la coyuntura, los errores de interpretación y dirección en los que
incurren los dirigentes comunistas, luego de la muerte de Mariátegui y la habilidad de
los dirigentes apristas determinarán que sea el Partido Aprista el que asuma mayor fuerza
coyuntural y se convierta en la principal fuerza que lidera la oposición al bloque
oligárquico en la lucha por el poder político.226
La agudización de los enfrentamientos políticos lleva a una polarización extrema lo
cual hizo que se reduzcan las alternativas de salida a la crisis política.227
La Unión Revolucionaria y Sánchez Cerro lideraban la salida de las fuerzas
oligárquicas: la dictadura abierta y violenta con la fachada de las instituciones
liberales. El Partido Aprista, con creciente arraigo en las masas populares urbanas,
lideró el campo de las fuerzas antioligárquicas intentando una salida institucional.
Luego se ser expulsados los dirigentes apristas del Congreso y del país, e ilegalizado el
partido, éstos ensayaron entonces la vía insurreccional con el movimiento de la ciudad
de Trujillo en julio de 1932. La expulsión de los representantes apristas del Congreso
Constituyente y la derrota de Trujillo,228 son los hechos más importantes que
definen la derrota de las fuerzas populares y antioligárquicas en la coyuntura. Una Ley
de Emergencia, la instalación de Cortes Marciales y la represión violenta y sistemática
son los instrumentos básicos mediante los cuales las fuerza oligárquicas consiguen
mantenerse en el poder.
En la coyuntura de 1930-33, el proyecto aprista significó el primer intento de dar
solución al problema nacional en el país desde abajo. Limitaciones de tipo
estructural, fundamentalmente la ausencia del campesinado como fuerza social y política,
así como las ambigüedades y vacilaciones de la dirección política son, entre otros,
los elementos más significativos que explican el desenlace final. La solución a la
crisis política de 1930-33 y su forma-lización en normas constitucionales serán
expresión clara de las nuevas modalidades que asume la dominación oligárquica. La
Constitución de 1933,229 establece jurídicamente un híbrido contradictorio
en cuanto a la naturaleza del Estado. Las normas regulan el funcionamiento de las
instituciones de una democracia liberal manteniendo las condiciones sociales que
imposibilitan su existencia y funcionamiento reales. Al negarse toda transformación
social en el campo se mantenía y reforzaba el poder político de los terratenientes
serranos y su dominio omnímodo sobre la población campesina. Al mismo tiempo se consagra
la igualdad de los ciudadanos ante la ley, se mantiene la opresión política semifeudal
que priva al campesinado de los elementales derechos jurídicos, incluyendo la libertad
individual.
La mayoría parlamentaria de entonces rechazó reiteradas veces todos los planteamientos
que suponían la transformación del orden rural tradicional; rechazó planteamientos como
las propuestas de Reforma Agraria así como los proyectos de descentralización cuya
implementación suponía la alteración del sistema de opresión semifeudal y del poder de
los terratenientes.230 Esta situación se mantuvo, así como la violencia
ejercida por el sistema de opresión gamonalista con la venia y el apoyo del aparato
estatal central. Al negarse el voto a los analfabetos (Art. 86) se excluyó
explícitamente al campesinado de toda forma de participación política. Además, al
mantenerse el sistema de representación en relación con el número de habitantes
(método censatario, de corte discriminatorio y elitizante) y no de electores se
institucionaliza la representación del gamonalismo en el parlamento a nombre de la gran
masa campesina excluida. Los sectores populares urbanos conquistan en las ciudades el
derecho a la votación secreto y universal en lo formal. Sin embargo, al adquirir
expresión política independiente y relevante son víctimas de la violencia institucional
del aparato estatal central. Las fuerzas populares urbanas irrum-pen, por primera vez, en
el escenario político con sus propias organizaciones y programas. Frente a ello la
dominación oligárquica encontraba insuficiente el ejercicio de la violencia física y
necesitaba institucionalizar la exclusión de sus expresiones políticas más
significativas. La Constitución liberal de 1933,231 puso fuera de
la ley a los llamados partidos internacionales (Art. 53º); estos partidos
tenían nombre propio: el APRA y el Partido Comunista. Al mismo tiempo que se consagran
nominalmente un conjunto de libertades y derechos consignados como Garantías
constitucionales (Cap. IV), se daba plenos poderes al Ejecutivo para poder suspenderlas
con amplia libertad y actuar del mismo modo durante su suspensión (Art. 70). El principio
de división de poderes y la delimitación de funciones quedan en el papel, para dar
cabida al arbitrario uso de la fuerza. La independencia del poder judicial fue igualmente
una fórmula vacía de contenido al quedar definitivamente dependiente en cuanto a
recursos, nombramientos y funciones del Ejecutivo-Legislativo y al mantenerse intacta su
estructura, estrechamente funcional a los intereses particulares de la fracción dominante
en Lima y de los poderes locales en las provincias. La administración de justicia
constituyó, y aún constituye, uno de los pilares fundamentales del sistema de
dominación. En ese período, a través de los juicios de linderos y otros mecanismos
procesales, se consolidó y legitimó la usurpación de tierras a las comunidades
indígenas de parte de los gamonales o señores locales. El juez, por regla general, es
(era) parte integrante de la red de los poderes locales al servicio de los señores de la
tierra.
