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CAPÍTULO III
MORO Y LA POÉTICA DE LA OTRA
MARGEN
En la tarea de tratar de acceder a la
poética de Moro, entendida como arte poética, y de desentrañar las constantes de su
obra, estudiaremos el poema titulado Renommée de lamour, la plaquette
Couleur de bas-rêves, tête de nègre y el libro Ces Poèmes, todos pertenecientes a su
período de militancia surrealista plena.
Renommée de lamour
apareció por primera vez en mayo de 1933 en el N° 5 de la revista Le Surréalisme au
service de la Révolution.
Trabajamos con la versión francesa y la traducción que de él hiciera Álvaro Mutis,
aparecida en el N° 9 de la revista Amaru, en marzo de 196930.
Es importante señalar, sin embargo, que existe más de una versión con este nombre. En
el N° 3 de la revista Escandalar se da a conocer otro poema, esta vez en castellano,
titulado Renombre del amor (Moro, 1980: 60-62).
La fecha que figura al pie del poema es
20 de agosto de 1933, fecha posterior a la del que salió publicado en la revista
surrealista, lo que hace suponer que se trataría de otro poema. Esta hipótesis se vería
corroborada tanto por las diferencias de construcción se trata de un poema en
prosa como por el hecho de que no figure traductor y se presente, por lo tanto, como
una versión originalmente escrita en castellano.
Existe una tercera versión intitulada de
la misma manera, poema inédito, fotografiado y presentado en forma facsímil en el libro
Ces poèmes, este sí, como una versión preliminar del que salió publicado en Le
Surréalisme au service de la Révolution.
¿Por qué la repetición de tal título?
El análisis textual de Renommée de lamour y su relación intertextual
con las otras dos versiones así como con los poemas de ese período poético, nos puede
dar, quizás, la clave de la búsqueda estética de Moro.
A nivel paratextual, Renommée de lamour está dedicado A André
Breton y Paul Eluard. Ces poèmes, conjunto de poemas publicado en 1987, está
también dedicado a ambos poetas. Tal parece que para Moro parte del proceso de renombrar
el amor implicaba convertirse en un iniciado y ser aceptado por los padres del
surrealismo.
Ces poèmes et leur ombre
conséquente
et leur lumière conséquente sont dédiés
à André Breton
à Paul Eluard
avec l´admiration sans fin de
CÉSAR MORO (CP. Dedicatoria general del libro)31.
Aparte de la dedicatoria del conjunto de
Ces poèmes, Moro dedica un poema de homenaje a cada uno de ellos (CP, pp. 53-59) y, por
si el mensaje no hubiera quedado claro, encabeza el poema Où le sang se manifeste
mon désir32 con la siguiente dedicatoria: De tout temps à André Breton et
à Paul Eluard (CP, pp. 62-63)33 .
El único otro poema dedicado en este
poemario es el último de la serie, À loccassion du nouvel an y lo
ofrece simplemente À mes amis34 (CP, pp. 67-69), en lo que constituye un
verdadero grito de ira, un acto de inmolación y una reflexión sobre su contacto
revolucionador con esta nueva perspectiva y lo que ésta significa en tanto ruptura total
con el mundo y sus viejos valores.
Un jour jai entendu un cri:
A bas le travail. Ce jour-là je travaillais déjà depuis laube à
briser mes poignets à grands coups de marteau... (CP, p. 67)35.
Il fallait détruire labominable amour qui nous mène encore, il faudrait tout
détruire jusquaux cendres, jusquà lombre, pour ne plus recommencer,
pour faire disparaìtre cette honte que signifie exister ne fût-ce qu-un
instant (CP, p. 67)36.
¿Cuál es la ofrenda clave que hace Moro
a los padres del surrealismo?
En un primer nivel de análisis se perciben dos esquemas articuladores que corresponden a
diferentes planos de pertinencia. El primero sería la dedicatoria, que a nivel
paratextual consiste en un acto en el circuito de comunicación social e implica la
búsqueda de una determinada recepción. El segundo radicaría en el renombre del amor,
metáfora a través de la cual se expresa el proceso de construcción de la poesía y el
arte poética de Moro.
El renombrar a la poesía es un acto de
lenguaje y de escritura, pero también un acto ritual de iniciación. Se trata de un
período transicional y liminal de redefinición cuya característica principal se da en
la condición de ambigüedad, paradoja y confusión de todas las categorías habituales.
El estudio de las redes y las asociaciones de redes de simbolización en la obra de Moro
nos permitirán revelar, tras la aparente arbitrariedad y desafío de toda forma lógica,
por qué el acto de escribir constituye un acto ritual de iniciación y la esencia
revolucionaria de su concepción poética.
La ofrenda es un elemento constitutivo esencial de la función ritual, pero ¿qué es un
ritual y por qué Moro redefine así al amor y a la poesía?
Para llegar a una definición de los
términos rito y ritual es necesaria una perspectiva interdisciplinaria. El sentido y la
problemática específica sólo surgirán al mostrar las relaciones entre las nociones que
surgen del campo de la etnología, la sociología, la psicología social y el
psicoanálisis.
Desde el punto de vista de la etnología y la sociología, los rituales designan un
conjunto de prácticas prescritas o prohibidas ligadas a creencias mágicas o religiosas,
a ceremonias basadas en la dicotomía entre lo sagrado y lo profano.
La psicología social pone el énfasis en la dimensión interaccional de una ritualidad en
relación con ciertos aspectos de lo vivido en la vida cotidiana, mientras el
psicoanálisis se interesa en sus formas y funciones privadas.
Los rituales cumplen tres grandes
funciones. En primer lugar, la función de dominio de lo inestable, de lo cambiante, y la
de reasegurarse contra la angustia. Muchas prácticas constituyen un medio de dominar
simbólicamente el espacio y el tiempo. Se trata, a veces, de sacralizar un lugar
privilegiado o, en otras, de sacralizar períodos o etapas de la naturaleza o la vida
(ritos estacionarios o ritos de pasaje).
Una segunda función es la de mediación con lo divino o con algunas fuerzas o valores
ocultos o ideales. Se trata de acceder a potencias que se nos escapan (divinidades,
espíritus benéficos o maléficos) mediante operaciones simbólicas. Tal es el sentido de
determinados gestos o signos como las oraciones y las fórmulas mágicas.
Finalmente, todo rito cumple una función
de comunicación y regulación mediante el testimonio y el refuerzo de los lazos sociales.
Toda comunidad o grupo que participa de un sentimiento de identidad colectiva necesita
mantener y afianzar las creencias y sentimientos que fundan esta unidad.
Las dedicatorias, en el caso de la obra de Moro, intentan franquear el umbral de acceso al
surrealismo y reafirmar su sentido de identidad e integración a dicho grupo. En cuanto
concepción poética, adherirse a este movimiento implica partir del sistema establecido
para separarse de él y pasar a una situación de limen o margen.
Se trata de un rito de pasaje que implica
una ruptura o separación con una poética anterior, al mismo tiempo que un rito de
iniciación y transmisión de una perspectiva poética nueva. Se rechaza la teoría y la
práctica de una ética y estética propia de los sistemas literarios dominantes para
adherir a los postulados estéticos marginales y la práctica escandalizadora del
surrealismo.
El antropólogo inglés Víctor Turner (Turner, 1973: 55) plantea que el aspecto
fundamental del estudio de los ritos de pasaje es la liminalidad durante la iniciación.
La liminalidad es también un rasgo fundamental en la poesía de Moro.
En la estructura de posiciones de nuestro
modelo básico de sociedad, el período de margen o liminalidad se presenta como una
situación interestructural. Los ritos constituyen transiciones entre estados. El ritual
es transformatorio, la ceremonia es consagratoria.
Los seres transicionales se encuentran al margen del margen, se encuentran
flotando sin relación a los puntos fijos del espacio-tiempo de la clasificación
estructural.
No son ni una cosa ni otra o pueden ser
ambas; no están aquí ni allá y hasta pueden no estar en ninguna parte. No son ni
hombres ni mujeres, pueden ser asexuales o ambisexuales o materia prima humana
indiferenciada.
Se trata de lo esencialmente no estructurado (que es a la vez desestructurado y
preestructurado), del ámbito de las puras posibilidades, en el que se pueden dar nuevas
configuraciones de ideas y relaciones.
El contacto con las deidades o fuerzas ocultas permite el acceso a lo ilimitado, lo
infinito, porque la comunicación de lo sagrado es el meollo de la temática liminal:
Es el conocimiento misterioso o
gnosis obtenido en el periodo liminal, el que se supone cambia la naturaleza
más íntima del neófito... No es la simple adquisición de conocimientos sino un cambio
en el ser. (Turner, 1973: 64).
La tarea del poeta es renombrar al amor y
a la poesía porque esta resemantización es el conocimiento misterioso que se obtiene en
el período liminal, gnosis que implica no sólo una adquisición de conocimientos, sino
un cambio ontológico:
Les symboles (rituels et mythiques) ne
sont pas seulement un ensemble de classifications cognitives pour ordonner leur univers
(ici celui de Ndembu), ils sont de façon tout aussi importante un jeu de formules
évocatoires pour susciter et maîtriser de puissants affects tels que la haine, la
crainte, lattachement et la douleur. Ils sont enfin animés dune
intentionalité et dun aspect volitif. Bref, cest la personne tout entière,
et pas seulement la pensée ndembu qui est impliquée existenciellement dans les questions
de vie et de mort propres aux rituels observés. (Turner, 1990: 100)37.
En el poema Renommé de
lamour publicado en París en 1933, el texto adquiere la forma de un poema que
se inicia con el verso Lamour dédicace à lamour (El amor
dedica al amor). Hay por lo tanto un desdoblamiento. Es el sujeto amor, el amante,
que da una ofrenda, se rinde un homenaje a sí mismo como objeto amado y en este proceso
se va definiendo y se construye como sujeto.
¿Cuál es entonces este relato, el amor como objeto narrado que construye o deconstruye
el viejo concepto del amor? ¿Cuál es el eje articulador, si lo hay, que configura un
sentido?
Renommé de lamour, Renombre del amor, tanto en francés
como en castellano nos presenta una doble acepción: renombre como idea de fama, de
prestigio y como la acción de volver a dar nombre a algo; en este caso se trata de la
fama y el prestigio del amor y de la acción fundacional de reestablecer su mismidad,
aquello que le es propio.
El nombre es lo propio, lo que proviene
del padre; el renombre viene de otro. Pero, ¿qué es lo propio y qué es lo ajeno en el
amor?
La primera noción con la que Moro redefine y renombra el amor es entonces la dedicatoria.
Pero ¿qué es una dedicatoria? Se trata de una rúbrica o gesto de rúbrica en un regalo
a través del cual el sujeto se ofrece metonímicamente como el regalo mismo (Barthes,
1977).
