
PARTE II
EL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO Y LA OLIGARQUÍA PERUANA
EN EL SIGLO XX
CAPITULO II
PERÚ SIGLO XX. EN BÚSQUEDA DEL ESTADO-NACIÓN
Y EL FUTURO NO-DEPENDIENTE
Crisis y restauración de la
oligarquía
La coyuntura creada con la crisis de los años 30 abrió una serie de posibilidades que en
diversos países de América Latina significó el tránsito de la forma de dominación
oligárquica a nuevas formas de dominación más depuradamente burguesas bajo diversas
modalidades. El triunfo de las fuerzas reaccionarias en la coyuntura 30-33 definió el
inicio de un período que restauró y consolidó la dominación oligárquica y el orden
tradicional mediante el ejercicio de la violencia institucional y el aplastamiento de toda
alternativa democrática. Se asentó y consolidó el modelo exportador bajo el dominio del
capital extranjero lo cual limitó el desarrollo del mercado interno y la actividad
industrial. Se perpetuó la dominación oligárquica sobre la base de la sobreexplotación
del trabajo asalariado y la explotación de la gran masa campesina bajo formas de tipo
servil.
El modelo económico implementado por las fuerzas componentes del bloque en el poder
impidió, orgánicamente, generar un proyecto democrático o liberal en lo político,
configurando un sistema de dominación basado exclusivamente en la fuerza, en la violencia
y con muy reducidos márgenes de consenso. Las clases dominantes fueron incapaces de
constituirse en partidos políticos sólidos con programa y existencia permanente236
y se expresaron, fundamentalmente, a través de las instituciones armadas y los gremios de
propietarios.237 La función ideológica la asumían directamente los diarios
de circulación nacional, en manos de prominentes representantes. Incapaces de organizarse
políticamente en forma estable, las clases dominantes peruanas se encontraban
inhabi-litadas para incorporar detrás de ellas a las masas populares para que entren en
la vida política y promover así el desarrollo nacional. Los sectores mayoritarios de la
población fueron permanentemente excluidos de toda forma de participación política. Los
regímenes políticos que se inauguraron en este período, al margen de su procedencia
golpe de estado o elecciones se caracterizarán, en lo fundamental, por su
naturaleza autoritaria y represiva. El ejército se convertirá en el pilar central de la
defensa del orden oligárquico, en el gran elector, y en el elemento central
de la vida política del país, incluso más allá de la sobrevivencia del orden
oligárquico.238
El movimiento popular derrotado debió recorrer varios años para recuperarse en tanto
fuerza política, pues la protesta y las movilizaciones sociales parciales estuvieron
presentes, en mayor o menor medida, en todo el período. El aprismo, convertido en la
principal fuerza política nacional y antioligárquica, quedó imposibilitado de acceder
al poder por la vía legal, lo que radicalizó al movimiento, fortaleciéndolo
orgánicamente por la mística que desarrolló la persecución y la clandestinidad. El
carácter restaurador y reaccionario de la respuesta política a la coyuntura 30-33 se
expresará en el terreno ideológico y en el terreno institucional. Los sectores
civilistas abandonarán su posición liberal para convergir con sectores del
sanchecerrismo en posiciones claramente adictas al corporativismo y al fascismo imperante
en algunos países europeos. Éstos serán los intelectuales y dirigentes que conformarán
los equipos fundamentales de gobierno durante el régimen del general Benavides. Este
personaje accede al poder luego del asesinato del presidente Luis Sánchez Cerro en 1933.
Lo elige una Asamblea Constitucional depurada; los representantes al Parlamento del APRA
estaban perseguidos o desterrados. El aparato estatal se adecuó, por las exigencias de
mayor represión, en función de dichas orientaciones ideológicas sin conformar un
régimen de claro corte fascista dada la diferencia de las condiciones del país, en ese
momento, con las imperantes en Italia o en España. El Estado oligárquico modificará sus
formas concretas de ejercicio de dominación política en función de la presencia de las
nuevas fuerza que amenazaban su estabilidad. La violencia institucional y la coerción
física asumen un nuevo carácter más sistemático y formalizado en el ejercicio del
poder.
