Tercera revolución Industrial

Los Esfuerzos Norteamericanos

Ante la gran magnitud de los males en su economía, muchos directivos de las cimas mayores del empresariado norteamericano se alzaron, particularmente de las empresas de alta tecnología, así como los científicos y técnicos de las universidades que han asumido el nuevo liderazgo académico. Las empresas que destacan en su papel de liderazgo son, por ejemplo, la Bell y la IBM que operan muy cerca de la Universidad de Berkeley, del Instituto Tecnológico de California y la Universidad de Stanford. En el cuadro de este esfuerzo es que surge el «Valle de la Silicona», en un área de 650 kilómetros cuadrados del distrito de Santa Clara de la Ciudad de San Francisco de California; área en que se fabrican las computadoras Apple y Cetus, en que opera la «Biogen», la «Collaborative Genetic, Inc.» y así sucesivamente. El ejemplo californiano ha servido para que surjan otros centros en los que se concentran la investigación universitaria de alto nivel, una gran capacidad innovadora, fuertes aportes de capital y un gran espíritu empresarial, a partir generalmente de pequeños negocios que rápidamente pasan a la categoría de grandes empresas prósperas; en Texas, verbigracia, ha surgido una versión local del valle siliconés, en el área de Dallas-Fort Worth, en que ha sentado sus reales la «Texas Instruments», la «National Semiconductors» y también «Electric Company». Igualmente, cerca de Nueva York se han establecido factorías de la IBM, de la General Electric, de la Kodak y de la Corning Glass; asimismo, en Long Island, con la participación de la Universidad de Cornell y el Rensselaer Polytecnics Institute, ha surgido un complejo de alta tecnología alrededor de la «Brookhaven Laboratories». En Boston se efectúan grandes esfuerzos para evitar el estancamiento de las Universidades de Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusets, para lo que, con el apoyo financiero de los banqueros de State Street se ha constituido otro núcleo de alta tecnología; hecho que se reproduce en Arizona y Carolina del Norte.

Del mismo modo, las empresas de alta tecnología norteamericana, aprendiendo de sus derrotas en el plano de las miniaturizaciones, se han lanzado a las producciones masivas y creativas: la Kodak ha puesto en el mercado la cámara de disco y otra pequeña máquina fotográfica electrónica y de uso popular, y la Xerox ha lanzado varias versiones sumamente sofisticadas de equipos reproductores de documentos. En cuanto a la computación, sucede que los norteamericanos han puesto en el mercado los ordenadores personales (en desafío a las micro-computadoras japonesas) al mismo tiempo que se está generalizando la enseñanza orientada al buen manejo de dichos equipos, lo que se acompaña con nuevos cuadros de eficientes vendedores especialmente entrenados para los efectos, con lo que se está generando una impresionante difusión de los aparatos electrónicos en la vida corriente del ciudadano común, hecho que permitía prever que en 1990 un tercio de las familias del país norteño tendrán ordenadores de uso personal (vale anotar que la Sears tiene en funcionamiento más de cuarenta complejos comerciales especializados en la venta de ordenadores personales). En fin, la enorme conmoción causada por los pequeños computadores Apple ha hecho que la IBM amplíe sus operaciones a la producción de modelos reducidos y al mejoramiento relativo de la competitividad norteamericana en microcomputadoras, por obra de cuatro grandes: Apple, IBM, Comodore y Tandy. La respuesta japonesa ha sido buscar el entendimiento, de modo que la Matsushita se halla en tratos con la IBM, la Fujitsu se ha vinculado a la Siemens (de Alemania), con la Amdahl (de EE.UU.) y con la ICL ( de Inglaterra); en todo caso, en los EE.UU. no hay buena disposición para las alianzas al estilo de las que se han hecho en la electrónica.

En la robótica también se está realizando un esfuerzo considerable en el país norteño. Ello se pone de manifiesto en que, por ejemplo, la General Motors que en 1978 contaba con 200 robots, en 1981 operaba con 1,200 de éstos; y como en todas las industrias se sigue aumentando el empleo de dichos equipos, en 1990 ya se contaban unos 20,000 robots dedicados a las más diversas actividades y labores. Como la robotización continuó, aunque con menor intensidad que en el Japón, se estima que por este proceso han perdido su trabajo al concluir 1989 alrededor de 1300,000 montadores, 750,000 inspectores, 185,000 pintores fabriles 713,000 soldadores, 2400,000 operarios de máquinas, un millón de obreros especializado, etc. Pero las nuevas generaciones de robots acentuarán el mal, pues, entre éstos se cuentan no sólo los que se dedican a la soldadura de arco, sino los más sofisticados, que podrán ejecutar alrededor de unos siete millones de diferentes tareas fabriles, con lo que serán echados a la calle unos 21 millones adicionales de trabajadores, que nunca más volverán a sus antiguas ocupaciones. El panorama se agrava, si se piensa que esos deso-cupados no podrán ser absorbidos por la actual burocracia, porque ella también se encuentra amenazada por los fantásticos logros de la buró-tica: los ordenadores de oficina y la racionalización de las actividades y de apoyo, se estima que afectarán a unos 38,000 empleados (de los que la mayor parte serán las secretarias).

