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En
torno
a las revistas
literarias
(1975-1979) |
Resulta paradójico que una literatura
con una tradición tan rica, como la nuestra, no disponga de una infraestructura editorial
lo suficientemente activa, convenientemente diversificada, que posibilite su continuidad y
desarrollo. Y más curioso, si vale el término, es el hecho de que, pese a todas las
dificultades o en respuesta a ellas, siga siendo tan variada y cualitativa y
cuantitativamente importante.
Pues, a despecho de la intencionalidad de las elecciones de los editores, la literatura
verdea, retoña, prolifera de mil maneras, en diferentes tonos, en divergentes registros.
Porque existe labor editorial en el país, lo que pasa es que está dedicada a la
difusión de la sub-literatura, a la tarjetería y a los grafismos enfermos de la
revistería esotérica. Porque existe lectura en el país, y lectores, pero
perceptualmente alienados, ganados por el embobamiento colectivo de los llamados mas
media. No se piense que nuestro análisis quiere ubicarse dentro del marco culturalista,
ni que nuestra pretensión es desplazar a las formas en actual vigencia por las llamadas
altas formas culturales.
El asunto no es tan simple como para soportar un tratamiento y una solución tan pueriles.
Las opciones antitéticas recién se están esbozando y cubren un amplio abanico. Lo
primero que se ha planteado en este nuevo camino es colegir la revista como vehículo de
expresión. Las razones están a la vista: posibilidad de análisis global, mayor libertad
temática y, sobre todo, un costo de producción relativamente bajo. Así, han aparecido
revistas de análisis y comentario político (Marka, Zurda, La Calle, Jornal, Quehacer,
etc.), revistas de humor (Monos y Monadas) y de historietas (Collera). Habida cuenta de
sus menores oportunidades de difusión, los trabajadores de la literatura han optado,
también, por editar sus propias revistas.
Las condiciones objetivas son duras y el nivel de competividad de la revista literaria es
bajo, respecto de otro tipo de publicaciones como las políticas y sociológicas, pero el
empeño es fuerte. Y ese empeño, sumado al deseo de lograr una periodicidad fija (grave
falencia de nuestras empresas culturales), y alcanzar una decorosa presentación gráfica,
acorde con la importancia que se otorgue al material editado, todo esto, pues, impulsado
por la necesidad de expresión, han generado el terco empeño de permanecer, ya sea en la
intermitencia, ya en un continuo comenzar. Y el impulso, si bien es cierto es financiero,
en última instancia proviene del justo empeño de plantear las señales de protesta de
una literatura cuya tradición repudia el tono áulico.
Y ello ha influido para que el escritor, dejando atrás pasadas ínfulas, siga con sus
propias manos todo el tránsito de la letra: desde el parto de la escritura hasta el toque
artesanal que lo convierte en objeto. Los poetas, los narradores, han ingresado a los
talleres, han cogido las regletas de diagramación, se han sentado a la mesa de
compaginación, han empaquetado y han corrido a las librerías para ofrecer su fruta a
nuestros ojos. Han utilizado al máximo las posibilidades del mimeógrafo, han descubierto
la practicidad del multilith; han visto lo conveniente que es comprar y cortar el papel
personalmente, han ido conociendo la simbología tipográfica y su significación.
En suma, han aprendido a buscarle tres pies al gato en el empeño de abaratar los costos
de producción. Y finalmente, han tomado conciencia de que gran parte de nuestros
problemas editoriales residen en la circulación del espécimen gráfico. Y ahí, el
ingenio ha jugado su partida: se ha utilizado con cuidado y responsabilidad el bono de
pre-publicación, que facilita en algo la edición y la venta, requisitos de existencia. Y
con esto se ha garantizado algo que es importante, la autonomía.
Lo dicho no debe llevar a pensar triunfalísticamente que hay un auge de publicaciones,
sobre todo porque hay que pensar en el carácter no-comercial o, más propiamente, no
industrial de la producción de esta naturaleza, y tener en consideración la dureza de
los tiempos, tan implacables que pareciera que nuestras necesidades primarias fueran
exclusivas y excluyentes. Esto hace que todavía, sobre todo en materia de revistas
culturales, valga la juguetona pero certera frase de Manuel Atanasio Fuentes, de salir
cuando se puede o cuando se quiere, aun cuando el querer suene ahora a ironía.