Durante el Gobierno de Benavides, se contrató una misión de la Policía de Mussolini
para la instrucción de la Guardia Civil y los cuerpos de seguridad. Se creó, igualmente,
un batallón de asalto, especializado en la represión de manifestaciones populares y se
institucionalizó un cuerpo de investigación policial para desbaratar los movimientos de
protesta popular.239 El ejercicio de la violencia, siendo fundamental, no fue
el único mecanismo al que recurrieron las clases dominantes para mantenerse en el poder.
La necesidad de conseguir un mínimo de aceptación llevó a la utilización de otras
modalidades complementarias al ejercicio de la represión. Recurren, entonces, a la
cooptación por medio del aparato estatal o a ganar influencia en los sectores
más atrasados de las masas mediante la ampliación de algunos servicios del Estado que
cubrían ciertas exigencias inmediatas. Se creó el Seguro Social Obrero con carácter
obligatorio y el Ministerio de Salud Pública, Trabajo y Previsión Social, en el cual
funcionó una Dirección de Trabajo encargada de la regulación de los conflictos
laborales y del reconocimiento legal de los sindicatos.240 La reactivación de
las actividades de exportación permitió a Benavides hacer otras concesiones frente a las
exigencias de los sectores populares, como la legislación sobre las horas extras de
trabajo, de los contratos y las enfermedades en el servicio. Estas medidas estaban
destinadas a neutralizar la combatividad y la protesta de los sectores obreros y a impedir
su organización. En estas condiciones las situaciones de crisis determinan,
necesariamente, el surgimiento de las contradicciones al interior del bloque dominante.
Esta situación se produjo al término del período de Benavides debido a la
confrontación electoral. En 1936, frente a la crisis de las representaciones políticas
de las facciones dominantes, resulta triunfador en las elecciones Luis A. Eguiguren, del
Frente Democrático. Este frente agrupó a un conjunto de fuerzas democráticas; además,
recibió el apoyo aprista. El general Benavides anuló las elecciones y se autoproclamó
presidente por tres años más. El ejército dirime las pugnas al interior de las clases
dominantes y sale en defensa del orden oligárquico. Quedó así evidente dice
Julio Cotler el papel de las Fuerzas Armadas como garantes del orden en vista de las
fisuras políticas de la clase dominante derivadas de su heterogeneidad originadas en el
desarrollo desigual y dependiente del capitalismo en el Perú.241 Garante
del orden oligárquico y protector de los intereses imperialistas, el régimen de
Benavides no se caracterizó, sin embargo, por tener relaciones muy amistosas con el
gobierno norteamericano en función de sus simpatías hacia los regímenes fascistas de
Italia y España.
En las elecciones de 1939 resultó electo Manuel Prado, representante de sectores más
modernizantes y liberales de las clases dominantes. Su elección determinó algunos
cambios en el plano interno e internacional que no llegaron a cuestionar el ordenamiento
social y político imperante. En el contexto de la Segunda Guerra Mundial la política
peruana estaba claramente influenciada por la situación de enfrentamiento entre los dos
grandes bloques que pugnaban en la contienda: Los Aliados y El
Eje. El régimen de Prado, claramente identificado con los aliados, desarrolla una
política de mayor subordinación al gobierno norteamericano, tanto en el plano económico
como en el político. La represión al movimiento popular disminuyó y se otorgaron
ciertos márgenes de actuación a las fuerzas democráticas y populares en el terreno
sindical y político.