Un regalo implica deseo de algo que uno no tiene pero quiere poseer fervientemente. Para
lograr los favores del amado uno tiene que objetivarse en el regalo, tiene que verse
representado en él buscando como efecto perlocutivo la idea pienso en ti,
pero tiene que ser al mismo tiempo algo que le guste al otro y respete su propia
identidad.
El regalo en la actualidad se nos
presenta como un sustituto moderno de la ofrenda ritual hecha a los dioses, en la que el
oferente, para poder acceder a ellos, se ofrece simbólicamente en sacrificio, se inmola.
La ofrenda u oblación hecha a los
muertos, a los dioses o a los espíritus maléficos, es también la forma más simple de
sacrificio ritual. El sacrificio es electiva o simultáneamente un acto de piedad, de
adoración, de unión, de expiación y de propiciación, y existe en todas las culturas.
La noción de sacrificio implica la privación de algo que se considera precioso y la
destrucción de lo que se ofrece, en cualesquiera de las modalidades que esta destrucción
se pueda realizar: consumo, dispersión, combustión y, sobre todo, con la muerte del ser
que se sacrifica.
El sacrificio sería para lo profano un medio de comunicarse con lo sagrado por intermedio
de una víctima, es decir una cosa consagrada destruida en el curso de la ceremonia.
En la ofrenda importa que la víctima sea digna y cercana a la divinidad y que sucumba.
Debe ser así porque la ofrenda reemplaza al sacrificante y porque, en tanto objeto
consagrado, contiene en sí a la divinidad. Al estar el espíritu ligado al cuerpo está
todavía atado a las cosas profanas; la muerte va a permitir su liberación y su
consagración definitiva.
¿A quién se hace la ofrenda en el texto de Moro? Al amor. La ofrenda se convierte así
en un fetiche que busca incorporar el deseo del otro en el objeto mismo, deviniendo en
objeto ritualizado y simbólico que busca adaptarse perfectamente a este deseo.
¿Qué dedica el amor al amor en el poema de Moro?
Les jours sans pluie
Et comme il convient les beaux jours
Pour lamour et ses préférences (RA)38.
Los días sin lluvia son los días
quizás soleados, pero áridos y estériles, a los que se le suman por el uso de la
conjunción y los días bellos, que son los que corresponden para el amor y
sus preferencias.
Se opone la productividad del amor a la esterilidad y se enuncia, asociada a la noción de
belleza, la existencia de opciones y preferencias en el amor. Luego de esta breve
introducción, el poema se convierte en una reiteración de dedicatorias que se inicia con
el verso Au renom du plus vieil amour (verso traducido como Al prestigio
del más antiguo amor, pero que también podría querer decir Al renombre del
más viejo amor).
¿Cuál es el más antiguo amor? En El Banquete de Platón (Platón, 1983) el amor es
presentado por Fedro (basándose a su vez en Hesíodo) como el más antiguo dios, tal como
lo demuestra el hecho de que carezca de progenitores y que haya antecedido incluso a las
personas que pueblan el Cosmos.
A diferencia de Fedro, Sócrates considera que el amor es un daimon o genio que interpreta
y transmite a los dioses las cosas humanas y a los hombres las cosas divinas. El objeto
del amor es la belleza porque el amor carece de ella, y al no ser bello está también
falto de cosas buenas. No es mortal ni inmortal y no puede ser, por lo tanto, dios. Su
naturaleza contradictoria es producto de la unión de Poro (el recurso) y Penía (la
pobreza).
El amor es carencia, porque todo deseo de posesión es de lo que no se tiene. Se añora la
otra mitad, que de acuerdo al mito del andrógino (el ser descomunal partido en dos por
Zeus), explica la sensación de plenitud que da la unión amorosa y, por otro lado, la
polarización del amor hacia uno u otro sexo: mujer con mujer, si se partió una mujer
(tribades); hombre con hombre, si se partió un hombre (pederasta) y mujer con hombre, si
se partió un andrógino.
El amante desea poseer las cosas bellas para ser feliz porque los hombres aman el bien o,
lo que es lo mismo, el AMOR, categoría grande y engañosa que incluye en su seno lo que
se denomina amor, dándole muchas veces a la parte el nombre del todo. El objeto del amor
implica la posesión constante de lo bueno, la procreación en la belleza, tanto del alma
como del cuerpo. Pero, a su vez, este deseo no expresa sino un ansia de inmortalidad.
El amor no es tan sólo, entonces, amor
de la belleza, sino de la generación y el parto de la belleza, porque la generación es
eterna e inmortal. Se trata de la búsqueda de la inmortalidad, del deseo de perpetuarse
renovando con un ser nuevo algo, como la vida, que está en continuo cambio. Así lo
mortal participa de lo inmortal.
Pero lo que Diotina, la interlocutora de Sócrates, enfatiza no es la paternidad física
sino espiritual, aquella que lleva a las grandes creaciones del espíritu, tales como la
poesía, las instituciones y las leyes. Se establece así la correlación que existiría
entre el amor y el deseo de perpetuarse en la vida, tanto corporal como espiritualmente,
transmitiendo en el primer caso gérmenes vitales y, en el segundo, discursos capaces de
engendrar en las almas otros discursos semejantes a ellos.
Existirían dos tipos de amor, de acuerdo con la existencia de dos Afroditas: el amor de
Afrodita-Pandemo (hija de Zeus y de Dione) representaría el amor físico y vulgar, y el
amor de Afrodita-Urania (que no tuvo madre y es hija de Urano, el cielo) representaría el
amor espiritual y celeste.
El camino para acceder a la belleza en
sí, que equivale a la idea del bien, consistiría en el paso de lo físico y sensorial al
concepto y de ahí a la idea. Se trata de sublimar lo sensorial a través del desarrollo
intelectual de conceptos y del raciocinio lógico, para de ahí llegar a la
contemplación.
El amor físico y material se da sólo en el nivel sensorial y es por la tanto engañoso.
El amor homosexual a los mancebos es la primera grada de la escala ascendente del amor
platónico porque, frente al instinto indiferenciado que no hace discriminaciones entre
hombre y mujer, los inspirados por el amor de Afrodita-Urania se dirigen exclusivamente a
los hombres sintiendo predilección por lo que es por naturaleza más fuerte y tiene
mayor entendimiento.
El iniciador en los misterios del amor
acostumbrará al que recién se inicia a dirigirse a los cuerpos bellos y enamorarse de un
solo cuerpo y engendrar en él bellos discursos. En un segundo momento, al comprender que
lo uno está en lo otro, se enamorará de todos los cuerpos bellos porque se dará cuenta
de que la hermosura existente tiene una misma raíz; superará así la atracción que le
impele y le vincula a uno solo.
Se trata de sosegar el apego vehemente a un solo cuerpo, de descartarlo, de despreciarlo y
tener por más valiosa la belleza del alma que la del cuerpo, la belleza en las normas de
conducta y en las leyes y ciencias, para luego, en un tercer momento, una vez habituado a
mirar ese inmenso mar de belleza, acceder a la visión de algo que por naturaleza es
admirablemente bello, eterno e inmutable: la forma ideal de la belleza en la que
participan todas las cosas bellas. Se accede así a la idea de la belleza y del bien.
EROS
Y CONOCIMIENTO
Para Moro, el amor es también carencia y
busca la generación de la belleza, la infinitud y la inmortalidad, pero ¿qué es la
belleza y cómo acceder a ella? ¿Cuál es la vinculación en Moro entre Eros y
conocimiento?
Moro opera con la concepción clásica
del amor y subvierte el orden y la jerarquía de los valores que se le atribuyen, renombra
el viejo concepto del amor haciendo que lo que era considerado marginal devenga esencial y
viceversa. Invierte así las jerarquías y resquebraja los principios dominantes de la
moral burguesa y la posición que el amor ocupa en su sistema, colocando a Eros en el
centro del mismo.
A. Belleza y percepción
En primer lugar, el paradigma platónico
del amor como sinónimo de belleza, es subvertido. Se trata de una actividad de
procreación, sí, pero intersubjetiva, en la que participan tanto el que la produce como
el que la recibe.
El amor en Platón tiene como objeto acceder a la categoría eterna e inmutable de lo
bello. Para Moro se trata de descubrir los procedimientos de construcción del objeto
artístico y de revelar el proceso mismo de percepción de la belleza.
Se rechaza la noción de totalidad y coherencia para establecer el criterio de verdad de
lo bello, y se asumen como tal los fragmentos del discurso amoroso. En Renommée de
lamour cada acto de amor deviene así en una percepción fragmentada.
No es sólo el cuerpo el que se fragmenta. En realidad, cada pensamiento, cada emoción o
interés suscitado por el amado se congela en cada verso, tratando de abolir
el tiempo y acceder a la infinitud, tratando de que la sensación efímera de dolor o
placer se vuelva eterna y pueda ser capturada por la palabra.
Cada sensación, pensamiento u emoción
que el amor produce se ha ido acumulando con el objetivo de que el lector llegue a sentir
que el sujeto se inmola, y a través de este acto, por una perversión típicamente
amorosa, sentir cómo se anula al objeto amado porque lo que el sujeto ama realmente es el
amor y no el objeto amado, y lo que busca no es lo bello, sino la percepción de la
belleza.
Esta percepción estética de lo bello difiere de una persona a otra, porque la
percepción y relación del poeta con las personas, lugares y objeto que activan la carga
mágica de la poesía, es única e irrepetible.
Pero esta manera única de percibir e
imaginar la realidad en el proceso de creación artística se desarrolla en un circuito de
comunicación social y requiere de un lector implícito, capaz de descifrar códigos y
percibir belleza en el momento de recrearla.
Como señala Iser, el papel del lector es una estructura del texto, una intención que
sólo llega a cumplirse mediante los actos causados en el receptor. La estructura del
texto y la estructura del acto del papel del lector dependen muy estrechamente:
Estructura del texto y estructura del
acto se comportan mutuamente como intención y cumplimiento. En el concepto del lector
implícito se funden ambos. (Iser, 1987: 67).
No se trata, en el caso de Moro, de un proceso de percepción ordinaria. Hay que descifrar
en los procedimientos de la enumeración caótica, las paradojas y las figuras
contradictorias que configuran su obra, el sentido de ese sujeto desintegrado. ¿A qué
lector implícito apunta Moro?
...el concepto de lector implícito no es una abstracción de un lector real, sino más
bien la condición de una tensión que produce el lector real cuando acepta el rol. (Iser,
1987: 67).
El autor crea una imagen de sí mismo y
otra imagen de su lector; forma a su lector, forma a su segundo ego y la lectura más
afortunada es aquella en donde los seres creados, autor y lector pueden hallar un acuerdo
completo. (Iser, 1987: 67).