Salen revistas, por cierto, pero su periodicidad es incierta y su vida meteórica. Su
aparición está ligada al empeño personal o de un pequeño grupo, y a un exiguo capital
que se rehace siempre en la víspera. Sin embargo, allí están. La gran mayoría,
revistas de poesía, con directores jóvenes, tan jóvenes como su entusiasmo y sus ganas
de hacer. Y también una gran mayoría respetable en número y en calidad
cobijada por los añosos claustros sanmarquinos. Allí mismo, donde la prensa interesada
se empecina en pregonar pereza, en el centro de la marisma, en plena conmoción, la
producción artística no se detiene, es más, crece, como la espuma de esta cerveza.
Segundo movimiento
Esta mirada que pretendemos proyectar sobre el universo de las revistas literarias no es,
en mucho, completa, mucho menos exhaustiva. No nos ha sido posible disponer de toda la
información, ni contar con un espectro más amplio, como hubiera sido nuestro deseo. El
viejo vicio del centralismo gravita de modo determinante y negativo. La mayor producción
editorial del país corresponde a Lima y el poder irradiador de este fenómeno obstruye la
difusión de las revistas de otras ciudades.
Partiendo de este hecho concreto es que nuestra revisión considera un alto número de
publicaciones que aparecen en la ciudad capital, pero no olvidamos algunas publicaciones
de los centros culturales más importantes del país. En todo caso, éste es un primer
acercamiento al panorama general de las publicaciones periódicas literarias que iremos
describiendo en sucesivas entregas.
Cabe decir que esta revisión se marca a sí misma un ámbito temporal que va de 1975 a
1979. Limitación explicable por la insuficiencia de los materiales que hemos podido
colectar. Queda el reto.
Tercer movimiento
Las revistas literarias tienen una viejísima tradición entre nosotros. Tradición que no
sólo se asienta en la largueza del recuerdo, sino en lo memorable de sus hitos. Gran
parte de ellas han permitido perfilar las líneas características de un periodo o de un
grupo de escritores, unidos por nexos que siempre han estado más allá de la amistad. El
Perú Ilustrado, El Ateneo, La Neblina, Lima Ilustrada, en el siglo XIX; Variedades,
Mundial, Contemporáneos, Colónida, Balnearios, Mercurio Peruano, Amauta, Boletín
Titikaka, Jarana, Mar del Sur, Las Moradas, Letras Peruanas, Tareas del pensamiento,
peruano, Piélago, Cultura y Pueblo, Visión del Perú, Narración, Amaru, Textual, en
este siglo; cada una, desde sus particulares perspectivas contribuyó al debate y
consiguiente esclarecimiento de los problemas que confronta la configuración y sentido de
la literatura en nuestro país.
1975.- Denostado desde antiguo, tildada de parasitaria, calificada de ancilar e
impertinente, la crítica literaria ha ido reponiéndose a los argumentos en contra y,
mejorando su estatuto, ha ido cobrando una importancia creciente; sobre todo, cuando es
una práctica ligada a un proyecto de construcción, que entiende la literatura como
reflexión, valoración y práctica estética.
En ese rumbo y enmarcada por un corpus conceptual coherente con su intención de construir
una crítica y una teoría literaria latinoamericanas, dentro de un proyecto que involucra
a lo más graneado de la actual vanguardia crítica del continente, nuestro país ha
asistido al surgimiento de una de las publicaciones más importantes de los últimos
años. La Revista de Crítica Literaria Latinoamericana que no es otra la
publicación de la que hablamos compendia esta intención autogeneradora de una
reflexión propia sobre la realidad literaria latinoamericana.
Entendiendo a ésta como una superestructura, el proyecto plantea su estudio en las
relaciones entre el texto contexto y referente, partiendo del presupuesto de la
especificidad de la literatura latinoamericana y del planteo de las condiciones
políticas, sociales y económicas de la América Latina. El estudio del proyecto y de los
logros de la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, obviamente, rebasan los
límites de este breve ensayo, y más si se tiene en cuenta que la revista continúa
apareciendo.