El mantenimiento de las relaciones sociales semifeudales, por medio de los diversos
mecanismos planteados, determinó la invalidez de postulados como la igualdad jurídica y
los derechos del hombre. De allí que la lucha por la democracia política en el país se
encuentre íntimamente relacionada con la lucha por las transformaciones sociales en el
campo. Bajo la forma liberal en la letra, la constitución sancionaba el orden de los
terratenientes semifeu-dales, traba fundamental para la existencia de hombres libres e
iguales. La regulación de las funciones y relaciones entre los poderes del Estado que
sancionaba la Carta Constitucional del año 1933, muestra, igualmente, las contradicciones
del sistema y la naturaleza de los sectores dominantes. La vocación antidemocrática es,
también aquí, eje central de inspiración. Se sancionó el sistema bicameral reforzando
el poder del Ejecutivo; pero se dieron amplias atribuciones al parlamento con el fin de
otorgar importantes espacios de acción a los terratenientes serranos, al mismo tiempo que
se limitaba la capacidad de acción de los sectores marginados históricamente. Se
estableció un sistema híbrido parlamen-tarista-presidencialista que obedeció a los
intereses inmediatos del bloque dominante, imposibilitándose el funcionamiento real de
las instituciones de la democracia liberal.232 Como lo muestra la experiencia
posterior, los conflictos entre Ejecutivo y Legislativo no encuentran solución en el
marco constitucional, facilitándose de este modo las soluciones de fuerza y reforzando la
preeminencia de los aparatos represivos por sobre las instituciones liberales.
Los aspectos señalados no son sino la expresión, jurídico-político, de los escasos
márgenes de consenso en los cuales se asentaba el Estado oligárquico, conformó una
estructura política esencialmente antidemocrática. Tras su forma liberal en la letra, el
Estado peruano ocultó una realidad en la cual las instituciones del Estado moderno, como
son el Parlamento, las elecciones, etc., lejos de ser expresión democrática dentro del
conjunto de los sectores sociales eran tímidos remedos manejados casi como bien privado
por los sectores sociales que componían el bloque en el poder. La naturaleza represiva y
dictatorial de los regímenes del Estado oligárquico peruano que describe Pease233
y que Bourricaud señala como la secuencia de dictaduras y dictablandas234
son la consecuencia lógica de la naturaleza misma del tipo de Estado que emerge de la
situación social y económica imperante en el país y que se consagra legalmente en la
Carta Constitucional. Agustín Cueva señala la generalización de este fenómeno al
conjunto de los países latinoamericanos mostrando su estrecha vinculación con los
procesos sociales y económicos dominantes: ... la implantación de este tipo de
regímenes a lo largo y ancho del continente latinoamericano es algo más que una simple
coincidencia, incluso cronológica. Obedece, sin la menor duda, a la conformación de un
nuevo tipo de Estado acorde con las necesidades de la revolución económica y social de
nuestros países. Tal Estado en síntesis no es sino la expresión de un proceso de
acumulación originaria del poder capitalista emergiendo de manera sinuosa y conflictiva a
través de un movimiento que, por un lado, se encargó de supeditar los elementos de poder
precapitalista por la fuerza cuando era menester; por otro lado, de aniquilar
manu-militari casi siempre a los elementos democráticos-burgueses que
levantaban una alternativa progresista de desarrollo capitalista.235
Téngase presente que este autor hace una generalización para las sociedades de América
Latina. En el caso del Perú, nosotros hemos sostenido que se trata de relaciones
semifeudales y, por tanto, sería el intento de un proceso de acumulación originaria del
capitalismo en esta parte del mundo. Las crisis por la que atraviesan en la década de los
90-2000, se encargará de demostrar que no fue un proceso como tal, sino que fue un
intento si se quiere de sentar las bases de un capitalismo incipiente.
