Los seres humanos tenemos la necesidad vital de relacionarnos. Estas relaciones en el contexto social son posibles gracias a la comunicación, que implica entrar en relación con los demás y en un intercambio de pareceres, por cuanto que alternativamente somos emisores y receptores. Comunicarse es, entonces, expresar o manifestar a los otros nuestros pensamientos, deseos y nuestras interpretaciones de las cosas y del mundo. Todo esto, sin embargo, no es posible sin el lenguaje, ya que es a través de éste que se establecen las relaciones de comunicación. Ahora bien, ¿qué es entonces el lenguaje? Bueno, en un sentido amplio y hasta metafórico, se suele hablar del "lenguaje" de las flores, de las estrellas, de los cerros, etc. Los animales que viven en comunidad tienen, también, unos procedimientos de comunicación de gran sutileza, tal como ocurre en las abejas y las hormigas. Sin embargo, todo ello no es lenguaje en el sentido estricto. El lenguaje viene a ser una actividad única y exclusivamente humana, el cual nos permite comunicarnos y relacionarnos con nuestros congéneres mediante la expresión y comprensión de mensajes. En otros términos, el lenguaje es la capacidad que toda persona tiene para comunicarse con los demás haciendo uso de signos orales, escritos o de otro tipo. Este concepto de lenguaje, como puede entenderse, tiene una significación más amplia que la producción de sonidos articulados que conforman las palabras y frases. Así:
Esta última forma de lenguaje es la que se aborda en este libro. Viene a ser un acto personal en el que el hablante emite un mensaje empleando los signos y reglas que en un determinado momento necesita. El lenguaje, entonces, es una cualidad muy importante del ser humano gracias al cual se comunica, conoce su pasado, puede analizar, interpretar y comprender su presente y, consiguientemente, proyectarse hacia el futuro como individuo y ser social. Para destacar su importancia, cabe señalar en primer lugar, que los seres humanos vivimos inmersos en un verdadero océano verbal, en un mundo o una realidad social eminentemente competitiva, donde la palabra, en especial la expresada verbalmente, es un factor decisivo que viene a constituir el puente, el lazo, el arma, el medio o instrumento importante de unión o desunión; de comprensión o incomprensión; de éxito, reconocimiento o indiferencia; de fracaso, frustración o marginación entre los seres humanos. En otros términos, el habla viene a ser un proceso vital que posibilita la comunicación con los demás, aumentando la oportunidad de vivir mejor en una sociedad como la actual. Así pues, todos los seres humanos necesitamos del lenguaje verbal para expresar nuestras necesidades, pensamientos, sentimientos y emociones; lo necesitamos incluso para solucionar lo más elemental de nuestra vida: hambre, sed, abrigo, trabajo. También lo necesitamos para adquirir conocimientos, para abstraer y proyectarnos simbólica y realmente en el tiempo y espacio, así como para comunicarnos y adaptarnos al medio. Todo esto podemos hacer gracias al lenguaje verbal; pero cuando hay defectos en esta cualidad se generan una serie de problemas que pueden limitarnos y marginarnos socialmente. El lenguaje verbal, entonces, es un aspecto instrumental imprescindible para la vida de relación. Sin él el hombre es un ser socialmente mutilado, sin capacidad para proyectarse simbólicamente. También se le considera como un aspecto fundamental para el desarrollo de la inteligencia y para toda actividad cognoscitiva relacionada con la vida. Empero, es bueno señalar que esta cualidad no se refiere a un hecho puramente "mecánico", ni tampoco a algo que se adquiere o se da de una manera natural, como aprender a caminar, sino que es algo mucho más complejo, y que detrás de todo esto está el hecho de sentir y pensar bien, el tener personalidad y ser hombre. El niño desde que nace vive en un contexto eminen-temente verbal, donde personas, radio, televisión y otras mil y una formas de interrelación establecen los puentes verbales con él; es decir, el niño al nacer pasa del "baño amniótico" del vientre materno al "baño verbal" del ambiente social, que viene a ser el factor condicionante para la adquisición y desarrollo del lenguaje. Ese ambiente social con sus manifestaciones de lenguaje, no sólo rodea al niño sino que hace que lo receptúe y asimile directamente, pues al niño se le habla desde el primer día de nacido junto con las demostraciones físicas de afecto: abrazos, besos, caricias y palabras tiernas casi cantadas. Esta influencia del entorno sociolingüístico hace que el niño, en un principio, vaya asociando las verbalizaciones a situaciones de contacto humano y sentimientos de bienestar, constituyendo un fuerte incentivo para la adquisición del lenguaje. Posteriormente, a medida que progresa, va tomando conciencia sobre su valor instrumental para las demandas y solicitudes vinculadas con sus necesidades. El niño, aproximadamente al octavo mes de nacido, va descubriendo que determinados tipos de vocalizaciones logran atraer a los adultos a su alrededor (función de llamada), lo cual comienza a explotar. En esto se puede observar el inicio de una relación