Sin embargo, podemos
afirmar que sus planteos concitan un creciente interés por la indagación de la
literatura del continente en sus variadas relaciones respecto de una presunta unidad en la
diversidad, y que se ensayan métodos y procedimientos cada vez más ajustados a la
realidad por estudiar. Dirigida por un Comité, al frente del cual está Antonio Cornejo
Polar, esta revista ha, llegado hasta la fecha al noveno número.
En Arequipa, aparecieron las tres únicas entregas de la revista Creación, dirigida por
Jorge Cornejo Polar. Publicación entendida como centro de congregación de todas las
modalidades escriturales de la literatura, poesía, cuento, comentario de textos, en su
corta existencia dio a conocer a algunos autores inéditos, casi todos provenientes del
sur peruano.
1976.- Salen los dos únicos números de una interesante revista, de pequeño formato y
primorosa diagramación, una de las varias que ha dirigido Carlos Orellana. Pez soluble,
apareció en julio, difundió poesía europea en cuidadosas traducciones realizadas por
escritores peruanos, cuyas creaciones también acogió en sus páginas, así como textos
de poetas jóvenes latinoamericanos hecha la excepción de Vicente Huidobro.
1977.- Este año llega a su fin Hipócrita lector (el primer número data de agosto de
1972), revista de poesía y crítica que co-dirigieron Marco Martos, Elquí Burgos, Carlos
Garayar e Hildebrando Pérez. Dejó de aparecer en el sexto número, aunque sus editores
mantienen latente la idea de volver a la carga. Reunió a lo más significativo de la
poesía actual y, lo que es más, a través de sus escasos seis números fue perfilando
una idea clara de poetizar la realidad en todas sus contradicciones. Por si los poemas
publicados no fueran lo suficientemente transparentes en tal intención, las notas
críticas de la sección "Ojo zahorí", compendian una opción del compromiso de
la poesía consigo misma y con los requerimientos de la realidad concreta.
Sus páginas están recorridas por un airecillo antiacedémico, retozón, una cierta
socarronería que sonríe de los figurones y de la impostación. El off en plena era in.
Se caracterizó no sólo por la buena poesía reunida en sus páginas con rarísimos
altibajos, de 5º de latitud sur, sino también por sus excelentes ilustraciones. La
Sagrada Familia, vehículo de expresión grupal, generó desde su salida una discusión
multánime acerca de sus postulaciones, aperturando con ello un diálogo sumamente
saludable acerca de las funciones reales de la literatura.
El estridentismo, presente en sus primeros números, fue modulándose al influjo de las
polémicas, derivando en una posición más clara y madura. Este salto cualitativo, más
la incorporación de nuevos miembros al grupo inicial, generaron su polarización interna
y ulterior disolución. Las cuatro entregas de la revista son un buen testimonio de
progresiones, retrocesos, enmiendas, reafirmaciones y empecinamientos; búsqueda, en suma.
Concebida como una revista literaria de amplio registro, Disturbios apareció en dos
oportunidades. Dirigida por Jorge Luis Roncal, Marcela Garay y Jaime Urco, supera
rápidamente el marco surrealista que se impuso hasta sugerir la presencia de nuevas
posiciones escriturales e ideológicas cuyas proyecciones hubiera sido deseable observar
en posteriores números. Venía ilustrada por Tulio Flores.
Escritura es otro intento en el cual hallamos a Luis Alberto Castillo, Roger Santiváñez
y Mito Tumi, como responsables. Entendida como una revista de replanteo de formas
escriturales, los directores de la revista parecerían adscribir las palabras de Lezama
Lima que abren el segundo número, esto es, del escritor "que destruya el lenguaje y
que cree el lenguaje. Que durante el día tenga pasado y por la noche sea milenario".
Esta indagación, que, inclusive, alienta el título de la publicación, logró un nivel
realmente interesante, que marca un hito en la evolución de sus mentores y en el que
conjugan diversas tendencias en el nexo común de la búsqueda de un temple
poético.
Entre irónica y desconfiada apareció Agua ardiente, que interrogaba acerca de su
carácter de revista de poesía, era clara en su naturaleza de "número único"
y "sin responsables". Publicaron sus poemas Ernesto Días, José Morales, Juan
Luis Dammert, José Cerna y Kike Sánchez. El nexo, un refinado y apenas perceptible
agrarismo y buena dicción poética.