Hasta hace poco, la esperanza frente a este enorme fenómeno de desocupación abierta eran las actividades de servicios, como es el caso de los establecimientos dedicados a las comidas rápidas y al paso, en cuyo ámbito destacó, como es sabido, la cadena de tiendas Mac Donald’s especializadas en la venta de comidas a base de pollo, que en un breve lapso pasaron a dar ocupación a 350,000 trabajadores. Pero el auge de estas industrias llega a su fin hacia 1980, por causa de que las nuevas tecnologías están penetrando también en estas actividades, pues, la Nippon Electric ya tiene en operaciones un robot que escucha el pedido de viva voz y que entrega lo solicitado en el mismo mostrador. Cosa igual puede decirse de los empleos gubernamentales, que se incrementaron muy considerablemente hasta 1980, para luego entrar en una fase de estancamiento, con lo que la situación se torna realmente incierta. Así las cosas, la única perspectiva que le queda a los EE.UU. es la creación de cada vez más industrias generadoras de la nueva tecnología, para lo que se precisa, según Bruce Nussbaún ("El Mundo Tras la Era del Petróleo", Ed. Planeta, 1984): "...una universidad excelente, un gran número de científicos y técnicos, capitalistas dispuestos a intervenir y una cultura que desee aprovechar una oportunidad. No es necesario encontrarse a pocos kilómetros de una mina de carbón de mineral de hierro, junto a un río, ya que las industrias del futuro son las industrias de la mente creativa."

Así es que para tener éxito en su lucha contra el desempleo, los EE.UU. deberán emprender una nueva reforma educativa, en cuya base debe hallarse el empleo generalizado de los medios de comunicación social, de modo que toda la sociedad norteamericana pueda incorporarse a la nueva civilización surgida de la alta tecnología. Pero eso no será suficiente, porque tras ello debe llevarse a cabo una verdadera revolución tendiente a la igualdad social (o hacia alguna forma de vida colectiva con altos niveles de vida) sin lo cual el país se verá conmovido por las tensiones sociales que, en el peor de los casos, podrían ser canalizadas por los gobernantes norteamericanos hacia peligrosas guerras ultramarinas, en las principales áreas de tensión del mundo (que obviamente se hallan en las regiones más pobres del planeta).

Alemania ante la Tercera Revolución Industrial

Desde la década de los 60s la economía alemana, que en el período inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial había vivido un período de remarcable desarrollo, empezó una declinación que se ha ido acentuando constantemente.

Como es sabido, en la década de los años 70s las tasas-promedio de crecimiento del PNB real de Alemania sufrieron una quiebra hacia la baja, la que se ha mostrado aún más decreciente en la década de los años 80s.

Cuadro Nº 9 

Según lo señalamos líneas arriba, en la década de los años 70s se reduce el crecimiento del PNB de Alemania (como se puede verificar en el cuadro Nº 9) hasta convertirse en una suerte de estancamiento secular, debido a dos causas fundamentales: la primera de ellas está relacionada con la crisis energética, que golpeó fuertemente al país, lo que da lugar a que se reduzca el crecimiento del PNB alemán hasta cerca del cero por ciento (fue realmente del 0,4%) el año 1974, mientras en 1975 la evolución del PNB devino en negativo, o sea que decreció en nada menos que el -1,7% (menos 1,7%); la segunda causa está vinculada al retraso relativo bastante considerable de la industria electrónica del país, que dio lugar a que, cuando fueron introducidos los componentes electrónicos en las máquinas fotográficas japonesas, los antes excelentes equipos fotográficos alemanes (muy buenos antes de los años 70s) no pudieron resistir la competencia, con el efecto de que esa inmensa industria germana prácticamente desapareció. La economía alemana sufrió también el impacto de la competencia externa en el plano de su industria productora de máquinas-herramientas automáticas, las que son de inferior calidad que sus similares de control digital, y con ella, gran parte de la industria germana de precisión registró una caída de la que está haciendo esfuerzos remarcables por recuperarse, aunque con pronóstico reservado todavía.

En la década siguiente, que corresponde a los años 80s (según se desprende del cuadro Nº 9) resulta notable la caída del PNB alemán en dos años consecutivos: 1981 (en menos 0,1 por ciento) y 1982 (en menos 1,1 por ciento). De esta doble caída de su PNB, Alemania sólo pudo recuperarse muy modestamente en 1984; en todo caso, en los 80s esa potencia muestra ya tendencias francamente decrecientes, principalmente por la irrupción en el mercado internacional de los productos orientales (principalmente del Japón).