Lector implícito será entonces, para Moro, todo aquel que comparta los criterios de
percepción de la belleza y el mismo lenguaje poético, todo aquel que sea capaz de
percibir la realidad de una manera otra. En suma, los locos, los enamorados,
los poetas:
Lamour dédicace à lamour (RA)
A lavenir des fous(RA)39.
B. La escritura delirante
Al analizar algunos fragmentos del
discurso amoroso que se reiteran obsesivamente en la obra de Moro, buscamos llegar, a
partir de la enumeración caótica con la que nos enfrentamos en un primer
nivel de análisis, a la concepción del amor y de la percepción de lo bello que subyacen
a los mismos. Se trata de descubrir cómo Moro deconstruye el viejo concepto del amor
satanizándolo y cómo, al hacerlo, plantea una concepción epistemológica que remite a
una visión de totalidad fragmentada y discontinua, tanto en el nivel individual como
social (Culler, 1984).
En su estudio sobre la figura del poeta
en la lírica de vanguardia, Mignolo plantea que existen tres procedimientos que
sobresalen en la construcción de la figura o imagen textual del poeta: 1) las referencias
al cuerpo y a su situación en el espacio; 2) la disonancia en las categorías de la
persona; 3) la fusión del polo del sujeto y del objeto (Mignolo, 1984: 65-66).
El primer procedimiento en la construcción de la figura o imagen textual del poeta con la
que nos enfrentamos es el de la disonancia en las categorías de las personas propia de la
locura, porque para el poeta surrealista la idea del estado de locura propia del sujeto
amoroso es consustancial al acto de amar y de escribir.
En Renommée de lAmour,
el sentido de la ofrenda, dirigida en los primeros versos al prestigio del más
viejo amor, cambia a partir del verso Al porvenir de los dementes. La
palabra clave en esta segunda parte es porvenir, que semánticamente se
contrapone a la visión de pasado, de prestigio, del más viejo amor. ¿Cuál es este
porvenir? El del renombre del amor a través de la acumulación, la aglomeración de
imágenes que buscan dar la sensación de dispersión, de fragmentariedad, pero que tienen
una unidad de sentido.
El porvenir es de locura, encierro, dolor
con goce, muerte, duda, ceguera, llanto, y en medio de esta aglomeración in crescendo los
cuatro elementos de la vida, la vida misma, que une así los conceptos previos a los de la
esperanza, la ruptura, la pulsión hacia la muerte, el tormento, la rebelión y la
violencia, los crímenes pasionales, el suicidio, las partidas, el rechazo, el
sufrimiento, el vacío, la pérdida, la constricción del tiempo, la frigidez, el sexo, la
fertilidad de la noche y finalmente la ternura.
El enamoramiento y estados análogos como la locura devienen en instrumentos para
subvertir la realidad y liberarse de la tiranía de la razón. Las figuras discursivas,
los recursos estilísticos sólo sirven para revelar en toda su incoherencia el
grandioso crepúsculo boreal del pensamiento esquizofrénico y lograr la
sublime interpretación delirante de la realidad (Moro, 1976: 53).
La realidad enferma es vista con los ojos
de la locura, con los ojos de la imaginación y la poesía, y es vista por partida doble,
triple, múltiple. La locura es, en realidad, un estado privilegiado al que no se puede
renunciar porque en las múltiples caras del diamante esquizofrénico radica la riqueza
vivencial del amor y la profundidad interpretativa de la poesía.
No renunciaré jamás al lujo
primordial de tus caídas vertiginosas oh locura de diamante (Moro, 1976: 53).
Este desdoblamiento esquizofrénico se
expresa en el nivel de la pérdida de las facultades de ordenación, definición y
clasificación racional para optar por el lenguaje afásico y sus perspectivas
embriagadoras, en el que la palabra se vuelve afásica porque, al designar el objeto
propuesto por su contrario, pierde su capacidad de comunicar en tanto habla cotidiana.
Para transmitir la famosa idea de Rimbaud de je est un autre, Moro tiene que
hacer explotar el lenguaje y asomarse, a través de esta locura metafórica, a la locura
real que el amor implica. Única perspectiva que le permite descubrir y expresar ese mundo
oculto, esa superrealidad que sólo los visionarios pueden ver y a la que sólo se puede
acceder mediante el trastorno total de los sentidos.
La poesía, concebida como Le parchemin sans fin à lécriture
délirante 40, tiene como objeto llegar a percibir la belleza que subyace a la:
Sublime lumière tenant moins
quà rien
Aux réalisations pensantes
La folie eprouvé (CP, p. 39) 41.
El enamorado se vuelve loco porque sufre, ya sea el rechazo, la ausencia o la pérdida del
objeto amado y porque está condenado al deseo, al exilio y a la soledad. Los estados de
melancolía y sufrimiento constituyen la monomanía del amante.
Arbres noyaux de peine
Terrains où la folie accroche (CP, p. 39) 42.
Le noeud enfermé dans la châsse rampant chavire de rage Comme un lypémane
malaxeur (CP, p. 31)43.
El poeta dirige al ausente el discurso de
su ausencia; el amado está ausente como referente, pero presente como interlocutor
(Barthes, 1986: 47). Es esta contradicción la que explica la naturaleza angustiante del
presente; estás ausente porque has partido, pero presente porque me dirijo a ti.
Aspects je parle de vous seuls
Reflets sublime de lamour
Pour mieux mentendre
Je baisse la tête et je vous parle sublimes reflets
Aussi loin que ma main
Mais près de toi mon amour
Plus près de toi
Jignore labsence
Car ma force naît de ton visage (CP, p. 20)44.
La angustia expresa el temor al abandono
y este miedo va creciendo progresivamente hasta convertirse en el temor clínico de un
psicótico, angustiado por la idea de la pérdida y el desmoronamiento (Barthes, 1986:
37).
Un chemin laissé parcours perdu
Hissé au prix de vies et de vies doubli
Quun dormeur sélève et tout le bruit du monde
Tombe en miettes (CP, p. 10)45.
Las angustias del sujeto amoroso son como
un veneno y pueden ser provocadas por los celos, la desesperación de la espera, o por el
temor al abandono, pero en todos estos casos producen heridas, lesiones insondables.
Absence vitriole divin (CP:
44) 46.
Les plus tristes les plus féroces
lésions celles quon ne voit
quaprès décès (CBRTN: 52) 47.
Revivre est habituel
Aux lésions grossières(CP: 9) 48.
Mais lamour revient plus blessé que jamais (CP: 20) 49.
La ausencia está ligada a la idea de
abandono y asociada históricamente al discurso femenino. Es el hombre el que se va y la
mujer sedentaria la que se queda, espera y llora. Por lo tanto, el hombre que espera y
sufre está feminizado, no por ser invertido sino por estar enamorado (Barthes, 1986:
45-46).
Deuxième nuit dattente
un couloir plus long quhier
une ombre plus dense
une nuit de plus (CBRTN, p. 60) 50.
En Moro, este lado femenino está
indisolublemente ligado al llanto. El amor invierte todos los órdenes y rompe la censura
que mantiene al adulto en general, y al hombre en particular, lejos del llanto. Se trata
de lágrimas de plomo, de sangre, signos que se dirigen siempre a alguien y que expresan
la naturaleza del dolor con el que se pretende hacer presión sobre ese alguien.
Chaque matin badigeonnez vos larmes
de bonne heure
Chaque chagrin brossez un matin (CP, p. 11) 51.
Les aveux on extorque des aveux
Les douloureuses larmes de sang (CP, p. 53) 52.
une larme de plomb (CBRTN, p. 52) 53.
Al centro del discurso de la ausencia
está la idea de la privación, de ahí el carácter obsesivo del sentimiento amoroso. En
realidad, se desea y se tiene necesidad del otro, y se oscila como señala
Barthes entre la imagen fálica de los brazos levantados del deseo, y la imagen
infantil de la necesidad, expresada en los brazos extendidos (Barthes, 1986: 49).
El llanto y el desamparo del amante frente a la ausencia del amado implican también
recuperar la perdida condición de niño, condición por la que Moro clama en los peores
momentos de crisis y que nos hace retornar hasta el seno materno y la comodidad de la
posición fetal, en un viaje en busca de sus orígenes:
sauve qui peut les rayons du
nombril (CBRTN, p. 64) 54.
Clameur sourde
plus sourde que lenfer qui mentoure
sous mes pieds ma tête (CBRTN, p. 54) 55.
La espera, como el deseo, está unida a la noche, las tinieblas, la oscuridad. La
desesperación por la ausencia y el temor psicótico al desmoronamiento, por un lado, y la
noche como símbolo de la atracción nocturna de los sexos, por el otro:
Un jeudi plus vendredi que la terre
Une nuit de minuit (CP, p. 20) 56.
Nuit des amants ouvre ta gangue
Ouvre tes jambes sors tes mamelles dacier
Avale-moi comme tu avales la fumée des cratères
Giclant sur ton visage inaltérable (CP, p. 43) 57.
Becs de saisons portez-moi
Vers la nuit vorace (CP, p. 43) 58.
C. La orgía y el festín
La perspectiva moreana de inversión y
resquebrajamiento de los principios dominantes de la moral burguesa implican, en segunda
instancia, referencias al cuerpo y a su situación en el espacio que otorgan a la
sexualidad una posición distinta en el sistema.
En su libro Dialéctica de la sexualidad,
Alicia Puleo plantea que existen dos actitudes diferentes frente al erotismo y la
sexualidad en el movimiento surrealista. La primera revistiría al acto sexual de virtudes
purificadoras, lo vería como un acto de reafirmación vital que reivindica la libertad
sexual negada por la sociedad y plantearía la necesidad de volver a la Edad de Oro
perdida de la inocencia y pureza originarias.
La segunda perspectiva rescataría la
noción de transgresión en tanto fuente de placer y de lo prohibido como condición
necesaria para el nacimiento del deseo. Transgresión satánica que vincula a Moro con
Baudelaire y aproxima su punto de vista al de Bataille al revalorizar las perversiones, el
carácter misterioso de la sexualidad y sus connotaciones de profanación. Se trata del
principio del placer en libertad en el que Eros y Tanatos mostrarían su identidad
en el intento de regreso al principio del Nirvana combatido por la sociedad (Puleo,
1992: 135).
Para la perspectiva del amor-cortés la exaltación del amor conduce más allá de la
vida; el objeto final es la no vida, la muerte del cuerpo.
El Dios Eros exalta y sublima nuestros
deseos, al reunirlos en un deseo único, que termina por negarlos. El objeto final de esta
dialéctica es la no vida, es la muerte del cuerpo. (Rougemont, 1959: 66).
