Tercera revolución Industrial

Breve Introducción

Los Enormes Cambios Revolucionarios
Vividos por la Humanidad

En sus orígenes, la humanidad fue nómada y recolectora y, por tanto, su posibilidades de creación y de crecimiento demográfico estuvieron sumamente limitados. Por entonces, los grupos en constan-te desplazamiento, iban muy poco protegidos y sus necesidades eran tan grandes, que todo el tiempo disponible lo destinaban a la búsqueda de alimentos, de abrigo y de viviendas, siempre precarias. Sus limitaciones para el desarrollo social eran definitivamente ínfimas. 

Este cuadro fue superado cuando, hace unos 8 ó 10 mil años, se descubrió la agricultura en cinco puntos decisivos del planeta; ellos fueron el Perú, la India, China, Medio Oriente y México. De estos 5 puntos medulares, cada vez hay más evidencias que demuestran que el Perú sería el más antiguo. Sea esto así o no, el hecho es que con la agricultura la disponibilidad de alimentos se incrementó enormemente y la humanidad se sedentarizó, de manera que los grupos, cuyo número aumentó considerablemente, pudieron crear tantos y tan significativos valores, que de esta forma surgió la cultura universal, que en cada gran localidad tuvo sus particularidades propias. Andando el tiempo, sin embargo, las culturas nacidas en China, India y Medio Oriente fueron vinculándose más o menos directa o indirectamente, al punto que muchos de sus aportes y valores pasaron de un lugar a otro, con el resultado de que únicamente 2 de los grandes centros en que surgió la cultura siguieron floreciendo en forma autónoma y con características singulares, hasta el primer tercio del Siglo XVI; tales centros medulares fueron Perú y México. En estas dos grandes regiones americanas, tanto los desarrollos sociales y económicos como las concepciones y estruc-turas ideológicas que se crearon, muestran caracteres definitivamente propios, y en todo caso, ellas fueron definitivamente singulares. 

Lo que nos interesa poner de relieve aquí es que la introducción de la agricultura en la práctica humana dio lugar a un monumental cambio en la vida social. Cambio tan gigantesco, que recién en ese momento es que la humanidad, para bien o para mal, se distingue como una especie capaz no solamente de cambiar el ambiente que nos rodea sino también de modificar todo el escenario del planeta en que habitamos. 

Esta capacidad transformadora se puso tempranamente de mani-fiesto cuando se trashumancia y se sedentariza, creando grandes cultu-ras diversas a la par que crecían demográficamente, con lo que se fueron reforzando las concentraciones, que luego devinieron en ciu-dades, y con ellas se dio un nuevo giro en el camino del progreso social; tal giro progresivo generó la civilización, o la cultura propia de la vida en concentraciones organizadas. Es en ese ambiente citadino que, en algunos cientos de años más, se daría otro salto igualmente signifi-cativo, cuando en el Siglo XVIII se hace presente la Primera Revolución Industrial. 

En el Antiguo Perú, la civilización hace su aparición también tempranamente, cuando hace unos 2,800 a 2,500 años se construye el gran centro urbano de Chavín. A partir de entonces, la civilización peruana prospera rápida e inconteniblemente a través de desarrollos regionales que tienen su remate en la aparición de un horizonte de cultura universal, que tiene sus expresiones urbanas en 2 grandes complejos citadinos que fueron Wari y Tiawanaku. O sea que, Wari-Tiawanaku son el punto culminante del florecimiento de la civilización antigua del Perú. El paso siguiente fue la profunda revolución que encarna el establecimiento y desarrollo del Tawantisuyu o del Estado Inca.