En Alemania la desocupación respecto del total de su Población Económicamente Activa, PEA, era en el pasado bastante baja (3,8 por ciento) lo que varía fuertemente en los años siguientes, hasta llegar al 9,2 por ciento en 1983, año a partir del cual se mantiene por encima del 9 por ciento durante cuatro años (de 1983 a 1986); en algo mejoró la situación en los cuatro últimos años de la década, hasta 1990 (inclusive) pero la desocupación absoluta nunca llegó a descender por debajo del 7,4 por ciento. Todas estas referencias apuntan en el sentido que Alemania ha entrado en un prolongado proceso de estancamiento secular, que no es seguro que pueda revertirse con la reunificación de las dos alemanias.

El Proceso de la Industria Alemana

Como es sabido, Alemania fue uno de los países en que se gestó y desarrolló la Segunda Revolución Industrial, pues en su territorio es que se establecieron grandes acerías, así como todas las poderosas ramas de que se compone la enorme industria química pesada, de la industria automotriz, de la energética (eléctrica, petrolera y carbonífera) y de los transportes marítimos (grandes barcos de acero) terrestre (ferroviario y automotriz) y aéreo, al estilo de los que florecieron desde mediados del siglo XIX hasta la Primera Post Guerra Mundial. Esa impresionante industria había sido parcialmente aplastada por las bombas aliadas, durante la Segunda Guerra Mundial; muchas otras de las que quedaron precisaban ser modernizadas y la restante había quedado en la zona oriental; aunque, claro está, los conocimientos y elementos fundamentales para su reproducción en la zona occidental existían en suficiente cuantía. Así las cosas, advino de inmediato la denominada guerra fría entre el bloque soviético y el bloque de la OTAN, que de inmediato dio lugar a la reanimación de la industria Alemana, que resurgió mediante la combinación de las tecnologías propias con las de EE.UU. (que penetró en las corporaciones germanas, apoderándose de cantidades importantes de su capital). Esto dio lugar al mal llamado «Milagro Alemán» (que de providencial no tuvo nada, pues todo el proceso tiene una explicación muy simple: se trató de la reactivación de un poderoso aparato industrial, con nuevos y mejores equipos, operados con personal que ya conocía sus secretos y procedimientos).

La expansión de Alemania cubre la década de los años 50s y se prolonga, aunque bastante atenuada, en la década de los años 60s, con cuyo término llega también a su cenit el crecimiento alemán. Al comenzar la década de los 70s el inmenso aparato industrial germano empezó a mostrar sus debilidades, sufriendo una violenta quiebra al presentarse la crisis energética de 1973, que puso fin a la era del petróleo barato que había sido el fundamento de la gran industria concebida y creada en el Siglo XIX. En ese momento se puso de manifiesto que la prosperidad de Alemania Occidental estaba basada en logros del pasado, lo que sacó a la superficie que dicho país tenía fuertes lados débiles y dio curso a la crisis violentamente recesiva de 1974 y 1975, hecho que mostró cierta debilidad futurista germana. En efecto, Alemania que se enorgullecía de sus extraordinarias máquinas fotográficas, vio de pronto que esa poderosa rama productiva era aplastada por los nuevos aparatos, que tenían varios componentes electrónicos que Alemania no producía; tampoco soportaron la com-petencia sus brillantes equipos de precisión, de los que en el pasado se enorgullecía, pero que en los nuevos tiempos no estuvieron a la altura de los que utilizan minicomponentes electrónicos. Unos años después, habría de ponerse de manifiesto que la imponente industria química alemana estaba también en un fuerte retraso relativo, ante la nueva industria basada en la bioquímica y en la ingeniería genética. Cosa igual sucedió con toda la extraordinaria industria mecánica alemana, que en el pasado había sido objeto de la admiración universal, pero que de súbito se vio sobrepasada por la mecánica basada en los ordenadores, los semiconductores y los novísimos equipos de las telecomunicaciones que simplificaron y elevaron la eficiencia de los procesos mecánicos. Así las cosas, la Siemens (gigantesco consorcio alemán de la electricidad) se vio obligada, por su retraso en la electrónica, a adquirir partes y piezas de ordenadores, robots e impresoras láser de Japón, para luego ponerles su cobertura externa y luego venderlas en la propia Alemania como si fueran de origen nacional. De esta forma sucedió que las máquinas-herramientas germanas tienen muchas partes y piezas de origen y fabricación asiática; lo mismo sucede con toda la industria burótica de ese país, que cuenta con muchos componentes orientales (Corea, Taiwan, Singapur, etc.). Pero no solamente eso: toda la industria metalmecánica y automotriz del país se equipa con ordenadores, robots y máquinas controladas digitalmente de procedencia sueca, japonesa o norteamericana (y aun italiana). Por este camino, la República Federal de Alemania que había fomentado la inmigración (principalmente turca) para contar con mano de obra barata, de pronto se encontró con crecientes volúmenes de desocupados, en la década de los años 80s, lo que le abrió las puertas al renacimiento de un repulsivo y peligroso racismo (de procedencia nazi) orientado contra los "cabecitas negras" (o inmigrantes de los países pobres).