En Moro, la muerte progresiva y voluntaria de la violencia sadomasoquista y del asesinato
es parte del festín. A través de él podemos acceder a la luz, y esta aspiración hacia
la luz toma por símbolo la atracción nocturna de los sexos.
En la tradición occidental del amor, la pasión es lo que se padece y en el límite
es la muerte (Rougemont, 1959: 43). Por esto el autor afirma que El amor feliz
no tiene historia en la literatura occidental (Rougemont, 1959: 50). En Moro hay
siempre una relación dialéctica entre la pasión y el deseo, entre la muerte y la vida.
La proximidad de la muerte constituye el aguijón de la sensualidad, intensifica el deseo.
El uno está contenido en el otro.
des sillons celles qui produisent
un état voisin de la lipomanie (CBRTN, p. 52) 59.
Je suis un inceste
un foetus de paille (CBRTN, p. 52) 60.
Je pense aux si sensibles cendriers
En cervelle humaine
Aux longs passages où le sang éclate
Mouillant de larmes les yeux des pires hyènes
(CP, p. 49) 61.
La filiación romántica de Moro y los
surrealistas se revela en que, para él, el amor y el dolor que éste implica es un medio
privilegiado del conocimiento:
Des soucoupes violemment vides et
absentes
Des soucoupes avides et violentes
Qui traversant la natation facile du rêve
Arrivent
Vers lautre marge (CP, p. 16) 62.
La transgresión y la metáfora de la
violencia transmiten los sublimes placeres de la carne, del goce y las profundidades
insondables de la soledad. El sujeto amante es capaz de todo y quiere experimentarlo todo,
desde lo más sublime hasta lo más abyecto. El poeta busca transmitirnos el verdadero
sobresalto odiado por las redes de lo ilícito, busca llevarnos a estados de paroxismo:
Un goût violent de meurtre
Les mères battent sans mollesse (CP, p. 17) 63.
Autant de scènes de carnage minutieux (CP, p. 39) 64.
La maturité des lions favorise
Linceste des pangolins et des colombes (CP, p. 41) 65.
Y es de este conocimiento del mal de donde se descubre, tal como plantea Nietzsche, la
belleza y la ternura.
Le coeur dassassin aux reflets tendres (CP, p. 57) 66.
El amor-pasión es un deseo que bordea la
locura y autodestruye al sujeto, de tal manera que hace que los párpados se cierren y que
el amante anuncie la intensidad de su amor con la intensidad de sus deseos y acciones:
yo quise arrancarme los ojos (RA-C).
Pero ¿para qué se ofrenda el amante en el fuego que lo consume? ¿Por qué se inmola en
este proceso de autodestrucción? Porque espera obtener del amado una plenitud de
satisfacciones, una suma inaudita de placeres, la fuente de todos los bienes
(Lacan) (Barthes, 1986: 141). No se trata aquí simplemente del sexo; se trata también de
la sensorialidad y del placer hedonista.
Il serait préférable de se
baigner la nuit
A la lumière dune lampe de mercure
Avec une fleur de marbre à loreille
Avec une odeur de muraille
Et des mains de gavial (CP, p. 19)67.
Si el amante padece, entonces, es porque
la pasión es precisamente esto, padecimiento por lo que no se tiene o por la ausencia y
pérdida del objeto amado y de todos los bienes que él representa. Cuando el amado está
ausente o no se accede al objeto del deseo, se busca impresionar al amado con una conducta
masoquista de autocastigo. Debe sentirse culpable por el sufrimiento del otro y sufrir
también él o ceder a la tentación de consumar el amor en el mundo:
Senfoncer les yeux à coup de
fil barbelé (CP, p. 56)68.
Tu téloignes
Je me réveille aveugle (CP, p. 39) 69.
El acto parricida de renombrar el amor en
la poética de Moro busca establecer la unidad de la indeterminación en el seno materno,
el retorno a lo indiferenciado, para, a partir de ahí, construir una nueva identidad
sexual.
¿Cuál es la idea de sexualidad que
brota del análisis textual? Se rechaza la concepción del amor cortés, lineal, recto,
masculino, que idealiza a la mujer y lleva a la muerte a través del deseo, y se le opone
la perspectiva del amor como fiesta, orgía, goce, alteración de los sentidos, energía
vital.
A la visión logocéntrica y falocéntrica se le opone el Otro de la marginalidad y la
perversión, antípoda de toda forma de normalización. Se reivindica así un tipo de
sexualidad excluida y estigmatizada históricamente.
La sexualidad es parte sustantiva de la
imagen del amor en tanto objeto deseado. El amor del amante se define por una exaltación
extrema de los afectos y pasiones que sólo puede calificarse de paroxismo. Para Moro,
este amor es una situación límite y si no lleva a una situación de contradicción, de
explosión, de catástrofe, de éxtasis y desgarramiento; si no lleva a una locura que no
sea metafórica sino que permita vislumbrar esta realidad otra, no es amor.
En el caso de Moro esta visión de
transgresión aúna sexualidad y violencia. Sade es revalorizado porque rechaza la
represión de la sexualidad y la agresividad que la naturaleza otorga al hombre.
Perspectiva criticada, por cierto, por Claude Alzon y algunas teóricas del feminismo,
porque tomaría como liberador el propio modelo del capitalismo.
Hay, entonces, un espaciamiento que
señala la diferencia entre esta concepción de la sexualidad y la implícita en la
posición del amor-cortés y un desplazamiento, en el que la sexualidad se construye
a partir de una sucesión caleidoscópica de múltiples aproximaciones a ella, ninguna de
éstas esencialista ni portadora de la verdad (incesto, homosexualidad, sadomasoquismo,
etc
) (Rodríguez, 1994: 201-222).
Las referencias al cuerpo y a su
situación en el espacio nos presentan en el nivel textual la imagen de un cuerpo
fragmentado. Cada acto de amor es simbólicamente un sacrificio al amado de una parte de
sí, pero cada parte es distinta y constituye una imagen en la que, según Barthes:
su cuerpo estaba dividido: por una parte
su cuerpo propio su piel, sus ojos, tierno, cálido, y, por la otra, su voz,
breve, contenida, sujeta a accesos de distanciamiento, su voz, que no daba lo que daba su
cuerpo. O incluso: por un lado, su cuerpo mullido, tibio, justamente suave, afelpado,
jugando con la timidez, y, por el otro, su voz la voz, siempre la voz, sonora,
bien formada, mundana, etc. (Barthes, 1986: 80).
La visión del cuerpo fragmentado es
aquella en la que el cuerpo se secciona: por una parte, la piel, los ojos, las manos; y,
por la otra, la voz, la risa o el llanto. Se explora el cuerpo del otro, pero no es ésta
sin embargo, en el caso de Moro, una exploración tierna y cálida, sino una violenta
búsqueda de la causa del deseo en el cuerpo del otro, del adversario, a quien el yo
lírico se inmola y al que hay que destruir y anular para acceder al amor mismo.
la tristesse ne revêtit
jamais ton corps de son armure et la peur outrageante ne rongea jamais les bords peuplés
de tes yeux de panthère à lafflût des étoiles filantes que tu dévores dans un
clin doeil ô fenêtre sur la mer cataclysme des rires perlés et savonneux de ta
langue dalbâtre rose et rayée selon la fourrure aveuglante des tigres de première
grandeur dans le désert secouru par lombre de tes jambes les limantours assoiffés
caressant le portrait de leur femmes nues habillées par le caprice dune pluie fine
et lumineuse comme si lhabitude cachait dans son sein lespoir immense
dune chute deau à lapproche de midi qui de tous ses bras et ses yeux te
réclame vengeance des hécatombes diluviennes (CP, pp. 51-52) 70.
Octavio Paz define el erotismo como una
especialización y una ritualización de la sexualidad, una metáfora de la sexualidad
animal. El significado universal de todas las metáforas eróticas, lo que dice el
erotismo en todas las lenguas y en todas las posturas es: placer. Y placer es muerte.
Pero existen, según él, tres niveles o dominios: el primero es el de la sexualidad y
pertenece al ámbito de la naturaleza; el segundo es el del erotismo, que es una
socialización de la sexualidad, tanto afirmación como negación de la misma; y el
tercero es el del amor, que implicaría una transgresión de la cultura y la naturaleza
por el espíritu, es decir, por la libertad. (Paz, 1985: 163-179).
Para Moro y para Paz el amor es un acto subversivo porque nos acerca al reino de lo
sagrado mediante la violación de la realidad, pero Moro convierte al segundo dominio en
el centro de su sistema. Él busca una comunicación con el caos que pertenece a la
cultura, y lo logra mediante el erotismo concebido como una transgresión de la cultura
por la naturaleza.
Les bras sectionnés et augmentés
de doubles corps (CP, p. 53) 71.
Ivre doeil en oeil de lie en lie leste terrassant
Les arbres zébrant le lait de miel le toit de fantômes
Vrai sursaut haï des réseaux de lillicite
La table essai davancer sur les rails
Scie le rire
claquant au plus haut de la nuit
Dont la marée rame vers le haut tour du ciel
Vers la lessive de lamour lumières éteintes
La rumeur obscène de paupières qui se frôlent
Poil à poil pensée proche à boire la réserve
Des herbages du temps à gagner si on signale
Divers refoulement à perdre si la salive est toujours divine
Partageant entre les branches de lhaleine léchelle
Du bien être de rester séduit à tisser des tapisseries de saveur (CP, p. 28)72.
El cuerpo humano es concebido como un
microcosmos del universo, como una especie de santuario simbólico para la comunicación
de la gnosis, del conocimiento demoniaco de la naturaleza transgresiva del amor y de la
poesía.
El empleo de la figura del cuerpo humano como modelo de ideas y procesos sociales,
cósmicos y religiosos es una variante de un tema de iniciación ampliamente difundido:
que el cosmos puede ser considerado como un gran cuerpo humano.
Sea cual fuere el modo preciso de
explicar la realidad mediante los atributos del cuerpo, los sacra que la ilustran son
siempre considerados absolutamente sacrosantos, los últimos misterios. Aquí nos
encontramos en el ámbito de lo que Wagner llamaría símbolos no-racionales y
no-lógicos, los cuales emanan de los presupuestos individuales y culturales
básicos, más frecuentemente inconscientes que conscientes, de los cuales resulta la
mayoría de las acciones sociales. Ellos proporcionan el núcleo sólido de la vida
emocional y mental de cada individuo y grupo. Esto no quiere decir que sean irracionales o
maladaptados o que el ser humano no pueda pensar razonablemente sobre ellos con
frecuencia, sino que no tienen su origen en un proceso racional. Cuando éstos entran en
juego, los factores como los datos, evidencias, pruebas y los hechos procedimientos del
pensamiento racional en acción, tienden a ser secundarios o carentes de
importancia.
