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El
azul oscuro de Víctor Churay
La comunidad
estudiantil sanmarquina ha sentido un profundo pesar por la
temprana desaparición de Víctor Churay Roque, poeta amazónico y
estudiante de historia en nuestra casa superior de estudios. En recuerdo de
su memoria y de su inquieto pincel, transcribimos las reflexiones del
poeta Luis Chávez Rodríguez de Mendoza, amigo entrañable del
popular "Jaguar", cuyos restos fueron llevados a su natal Pebas en
Iquitos, donde recibió la condecoración póstuma como segundo curaca del
grupo étnico Bora.
"Como todo nativo militante de la
selva, Víctor Churay, poseía el verde en todos sus matices, pero buscaba el azul. En esa
búsqueda, precisamente, frente a un mar que en el imaginario romántico de un provinciano
se pinta como azul, pero que en realidad por lo general se descubre como un verde opaco y
sin gracia, realizó su viaje final el inquieto y talentoso Vichín, como llamábamos en
confianza a Víctor Churay Roque.
Su nombre original en idioma bora fue y seguirá siendo, a pesar su temprana muerte, Ivá
Wajyámu que significa "pluma de papagayo". Ivá Wajyámu ya contenía desde un
inicio en la vida de Víctor, como suele ocurrir con los nombres de los nativos de la
selva, el conjunto completo de significados que más tarde determinarían el empeño
vocacional del pintor. Tanto el objeto, de hecho él empleó muchas veces la pluma entre
otros instrumentos para pintar sus yanchamas, como los colores a los que remite un ave
como el papagayo, conformaron muchas de sus preocupaciones estéticas.
En efecto, como pintor, a pesar de que en Lima se le presentó la posibilidad de
desarrollar su talento empleando los instrumentos que le ofrecía el medio, Churay
prefirió insistir con lo suyo. El juego de su propuesta buscaba no sólo trabajar temas
vinculados a su lugar de origen, sino que empleó preferentemente como soporte, por
ejemplo, la corteza tratada del ojé con diferentes tipos de tierras y vegetales que
traía de su natal Pacaurquillo, en Loreto.
Al poco tiempo de su arribo a la capital, Víctor ya era bastante conocido tanto por su
talento, que no escatimaba en promocionar, como su vitalidad y simpatía. Trabajó un
largo tiempo en ese mítico lugar llamado Seminario de Historia Rural Andina, de San
Marcos, dirigido hasta hace poco por Pablo Macera y actualmente a cargo de Nanda
Leonardini. En aquel lugar, donde son bien recibidos los seres más extraños y
subalternos de nuestro país, y al contacto don Macera, quien suele transformar cualquier
delirio en una idea interesante y fecunda, Víctor Churay se tornó en un activo portador
de conocimiento y de belleza como lo hicieron también el ayacuchano Carmelón Berrocal o
el shipibo Roldán Pinedo, entre otros. Pronto se le instaló un taller, implementado en
el mismo seminario y sin más tramites dio vida a su torrente creativo.
"Ya tengo muchas combinaciones que saco de la tierra y los árboles directamente. El
único color que me falta es el azul y sus derivados, como el celeste. Por eso en las
pinturas que estoy haciendo con tintes naturales, cuando necesito el azul y el celeste,
tengo que emplear pintura industrial.
Pero yo estoy empeñando en encontrar el color azul, lo busco desde hace tiempo, ya tengo
mis investigaciones y creo que estoy cerca. Después de terminar unos trabajos aquí en
Lima con el Dr. Macera, voy a regresar a mi tierra para meterme en la selva y seguir
buscando el color azul" comentó en una entrevista realizada el año 1998.
Otra fue su ruta: la deseosa sensibilidad que caracterizó a Ivá Wajyámu o Víctor
Churay le hacía sentirse cómodo en cualquier tipo de selva, aunque como reza el verso de
Cavafis, llevó por doquier y a cuestas su lugar de origen. Pero otro fue el rumbo o el
tumbo que el pintor tomó en la capital, la selva de la ciudad retrasó el viaje a su
Itaca vegetal y el azul oscuro que vio su partida nunca pigmentará sus yanchamas, y por
eso estamos muy tristes".

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Vista
Panorámica de la ciudad de Pebas en Iquitos.
Victor Churay (polo guinda) con su amigo Fernando Valdivia, quien estuvo preparando
un documental sobre la vida del pintor amazónico. |

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A juicio
de los críticos, la obra pictórica de Churay
representa la cosmovisión Bora, es decir la conjunción
en tiempo y espacio, del cielo, la tierra y el agua. |
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