Una causa (de las varias que pueden señalarse) de las dificultades de Alemania para ponerse en la perspectiva de las tecnologías de punta, radica en su gran lentitud (grandemente entorpecedora) de pasar de la complicadísima tecnología mecánica (que hasta hace poco constituía un motivo del orgullo nacional) a la tecnología electrónica. Hasta antes de los grandes cambios propios de la Tercera Revolución Industrial, la formidable industria mecánica alemana daba ocupación a un millón de obreros, muchos de ellos altamente calificados, que en las nuevas condiciones se niegan a pasar al retiro (y que tampoco desean iniciar el estudio de los fundamentos de la nueva tecnología) al mismo tiempo que sus propios empleadores (o empresarios) se resisten física y mentalmente a abandonar los antiguos y queridos procedimientos en que se fundó el viejo poderío germánico.

En la tradicional y antes muy poderosa industria química alemana está ocurriendo un fenómeno similar. Después de la Segunda Guerra Mundial, esta gran industria se reconstruyó sobre sus antiguos fundamentos, aunque bastante más perfeccionados. Así resurgieron las gigantescas corporaciones como la Bayer, la Hoechst y la BASF, caracterizadas todas por emplear grandes cantidades de petróleo y gas, no sólo como combustible sino también (y fundamentalmente) como insumos de líneas productivas; pues, como se sabe, del crudo se obtienen 30 mil subproductos, entre ellos, los fertilizantes y los productos provenientes de la petroquímica del pasado, pero que hoy provienen de la ingeniería genética o de la biotecnología; pese a ello, las empresas alemanas se tardaban suicidamente en cambiar de giro, entre otras causas, porque en sus universidades hubo cierto retraso en mejorar la enseñanza y las investigaciones en materia de la bioquímica y la biotecnología.

La Reunificación Alemana y su Viraje hacia el Este

Los grandes problemas derivados de la crisis petrolífera, unidos a la decisión rusa de utilizar sus grandes reservas de gas vendiéndolo a Europa, han empujado a Alemania hacia el Este. Otra motivación, en este mismo sentido, la ha aportado el hecho que, tanto Alemania Federal como todo el bloque de Europa Oriental y los países orientales tienen los mismos problemas tecnológicos (enormes industrias con tecnologías correspondientes a la Segunda Revolución Industrial y dificultades en acortar distancias en el manejo de tecnologías de punta) lo que ha conducido a que busquen aproximarse.

La confluencia de todo lo anterior condujo a que fuera concebido y llevado a cabo el enorme proyecto de construir el gigantesco gasoducto que conduce el producto gasífero ruso a través de Europa Oriental, Alemania Federal, Francia e Italia. El proyecto fue apoyado resueltamente por Alemania Federal (en contra de la opinión norteamericana) lo que abrió una puerta que, al complementarse con la Perestroika, condujo a la reunificación alemana, decididamente apoyada por la Federación Rusa. El fenómeno se explica por lo que hemos apuntado líneas arriba: los problemas tecnológicos de Alemania tienden a alejar a este país del área occidental, al tiempo que se aproxima al área oriental. La reunificación alemana y el acercamiento de la República Federal Alemana al oriente permiten que la vieja industria alemana occidental tenga un respiro, originado en la modernización oriental, de donde a su vez, Alemania puede obtener gas, petróleo e insumos de los que emplea su industria tradicional, que así tendrá un aliento adicional durante algún tiempo más. Cara al futuro surge, nomás, una duda muy grande planteada en estos términos: ¿este alivio mutuo se traducirá o no en los afanes dirigidos a cerrar la brecha tecnológica que todos estos países tienen enfrente del Japón, del resto de Europa Occidental, de los países nórdicos y en cierta forma de los EE.UU.? ¿En el futuro, Alemania continuará viviendo su propio estancamiento tendencial (o de onda larga)? Como contrapartida de todo esto, supervive el viejo espíritu alemán de progreso, que podría revertir estas tendencias medio grises.

La Política Europea ante el Reto Tecnológico

A diferencia del estancamiento tendencial de las economías norteamericana y alemana, los otros dos más importantes países de la Comunidad Económica Europea, que son Francia e Italia, han mostrado mayor solidez en su economía, desde 1960; y en todo caso, obviamente se defienden con algún éxito de los embates de la Revolución Científica y Tecnológica o de la Tercera Revolución Industrial, mediante el procedimiento de proteger su industria e impulsar algunas de sus ramas industriales de punta. Esto lo muestran claramente las cifras estadísticas del caso.