Por su parte el Partido Comunista y el APRA rebajaron su beligerancia otorgando incluso un
tácito respaldo al régimen, en tanto se encuentra enfrentado al fascismo. En el período
gubernamental de Manuel Prado se incrementó la actividad industrial en íntima relación
con el capital monopólico estadounidense y el sector exportador. Se instalan empresas
como la Goodyear y otras industrias intermedias de fertilizantes e insecticidas en
función del desarrollo del sector agroexportador.242 La relación estrecha
entre este último sector y el sector industrial se demostró debido a que de 1941 a 1943
Luis Miranda de la Grace fuera, al mismo tiempo, vicepresidente de la Sociedad Nacional de
Industrias y Presidente de la Sociedad Nacional Agraria.243 Este proceso de
penetración del capital norteamericano, mediante la generación de industrias cuya
producción estaba orientada a la exportación, va a sentar las bases para el nacimiento
de una sociedad capitalista dependiente que va encontrar resistencia en lo político por
los sectores tradicionales, oligárquicos, cuya riqueza estaba vinculada más con la
tierra que con la industria. Esto produjo confrontaciones o contradicciones inevitables;
la oligarquía se resistía al cambio, pues tenía miedo de perder sus privilegios,
principalmente el referido al poder político el cual habían usufructuado desde la
colonia con cambios no fundamentales, sino cosméticos. El capitalismo y, principalmente,
el imperialismo norteamericano tendrá que entender esto pues son sus aliados
naturales y evitar de ese modo un rompimiento traumático en las estructuras de
poder. Al mismo tiempo la creciente movilización popular y de sectores medios en contra
de la dominación oligárquica, la derrota del fascismo y el ascenso de las democracias
liberales en el plano internacional obligaron a las clases dominantes peruanas a ceder
temporalmente el gobierno ante el resurgimiento y empuje de las fuerzas democráticas.
Con el triunfo electoral del Frente Democrático Nacional (1945), que llevó a José Luis
Bustamante y Rivero a la Presidencia de la República, se inaugura un período
democrático de tres años que significó un clima de libertad hasta entonces desconocido
en la vida política del país. Convergen en el apoyo a Bustamante el Partido Aprista, el
Partido Comunista, el Partido Descentralista, el Partido Socialista y otras fuerzas
menores. Los dos primeros, en situación de ilegalidad, se presentaron a las elecciones
con otros nombres: Partido del Pueblo y Vanguardia Socialista, respectivamente.
El gobierno de Bustamante y Rivero intentó producir algunos cambios en el país
utilizando los mecanismos institucionales. Las principales fuerzas que apoyaron a
Bustamante coincidieron en priorizar la estabilidad de la democracia parlamentaria por
sobre los propios cambios que pudieran producirse. El Partido Aprista subordinó sus
antiguos planteamientos a cambio de conseguir la legalidad y, con ella, la posibilidad de
llevar a su jefe Víctor Raúl Haya de la Torre, a la Presidencia de la República. Pero
las demandas-exigencias del movimiento popular, que tras varios años resurgió con
fuerza, van a afectar las bases mismas de sustentación del orden oligárquico. La lucha
popular termina desbordando la capacidad de dirección y genera contradicciones al
interior del monolítico partido aprista.244 La contradicción existente entre
la dirección objetiva del movimiento de masas que se extiende esta vez hacia
sectores del agro peruano y la orientación de sus principales dirigentes crean
situaciones de impases políticos para el movimiento popular. A decir de Cotler:
Pero estas exigencias populares, al atacar las bases mismas del poder de los
propietarios nativos y de los enclaves, creaban una situación imposible de resolver
políticamente, tal como los ulteriores acontecimientos se encargaron de demostrar. Así,
una vez más, se destacó el conflicto entre el carácter liberal de la dirección del
partido y las tendencias revolucionarias de la masa aprista, que anhelaba sacudirse de una
vez por todas de la dominación oligárquico-imperialista.245
El auge de las luchas del movimiento popular, así como las medidas que intentó e inició
el gobierno de Bustamante control de cambios y proceso de democratización
básicamente provocaron la reacción de las fracciones oligárquicas que, sintiendo
amenazado el sistema de dominación política, inician las contraofen-sivas impidiendo el
funcionamiento del Poder Legislativo. Por primera vez las fuerzas democráticas se
expresan mediante el Poder Ejecutivo. En el parlamento, sin embargo, la
correlación de fuerzas es favorable a las fuerzas oligárquicas. Ello determinó un hecho
nuevo en las relaciones Ejecutivo-Legislativo: ambos poderes representan fuerzas sociales
contradictorias. Las fuerzas oligár-quicas utilizan el parlamento como trinchera para
obstruir y boicotear la acción del Ejecutivo; esto generó serios impases imposibles de
solucionar por la vía constitucional.