Entonces, el conjunto central de objetos sagrados no lógicos es el santuario simbólico
de todo sistema de creencias y valores de una cultura dada, su paradigma arquetípico, su
última medida. (Turner, 1973: 71).
El amor en Moro está fundido con la
imagen de un bestiario en el que los amantes se devoran mutuamente. Se trata del retorno
al estado primitivo de unidad con la naturaleza y de dar rienda suelta a las necesidades
más profundas y soterradas del ser. ¿Cómo comunicar el fulgor amoroso? ¿Cómo
transmitir la elevación a las dimensiones paranoides de lo divino y el hundimiento en la
más completa soledad y desprecio de sí mismo? El tono violento de las imágenes y el
lenguaje es indispensable para acceder al instante mágico del fulgor en la poesía.
Los asesinatos y crímenes pasionales, los suicidios y el incesto, los cataclismos y
hecatombes intentan reproducir esta experiencia mediante la revelación de la fantasía
sexual. A través de la simple asociación libre de un engranaje de sucesos narrativos sin
estructura, logra que el lector participe del éxtasis.
Uno queda después de la lectura
triturado y pisoteado por las fieras salvajes del amor desconsolado por el hálito
infernal que despiden el poema de amor y la belleza. Son los extremos demenciales
requeridos para que estalle el relámpago que unirá destruirá y regenerará a los
amantes (Westphalen, 1992: 215).
La grande natation vous attend
carnassiers (CP, p. 11)73.
Les panoramas de rapports charnels
Où les corps sunissent en vue de très fines structures périssables (CP, p.
11)74.
Remue la parole ne bouge
Parmi la houle du coït des félins (CP, p. 49) 75.
Un pli sur le sein gauche
Des femmes atteintes de la manie dévorante
(CP, p. 16) 76.
Communicant du côté opposé par des tuyaux de trombe Avec les tissus érectiles
mis à nu (CP, p. 31) 77.
Todas las manifestaciones sexuales son
válidas si de su sexo brotan las innúmeras apariencias del sueño (CP-C, p.
51) y si el sueño permite llegar a la otra margen.
El amor del amante busca lograr algo del objeto amado. ¿Qué es lo que se busca con este
frenesí?
Yo he buscado el amor como un loco
enfurecido, el lóbrego amor cuyo éxtasis se obtiene al mediodía, como una naranja
traspasada por un clavo, nutrido por el aire y el aguacero, sus
pendido de la nada, navegante en el espacio constante como las miles de cajitas livianas
exhalando un humo lastimero, toneladas de nubes de amor y sus penas de hierro blindado,
cuyo rostro sobrio, liso y pulido como una aguja era más duro que el mármol (RA-C)
(Moro, 1980b: 60).
El análisis de Renommée de
lamour y los poemas del período poético surrealista nos revela que para Moro
la belleza se encuentra en el mal, y el camino a ella no es la ascesis que debe permitir
el acceso al concepto abstracto, sino la orgía, el trastocamiento irracional de los
sentidos que debe permitir el acceso vital a la visión del mismo.
D.
Descifrar el cosmos
La revelación de la esencialidad de las
cosas aparece vinculada al amor físico, pero lo trasciende. La sexualidad, las
sensaciones que el placer produce son una parte constitutiva del amor y, al mismo tiempo,
una metáfora de la totalidad e infinitud a la que se aspira y que el amor representa,
gran significante de otro discurso.
En el tercer procedimiento, en la
construcción de la figura o imagen textual del poeta, el polo del sujeto y del objeto se
fusionan. La belleza, el conocimiento, el amor constituyen el objeto de revelación
poética, la poesía. El sujeto cognoscente, el amante, el poeta accede a la revelación
del amor en el proceso liminal de construcción poética, y en este proceso se construye a
sí mismo.
Se trata de una nueva cosmovisión propia del ocultismo basada en el pensamiento
analógico, pensamiento que permitiría aprehender las relaciones secretas entre los
diferentes entes, las correspondencias entre diferentes series que el intelecto
normalmente considera independientes, y que no pueden ser aprehendidas por las categorías
lógicas del conocimiento.
Esta idea propia de la mística y de la magia implica según Mircea Eliade la
creencia en la existencia de un espacio-red que estaría a la base de esta
concepción de analogía formal o simbólica o simetría funcional entre la realidad
espiritual, la realidad mental y la sensible:
Semejante concepción supone la
existencia de un espacio-red que une a los objetos más alejados,
enlazándolos con ayuda de una simpatía dirigida por leyes específicas (la coexistencia
orgánica, la analogía formal o simbólica, las simetrías funcionales). El hechicero (el
que actúa como mago) no puede creer en la eficacia de su acción sino en la medida que
tal espacio-red existe. (Eliade, 1972: 33-34).
La polaridad universal sería el
resultado de un proceso generador de la multiplicidad a partir de la unidad del Absoluto.
El ser humano debe luchar por restablecer esta unidad originaria que anula la división
entre sujeto y objeto y que sólo se deja entrever en el éxtasis, los sueños, el azar o
la intuición.
El éxtasis lleva a un estado de suspensión en la nada, de vacío, al no-ser navegando en
un espacio constante de eternidad. El amante busca aplacar su sed de placer, de goce, con
rescoldos de este fuego, Yo he pagado mi sed con piedras candentes y tiene
hambre de eternidad, de infinitud, de inmortalidad. Yo he... mitigado el hambre con
la visión de grandes relojes de arena multiplicándose siempre iguales y no viendo nunca
el fin de su incomprensible lenguaje, se exponían extendiéndose como capas aceitosas
sobre los ríos (RA-C). Los relojes, la infinitud, el tiempo que se multiplica hasta
el infinito son como capas aceitosas que se extienden sobre los ríos, sobre las vidas,
pero no se funden ni se confunden con ellos:
De calendriers immenses
Ne portant quun seul jour immense (CP, p. 16) 78.
Esta búsqueda personal de un sujeto,
trocada en tarea impersonal de un sujeto colectivo, tiene como objeto el lóbrego
amor cuyo éxtasis se obtiene al mediodía.... Pero el sujeto colectivo se escinde
en un ellos y un nosotros: Su tiempo era más vacío que el nuestro, sus necesidades
eran otras, ni hambre ni sed, pero hambre y sed, ni cansancio ni deseos de reposo, pero
sí una fatiga más total, un deseo de reposo sin lo que uno conoce como reposar
(RA-C).
Se trata por lo tanto de la misma
búsqueda del yo lírico, incorporando como sujetos activos, como co-enunciadores no sólo
a un tú sino a todos los lectores virtuales y trastocando roles con ellos.
Se quiere hallar un tiempo que busca anular el instante; se tiene un hambre de infinitud y
una sed que se calma con piedras candentes y se opone al de aquellos que sienten de verdad
frío por las noches y calor durante el día, que tienen un hambre y una sed normales y
cuya necesidad de reposar nosotros no podemos identificarla como reposo, porque no aspiran
a la eternidad. Por eso su tiempo es más vacío que el nuestro:
Fumée double, caprice double cet
emploi du temps se multipliant en graminées absentes les unes du feu, les autres du temps
du feu... (CP, p. 62) 79.
El Eros es el deseo total, un deseo que ya nada puede satisfacer porque quiere abrazar la
totalidad y abolir el tiempo. Busca exilarse en las islas del tiempo y alargar la hora
hasta el final, superar la contradicción entre el instante y lo eterno:
Pour maudire les instants soi-disant heureux
Pour le réveille-matin chargé de poudre (RA) 80.
Quelle rencontre sans terme
Comme une douleur abdominale (CP, p. 40) 81.
Es la ascención del hombre hacia el
objeto de amor divinizado, pero ¿cuál es este objeto de amor? Yo he entregado mi
alma al diablo; para amar el hombre debe buscar en sus entrañas las formas de
los demonios capaces de devorarlos (RA-C). Se trata, pues, de una satanización del
objeto amoroso que invierte el paradigma amor-pasión tradicional:
dans laube aphone le bétail
des démons
(CBRTN, p. 64) 82.
Lophidien angélique (CP, p. 11) 83.
Tal es la versión platónica del amor
moreano: delirio satánico, locura y supremo goce. Amor-pasión transgresivo
que invierte los términos convencionales del amor cortesano, en el que el sujeto asciende
a través de la ascesis y la abstinencia sexual redentora del pecado al objeto amoroso
divinizado, identificado éste con la idea de la mujer, la virgen, la madre.
Para los surrealistas, corriente en la
que Moro milita, la correspondencia cósmica que se establece entre los distintos niveles
de la serie se da a través del inconsciente en el que se entrelazarían lo individual, lo
colectivo y lo cósmico.
La liberación del Eros en la práctica poética y vital es parte de la lucha por acceder
a descifrar el cosmos. Se quiere acceder a lo Absoluto prescindiendo del conocimiento
discursivo, del Logos y la Razón. Se trata de todo un cuestionamiento del episteme
occidental en la búsqueda de lo indiferenciado, lo primitivo, lo oculto.
Esa revalorización del inconsciente, concebido como una fuente de energía infinita,
lleva a identificarlo con la naturaleza, con la mujer y con la reafirmación de la vida.
La razón es una prostituta, la mujer-vidente cuyo arquetipo es Nadja por su proximidad
con la naturaleza, por su vinculación indisoluble con la vida; es una metáfora de este
Absoluto al que sólo se puede acceder por el azar objetivo, por la escritura automática,
la liberación de los sueños.
Simone de Beauvoir señala que esta concepción se remonta a los gnósticos, a una
concepción de naturalismo esotérico que hace de la Mujer, lo absolutamente Otro:
Hay en Breton el mismo naturalismo
esotérico que entre los gnósticos que veían en Sofía el principio de la Redención y
aun de la creación; que en Dante cuando elige a Beatriz por guía, y que en Petrarca,
iluminado por el amor de Laura. Y por eso el ser más anclado en la naturaleza, el más
cercano a la tierra, es también la llave del más allá. Ella es Todo: Verdad, Belleza y
Poesía: una vez más todo bajo la figura del Otro. Todo excepto sí misma. (Beauvoir,
1954: 349).
Desde una perspectiva exclusivamente
poética, Breton concibe a la mujer exclusivamente como poesía. Y por lo tanto como lo
otro. Su destino está vinculado al ideal del amor recíproco. Se debe reafirmar
según él el amor de la pareja como la única vía posible de salvación del
hombre, en busca de lo mítico y lo arquetípico.
Moro comparte esta concepción gnóstica de naturalismo esotérico, pero para él el
objeto de este amor no es la mujer/naturaleza/vida, sino el demonio/dios/energía vital:
Todo sexo y todo fuego, así eres.