Así sucede que, según la SBS (Societé de Banque Suisse):

- En la década 1960-1970 Francia e Italia mostraron tasas de crecimiento promedio-anual de su PNB del 5,6 y 5,5 por ciento, respectivamente; índices que superaron a los de EE.UU. (3,8%) y a los de la República Federal Alemana (4,7%).
- En la década siguiente, de 1970 a 1980, Francia e Italia mostraron tasas de crecimiento anual de su PNB del 3,7 y del 3,1 por ciento, respectivamente. Estos indicadores fueron nuevamente superiores a los de EE.UU. (2,8%) y de la R.F. Alemana (2,8%).
- En la década última 1980-1990, Francia e Italia mostraron tasas promedio-anual de crecimiento de su PNB del 2,8% y del 2,8% respectivamente. Estas proporciones fueron reiteradamente superiores a los de EE.UU. (2,1%) y ligeramente inferiores al corres-pondiente a la R.F. Alemana (que fue del 3,0 por ciento promedio-anual).
- Las menores tasas de crecimiento económico del conjunto europeo las exhibió Inglaterra, que entre los países industrializados muestra el estancamiento más acentuado.

Ahora resulta claro que, Europa en general, emprendió una política proteccionista, cuando empezó a enseñorearse el Japón en el mercado mundial; pero tal política no fue uniforme, ni produjo tampoco los mismos efectos, visto el caso país por país.

Francia fue el país que empezó por responder tempranamente al nacionalismo japonés con un nacionalismo propio: desde comienzos de la década de los 70s procedió a aplicar una categórica política comercial proteccionista. Esta política se inició cuando el gobierno de París prohibió tajantemente la importación de automóviles y de aceros asiáticos (lo que es violatorio de los principios en que se funda el mercado común europeo, pero para Francia, lo importante es la defensa de su economía y no los acuerdos internacionales) paralelamente, se procedió a acentuar el control estatal sobre todo el sistema informático francés, con el ánimo de proteger los secretos industriales del país. A mediados de la década de los 70s, en todos los países europeos se procedió a controlar el comercio de los ordenadores: se dispuso en todos ellos que las empresas del Estado están obligadas a comprar únicamente los productos nacionales (incluso desde el régimen de la ultraliberal Margaret Thatcher, en Inglaterra las empresas estatales están en la obligación más estricta de comprar únicamente los ordenadores de la ICL, pese a que son de muy inferior calidad que sus similares extranjeros). En la República Federal Alemana se optó, igualmente, por una política similar: el gobierno sólo puede adquirir ordenadores Siemens (aunque ellas tienen muchos componentes asiáticos). Desde 1982, en Francia está absolutamente prohibido que los videos japoneses entren al país a través de alguna aduana, salvo el pequeño puesto aduanero de Poitiers, en que trabajan sólo 4 empleados, cuya función es más bien poner todo tipo de objeciones a la introducción de los productos japoneses.

Durante el gobierno conservador de Giscard D’Estaing, Francia definió toda una política protectora de sus industrias de alta tecnología (lo remarcable de esto es que una política como ésta, no ha sido diseñada por un gobierno populista o socialista sino más bien por uno de corte fuertemente conservador, como fue el de Giscard); según política económica, las tecnologías que Francia protege en el interior de sus fronteras son éstas:

1. Computadoras personales y electrónicas de consumo
2. Electrónica empleada con fines militares
3.     Robótica
4. Máquinas-Herramientas guiadas por ordenadores
5. Biotecnología (en toda su extensión)
6.     Procesamiento de datos; y
7.     Telecomunicaciones.

Esta definición de política industrialista de alta tecnología, establecida por el ultraconservador Giscard, fue seguida por el gobierno socialista de Miterrand, y luego continuada por el conservador Chirac, porque la misma es considerada como de interés indiscutiblemente nacional; es bueno tener esto en cuenta, porque los conservadores de los países pobres combaten este tipo de política, para lo que sostienen el falso argumento de que los europeos son algo así como liberales en materia del comercio referido a los productos de alta tecnología (lo que es totalmente falso). En función de esta definición de política industrialista, está terminantemente prohibido importar productos que compitan dentro de Francia con los artículos franceses de tecnología futurista. Pero hay otro hecho importante, digno de ser señalado; es el siguiente: el mismo conservador Giscard propició la creación y desarrollo de un gran conglomerado mixto (estatal-privado) dirigido por los mejores técnicos del Estado agrupados en la "Dirección General de Telecomunicaciones DGT", el que está dedicado a la investigación y producción industrial de fibra óptica. Esta política iniciada por los gaullistas conservadores la continuó el socialista Miterrand, que ha procedido a proteger oficialmente todas las grandes, pequeñas y medianas empresas dedicadas a la producción de artículos de alta tecnología, a las que se cuida por considerárseles de total interés nacional; todas estas industrias y plantas (apoyadas por toda la banca francesa) han sido puestas bajo la dirección del novísimo Ministerio de Investigación y Tecnología. Las medidas que este Ministerio ha tomado, para cumplir con sus propósitos, son éstas: ha hecho que se agrupen todas las empresas dedicadas a la producción de máquinas-herramientas de control digital con microordenadores incorporados; en materia de telemática, ese Ministerio ha constituido una empresa que instalará millones de teléfonos con lístines computarizados; los científicos y técnicos de tal Ministerio trabajan en la puesta en marcha de un vasto plan de duplicar en poco tiempo la producción de ordenadores, lo que esperan alcanzar a partir de la expansión de la empresa estatal "Compagnie General d’Electricité"; en el plano de la robótica sucede que la empresa Renault ejecuta los planes gubernamentales orientados a la fabricación de robots perfeccionados, que en sus inicios serán los que suelden, para luego pasar a los que hacen tareas muy complejas.