La crisis política trasciende las instituciones del Estado. El movimiento popular,
revitalizado, plantea un conjunto de demandas democráticas y de mejoramiento de sus
condiciones de vida. Las bases del Partido Aprista presionan a su dirigencia por el
cumplimiento de sus objetivos pragmáticos iniciales. Se desarrollan las contradicciones
al interior de las fuerzas democráticas y el Partido Aprista produce un segundo intento
insurreccional. Las fuerzas oligárquicas recurren nuevamente al ejército y a la
violencia institucional. Bustamante es derrocado por un golpe de Estado (1948) que lleva
al general Odría al gobierno. El ejército gran dirimente de los conflictos, sale
nuevamente en defensa de las fuerzas oligárquicas amenazadas. Otra vez, el ejercicio
sistemático de la violencia desarticula por varios años la capacidad de respuesta de las
fuerzas democráticas y el movimiento popular.
El período de Odría significó la readecuación del país a las exigencias del capital
norteamericano en función de las nuevas condiciones internacionales e internas. Se
alentó e impulsó la inversión extranjera y norteamericana, en particular, la misma que
alcanzó cifras antes desconocidas. Estas inversiones significaron un impulso al
desarrollo capitalista sin producir cambios fundamentales en sus modalidades
concretas de desarrollo. Aunque la actividad industrial se incrementó de manera
significativa, ésta estuvo estrechamente ligada a la exportación y a la penetración del
capital extranjero, desempeñando un papel fundamentalmente complementario y no
antagónico al modelo exportador. Este último se vio fuertemente fortalecido
por la política desarrollada por el gobierno de Odría.246 Algunos datos
pueden ilustrarnos lo que acabamos de decir. Así, de 1950 a 1960 la industria
manufacturera creció en el 62%; mientras la minería lo hizo en 172% y el sector
exportador, como un todo, tuvo en el mismo período un crecimiento acumulado de 337%.247
Todo ello fue posible por las enormes facilidades otorgadas por los nuevos
dispositivos legales a las inversiones extranjeras especialmente con relación a las
actividades de exportación.
En 1950 se promulgó el Código de Minería; en 1952, la Ley de Petróleo y en 1955 la Ley
de la Electricidad, todas ellas destinadas a facilitar y favorecer el ingreso del capital
extranjero en el país. El Código de Minería, entre otras concesiones, suprimió el
impuesto a la exportación, exoneró a las empresas concesionarias del pago de derechos
por la importación de equipos. Asimismo, exoneró al concesionario hasta con el 50% de
los impuestos a las utilidades, instituyendo la llamada Reserva por Agotamiento, y
poniendo de este modo la riqueza minera del país enteramente en manos de las empresas
extranjeras. En diciembre de 1951, de acuerdo con dicho Código, se firma el Contrato de
Marcona (explotación de cobre a tajo abierto en la mina más importante de ese mineral,
necesario para procesar material de guerra) en condiciones sumamente onerosas para el
país.248 La guerra de Corea estaba ad portas, se habían dado hostilidades en
Laos y Camboya. El cobre era necesario para una economía de guerra, así como para el
armamentismo como política para reactivar el aparato productivo en los Estados Unidos.
Las inversiones norteamericanas en minería, alentadas por las excelentes condiciones,
crecen vertiginosamente. Entre 1950 y 1965 las inversiones directas de los Estados Unidos
en minería se incrementaron en un 379%. El impulso a la minería para la exportación fue
acompañado por la diversificación de las inversiones de las empresas extranjeras y de la
burguesía exportadora hacia actividades industriales conexas. Al respecto, es interesante
observar la ampliación industrial de la Cerro de Pasco Corporation que incluía empresas
para la producción en el país de una serie de insumos tales como el alambre de cobre
(INDECO), billas (pequeñas bolas) de acero (MEPSA), explosivos (EXSA), entre otras.