Todo hielo y todo sombra, así eres, hermoso demonio de la noche, tigre implacable de
testículos de estrella, gran tigre negro de semen inagotable de nubes inundando el
mundo (Cartas a Antonio - III carta - César Moro. Obra poética, INC, 1980).
¿En qué radica el punto de vista del
gnosticismo y de qué manera la poesía de Moro se emparenta con esta corriente?
En 1966 se reunió en Mesina una sabia
hueste de investigadores de la antigüedad para delimitar los términos de gnosis y
gnosticismo. La asamblea suscribió un documento en el que acordaba propuestas
concernientes al uso científico de ambos términos.
Haciendo uso de los métodos histórico y tipológico se identificó al gnosticismo con un
grupo de sistemas del siglo II d.C. y a la gnosis con un conocimiento de los misterios
divinos reservados a una elite:
El gnosticismo de las sectas del siglo II
implica una serie coherente de características que pueden resumirse en la siguiente
formulación: hay en el hombre una centella divina procedente del mundo superior, caída
en este mundo sometido al destino, al nacimiento y a la muerte; esta centella debe ser
despertada por la contraparte divina de su yo interior para ser, finalmente, reintegrada a
su origen. (Montserrat Torrents, 1983: 8).
El tipo de gnosis que implica el
gnosticismo... implica la idea de una connaturalidad divina de la centella que debe ser
reanimada y reintegrada; esta gnosis del gnosticismo comporta la identidad divina del
cognoscente (el gnóstico), de lo conocido (la substancia divina de suyo trascendente) y
del medio por el cual conoce (la gnosis como facultad divina implícita que debe ser
despertada y actuada). Esta gnosis es una revelación-tradición de tipo distinto, sin
embargo, que la revelación-tradición bíblica e islámica. (Montserrat Torrents, 1983:
8-9).
Para los gnósticos, existe una
diferencia entre el Dios Supremo y el creador. El Dios Supremo, el Innombrable, el Otro no
ha creado el universo, sino se encuentra en el octavo cielo, más allá de todo lo creado.
El creador del Cosmos es un demiurgo inferior, malévolo, que impone su ley sobre los
hombres, ley a la que ellos se someten normalmente.
Sólo los elegidos, los iniciados, acceden a la verdad si escuchan a otra suerte de
demiurgo, al mensajero; él es presentado como un demonio por los agentes de poder y
representantes del orden social y cósmico porque incita a desobedecer a este demiurgo
inferior y a la ley social que está en armonía con el cosmos creado por él.
El gnóstico es hostil al mundo y desprecia todos los lazos mundanos. Las actitudes
éticas que de ahí se derivan pueden ser evitar el contacto con el mundo para evitar una
contaminación, o por el mismo motivo (posesión de la gnosis), violar intencionalmente
todas las normas y ejercitar una absoluta libertad porque ya nada puede contaminar al
iniciado.
Los gnósticos libertinos viven como les apetece:
Su voluntad es quedar libres de todo
dominio y en su deseo de placer se consideran señores del sábado y superiores a todas
las razas del hombre a fuerza de ser hijos del rey. (Montserrat Torrents, 1983: 392).
Es transgrediendo la ley que contradictoriamente se busca la salvación, perspectiva que
lleva a una permanente autodestrucción, a un alejamiento y condena del mundo y sus
valores para entregarse al portador de la revelación e inevitable agente de su condena:
De modo que, cuando él dice no adulterarás, cometamos adulterio
dicen para así anular su precepto. (Montserrat Torrents, 1983: 392).
La gnosis que surge de la poesía de Moro
es la centella mágica de la energía vital del cosmos que ha sido despertada por la
acción divina/demoniaca del yo interior del poeta y del amante. El renombre del amor
plantea el carácter demiúrgico del cognoscente (el poeta y el amante), la energía del
objeto conocido (el amor y la poesía) y el carácter de revelación del medio por el cual
se conoce (la metáfora sinestésica).
Se accede a la revelación, al conocimiento misterioso de la gnosis poética por medio de
la sensorialidad. La resemantización del amor y de la poesía producen un cambio
ontológico en el sujeto y permiten su reintegración al cosmos.
El impulso supremo del deseo llega al
no-deseo, un deseo que ya no decae, que ya nada puede satisfacer, pese a su reiterada
ofrenda ritual. Al exaltar y sublimar nuestros deseos, al reunirlos en un deseo único,
Eros termina por negarlos. El objeto final es la no-vida, la muerte del cuerpo,
aspiración humana hacia lo absoluto, reintegración a lo Uno y la luminosa indistinción.
En Renombre del Amor, el sujeto del enunciado se funde con el polo del objeto.
El amor se define por la naturaleza de la búsqueda amorosa, pero ¿cuál es el objeto de
esta búsqueda?: el éxtasis, un amor cuyo clímax se obtiene al mediodía, es decir en el
momento de mayor intensidad del fuego solar y de más calor, estado de éxtasis que es
comparado en clara alusión sexual al de una naranja traspasada por un clavo:
Aux signes de feu du poignard
Aux seuls aux uniques souvenirs sexuels (RA) 84.
La búsqueda del amor es locura, no es
racional y lo que se busca es el fuego, vinculado aquí a la idea de amor físico, de
sexualidad, de lujuria, voluptuosidad y goce. Las señales del amor crujen al viento de la
noche y el sujeto espera pacientemente el pasar furtivo de los olores del amor y sus
ruidos de chatarra (RA-C), metonimia que nos lleva a la imagen del lecho del amor y
al cuerpo de los amantes abriéndose, cerrándose, abriéndose sobre un fuego
insostenible (RA-C). La imagen del trastocamiento sensorial, y del fuego como
totalidad, preside la interpretación de la poética de Moro. El fuego como zarza ardiendo
en el acto ritual, ambiguo como el calor del día y las llamas de la noche eterna del
infierno.
¿Pero qué tipo de totalidad es la del
fuego? Aquella que en el proceso de realizarse se autodestruye, se consume y se niega a
sí misma, en el mundo volátil y gris de las cenizas.
¿De qué rito se trata, entonces, y qué función cumple en la poética de Moro? Se trata
del rito del amor, convertido por acción mágica de la palabra en gran significante de la
poesía, de la belleza, del conocimiento, y de la construcción de una totalidad, que,
como el fuego, es fragmentaria, discontinua, quemante y difícil de asir.
Y lo es porque el sujeto que se configura en el proceso de la práctica ritual del
discurso amoroso, se revela también fragmentario, discontinuo y difícil de asir, tanto
en el nivel individual como social.
E.
El oráculo del mal
a búsqueda del amor en el objeto amado
implica en la poética de Moro una sed de festín, de belleza e inmortalidad. Se vuelve a
lo inconsciente, a lo primitivo, porque este amor no encaja en ningún orden y ningún
discurso quiere integrarlo.
El espacio de la fiesta es el espacio
liminal del caos. En él se destruye la norma, se pone de cabeza el lenguaje y aparecen
expresiones de marginalidad. La puesta en escena de la fiesta constituye un ritual de
inversión y de transgresión que convoca a todos los seres marginales: los poetas, los
homosexuales, los chamanes, que luego del rito son incorporados a un nuevo estadio.
...la fête sexprime volontiers par
une sorte de désordre généralisé: rupture des normes et des interdits (notamment
sexuels), excès (ripailles et beuveries), renversement des rôles et des attributs (en
matière de pouvoir et de costume), annulation et parodie de lautorité et de la
vertu, gaspillages de toutes sortes. (Maisonneuve, 1995: 50) 85.
La fiesta simboliza un retorno al caos
original, fuente de regeneración. Se accede así a un rito sagrado de transgresión a
través de la exaltación, el desenfreno y la promiscuidad.
La resemantización de la poética del amor implica en Moro el concepto de fiesta y de
puesta en escena. Se trata de la fiesta orgiástica del lenguaje y de la puesta en escena
de la marginalidad y el desafío a todos los niveles. Lo que el poeta ofrenda es la
liminalidad misma, el rito fundacional que permitirá acceder a la utopía del poeta.
Pero ¿se trata de la búsqueda de una
unidad primigenia o de un nuevo orden, de un mito de origen o de una utopía? Creo que de
ambos, porque se busca restablecer el paradigma amor-pasión, el mito occidental de Eros a
un nuevo nivel que niegue dialécticamente, es decir que conserve y al mismo tiempo supere
las etapas anteriores:
Où les peuples retournent aux
instincts
Des oiseaux prédécesseurs et nyctalopes (CP, p. 21) 86.
¿Cómo une Moro la libido freudiana y la
erótica del inconsciente con la tentativa desesperada de transformar la vida en poesía y
conquistar la belleza? Mediante los efectos mágicos de la palabra y el ritual del eterno
retorno de la práctica poética.
La poesía, concebida como ofrenda ritual, es el medio por el cual se trastocan estos
sentidos y se liberan las pulsiones irracionales. Al dejar fluir las pulsiones del
inconsciente de violencia y sexo se llega a un estado de trance, porque el amor es un
estado análogo a la locura.
Es esta eclosión de amor-pasión, de negatividad, la única que permite acceder a una
realidad sensorial otra, realidad sensorial que es a su vez contrapuesta al dominio de la
razón y las categorías lógicas y pretende sumergirnos en ese mundo más allá de lo
real al que sólo los visionarios pueden acceder.
El rito es el instrumento de mediación, de actualización y revitalización del mito. Es
opuesto a la lógica porque en él se busca bloquear la conciencia, para así dejar fluir
libremente las pulsiones del inconsciente. Al dejar Moro que estas pulsiones se
manifiesten en su poesía, ha entrelazado lo individual, lo colectivo y lo cósmico.
Pero Moro no es un caso aislado: es un
síntoma. Lo que él plantea está presente en otros, porque en realidad, es el Perú
mismo el que atraviesa esa situación de liminalidad.
Su concepción de la poesía como ofrenda ritual que lleva a estados de trance y de
éxtasis lo interconecta con las tradiciones milenarias de aquellos pájaros
predecesores y nictálopes para quienes el rito, incluidos los sacrificios humanos,
era el camino para lograr una mediación con los dioses.
Hay ritos premodernos y modernos que Moro interconecta en su propuesta escritural.
La reiteración obsesiva de la dedicatoria, la ofrenda de los momentos de amor, de
fragmentos del mismo, constituyen las ocurrencias de la trama de la poesía de Moro.
Entramado que sólo adquiere inteligibilidad al describir el contenido simbólico latente.