En cuanto a la biotecnología francesa, Bruce Nusbaún ("El Mundo Tras la Era del Petróleo") nos dice esto:

«En biotecnología, los franceses tienen la misma ventaja de los japoneses: son líderes en fermentación. Es evidente que Estados Unidos figura en vanguardia en el procedimiento clave de biotecnología : utilizar microcirugía para extraer núcleos de una célula, colocarlos en otra y así crear fábricas de microbios que produzcan fórmulas farmacéuticas o químicas de sofisticado valor, pero los franceses son maestros en elaborar el ‘caldo’ en que esos ‘microbios’ han de vivir y crecer y ofrecer sus valiosos productos en cantidades comerciales. Este tipo de tecnología y la antiquísima experiencia de Francia en la elaboración de vino y queso, procesos en los que se utiliza la fermentación, bien puede aplicarse en la fabricación de interferona o insulina si los franceses saben hacer el cambio. La empresa petrolera estatal ALF Aquitaine, la fábrica de cemento Lafarge-Coppé y las factorías químicas y textiles Rhone-Polenc, están coordinando todas ellas esfuerzos en el campo de la biotecnología.»

Italia y la Olivetti

Italia es el país en que una empresa siempre es la que destaca como líder: en la década de los 60s y 70s fue la Fiat que despunta como una de las más destacadas del mundo y la más importante del país.

Esa gran empresa sufrió también los tremendos efectos negativos de las industrias sofisticadas de la Tercera Revolución Industrial, de modo que para sacarla adelante asumió el mando del gigante ítalo, Carlo de Benedetti, que planteó la necesidad de ponerla en las perspectivas de la alta tecnología, pero como tuvo resistencias en el lado tradicional de la empresa, Benedetti vendió sus acciones Fiat y con ese dinero compró las de Olivetti, al tiempo que se trasladó físicamente a esta última corporación, en la que asumió el cargo de Presidente Ejecutivo. En su nuevo cargo, volvió a plantear la ultramodernización de Olivetti; esta vez contó con el apoyo no sólo de sus cuadros directivos sino de toda la corporación, de manera que a una velocidad sorprendente convirtió a la Olivetti en una de las empresas más importantes del mundo, en el plano de las tecnologías de punta, que es la burótica.

El plan de Benedetti fue sencillo en su diseño y muy práctico en su ejecución: con 40 millones de dólares en mano procedió a comprar unas 25 empresas del valle norteamericano de la Silicona, a las que encomendó trabajar en la propia California para la Olivetti de Italia; así se ideó la más alta tecnología aplicada a la burótica ultramoderna, con el resultado que ahora produce ordenadores personales, máquinas de escribir con memoria incorporada y enlazadas con centrales de cómputo en las que se reproducen documentos con gran exactitud; también produce teléfonos busca personas que transmiten y reciben mensajes orales, escritos y a través de pantallas de televisión. Además, la Olivetti intercambia partes y piezas (en producción conjunta con poderosas empresas de punta asiáticas y norteamericanas) de modo que productos de sus plantas circulan en todo el mundo, incorporados a aparatos telemáticos de distintas máquinas electrónicas Olivetti, que se encuentran entre las más sofisticadas del mundo y que compiten ventajosamente con sus similares norteamericanas, y que son diseñados en buena medida en la Silicona Valley de California, aunque su fabricación en serie se hace en Italia.

Pero la Fiat también ha reaccionado con cierto vigor, pues, se está incorporando al selecto grupo automotor que en el mundo opera con la más alta tecnología, con el resultado de que Italia ya está en condiciones de acceder, al menos en la burótica y la industria automotriz, a la prosperidad del siglo XXI.