Estos cambios en la estructura productiva determinaron un incremento de las relaciones de
intercambio acelerando el proceso de desintegración del mundo rural tradicional. Mientras
en 1940 el porcentaje que la Población Económicamente Activa (PEA) en la agricultura era
de 61% en 1961 este porcentaje disminuye a 49,8%. Por el contrario, el porcentaje de la
Población Económicamente Activa no agrícola, en los mismos años, aumenta del 36,6% al
64,1%. Asimismo se produjo un acelerado proceso de urbanización. Mientras en 1940 la
población urbana era el 26,9% de la población total, en 1961 este porcentaje aumenta al
40,1%.249 Este proceso de urbanización significó, fundamentalmente, una gran
concentración de población en Lima y en las grandes ciudades, fruto de las grandes
oleadas migratorias de la época. Según el censo de 1940 Lima tenía 645 172 habitantes,
en 1956 esta cifra se eleva a 1 200 000, en 16 años la población de la gran Lima se
había duplicado.250 En el marco de estas tendencias, durante el Ochenio de
Odría se desarrolló con fuerza el fenómeno de la formación de las barriadas, alentadas
por la política de obras públicas que imple-menta el gobierno. De 1950 a 1956 se forman
en Lima 56 barriadas que albergan a 108 988 habitantes. La población de Lima, calculada
basándose en el censo de 1940, era de 1 260 729 habitantes. Alrededor del 10% de la
población de Lima habitaba en ese entonces en las barriadas. En Arequipa este porcentaje
llegó a 13,45% y en Chimbote se elevó al 21,4%.251
La política de obras públicas, implementada por Odría, alentó estos procesos de
urbanización. Al mismo tiempo la bonanza económica, consecuencia del incremento de las
exportaciones, permitió la extensión del aparato estatal. A partir de la ampliación del
sector servicios, el Gobierno de Odría consigue satisfacer, en lo inmediato, algunas
demandas concretas de la población. Se llevan a cabo acciones de asistencia de salud y de
vivienda para los pobladores de las barriadas apoyando, además, su reconocimiento legal.
En 1951 se crea el Centro de Asistencia Social, encargado de estas acciones. Estas medidas
permiten al gobierno conseguir una base social de apoyo importante en estos sectores de la
po-blación; había inaugurado la política del clientelismo político paternalista de
manera institucionalizada. La recurrencia al asistencialismo y a una política de tipo
paternalista hacia los sectores marginales se combinó con la represión violenta y
sistemática a los sectores más avanzados y organizados del movimiento obrero y popular.252
Bajo el régimen de Odría se desarrolló la represión más generalizada y sistemática
que ha conocido el movimiento obrero y popular en ese período. El general Esparza
Zañartu era conocido como Director y luego como Ministro de Gobierno debido a los
arrestos y torturas de carácter político realizados bajo su dirección.253 No
es casualidad la combinación de la violencia represiva con las concesiones
económico-corporativas. Ambos métodos se presentaran como necesarios y complementarios
para mantener el dominio oligárquico y del capital extranjero, frente a un movimiento
obrero y popular que irrumpe contra él. Esta situación introduce modificaciones en la
organización misma del aparato estatal y sus instituciones. Cobran importancia aquellos
aparatos del Estado cuyas funciones estaban en relación con los llamados
servicios: Salud, Vivienda, Educación, Transporte. Esto implicó,
indudablemente, la ampliación de las funciones del Estado, así como de la burocracia a
su servicio, situación que por otra parte fue utilizada para la neutralización y
cooptación de sectores medios y de la pequeña burguesía.
Es de destacar, al respecto, la política educativa desarrollada por el régimen del
Ochenio. Por primera vez en la historia del país se llevó a cabo una planificación de
la enseñanza en todos los niveles, diseñando una organización de la educación en el
ámbito nacional que significó una importante ampliación del aparato escolar.254
Al mismo tiempo se ilegalizan e intervienen las organizaciones gremiales de los maestros;
se implementa una agresiva política de construcción de obras educativas y se mejora el
nivel de ingresos de los maestros. En el período de Odría se construyen, entre otras,
las siguientes obras educativas: 28 Grandes Unidades Escolares, 13 colegios Nacionales, 64
Escuelas Primarias, 65 Núcleos Escolares Campesinos, 3 Institutos Industriales.255
El control, la dominación política y las características que asume no son sólo
respuestas frente al creciente desarrollo del movimiento popular. El desarrollo del
capitalismo en el país produce igualmente, grados significativos de diferenciación en el
seno de las clases dominantes.