Este año dejó de publicarse Auki, cuyos editores Armando Arteaga, Luis La Hoz y Roger
Santiváñez no pudieron llegar al quinto bueno que reza el dicho popular. Auki está
recorrida por una desencantada lucidez, que contempla con ironía el mundo. Gran parte de
su mérito reside en el rescate de autores que la crítica oficial ignora. Este
"renglón off de nuestro contexto literario", más el desempolvamiento de otros
escritores de diferentes tradiciones literarias, signan su búsqueda, nada áulica.
Jóvenes escritores peruanos alternaron en los cuatro números de Auki.
1978.- Dentro de una severa línea estética, que no hace concesiones a los prejuicios
académicos, Vaca Sagrada apareció por primera y única vez en el mes de marzo. Revista
de creación y crítica cultural, su proyecto fue bastante ambicioso, sugestivo, y,
paradójicamente real, pues la creación literaria se integra en un contexto de crítica
política y análisis sociológico. Revisarla y lamentar su efímera existencia son una
sola cosa, ya que este primer número sugería una serie de posibilidades, a nuestro
entender, muy productívas, tan pronto se superasen críticamente algunas páginas mal
empleadas en bromas intrascendentes o jeroglíficos sin dirección. Venía ilustrada por
Tilsa Tsuchiya y traía historietas de Juan Acevedo.
Seriamente instalada en la tarea de la construcción de una literatura que refleja los
intereses de clase del proletariado, Puntos de Clase es el vocero y medio de expresión
del Grupo Intelectual Primero de Mayo. En los tres números publicados hasta el momento,
el trabajo poético y la reflexión instalan con lucidez un aporte digno de tenerse en
cuenta en el debate y práctica de las funciones de la literatura en un país como el
nuestro, toda vez que la profundidad y coherencia de las postulaciones del Grupo Primero
de Mayo aluden a posiciones claras y concretas.
Lluvia es una publicación que, nacida con el ánimo de divulgación cultural, ha ido
paulatinamente creciendo en volumen y haciendo cada vez más compleja su intencionalidad y
proyecciones, posibilitando con ello un cierto grado de esclarecimiento a su director y
colaboradores más cercanos. Es notorio el desbalance entre los textos publicados hasta la
fecha, pero, se transparenta a través del riesgo de la elección una honesta actitud por
la propia definición y la búsqueda de los nexos entre literatura y sociedad. Ha llegado
ya al quinto número, no decrece el entusiasmo, y el rigor en la selección de sus
contenidos se orienta con mayor eficacia.
Papel de viento es una hoja de literatura popular, que se publica en Trujillo, bajo la
responsabilidad de Caridad Horna, Francisco Tello y Alejandro Benavides. Adscriben su
ejercicio al proyecto de profundizar la militancia de la literatura, dentro del contexto
de la lucha de clases. Los textos que se publican se orientan, además, en el sentido de
la configuración de una literatura entendida como popular, tránsito hacia la literatura
proletaria.
Qlísgen es el extraño título de una revista que publica un grupo de estudiantes de
literatura de San Marcos. Cumplidamente impresa a mimeógrafo, busca constituirse en
"aporte al esclarecimiento y desarrollo de la literatura nacional", en tal
empeño, sus páginas desean ser "reflejo de la problemática social de nuestro
pueblo". De ahí la acogida a noticias y comentarios acerca de asuntos que rebasan el
restringido círculo de "lo literario". Cuestión aparte de las intenciones, el
material publicado no muestra una calidad uniforme y algunos textos no son del todo
coherentes con el compromiso de la revista. Pensamos que, tan pronto se ajuste el criterio
de selección de materiales, esta revista alcanzará un sentido más acorde con su
orientación. Ha llegado al tercer número y ya se insinúan notorias mejoras. Su
dirección es anónima y colectiva, rasgo importante de tener en cuenta.
El mes de octubre empezó a circular Cuartilla, revista de cuento y poesía, dirigida por
Romeo Torrejón. Los textos publicados en el primer número son de Julio Polar, Jaime
Guzmán y Romeo Torrejón, de temática más o menos común asedío a las
incitaciones de la ciudad, reflexión acerca del amor, su calidad es dispar.
Entusiasta hasta la pérdida del sentido de las proporciones, La tortuga ecuestre alcanzó
su sexto año en 1978 y al poco tiempo cesó de trotar. Muy irregular, en lo que a calidad
literaria respecta, esperamos que por lo menos haya permitido a los autores publicados
tomar una distancia crítica respecto de sus textos.