El Complejo Militar-Industrial Francés de Alta Tecnología

Pero en Europa, Francia no es solamente el país que opera con remarcable éxito en biotecnología, a través de sus logros en materia de los superfermentos y de las investigaciones que se llevan a cabo en el "Instituto Pasteur" de París, sino también por sus avances en la electrónica y en los vuelos aeroespaciales. En este plano, sus progresos mayores se han alcanzado a través del segundo más grande complejo militar-industrial del mundo (después del existente en los EE.UU.) y que los franceses mantienen en su territorio.

El complejo militar-industrial galo no comprende una sola empresa sino un conjunto de ellas, coordinadas por empresas estatales vinculadas estrechamente con el Ministerio de Investigación y Tecnología. Como es sabido, la gran empresa Dassault-Breguet fabrica los cazabombarderos Mirage pero también los Super Etendart que fueron los que hundieron al destructor británico Sheffield en la Guerra de las Malvinas, para lo que se empleó un misil mar-mar Exocet fabricado por otra empresa estatal francesa de alta tecnología, «Aerospatiale», que participó muy relevantemente en la construcción del gigantesco avión europeo Concorde (dicho sea de paso, la Aerospatiale que es, como lo dejamos dicho, una empresa del Estado, está dirigida por el propio hermano del ex-presidente Miterrand, llamado Jacques). En el campo de la más sofisticada electrónica, el esfuerzo francés se inició en el momento que decidieron sus gobernantes no depender del aprovisionamiento norteamericano de aparatos electrónicos para su formidable aviación militar, en condiciones en las que no habían logrado aproximarse a la calidad de los productos de la IBM; ante su retraso, el gobierno francés ofreció a la empresa norteamericana Honeywell un contrato de compra de sus productos por un monto de 5,000 millones de dólares durante cinco años, a cambio de construir una empresa mixta Franco-norteamericana (entre la Honeywell-Bull de EE.UU. y la Cii francesa), que está produciendo artículos electrónicos para los equipos franceses (con el efecto lógico de que los científicos y técnicos franceses asimilan la más sofisticada tecnología del momento). El modelo sirvió para que se crearan otras empresas mixtas, de manera que por este medio los productos norteamericanos pueden entrar al supercerrado (o protegido) mercado galo y los franceses pueden acceder a la más avanzada tecnología electrónica. Los avances de Francia preocupan al gobierno norteamericano, por eso es que presionaron para que algunas de sus corporaciones se sustrajeran de sus acuerdos con los franceses; pero casi todas han hecho oídos sordos a las presiones oficiales y han persistido en su colaboración o producción conjunta franco-norteamericana. Un caso de éstos es el de la Matra (que es un gigantesco complejo industrial de propiedad estatal francesa, uno de cuyos rubros productivos más prestigiosos son los misiles) que tiene un proyecto conjunto con la Harris Corporation de los EE.UU. para producir semiconductores, aspecto en el cual consiguieron que se les incorporara la Intel Corporation (norteamericana) con las que se ha constituido el grupo Matra-Harris-Intel, que se dedica a la producción de semiconductores; el hecho es que a los norteamericanos les resultó el negocio tan bueno que la Tandy Corporation (de los EE.UU.) se ha puesto también de acuerdo con la Matra para producir miniordenadores personales destinados al mercado francés (que, como lo dijimos, está cerrado a toda importación de productos de alta tecnología, porque en el país galo sólo se venden aquéllos que llevan marca francesa).

En el conjunto europeo, Francia destaca por la claridad con que mira el futuro de su industria (en cuestiones de alta tecnología) lo que se ha demostrado en el cohete Ariane, empleado en los viajes aeroespa-ciales, en los ferrocarriles ultrarrápidos que se desplazan sobre colcho-nes de aire y en el perfeccionamiento de sus equipos no convencionales dedicados a la producción de energía, además de sus considerables logros biotecnológicos. Pero ya se les están presentando a los galos graves problemas en cuanto se refiere a asuntos de administración y de formación de personal, propios de la época actual. Con vistas a superar estos problemas, el gobierno de París ha efectuado grandes cambios en su sistema educativo aunque, están pensando ya en mejorarlo nuevamente.

Los Fiordos del Sílice de los Países Nórdicos

En el contexto de la economía mundial, los países nórdicos constituyen un caso verdaderamente singular, porque han accedido tempranamente a la alta tecnología, a pesar de lo reducido (relativamente) de su mercado interno y de su volumen poblacional. Desde comienzos de la década de los años 70s, los robots fabricados por la empresa sueca ASEA se cuentan entre los mejores del mundo, razón por la cual, varias corporaciones de los EE.UU. (haciéndoles un homenaje) han adquirido la patente sueca para producir robots con tecnología nórdica. Por su lado, los japoneses copiaron al robot sueco (en un acto de piratería tecnológica); pero los principales compradores de los robots suecos son las plantas mecánicas alemanas (entre las que destaca la Volkswagen) al tiempo que los germanos están esforzándose por copiar (o piratear) al robot sueco.