Los sectores de la burguesía industrial, aunque débiles en el período, plantean
demandas económicas que requieren alterar la política económica dominante y limitar los
excesos antidemo-cráticos. La naturaleza altamente represiva y la vez
concesiva del Estado, en el período, es una respuesta regresiva, de
contención y neutralización de las nuevas tendencias y los nuevos conflictos sociales,
que la estructura política fue incapaz de absorber por la vía democrático-liberal. De
allí que la violencia institucional haya sido un componente esencial de su propia
naturaleza. Conviene referirnos a lo expuesto por Weber respecto a la institucio-nalidad
del Estado, él dijo: El Estado, como todas las asociaciones políticas que
históricamente lo han precedido, es una relación de dominación de hombres sobre
hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima, es decir, de la que es vista
como tal. Para subsistir necesita, por tanto, que los dominados acaten la autoridad que
pretenden tener quienes en ese momento dominan.256
En consecuencia, lo que estaba haciendo la clase dominante respondía a la
legitimidad que ella consideraba tenía sobre la realidad llamada Perú. Este
período será de agudas contradic-ciones entre los sectores dominantes (burguesía
industrial-expor-tadora dependiente) y las clases explotadas por aquéllos. Así, a
finales del período oligárquico se producen cambios importantes en la sociedad peruana.
Las relaciones capitalistas se amplían orientándose progresivamente hacia el incremento
de la actividad industrial. Se extiende el intercambio comercial iniciándose un proceso
de desintegración del mundo rural tradicional que, junto con las movilizaciones
campesinas, debilitaron progresivamente el dominio sobre el campesinado. Asimismo se
generó, en este período, un proceso de migración considerable que amplía los canales
de comunicación entre las diversas regiones del país. La población de las ciudades de
la costa aumenta del 28% al 40% de la población total, entre 1940 y 1961. La población
de la sierra disminuye del 60 al 55%, entre los mismos años.257
Al creciente desarrollo urbano se añade un paulatino, pero significativo desplazamiento
de la mano de obra, de las actividades primarias hacia las
secundarias y terciarias. De 1940 a 1961, el porcentaje de la PEA
ocupada en la industria y el comercio crece de 11,5% al 13,5% en el primer caso y del 5,6
al 9,0% en el segundo; sin embargo, el incremento de la actividad industrial fue lento y
deformado en función de las características del desarrollo del capitalismo,
particularmente norteamericano, subordinado a la expansión del capital monopólico y a la
acumulación en los centros claves en el ámbito mundial. O sea, el desarrollo y el
crecimiento de una economía capitalista propia autóctona no constituía para
la clase dirigente en el poder su centro de preocupación. Como ha sido señalado, el
proceso de industrialización se encontraba íntimamente ligado a la exportación y
generalmente bajo control extranjero. La participación del capital norteamericano en la
industria manufacturera aumentó de 35 millones de dólares en 1960 a 92 millones en 1966.258
La libertad de cambio, las facilidades y posibilidades de inversión, así como el
orden interno que garantizara la paz laboral, fueron condiciones
por demás favorables para la expansión del capital monopólico en el país. Era la
lógica y la época de un liberalismo clásico en territorio peruano
(imperialista en el ámbito internacional), en un país semicolonial o neocolonial. El
imperialismo estaba todavía en franca expansión (en este período), no habían arropado
el mundo todavía (no ha concluido la guerra fría, no se ha producido el triunfo
del capitalismo sobre el comunismo), no ha aparecido el neoliberalismo o el
capitalismo salvaje, propio de la era de la globalización de la economía de mercado, que
es la de nuestros días. La industria creció totalmente ligada a los intereses y
dinámica de la acumulación imperialista de capital a escala mundial. Característica
básica del proceso de industrialización en el Perú fue que no solamente no se
transformó el aparato productivo exportador, sino que convivió con la gran propiedad
agraria terrateniente. Buscaron, en ese sentido, la ampliación del mercado interno.
Sinecio López señalará al respecto: La industria se desarrolla entonces más
sobre la base de la expansión del mercado interno. Ésta es la base material de la
relación entre agrarios e industriales y de la convivencia y de la
superconvivencia.259 El segundo gobierno de Prado (56-62) expresó el
reforzamiento de la facción financiera, nativa, ligada al capital financiero-monopólico
internacional; fue el período de la actividad industrial en ascenso, y el progresivo
debilitamiento de los terratenientes serranos.
236
|
Los partidos se improvisaban en
los períodos preelectorales, generalmente en torno a caudillos y desaparecían tan pronto
pasaba la confrontación electoral. |
237
|
Sobre el rol de las asociaciones
gremiales de propietarios en este período, véase, especialmente, a CARAVEDO, Baltazar.
