Nacido en Caraz en 1928, Carlos Eduardo Zavaleta es uno de los narradores peruanos más prolíficos y celebrados del siglo XX. Entre sus obras destacan los siguientes títulos; Los Ingar (1955), El Cristo Villenas (1956), Unas manos violentas, (1968), Vestido de luto, (1961), Muchas caras del amor (1966), Los aprendices (1977), Cuentos completos (1977), Pálido pero sereno (1997). Zavaleta ha cultivado tanto el cuento como la novela y el ensayo. La crítica ha señalado su condición de pionero, pues fue el primero que introdujo técnicas literarias aprendidas de James Joyce y William Faulkner.
Los cuentos completos de Zavaleta aparecen precedidos por unas palabras de Luis Jaime Cisneros que se detienen, tanto en señalar el trabajo persistente de lima y acerado del autor, como en la técnica de presentación, que a su juicio no ha sufrido cambios ostensibles pues el lector se siente incorporado desde el inicio en el relato y tiene que ir descubriendo -a través de la estructura discursiva- el meollo del asunto. Otra opinión de Cisneros conviene destacar: aquella en la que sostiene que en los textos últimos la objetividad parece haber triunfado sobre los tintes románticos de los primeros relatos, aunque persiste una actitud sentimental pues la casa y ambiente de los antiguos días campesinos siguen respaldando a Zavaleta y lo nutren asegurando a sus vivencias y visiones el hondo peso de lo auténtico.
La crítica ha señalado de manera suficiente a lo largo de estas décadas, la pericia técnica de Zavaleta. Ha subrayado, además, que a él se debe la incorporación de procedimientos creativos que practicaron Joyce y Faulkner. Sin duda es así: técnicamente es un pionero, pero más allá de este detalle, aprovechado por los narradores que empezaron después como Vargas Llosa, Bryce, Gutiérrez y Bravo, entre otros, tal vez la principal virtud de Zavaleta sea considerar en su trabajo diario al cuento como un objeto hermoso y perfectible siempre, formado por palabras. En ese sentido, en él como en los grandes cuentistas del pasado, Poe, Chejov, Maupassant, Machado de Assís, o de este siglo como Quiroga, Cortázar, Hemingway, Carver, hay algo que lo define: la pericia técnica, que no consiste en la suma de procedimientos, rigurosos y definibles en una clase, en un artículo o un libro, sino en la imagen global de naturalidad que se desprende del relato y que cautiva al lector.
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