1979.- Este ha sido el año en que las dos decanas de las revistas de poesía han
reafirmado su presencia en el panorama editorial peruano. Cuadernos Trimestrales de
Poesía, revista trujillana que dirige Marco Antonio Corcuera, pasó limpiamente la
barrera de los veinticinco años. Y Haraui, la revista de Francisco Carrillo, llegó a los
quince años ininterrumpidos.
Ambas han visto pasar por sus páginas a lo más graneado de la lírica nacional. Los
Cuadernos, además, han continuado con la organización del certamen "El poeta
joven", uno de los más prestigiosos del país. Este año encuentra a la tacneña
Killka en su número diez, que equivale a igual número de años; mejorada en su formato y
presentación, muestra la calidad que le es característica, alentando con su presencia y
continuidad la valiosa poesía sur-peruana. Sus directores son Guido Fernández de
Córdova y Segundo Cancino.
En pos del rescate, "para la creación literaria, para la reflexión sobre ella y
otras artes, para el debate en general de la cultura, algo de un espacio perdido y
necesario", viene apareciendo la revista Hueso Húmero, cuya dirección está a cargo
de Abelardo Oquendo, y cuenta con el auspicio de las casas editoras Francisco Campodónico
y Mosca Azul. Los dos números publicados hasta ahora permiten avizorar, en perspectiva,
el campo de acción de la revista: la creación literaria en sus diversas manifestaciones,
el planteamiento teórico crítico sobre la cultura en general, comentario de textos y
bibliografías particulares.
El espacio desplegado hasta la fecha, Hueso Húmero, comporta la actuación de un criterio
que por su misma amplitud entraña el riesgo de la heterogeneidad. Aun cuando los textos
de Lauer/Montalbetti/Cook, de Loayza acerca de las objeciones de Mariátegui a Riva
Agüero, así como las reseñas de Montalbetti hacen pensar en la definición de un cierto
liberalismo de izquierda, y la presencia de un ánimo iconoclasta que busca levantar
nuevos íconos. Por otro lado, son muchas las páginas desperdiciadas por textos
prescindibles. Y han visto la luz, otros bastante interesantes. Nos referimos al estudio
de García Canclini, a los hermosos poemas de Wáshington Delgado, al lúcido artículo de
José Ignacio López Soria. Una revista como Hueso Húmero posibilitará, en suma, la
confrontación de criterios desemejantes y hasta contrapuestos, hecho por demás
saludable.
"Salimos con el vehemente designio de asistir a la creación de una literatura y un
arte social de resistencia. Nos interesa ante todo divulgar y propagar las manifestaciones
populares del mundo andino", reza el editorial del primer, y, hasta ahora, único
número de Caballo de fuego, revista de Huancayo, dirigida por Manuel Jesús Baquerizo. Lo
interesante, por cierto, no reside solamente en la divulgación de autores de esta región
señeramente activa, sino en el tratamiento que se da a un aspecto de la función
literaria, quid de su problemática actual. En tres artículos y en los textos de
creación se toca el punto clave de la constitución y alcances de la literatura popular,
señalando su carácter transitorio, mediante el cotejo de posiciones contrapuestas (nos
referimos a los artículos de Roncal y Mora, específicamente divergentes, y al estudio de
la poesía de Luis Nieto por J. Barquero).
Letrapueblo es una hoja de literatura popular, cuyo primer número apareció en agosto.
Bajo la dirección y responsabilidad del Círculo Artístico Lu Sin, de Lima, y el
Círculo de Arte y Literatura César Vallejo, de Trujillo, esta publicación busca el
desarrollo orgánico y coherente de una postulación de clase, ligada a los intereses del
pueblo, dentro de una concepción nacional y democrática. El primer número da a conocer
textos en los cuales la temática y el tratamiento poemáticos son consecuentes con los
planteos de la revista. Esperamos que la continuidad de esta publicación ratifique la
búsqueda de su estilo acorde con el compromiso, contribuyendo de esta manera a la
superación de los riesgos del cliché y la consigna, en el empeño de lograr poesía
verdadera, tarea que en Letrapueblo ha sido asumido a cabalidad.