Crecimiento industrial y conflictos interburgueses. Lima, Departamento de CC. SS. PUC,
mimeo, 1975. |
238
|
A partir de entonces se dirá, en
el ámbito política, que las Fuerzas Armadas (sinónimo del Ejército) son pilares
fundamentales de la sociedad democrática. |
239 |
VILLANUEVA, El militarismo en...,
p. 85 ss. |
240
|
Sin embargo, no todas estas
disposiciones se aplicaron. Muy pocos sindicatos fueron reconocidos. Para una amplia
información ver SULMONT, op. cit. |
241 |
COTLER, op. cit., p. 251. |
242
|
FERNER, Anthony. La evolución de
la burguesía industrial en el Perú: intereses y fracciones. Lima, Programa Académico de
Estudios Generales PUC, mimeo, 1977 |
243 |
CARAVEDO, op. cit. |
244
|
Véase al respecto VILLANUEVA,
Víctor. El APRA en busca de poder. Lima, Editorial Horizonte, 1975. Además, del mismo
autor ver La sublevación Aprista de 1948. Lima, Editorial Milla Batres, 1973. |
245 |
COTLER, op. cit., p. 263. |
246
|
Recuérdese que el Gobierno de
Odría cede antes las exigencias de la Sociedad Nacional Agraria la liberalización del
comercio y la abolición del control de precios establecido por el Gobierno de Bustamante. |
247 |
CARAVEDO, op. cit. |
248
|
Sobre el contrato Marcona y el
Código de Minería consultar GARCÍA SAYÁN, Diego. El caso Marcona. Análisis
histórico-jurídico de los contratos. Lima, DESCO, 1975. |
249
|
ONEC. Contribución al
estudio de la concentración urbana en el Perú. En Boletín de Análisis
Demográfico. Lima, editado por la ONEC, 1979. |
250 |
MATOS MAR, José. Las barriadas
en Lima: 1957. Lima, Instituto de Estudios Peruanos (IEP), p. 23, 1978. |
251 |
MATOS MAR, ob. cit., p.
30. |
252
|
Ésta será una modalidad que se
practicará hasta los últimos días del Gobierno de Fujimori (noviembre del 2000). Al
decir de su asesor procesado por delito de narcotráfico, lavado de dinero, soborno,
etc. esta población será una clientela política cautiva que garantizaba la
victoria en cualquier proceso eleccionario posterior (vídeo de soborno a un parlamentario
electo en el 2000 que ha producido la crisis para que Fujimori convoque a elecciones el
año del 2001). |
253
|
En Estados Unidos se había
iniciado la política de la Guerra Fría. Al interior de esa sociedad fue la lucha sin
cuartel contra los comunistas y sus ideas, véase McCARTHY, Joseph. Americas Retreat
from Victory. Nueva York, Devin-Adaid, 1951. Además, LIPSET, S. M. y E. Raab. La
política de la sin razón. México, Fondo de Cultura Económica, 1981. |
254
|
Ver MENDOZA, Juan. Nuevo
potencial para la educación peruana. Lima, Imprenta del Colegio Militar Leoncio Prado,
1956. |
255
|
PEZO, César; Eduardo Ballón y
Luis Peirano. El Magisterio y sus luchas 1885-1978. Lima, DESCO, pp. 26-29, 1978. |
256
|
WEBER, Max. El político y el
científico. 15.a reimpresión, Madrid, Alianza Editorial, colección libro de bolsillo,
pp. 84-85, 1997. |
257 |
MONGE, Carlos. Distribución
vertical de la población. Lima, Centro de Estudios y Desarrollo, 1969. |
258
|
ESPINOZA, Humberto y J. Osorio.
El poder económico y la industria. Lima, Universidad Nacional Federico Villarreal, p. 91,
1972. |
259
|
LÓPEZ, Sinesio. De la
sociedad andina al campesinado pobre actual. Situación y derechos políticos del
analfabeto en el Perú. En Situación y derechos políticos del analfabeto en el
Perú. Seminario sobre la situación y derechos del analfabeto en el Perú (se llevó a
cabo del 13-16 de noviembre de 1978, Lima). Lima-Perú, p. 54, 1978. |
|