
PARTE II
EL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO Y LA OLIGARQUÍA PERUANA
EN EL SIGLO XX
CAPITULO II
PERÚ SIGLO XX. EN BÚSQUEDA DEL ESTADO-NACIÓN
Y EL FUTURO NO-DEPENDIENTE
La década de los 60
Las luchas sociales de los 50-60 constituyeron el marco básico del surgimiento de nuevas
fuerzas políticas que de alguna forma vienen a llenar el espacio dejado por el Partido
Aprista que procesaba un paulatino cambio de programa y de representación política. El
Partido Aprista, hoy se puede afirmar, negoció su legalidad y su cercanía al poder260
con el gobierno de Prado (1956-62) a cambio de su sometimiento definitivo al statu quo. El
poder político absorbió al partido aprista con su participación en la
convivencia política de los líderes del Partido. Esta situación generó
contradicciones y problemas al interior del APRA produciéndose esci- siones en sus
niveles intermedios y de base. Las banderas del antiimperialismo, de defensa de las
riquezas nacionales, de la lucha contra el gamonalismo son reformuladas o dejadas de lado
por el partido aprista. Son nuevas fuerzas políticas las que se encargan de retomarlas.
Surgen así, Acción Popular, la Democracia Cristiana y el Social Progresismo como
expresión política de sectores de pequeña y mediana burguesía, intelectuales y otras
capas medias.
Es necesario señalar que ni Acción Popular ni la Democracia Cristiana constituyeron
expresiones orgánicas de la burguesía. Fueron más bien partidos policlasistas liderados
por la pequeña burguesía.261 Con mayor o menor coherencia y consecuencia
estas fuerzas retomaron, cada una desde su propia perspectiva, el problema del desarrollo
nacional dándole un contenido esencialmente antioligárquico e industrialista que si bien
recogieron demandas concretas de las clases populares básicas campesinado y clase
obrera e diferencian de su proyecto político.
La lucha antiimperialista (para quitarle banderas a los partidos de izquierda)
se circunscribió a algunas empresas símbolo la Internacional Petroleum
Company y los planteamientos sobre Reforma Agraria adquieren características
particulares en cada caso, mucho más mediatizada en Acción Popular pero más
radical en el social-progresismo. Los sectores populares, en tanto fuerzas
sociales, se hicieron presentes en la escena irrumpiendo contra las instituciones del
Estado oligárquico. La envoltura jurídico-política no pudo contener ni absorber las
contradicciones que se generaban en la sociedad. Las antiguas facciones dominantes se
mostraron incapaces de lograr un consenso mínimo para mantenerse en el gobierno. Sus
propuestas carecían de legitimidad262 aún en el propio campo dominante.
En 1962 el gobernante Manuel Prado convocó a elecciones generales. Las Fuerzas Armadas no
habían amainado en sus recelos políticos contra el APRA, en tanto que lo consideraba un
partido internacionalista y radical por su lenguaje de los años 30. Este recelo continuó
incluso cuando al término del gobierno de Prado este partido había convivido con la
oligarquía como aliado, según expresión de su fundador y líder, como táctica para
llegar al poder y aplicar su programa político de gobierno. Realizadas las elecciones el
APRA había postulado a su fundador y jefe Víctor Raúl Haya de la Torre, todo indicaba
que era el partido que había ganado las elecciones; pero aquello las Fuerzas Armadas no
lo podían tolerar y dan un golpe de Estado. No están dispuestos, no están preparados
institucionalmente para ser ya no el guardián de la clase dirigente, sino para aplicar un
programa político que resolviera los grandes problemas irresueltos de la
sociedad peruana, principalmente el problema agrario.
Esta Junta de Gobierno de 1962-63 llevó a cabo una reforma agraria en la
Convención, bajo el comando del General Enrique Gallegos. En 1963, en un artículo
titulado Un combate en la guerra contrarrevolucionaria,263 este
general describió el triunfo que había tenido sobre Hugo Blanco, líder campesino,
gracias a una combinación de represión contra los líderes y de distribución de las
tierras entre los campesinos, juntamente con la apertura de carreteras, postas médicas,
escuelas, es decir, la acción cívico-militar.264
En la década del 50-60 se había fundado el CAEM (Centro de Altos Estudios Militares),
para su fundador, el general Marín, estaba claro que los mandos militares debían conocer
la teoría del poder (ciencia política) y muchas disciplinas que los capacitase de modo
institucional para el poder en términos weberianos. Durante este período los altos jefes
militares habían viajado a los Estados Unidos, Panamá, Francia para seguir altos
estudios de guerra, regular e irregular, en las Escuelas de Comando. Estos estudios los
hicieron para estar preparados en caso de una eventualidad semejante a las que enfrentaba
el ejército americano en Corea, y posteriormente en Vietnam, o las que habían librado
los franceses en Vietnam y en Argelia. Este nuevo ejército, como no estaba,
todavía, preparado para asumir el poder institucionalmente, convocó a elecciones
generales para el año siguiente, en 1963. No obstante, siguió preparándose.