Este año ha asistido al nacimiento de varias pequeñas revistas, algunas se quedaron en
el número único y muchas, juntando esfuerzos e intermitentes soles, se aprestan a dar el
segundo paso. Viento del pueblo, vehículo de expresión del Círculo artístico literario
Lu Sin, revista de poesía popular en la que, a la creación, se añade el rescate del
legado tradicional. Arcilla, publicación del Taller de Arte y Literatura 19 de julio,
que, como la anterior, se imprimió en mimeógrafo; responde a una caracterización de la
literatura como reflejo de la lucha de clases, sin que ello conduzca necesariamente al
naturalismo, ya que accede a la construcción de "un arte que defiende y lucha por la
causa de los explotados".
Contraviento, testimonio de literatura, tiene como directores a Carlos Orihuela, Gerardo
Garciarosales, Andrés Mendizábal; revista de gran formato (medio nacional), recoge
textos en los que prima un mesurado tono intimista; publica cuento y poesía. Sic, revista
de creación y procreación, a cargo de Julio Heredia, Patricia Alba, Oscar Malca y José
Mazzotti, apareció el mes de junio; de calidad uniforme, prima en ella una delicada y
desenvuelta ironía, un precoz desencanto que no priva de algunos logros remarcables. De
Junco y Capulí nace imbuida del deseo de conocer e interpretar la realidad, añade nuevos
nombres al panorama de la esperanza actual; es dirigida por Sandro Chiri y Ana Mercedes
Chong.
En Lima, también, han aparecido Síntesis, revista de difusión cultural, director:
Miguel Angel Huamán; Alfarero, Plaqueta de Poesía, editada por Diómedes Morales Salazar
que ha llegado al segundo número; Poeblo, revista de poesía, su director, José
Contreras; Penélope, revista de poesía y otras variaciones, responsables Armando Arteaga
y Max Castillo; La Gota; y Creación, dirigida por Fernando Sánchez Olivencia. Tenemos
noticias de la existencia de algunas revistas de Trujillo: Piedra Nueva, Laureal Poético,
Colibrí, La palabra marginada, La achupalla incendiaria, La pluma en el espejo; de
Guadalupe: Runakay; de Chiclayo. Canto General, ADEL; de Chimbote: Alborada; de Cajamarca:
Raíz Cúbica, Altura; de Huánuco: Punto aparte, Insurgencia; de Jauja. Voz REunida.
Fuga
Hecho el balance, notamos la predominancia cuasi hegemónico de las revistas de poesía.
También notamos la falencia en materia de publicaciones periódicas de relato. Desde el
cese de Narración y Cuadernos Semestrales de Cuento, no han surgido revistas que
propendan al desarrollo y difusión de las modalidades narrativas. Mayor orfandad padece
el teatro. Salvo las publicaciones del Teatro Universitario de San Marcos y los
esporádicos Cuadernos de Teatro, no existe acogida editorial para este género.
Obviamente, las condiciones materiales no son propicias para la continuidad de
publicaciones como las que comentamos, pero su presencia es cada vez más urgente en la
instauración del debate y esclarecimiento de la función que compete a la literatura
comprometida con la causa del pueblo.
Suele decirse que una larga vida no es buena para la salud de una revista. No sabemos
hasta qué punto puede ser cierta la aserción. Quizá quienes afirman esto piensan en la
piedra del célebre ejemplo heideggeriano, empecinada en su quietud. Es bueno ver
evolucionar las ideas en el interior de una revista, observar la maduración de
tendencias, la superación de las limitaciones, así como es también saludable asistir a
sus retrocesos y claudicaciones, pues el ejemplo enseña. Y más si las publicaciones
periódicas están ligadas a proyectos culturales totalizantes, lo cual posibilita guiar
nuestra percepción acerca de la pugna de tendencias en la discusión y ejercicio de las
funciones de la literatura.
Vaya, pues, desde estas páginas nuestra palabra de estímulo y de aliento a quienes
enfrentan las circunstancias actuales, grabando en sus acciones el sello indeleble del
anticonformismo, de la lucha tenaz por instaurar la luz en esta comarca de rayos
intermitentes.
Lima, diciembre de 1979.
(Tomado de: Vidal, Luis Fernando. En torno a las
revistas literarias
(1975-1979). En: Lluvia. Año II. No. 5. Lima, diciembre de 1979;
p. 47-58.)
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