La ofrenda ritual se hace con el objetivo
de renombrar el amor. Pero para renombrar algo se tiene que eliminar el nombre primigenio,
parricidio indispensable para establecer una nueva filiación. Esta búsqueda de un nuevo
padre se encuentra en la imagen fálica de la escritura, definida por Moro como la
próstata de los faraones (CP, p. 42).
La poesía es entonces ese otro gran
significante al que el amor alude. Espacio liminal entre semiósferas sensoriales
distintas, entre la luminosidad y la oscuridad, puerta de ingreso al infierno, al hueco,
fuerza telúrica que subyace en el mundo del inconsciente. La poesía, como el rito, es
mediación, medio privilegiado de conocimiento a través del cual se lucha por acceder a
descifrar el cosmos, a lo Absoluto, prescindiendo del conocimiento discursivo, del Logos y
la Razón.
Lo que para algunos surrealistas europeos fue la búsqueda de lo exótico, un encuentro
con lo maravilloso a través del azar, un descubrimiento del otro en los
rituales mágicos de otras culturas, para Moro fue el resultado de un viaje introspectivo
en el que dejó que fluyera el sustrato del otro que se encontraba en sí
mismo.
La propuesta surrealista de búsqueda de
lo maravilloso no se revela para Moro como una artimaña literaria, ni como un mero acto
de adoración epigonal y de repetición de fórmulas y códigos gastados sobre lo
fantástico y lo onírico.
El carácter mágico e invocatorio y el hondo sentido ritual de su poesía fluye
libremente como parte de la tradición de un pueblo que está muy lejos de haber
agotado su caudal de mitologías (Carpentier, 19??: 10).
En el mito de la incumbencia ligado al
Humanismo y al Renacimiento, el hombre desarrolla el lenguaje lógico del dato, de
la razón, de la descripción y de la verificación, pero en el mito de la libertad,
ligado al Romanticismo, el lenguaje que se desarrolla es un lenguaje mítico de
esperanza, deseo, creencia, ansiedad, polémica, fantasía y elaboración (Frye,
1986: 51).
Moro reivindica el mito de la libertad, pero no es con el dios Apolo de la luminosidad y
la claridad, de la poesía y la música, ni con el protector de las Musas con quien la
poesía de Moro se emparenta.
Couleur de bas-rêves, tête de nègre es el título de su primera plaquette. Discrepando
con la traducción, en general excelente de Armando Rojas, considero que el título
Color de media ensoñación morena, a pesar de ser muy poético, no expresa el
contenido vital de los poemas ahí reunidos.
Color de bajos sueños, cabeza de negra se aproxima más, desde mi punto de
vista, al contenido de la poética de Moro. Se trata del color y la luminosidad del mundo
subterráneo de los sueños y el inconsciente, alojados en el mundo de la oscuridad.
Pachacamac es precisamente la huaca que reúne estas características; representa, como la
poesía de Moro, la frontera entre la luminosidad y la oscuridad, es el dios ctónico de
la inestabilidad que abre las puertas de ingreso al infierno, la noche y al hueco de la
crisis existencial en búsqueda de un nuevo equilibrio:
Huacos funerarios del Perú,
petroglifos de Canta, que cubren literalmente los cerros, cuyo origen y época
desconocemos, me son tan próximos como el Ojo Real, mucho más próximo que la sórdida
expresión que me rodea...
Si yo pensara que los objetos, los
edificios, también algunos seres, después de desafectados perdiesen toda carga mágica,
el mundo resultaría invivible, más aún de lo que es. En el Perú, algunos
lugares claros solitarios al pie de las montañas, y otros de la costa,
siempre que no estén habitados, repercuten todavía de un modo imperioso fortalezas
del mundo moral, estético, metafísico que tan largo tiempo los impregnó lugares y
no obras de arte, lugares, vínculos sin ningún deseo de adaptación, bajo el sol, o
cubiertos de neblina tras la cual se vislumbra la presencia inmanente del sol. No en vano
he nacido, cuando miles y miles de peruanos están todavía por nacer, en el país
consagrado al sol y tan cerca del valle de Pachacámac, en la costa fértil en culturas
mágicas, bajo el vuelo majestuoso del divino pelícano tutelar (Moro, 1958: 137).
Los objetos, las personas, pero sobre
todo los lugares, tienen una carga mágica, cuyos vínculos sólo se descubren a través
del rito. El oráculo es esencialmente el espacio ritual de mediación con los dioses que
descubrirá las vinculaciones insólitas entre dichos seres u objetos. Si Pachacamac
representó este espacio en las culturas mágicas de la costa, la poesía fue transformada
por Moro en espacio ritual cuyo poder invocatorio cumple la misma función.
La imagen que Moro tiene de Pachacamac y del propio Perú es la de un espacio ritualizado,
cuya carga mágica debe ser revelada a través de la poesía.
En el prólogo a la edición de La Tortuga Ecuestre y otros textos hecha por Julio Ortega
se incluye por primera vez la Autobiografía peruana, texto que Moro escribió
en francés y él mismo tradujo. Un fragmento de éste apareció en Dyn (1942), y la
versión completa la publicó Ortega en 1967.
¿Cuál es la imagen del Perú que ahí se revela? La piedra y el oro, la espiga de trigo
y la huaca ritual constituyen la materia del gran sueño de las civilizaciones
precolombinas.
La panaca de maíz, la espiga de oro del trigo y la luz del sol de los Incas tiemblan bajo
la luna madre de la nocturnidad de la voz de los poetas, que son los únicos capaces de
cargar de sentido y recuperar la importancia de la piedra y el rito.
La conquista representa la sangre que
corre durante siglos y oscurece la piedra angular de la luna madre, la que a su vez
constituye el real contenido del significante lumínico del sol.
Pachacamac, la huaca ctónica, lugar de encuentro entre la luminosidad y la oscuridad, se
rebela frente al saqueo en el momento mismo de la agresión. En el interior sombrío del
santuario, en medio del olor denso y pesado que despiden los sacrificios, los
conquistadores se imponen y destruyen el ídolo, reemplazándolo por una cruz.
A partir de ese momento, de esos espacios
rituales y de ese orden primigenio no quedan sino ruinas. De la luz más punzante,
más cargada de inmanencia que conozco sólo llega una luz como aquella de las
estrellas apagadas.
El Perú deviene un cuerpo tan fragmentado como su propia geografía, sus tradiciones,
olores y sabores. Cada baile, cada acto de comer, cada contemplación de un paisaje tiene
un carácter ritual que se reproduce en el contenido lunar latente de la palabra poética.
Por esto Moro afirma, refiriéndose a la causa
Este plato frío es tan bello y tan
bueno como una piedra de luna bien fresca depositada sobre la lengua (Moro, 1976:
14).
Pero, según Moro citando a
Mallarmé Un golpe de dados no abolirá nunca el azar. El golpe de dados
de la conquista no abolirá nunca el azar y la magia del sueño, sustrato del alma
colectiva y del mito.
A la poesía le cabe el honroso papel de rescatar ese pasado a través del sueño, porque
la poesía representa la nocturnidad que absorbe y recupera la luz. Es la venganza del
ídolo, el aura de un manto poético, que por su belleza particular le da significado al
Inca e impone silencio. Es el Auca como significante del Inca y Pachacamac de Machu
Picchu.
Se habla de un manto de Atahualpa,
de alas de murciélago. Ese manto color de humo a los reflejos de herrumbre y venado de
sangre aérea yo lo veo sobre las terrazas inmensas del palacio imperial absorbiendo bajo
la luna todo el color incendiario de las piedras y del oro que flameaba bajo el Imperio.
Manto alado, pensante, manto de hechicero sublime, aislado, manto para recibir el más
próximo mensaje nocturno y solamente imaginable en el silencio absoluto que debía
hacerse apenas el Inca lo ponía sobre sus hombros (Moro, 1976: 12).
Este es el tesoro aéreo de los poetas
exilados en sus tierras de tesoros, el paradigma y el paraíso que cada tarde el poeta
espera, la imagen del pasaje anunciador del coraquenque, de pareja alada dejando caer las
plumas catastróficas:
La poesía intenta unir el entorno
físico del hombre por medio de las categorías más arcaicas la analogía y la
identidad, el símil y la metáfora que el poeta comparte con el lunático y el
amante y que en lo fundamental son las categorías de la magia. (Frye, 1986: 75).
El otro vestigio de una historia que aún
sobrevive y del que la poesía es expresión peligrosa de continuidad, es el bestiario que
podemos encontrar en la obra de Moro. Su universo poético se encuentra plagado de
animales marinos o vinculados al mar: peces, algas, conchas y pelícanos; de aves de presa
así como de zorros, felinos, búhos y serpientes, todos ellos asociados al bestiario del
mundo andino en general y al de Pachacamac en particular.
Las aves de presa son parte del rito a Pachacamac porque éste vincula la productividad
con los sacrificios humanos. Por esto, los cóndores, halcones, gallinazos y buitres son
objeto de cuidado y adoración tanto en la poesía de Moro como en el lúgubre santuario.
Les annales de l or gisant
sous les faux bond
Du vol foribond du faucon
En réalité grande fleur cuite aux apparances
Du collier ou du catalogue pourpre (CP, p. 54)
L orfraie la raie de l or aseptique (CP, p. 56) 87.
Pero no se trata sólo de la naturaleza
de la práctica ritual misma sino de la divinidad a la que se dirige. Para Moro la poesía
es, sobre todo, una divinidad invisible que, como Pachacamac, no puede ser representada en
el arte. Sólo se puede acceder a ella a través de una práctica vital de trance ritual,
que al llegar al éxtasis permita esta fusión con lo Uno.
El otro aspecto clave de la función
ritual de la poesía es el de la lengua poética. Como el rito es esencialmente
verbalidad, el código utilizado para la mediación con los dioses es también crucial. En
todo rito hay un lenguaje de encantamiento, un código de iniciados que permite a los
intermediarios privilegiados la comunicación con la divinidad.
En la poesía de Moro, esta es la funcionalidad del uso del francés como lengua poética.
Se trata del uso de un código de iniciados que integra el lenguaje del encantamiento
dentro del acto ritual poético con sus propios efectos de musicalidad, ritmo y cadencia.
No se trata, tan sólo, de una actitud
marginal, ni de una opción lingüística frente a una lengua, el castellano, a la que él
considera caduca: Todos sabemos o deberíamos saber que el español es una lengua
estancada desde el Siglo de Oro (Moro, 1958: 18). Se trata de un código hermético,
accesible sólo a una elite de iniciados en el circuito literario al que sus textos
estaban destinados. Hermético no sólo por el código estético utilizado, un desafío a
los sistemas literarios dominantes en el Perú de la época, sino también por el uso de
un código lingüístico distinto al de la lengua materna. El francés deviene así en un
código dentro de otro código y, por lo tanto, elemento constitutivo esencial del propio
rito.