Fernando Belaúnde, líder y fundador del Partido Acción Popular, fue el candidato de la
alianza AP-DC que triunfa en las elecciones de 1963. Accedió al poder en tanto no
constituía ningún peligro para la vigencia de la sociedad occidental y cristiana de las
cuales Perú era un heredero del cristianismo,265 además en dicha alianza
había un sector cristiano partidarizado en la Democracia Cristiana (DC). Se trataba de
una alianza que representaba a un sector de clase de la pequeña burguesía acomodada,
culta. Su programa de gobierno contenía reformas claves para una transformación
necesaria para el país con el fin de aliviar la crisis estructural del país. En el
contexto socio-político señalado la victoria electoral de la alianza reformista no fue
sino la expresión de la crisis por la que atravesaba la dominación oligárquica.
El proyecto de la alianza AP-DC fue el nuevo intento desde arriba que buscaba
dar respuesta, desde su propia perspectiva, a los problemas pendientes en la sociedad
peruana. En el período de Fernando Belaúnde se desarrollaron múltiples contradicciones.
En el campo de las fuerzas antioligárquicas se diferenciaron claramente caminos y
perspectivas, desde las más tibias, reformistas hasta las más populares y las más
radicales. El movimiento campesino irrumpió con fuerza con grandes
movilizaciones, con tomas de tierras, paros por habérsele incumplido la promesa de una
reforma agraria, siendo un actor central en los acontecimientos sin contar; sin embargo,
con expresión política propia. Nuevos grupos políticos de la izquierda marxista
intentan dar respuesta a la situación por la vía de la lucha armada.
Al interior de la alianza política en el gobierno se producen igualmente diferenciaciones
importantes. Las fracciones del Estado oligárquico refuerzan sus alianzas y el antiguo
partido antio-ligárquico y antiimperialista (APRA) deviene soporte básico de la
oposición a la alianza reformista. La alianza APRA-Uno es la muestra más patética de la
revolución política del partido aprista. A esta alianza es la que los politicólogos y
sociólogos del Perú llamaron superconvivencia. El fracaso del intento reformista de la
alianza AP-DC,266 mostró la incapacidad de la pequeña burguesía para dar
respuesta, desde su propia perspectiva, a los problemas centrales que planteaba la
dinámica de la sociedad peruana. Históricamente se rompen sus relaciones con el
movimiento popular, en el cual se apoyaron267 inicialmente; se ven obligados a
redefinir su proyecto político. El viraje de Fernando Belaúnde de los primeros 100 días
de gobierno, al Belaúnde del Acta de Talara (1968),268 es una expresión clara
de este desencanto como representante político de los sectores que emergen a sustituir a
las fracciones oligárquicas en el ejercicio de la dominación política. La crisis
política que vive el país entre 1967 y 1968 es más que la crisis de un gobierno o de un
régimen, es la crisis del Estado, de sus instituciones políticas y de una clase.269
El desarrollo social y, en particular, el desarrollo de las fuerzas sociales
antioligárqicas entraron en abierta contradicción con la estructura
política, la que se torna absolutamente incapaz de contener y dar curso a las nuevas
tendencias de la sociedad peruana. Las representaciones políticas de las clases
dominantes no encuentran una salida que suponga niveles de estabilidad política y de
solución a los problemas planteados. Los diversos sectores de las clases dominantes no
consiguen, a tiempo, lograr un consenso para una salida política.