de comunicación vocal que más tarde se constituirá en la médula de toda actividad verbal. Al segundo año de vida, el niño descubre el poder de la palabra, en particular del "nombre". Se da cuenta de que con sólo nombrar objetos o acciones los adulto le obedecen, ya sea acercándole los objetos o realizando las acciones. Comple-mentariamente también obtiene respuestas verbales sobre el tema que propone, lo cual va enriqueciendo y facilitando su desarrollo lingüístico. Más adelante el niño pasará a usar esta cualidad como medio para "controlar" y "dirigir" las acciones de los demás y, luego, de sí mismo. De esa forma, a diferentes etapas de adquisición corresponden motivaciones distintas para seguir adelante. Empero, las raíces profundas de esas motivaciones deben rastrearse en las relaciones afectivas en el seno familiar, ya que sin este soporte el lenguaje o no se desarrolla en todo su potencial, o se atrofia. De allí que el clima afectivo familiar y las oportunidades que brindan los padres para que el niño practique el lenguaje, son condiciones bá-sicas para que se instaure, se desarrolle o subsista dicha cualidad. Así pues, gracias al lenguaje el niño va superando el aquí y el ahora; puede basarse en conocimientos de la experiencia para resolver los problemas corrientes y planificar el futuro. El lenguaje le permite también interactuar más plenamente con otras personas y compartir su mundo individual de fantasías, creencias, esperanzas y pesares. De esta forma los seres humanos han
venido empleando el lenguaje para crear civilizaciones inmensas y complejas, y siguen
empleándolo para impulsar el progreso científico y tecnológico. Incuestionablemente, el
lenguaje, el habla, es uno de los instrumentos de enorme importancia y poder. EL LENGUAJE Y EL AJUSTE PSICOLÓGICO DEL NIÑO Cuando la adquisición del habla se realiza dentro de un ambiente de seguridad, de amor y comprensión; cuando ese aprendizaje se da en un medio familiar sin tensiones, con padres maduros y felices, todos los obstáculos son simples y fácilmente superados por el niño, alcanzando las distintas etapas del desarrollo en un plazo esperado que puede variar, pero con una graduación segura en esa adquisición. Así, los niños que proceden de hogares equilibrados, en los que los padres les brindan amor, seguridad, estimulación y comprensión, son por lo general niños felices que se expresan normalmente, seguros de sí mismos y con una amplia disposición para las relaciones con los demás. Esto hace que, también, tengan las mejores posibilidades para desarrollarse armónica e integralmente adaptándose en forma adecuada a su medio sociolingüístico. En cambio, imaginemos la procedencia de aquellos niños o jóvenes que se sienten impedidos o afectados en esta cualidad que más nos humaniza, es bastante probable que procedan de hogares inadecuados o mal formados, donde los padres no se interesaron ni preocuparon por estimularlos y ayudarlos en la adquisición del habla, siendo esto, a veces o la mayor parte de las veces, la causa del defecto o trastorno del habla, y estos, por el hecho de no expresarse normalmente, son blanco de ironías, de rechazo, de "piedad" o "compasión", pasando por tensiones y frustraciones que afectan negativamente el desarrollo de su personalidad y ajuste social. Por tanto, el desarrollo adecuado del lenguaje en el niño posibilita el desarrollo armónico de su personalidad, constituyendo un valioso instrumento o medio para el aprendizaje y la integración social. Pero, cuando hay defectos, el niño suele presentar desajustes en su desarrollo, generando ciertas reacciones comporta-mentales como la timidez, sentimientos de inferioridad, aislamiento y frustraciones que, en suma, conducen a la infelicidad.
Esta pregunta nos induce a interrogarnos en una forma extrema, ¿qué pasaría si no pudiéramos hablar con nuestra pareja, hijos u otras personas?, ¿qué sucedería si le estuvieran acusando de terrorista y usted no pudiera decir que no es verdad? Y si estuviera enfermo, ¿qué pasaría si no pudiera decir lo que le duele o lo que siente? Todas estas preguntas nos hacen tomar conciencia sobre lo importante e imprescindible que es el lenguaje verbal en la vida de los seres humanos. Es por medio del lenguaje que podemos comunicarnos, informarnos, leer y comprender, trabajar y aprender todo lo relacionado con nuestra vida. Sin embargo, cuando hay defectos o trastornos en esta cualidad se producen serias interferencias y limitaciones en el desenvolvimiento y ajuste psicológico del afectado a su medio social. Es el caso, por ejemplo, de los tartamudos, para quienes el defecto no sólo constituye un impedimento para el habla, sino también para sus vidas, ya que les impide seguir sus aspiraciones educacionales, vocacionales y su desenvolvimiento y reciprocidad social. Para comprender y valorar mejor las consecuencias del defecto del habla, veamos el caso de un joven de 23 años de edad que acude a consulta psicológica debido a su tartamudez. Él manifiesta lo siguiente: Desde niño me aislaba de mis compañeros de escuela por temor a que se burlaran de mí... No tengo amigos que me consideren ..., nunca he tenido enamorada debido a éste mi defecto".