La poesía de Moro, como todo oráculo, reconstruye el pasado y organiza el futuro, busca
expresar el tiempo de las pulsiones y del deseo y, al hacerlo, altera el presente y
subvierte la tradición poética.
La autoridad del poeta deriva del poder oracular de su mente que antes se había atribuido
a la revelación de Dios. (Frye, 1986: 85).
Renombrar el amor implica, entonces,
poner de cabeza al mundo y transformar el concepto mismo del amor:
Sí era cuestión de transtornar
de abajo a arriba y en lo más profundo todas las costumbres, hábitos
ritos, creencias y supersticiones arraigadas durante milenios a fin de establecer
sobre la tierra no una Arcadia rescatada sino aquel Edén vagamente
adivinado por videntes profetas soñadores mitólogos cuyo advenimiento habían
tenido que transferir (por necesidad) a otra esfera o a otro mundo. (Westphalen, 1992:
206)
La concepción del amor en Moro, tal como
hemos visto en el presente estudio, es sinónimo de expresión del mal y perversión, de
práctica ritual y sistema alternativo de conocimiento.
El valor de la poesía se funda, como el acto amoroso, en la percepción sinestésica de
dicho acto, en el aura de un acto único e irrepetible, cuya función ritual Moro exhibe
como una propuesta contracultural.
Y es esta fusión del papel oracular del poeta y del artista con la propuesta
contracultural y anti-stablishment, la que ha sido incorporada a la tradición
del discurso poético en el Perú, y al hacerlo, ha integrado dos perspectivas
aparentemente contradictorias: la concepción ritual de la poesía y el valor exhibitivo
de la misma (Benjamin, 1989: 15-60).
El renombre del poeta, entendido en su otra acepción, la de la fama, está ligado en el
Perú a su papel de oráculo antisistema.
___________________________________________
30 Ver nota 3.
31 Estos poemas y su sombra / consecuente y su luz / consecuente
están dedicados / a André Breton / a Paul Eluard / con la infinita admiración de /
CÉSAR MORO (CP-C. Dedicatoria general del libro).
32 Donde la sangre se manifiesta mi deseo.
33 A André Breton y Paul Eluard, desde siempre y para
siempre.
34 Con motivo del Año Nuevo, A mis amigos.
35 Un día oí un grito: Abajo el trabajo. Aquel día
yo ya trabajaba desde el alba rompiéndome las muñecas a duros martillazos
(CP-C, p.67).
36 Habría que destruir el amor abominable que todavía nos
arrastra, habría que destruir todo hasta las cenizas, hasta la sombra, para nunca volver
a comenzar, para hacer desaparecer esta vergüenza que significa existir aunque sea un
instante (CP- C, p. 67).
37 Los símbolos (rituales y místicos) no son solamente un conjunto de
clasificaciones cognitivas para ordenar su universo (aquí el de los Ndembu); son de
manera igualmente importante un juego de fórmulas evocatorias para suscitar y dominar
poderosos afectos tales como el odio, el temor, el cariño y el dolor. Están en fin
animados de una intencionalidad y de un aspecto volitivo. En pocas palabras, es la persona
por completo, y no sólo el pensamiento ndembu, quien está implicada existencialmente en
las cuestiones de vida y de muerte propias a los rituales observados. (Traducción Y. W.).
38 Los días sin lluvia / Y como corresponde los días bellos /
Para el amor y sus preferencias (RA-1).
39 El amor dedica al amor (RA-1).
Al porvenir de los dementes (RA-1).
40 El pergamino sin fin de escritura delirante (CP, p. 10).
41 Sublime luz colgante de un hilo / De las graves realizaciones /
Sentida locura (CP-C, p. 39).
42 Árboles núcleos de pena / Terrenos donde engancha la
locura (CP-C, p. 39).
43 El nudo preso en la urna al trepar tambalea furioso Como un
lipemaníaco mezclador (CP- C, p. 31).
44 Aspectos hablo sólo de vosotros / Reflejos sublimes del amor /
Para oírme mejor / Inclino la cabeza y os hablo sublimes reflejos / Tan distantes como mi
mano / Aunque cerca de ti amor mío / Más cerca de ti / Ignoro la ausencia / Porque mi
fuerza emana de tu rostro (CP-C, p. 20).
45 Camino abandonado trayecto perdido / Izado al precio de vidas y
vidas de olvido / Que un durmiente se yerga y todo el ruido del mundo / Se desmorone
(CP-C, p. 10).
46 Ausencia vitriolo divino (CP-C, p. 44).
47 Las más tristes las más feroces / lesiones las que solamente
se ven / cuando uno ha muerto (CMEM, p. 52).
48 Las lesiones groseras / Acostumbran renacer (CP-C, p. 9).
49 Pero el amor regresa más herido que nunca (CP-C, p. 20).
50 Segunda noche de espera / un corredor más largo que ayer / una
sombra más densa / una noche más
(CMEM, p. 60).
51 Cada mañana muy temprano untad vuestras lágrimas / Cada
congoja peinad una mañana (CP-C, p. 11).
52 Las confesiones se arrancan confesiones / Las dolorosas
lágrimas de sangre (CP-C, p. 53).
53 una lágrima de plomo (CMEM, p. 52).
54 sálvese quien pueda los rayos del ombligo (CMEM, p. 64).
55 clamor sordo / más sordo que el infierno que me envuelve / mi
cabeza bajo mis pies (CMEM, p. 54).
56 Un jueves más viernes que la tierra / Una noche de
medianoche (CP-C, p. 20).
57 Noche de los amantes abre tu ganga / Tus piernas abre muestra
tus mamas de acero / Trágame como tragas el humo de los volcanes / Que salpican tu rostro
inalterable (CP-C, p. 43).
58 Levadme picos de las estaciones / Rumbo a la noche voraz
(CP-C, p. 43).
59 surcos las que producen / un estado próximo a la
lipomanía (CMEM, p. 52).
60 Soy un incesto / un feto de paja (CMEM, p. 52).
61 Pienso en los sensibles ceniceros / De sesos humanos / En los
largos pasillos donde la sangre estalla / Anegando con lágrimas los ojos de las peores
hienas (CP-C, p. 49).
62 De platillos violentamente vacíos y ausentes / De platillos
ávidos y violentos / Que al surcar la fácil natación del sueño / Alcanzan / La otra
margen (CP-C, p. 16).
63 Un violento gusto de homicidio / Las madres que azotan con
vigor (CP-C, p. 17).
64 Como escenas de minuciosa carnicería (CP-C, p. 39).
65 La madurez de los leones favorece / El incesto de armadillos y
palomas (CP-C, p. 41).
66 Un corazón de asesino con tiernos reflejos (CP-C, p.
57).
67 Sería preferible bañarse de noche / A la luz de una lámpara
de mercurio/ Una flor de mármol en la oreja / Un olor de muralla / Y manos de
gavial (CP-C, p. 19).
68 Aguijonearse violentamente los ojos con alambres de púas
(CP-C, p. 56).
69 Te alejas / Yo me despierto ciego (CP-C, p. 39).
70
la tristeza no revistió jamás tu cuerpo con su armadura
y el miedo ultrajante no carcomió nunca los bordes poblados de tus ojos de pantera al
acecho de las estrellas fugaces que en un abrir y cerrar de ojos devoras oh ventana dando
al mar cataclismo de risas perladas y jabonosas de tu lengua de alabastro rosa y rayada
tal la piel enceguecedora de los tigres de primera magnitud en el desierto auxiliado por
las tinieblas de tus piernas los manatíes sedientos acarician el retrato de sus mujeres
desnudas vestidas por el capricho de una fina llovizna luminosa como si a menudo ocultara
en su seno la esperanza inmensa de una cascada al aproximarse el mediodía que con todo
sus brazos y ojos te pide venganza terrestre de las hecatombes diluvianas(CP-C, pp.
51-52).
71 Los brazos seccionados y aumentados por cuerpos
duplicados (CP-C, p. 53).
72 Ebrio de ojo en ojo de hez en hez ágil derrumbando / Los
árboles rayando la leche de miel el techo de fantasmas / Verdadero sobresalto odiado por
las redes de lo ilícito / La mesa trata de avanzar en los rieles / Sierra la risa que
chasquea en la cima de la noche / Cuya marea rema hacia la alta torre del cielo / Hacia el
aguaje del amor luces apagadas / El rumor obsceno de párpados que se rozan / Pelo contra
pelo pensar listo a beber la reserva / De los yerbajos del tiempo por ganar si alguien
señala / Por perder distintas represiones si la saliva siempre es divina / Repartiendo
entre las ramas del aliento la escala / Del bienestar de permanecer seduciendo tejiendo
tapicerías de sabor (CP-C, p. 28).
73 El gran arte de nadar os aguarda carnívoros (CP-C, p.
15).
74 Los panoramas de las relaciones carnales / Donde se unen los
cuerpos con miras a finísimas estructuras perecederas (CP-C, p. 11).
75 Se agita la palabra no tiembla / Entre la marejada del coito de
felinos (CP-C, p. 49).
76 Un pliegue contra el seno izquierdo / Dos mujeres presas de la
manía voraz (CP-C, p. 16).
77 Comunicando del lado opuesto por tubulares trombas / Con los
eréctiles tejidos puestos al desnudo (CP-C, p. 31).
78 Calendarios inmensos / Mostrando sólo un día inmenso
(CP, p. 16).
79 Humo doble, capricho doble este uso del tiempo multiplicándose
en gramíneas ausentes unas del fuego, otras del templo ígneo
(CP, p. 62).
80 Para maldecir los instantes que se dicen felices / Para el
reloj despertador cargado de pólvora (RA-1).
81 Qué infinito encuentro / Tal un dolor abdominal (CP-C,
p. 40).
82 el rebaño de demonios en el alba áfona (CMEM, p. 64).
83 El ofidio angélico (CP-C, p. 11).
84 A las señales de fuego del puñal / A los solos los únicos
recuerdos sexuales (RA-1).
85 ...la fiesta se expresa con gusto por una suerte de desorden
generalizado: ruptura de las normas y de las prohibiciones (fundamentalmente sexuales),
excesos (comilonas y borracheras), inversión de los papeles y los atributos (en materia
de poder y de vestimenta), anulación y parodia de la autoridad y la virtud, derroche de
todo tipo. (Traducción Y.W.).
86 Donde los pueblos vuelven a los instintos / De las aves
predecesoras y nictálopes (CP-C, p. 21).
87 Los anales del oro yaciendo bajo el esquivar / Del vuelo airado
del azor / En verdad gran flor cocida con apariencias / De collar o de catálogo
púrpura (CP-C, p. 54).
El pigargo la raya del oro aséptico (CP-C, p. 56).
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