A su tiempo, la L.M. Ericsson también de Suecia, fue la que provocó una revolución extraordinaria en la telemática, cuando introdujo en la telefonía el miniordenador, lo que indujo a la Philips (de Holanda) a buscar una alianza con la gran empresa sueca para ofrecerle su sistema de marketing, con lo que lograron los nórdicos enormes pedidos para establecer grandes sistemas telefónicos en cerca de 40 países de todas partes del mundo.

De su parte, la Novo Industries de Dinamarca ha tenido un lugar destacado en la producción de enzimas y superfermentos.
En Noruega, la Norsk Data se constituyó con un pequeño capital (medio millón de dólares) y con la intervención de un grupo de brillantes ingenieros electrónicos produjeron, en 1967, un microordenador que fue adquirido por las compañías navieras, porque estaba adecuado a sus requerimientos. Luego, hacia 1972, puso en el mercado otro microordenador mucho más perfeccionado, con lo que sus ventas aumentaron enormemente, al tiempo que siguieron (y siguen) en su camino de perfeccionamiento, de modo que en 1982 la OTAN decidió equiparse con los aparatos suecos (a cuyas empresas les han hecho pedidos por millones de dólares).

Pero así como la Norsk Data de Suecia, en Noruega, Dinamarca y Finlandia se han constituido una buena cantidad de pequeñas empresas dedicadas a la alta tecnología; esa masa de empresas buscan unificar sus esfuerzos, de forma que en los países nórdicos se tienden a constituir los equivalentes al Valle de la Silicona; esta cooperación nórdica se proyecta con energía verdaderamente sorprendente en la robótica, las telecomunicaciones, la ingeniería genética, los vuelos aeroespaciales, la cohetería, etc.

¿Está en Cuestión el Destino del Mercado Común Europeo?

Ante la evolución de los acontecimientos económicos y tecnológicos, los nuevos reagrupamientos nacionales, que no siempre concuerdan con las expresiones oficiales orientadas al reforzamiento del ideal de la Comunidad Económica Europea, queda flotando la pregunta ¿qué ocurrirá en los próximos años en el continente Europeo?

En conjunto, Europa (excepto la región nórdica) está en un cierto retraso promedio frente al Japón y los Estados Unidos (algunas estimaciones le ponen entre 5 y 10 años de retardo principalmente ante Japón). Este gran atraso relativo están tratando de superarlo en forma diferenciada; así:

1. Los países latinos más grandes, como Francia e Italia, han emprendido una enérgica política proteccionista, la que va unida a esfuerzos estatales y privados orientados a competir en las tecnologías de punta, que les está dando resultados parcialmente importantes, con el efecto que han ido atrayendo cada vez más en torno suyo a los países de la cuenca del Mediterráneo;
2. Alemania, que tras su unificación está orientándose claramente hacia la región oriental, en un esfuerzo por buscar un respiro temporal a sus problemas de retraso tecnológico, con lo cual no necesariamente podrá superar sus desventajas sino, al contrario, hay indicios de que las podría ahondar en el futuro; y,
3. Los países nórdicos, que a diferencia de los demás países europeos, se han puesto a la tarea de unificar todas sus industrias del conocimiento, con lo que están progresando con remarcable efectividad, en sus propósitos de mantenerse a la par con los centros tecnológicos más avanzados del mundo.

Planteados así los problemas, queda flotando en el ambiente no una fuerza unificadora sino más bien una fuerte corriente disociadora, de manera que las medidas tomadas para la integración, efectuada hacia 1992, se ven efectivamente interferidas. Así resulta que, en lugar de tal integración se percibe, más bien, un reagrupamiento, de modo que se configuran tres bloques en el interior europeo. El primer bloque parece que se constituiría por la vía de la mayor aproximación de los países que se encuentran sobre las costas mediterráneas, los que serían liderados por Francia e Italia, con claras políticas proteccionistas y cuidadosas de sus agriculturas así como con algunas industrias que se esfuerzan por mantenerse entre las de punta. El segundo bloque, que se basaría en la unificación de las dos Alemanias, se configura con la aproximación germana al bloque de los países europeos orientales, tras los cuales se mueve la Federación Rusa, que tiene los mismos problemas de Alemania, consistentes en que por sus ataduras con las antiguas tecnologías en que han tratado de mantenerse en el primer lugar, tienen dificultades para moverse con la debida soltura en los predios de la alta tecnología. El tercer bloque, grandemente dinámico, en materia de sus progresos tecnológicos, lo vendrían a constituir los países nórdicos en los que ha primado la cooperación científica, educativa y tecnológica en su proyecto unificador.

Todo esto permite prever que, tanto los problemas económicos como los sociales seguirán acentuándose en Europa, que la sofisticación y profesionalización militar acrecentará los ya grandes problemas de la desocupación.


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