Esta situación dolorosa es rara vez comprendida por las personas normales. Las actividades cotidianas, tales como contestar el teléfono, preguntar o responder, dialogar con cualquier otra persona, etc., constituyen para los sujetos con este defecto una fuente de profunda preocupación, intranquilidad y tensión, convirtiéndose incluso en una verdadera "pesadilla". Para ellos todo marcha bien mientras no hablan, pero basta que sepan que tienen que hablar para que todo se les desmorone, les aflore tensión y el "pánico", bloqueando todos los aspectos de su personalidad, escondiéndose como consecuencia de esto en tics y trucos. No sé si conozcan ustedes la historia del torero apellidado Belmonte, que era tartamudo, él prefería enfrentarse al peor de los toros, al más feroz miura, que a tener que decir "buenas noches". De acuerdo con estas referencias, ¿podemos dudar todavía sobre la importancia de hablar bien? Realmente ¡NO! El hablar bien y con buena voz, es la mejor cualidad que una persona pueda tener en un mundo como el que vivimos. Esto le permite comunicarse, sentirse activo y útil a sus semejantes; es decir, ser mucho más humano, ya que puede pensar, decir lo que siente y piensa, comprender y ayudar a los demás valiéndose del lenguaje. El lenguaje cumple una serie de funciones importantes en la vida de los seres humanos: 1. Función comunicativa: La función primaria del lenguaje es la comunicación. Los seres humanos tenemos una necesidad vital de relacionarnos y esto es posible gracias al lenguaje. En este proceso de comunicación, el habla, constituye el instrumento decisivo de comunicación e interrelación social. 2. Función cognoscitiva: El lenguaje tiene también una función cognoscitiva; es decir, es un instrumento poderoso para el aprendizaje y la abstracción. Gracias al lenguaje podemos proyectarnos de lo concreto a lo abstracto, de lo proximal a lo distal. Con la posición de esta cualidad el niño será capaz de elaborar sus primeras abstracciones y conceptos elementales, con los que va comprendiendo y dominando su medio ambiente. Pero, cuando hay defectos del habla, el niño tendrá dificultades para abstraer y, como tal, viene a ser una handicap para el rendimiento escolar y otras actividades cognoscitivas. 3. Función instrumental para satisfacer las necesidades inmediatas: El lenguaje verbal permite satisfacer las necesidades inmediatas como el hambre, la sed, el abrigo y es el medio más diecto y eficaz para pedir ayuda o auxilio frente a situaciones de riesgo o peligro. Sin esta cualidad pereceríamos. 4. Función personal: El hombre a través del lenguaje verbal puede manifestar o expresar sus opiniones, sentimientos, motivaciones, puntos de vista personales y aspiraciones, compartiendo, sentimientos, ideales y fantasías con los demás. 5. Función informativa: El lenguaje verbal nos permite obtener información de lo que ocurre a nuestro alrededor y en el mundo en que vivimos, contribuyendo a la solución de los problemas, anticipándonos y adaptándonos a los cambios. De ese modo, el lenguaje verbal o habla nos permite vivir más satisfactoriamente. 6. Función adaptativa: El lenguaje verbal o habla permite al individuo adaptarse adecuada y competentemente al medio social. Esto es, facilita el ajuste y la autorrealización de la persona, lo cual se traduce psicológicamente en bie-nestar o malestar. El malestar se produce precisamente por causa de los defectos en el habla, constituyendo una limitación para la vida, tal como ocurre con los afectados por la tartamudez. 7. Función reguladora del comportamiento: El lenguaje tiene una función importante como regulador del comportamiento del individuo a través del lenguaje interior y, también, una función "controladora" sobre el comportamiento de los otros, a través del lenguaje externo. Esto le permite al niño, como al adulto, establecer y mantener las relaciones sociales. Estas son, entre otras, las funciones más importantes del lenguaje verbal, caracterizándose por ser un valioso instrumento de comunicación y del pensamiento.
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