Finalmente, habría que señalar otro aspecto de fundamental importancia. La Constitución
señalaba que el Perú es una República independiente sancionando así, formalmente, el
principio general de la soberanía. Sin embargo, las empresas extranjeras, y el capital
extranjero en general, tienen tenían plena libertad para operar en el país.
La constitución establecía las mismas amplias garantías para la propiedad sin
diferenciar la nacional de la extranjera (Arts. 29°, 31° y 32°). La realidad peruana
nos muestra reiteradamente que la subordinación al capital extranjero trajo violaciones
evidentes de la soberanía jurídico-política. La dominación del capital imperialista
trasciende los límites económicos e incluso los políticos generales para manifestarse
también en el terreno jurídico-formal. Con la apariencia liberal el Estado oligárquico
no fue sino la negación de sus principios esenciales ya que la soberanía y los derechos
fundamentales de toda sociedad democrática se encontraban limitados y restringidos. El
liberalismo, en cuanto supone soberanía nacional, es incompatible con la dominación
semicolonial señalada y, en cuanto supone ciudadanía y sufragio, es incompatible con la
existencia del gamonalismo y la explotación servil. De tal modo, que el
modelo formal de la constitución se contrapuso bruscamente con la realidad de
dominación y control oligárquico. Con la derrota de las fuerzas populares, en la
coyuntura de 1930-33, se restaura la dominación oligárquica consiguiendo una relativa
estabilidad hasta 1944-45 y permanencia hasta la década del 60.
221 |
MARIÁTEGUI, José Carlos.
Ideología Política. Lima, Editorial Amauta, p. 162, 1969. |
222 |
HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl.
El Antiimperialismo y el APRA. Lima, Editorial Amauta, p. 35, 1972. |
223 |
HAYA DE LA TORRE, op. cit., pp.
33-34. |
224 |
BASADRE, Historia de la
República... Tomo XIV, p. 63. |
225 |
Posterior a la muerte de
Mariátegui el Partido Socialista deviene en Partido Comunista. |
226
|
Sobre la política del Partido
Comunista en la coyuntura 30-33, sus errores de apreciación y de línea que lo llevaron
al marginarse de la lucha política del momento ver, principalmente: BALBI, Carmen Rosa.
El Partido Comunista y el APRA en 1931. Lima, tesis del Departamento de CC. SS. PUC, 1977.
FLORES GALINDO, Alberto. Los comunistas en los años 30. Lima, Facultad de CC. SS. PUC,
mimeo, 1978. MADALENGOITIA, Laura. Constituyente y lucha política: Perú 1931-32. Lima,
Imprenta DESCO, 1979. |
227
|
Sobre la crisis política de
1930-33 véase BALBI, op. cit. Además, BALBI, Carmen Rosa y Laura Madalengoitia.
Constituyente y lucha política: Perú 1931-32. Lima, DESCO, 1979. |
228
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La derrota de Trujillo está
precedida del aplastamiento de importantes movimientos de corte militar y paramilitar.
Destacan los levantamientos populares del norte del país en contra del resultado
electoral en diciembre 1931 y enero 1932, y la sublevación de la marinería del Callao. |
229
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Con gran influencia de la
norteamericana. Estados Unidos aplicó de manera más decisiva su Doctrina Monroe:
América para los americanos. |
230
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El Art. 47º de la Constitución
del 33 señalaba que: El Estado favorecerá la conservación y difusión de la
mediana y pequeña propiedad rural; y podrá, mediante una ley, y previa indemnización,
expropiar tierras de dominio privado, especialmente las no explotadas, para subdividirlas
o para enajenarlas en las condiciones que fije la Ley. Este artículo no afectó un
centímetro de tierra en manos del gamonalismo. En adelante los artículos que se
mencionan son los de esta constitución. |
231 |
Con una gran influencia de la
Constitución Federal de los Estados Unidos. |
232
|
Véase
BERNALES, Enrique. «La
Constitución del 33 y la organización constitucional del Estado peruano». En Revista
Universidad Católica N° 3. Lima, mayo de 1978. |
233 |
PEASE GARCÍA, Henry. El ocaso
del poder oligárquico. Lima, DESCO, 1978. |
234 |
BOURRICAUD, Francisco. Poder y
sociedad en el Perú contemporáneo. Buenos Aires, Editorial Sur, 1967. |
235 |
CUEVA,
op. cit., p. 130. |
|