Las nuevas tendencias, que se expresan en la crisis política, atraviesan los aparatos de
Estado y se manifiestan también al interior mismo de las FF. AA., la base fundamental de
sustento del Estado. Nuevas corrientes sociales y políticas se desarrollan así al
interior del ejército, que de guardián de la oligarquía se transforma en el
actor central de un proceso de reformas que terminan por liquidar las bases
sociales y políticas de las fracciones oligárquicas270 que en buena medida
impedían la modernización de la economía. La incapacidad de los partidos de la
burguesía industrialista para hacer frente a las tareas de transformación social y
democratización política, la ausencia de una alternativa política nacional-popular en
la coyuntura, y los cambios producidos al interior de las FF. AA. y del Ejército en
particular, van a ser los factores centrales que explicarán los acontecimientos
posteriores. Las principales banderas antioligárquicas fueron asumidas por sectores del
Ejército iniciándose un proceso cuya significación se resume en El Ocaso del
Poder Oligárquico.271 Este proceso redefinirá el cuadro social y
político del país.
260
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Quien hace política aspira
al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines (idealista o egoístas)
o al poder por el poder para gozar del sentimiento del prestigio que él
confiere, ésta es la forma en que Max Weber entiende el poder, en op. cit., p. 84.
Los marxistas entienden poder como expresión de clase dominante, que controla, dirige y
que necesita de la institución Estado para ejercer ese poder de dominación de una clase
sobre otra. Este poder será de una naturaleza en un Estado-Nación determinado; y,
distinto cuando ese poder es imperial cuando el poder de dominación va más allá de las
fronteras. La naturaleza del poder hegemonía y dominación de una clase al
expandirse imperialmente lo hará en alianza dominio con otras de
los Estados coloniales, semicoloniales o neocoloniales. |
261 |
En los 90 han sufrido una
mutación, son ahora defensores del neoliberalismo. |
262
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En términos weberianos será
legitimidad basada en la legalidad, en la creencia en la validez de
preceptos legales y en la competencia objetiva fundada sobre normas
racionalmente creadas, es decir, en la orientación hacia la obediencia a las obligaciones
legalmente establecidas; una dominación como la que ejerce el moderno servidor del
Estado y todos aquellos titulares del poder que se asemejan a él. WEBER, op.
cit., p. 85. |
263
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GALLEGOS, Enrique. Un
combate en la guerra contrarrevolucionaria. Revista de la Escuela Superior de
Guerra. Volumen X, julio-setiembre, pp. 7-26, Lima, 1973. Citado por Julio Cotler, ibíd. |
264 |
COTLER, op. cit., p. 330. |
265
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Un pariente del Presidente
Belaunde había dicho: La tragedia de la humanidad ha consistido en que cuando se
iban integrando al calor de la concepción cristiana de la vida los elementos: familia,
comuna, gremio, provincia y despuntaba el reino como esbozo de los estados nacionales, se
rompió la unidad religiosa y en esta crisis, nacieron los estados nacionales sin el
ambiente y el orden que suponía la idea de Cristianidad. BELAÚNDE, Víctor
Andrés. La fundación del Estado según la doctrina de la Iglesia. En Revista
de la Universidad Católica. Tomo IX, Lima, números 8-9, noviembre-diciembre, pp.
438-457, 1941. Citado por Julio Cotler, op. cit., p. 311. ¡Asombroso, que en pleno s. XX,
se soñara con el Estado Feudal, ya caduco en Europa y en América del Norte desde los
siglos XVIII y XIX! |
266
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Expresado fundamentalmente en la
no realización de medidas anunciadas como la Reforma Agraria, la nacionalización de la
International Petrolium Comp. (IPCo), el impulso a la industrialización, entre otras. |
267
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El populismo con el objeto de
frenar el movimiento popular que reclamaba mejoras en los salarios y otras
reivindicaciones. Las masas los va a aglutinar en un programa populista usando el
colectivismo ancestral de los sectores quechuas y aymaras, principalmente, basado en el
trabajo colectivo, se les incorpora en la construcción de obras de infraestructura vial
pequeñas, construcción de escuela, campos deportivos, obras comunales, etc. Cuando el
programa se agota hace crisis el modelo populista el cual es esencialmente auspiciado por
el gobierno americano mediante el Programa de la Alianza para el Progreso. |
268
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Una seudonacionalización de la
IPC o norteamericana, con lo que se pretendía engañar a la población del Perú. |
269 |
Véase PEASE GARCÍA, El ocaso
del... |
270
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Sobre los cambios al interior de
las FF. AA., ver VILLANUEVA, Víctor. El militarismo en... Además, del mismo autor ver El
CAEM y la revolución de las Fuerzas Armada. Lima, Instituto de Estudios Peruanos (IEP),
1972. |
271 |
PEASE GARCÍA, ob. cit. |
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