El Tawantisuyu o Estado Inca (que no fue, de ninguna manera, nada parecido a un absurdo y extraño imperio al estilo europeo o asiático) se desarrolló en los siglos XIV y XV hasta el primer tercio del Siglo XVI y comprendió un período de enormes transformaciones, no sólo porque se difundieron y perfeccionaron los mejores conocimientos y tecno-logías gestados por todos los pueblos de la región centro-occidental de Sudamérica, sino porque con el Tawantisuyu accedió al poder una extensa élite de sabios y de gentes de una refinada cultura. Veamos brevemente lo que esto significó.

Todas las evidencias rescatadas por la arqueología y la historia moderna apuntan en el sentido que el gobierno y la conducción de los pueblos, que se desarrollaron en los Andes Centrales (incluidas aquí las regiones yungas costeñas y de los valles así como de la región Omagua, denominada ahora amazonía) fueron gobernados por ancia-nos venerables (mujeres y hombres) hasta el horizonte Wari-Tiawanaku (incluso). Esta situación cambió cuando un grupo de ayllus (o panacas) en el Qosqo (o Cusco) pasó a ser gobernado por grupos de gentes de gran sabiduría, sean estos ancianos o jóvenes, dando inicio a un período en que condujeron la sociedad y el Estado grupos de personas con una gran formación; estos grupos de sabios (muchos de ellos jóvenes) tomaron la denominación de Inkas (o enqas) que se particu-larizaron por su búsqueda permanente de la excelencia, razón por la cual, muchos historiadores conocen el incario como el período en que gobernaron los excelentes, los sabios. Por eso mismo, éste fue el primer régimen dirigido por una extensa élite de gentes de la más refinada y culta formación, los que condujeron la construcción de un gran Estado singular y altamente desarrollado, tanto, que frente al mismo la Europa de entonces aparece como un continente atrasado, ignorante y brutal. El Tawantisuyu, pues, representa el segundo momento de los más grandes y formidables cambios revolucionarios vivido por la humanidad (siendo así que el primero de ellos estuvo representado por la invención de la agricultura).

Para Europa, este segundo gran período de enormes transfor-maciones socio-económicas estuvo representado por 2 revoluciones industriales, la primera de las cuales comenzó en el Siglo XVIII y la segunda no sólo abarca el Siglo XIX sino también gran parte del Siglo XX, hasta un poco después de la segunda Post-Guerra Mundial. Tales cambios dan lugar a la civilización de las metrópolis modernas y tienen su punto culminante en la producción masificada, en los gigantescos complejos industriales y en las todopoderosas corporaciones trans-nacionales.

A partir de fines del Siglo XIX, las innovaciones en el sector real de la economía fueron acompañadas por un proceso de una significación muy grande, pero al que no se le atribuyó inicialmente la trascendencia que llegaría a tener; este proceso es al que genéricamente se le conoce como el de los grandes avances en el campo de la "Productividad". Este notable movimiento fue iniciado por Taylor, a quien inmediatamente le siguió Fayol. Ambos estimaban que la empresa es una suerte de comu-nidad de trabajadores, que en su desenvolvimiento debe organizarse en forma racional, de modo que alcancen crecientes niveles de producción por persona, lo que en su concepto conduciría al logro de un creciente bienestar. El movimiento por la productividad acompañó los progresos que fue alcanzando la humanidad, hasta mucho después de la Segunda Guerra Mundial.

El hecho es que, a partir de los años 50s, los avances que se logran son tan grandes, que casi naturalmente se va pasando a la sustitución de la mano de obra en la producción, por virtud de los logros que se alcanzan, prácticamente, en todos los planos del conocimiento y la tecnología. A estos enormes avances, verdaderamente significativos, se les conoce como la "Tercera Revolución Industrial" o también como "La Revolución Científica y Tecnológica", que está dando lugar al inicio de una nueva época del desarrollo humano, a la que se le ha dado la denominación genérica de la "Era del Conocimiento".

La temática de este libro es precisamente el referido al nacimiento y desarrollo de la "Revolución Científica y Tecnológica" (o de la "Tercera Revolución Industrial") que está experimentando el mundo del presente.


Regresar