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Trauma Abdominal
Drs. Hildebrando Ruiz Cisneros,
Carlos Huayhualla Sauñe
Se denomina trauma abdominal (TA), cuando éste compartimento orgánico sufre la acción
violenta de agentes que producen lesiones de diferente magnitud y gravedad, en los
elementos que constituyen la cavidad abdominal, sean éstos de pared (continente) o de
contenido (vísceras) o de ambos a la vez.
La evaluación en el TA, no sólo se hace en el compartimento abdominal propiamente dicho,
si no también en el compartimento pélvico, ya que generalmente las lesiones se producen
en órganos de ambos espacios anatómicos simultáneamente.
1. CAUSAS
La alta incidencia del TA. está favorecida por los accidentes en el tránsito automotor,
los accidentes de aviación, las guerras, la delincuencia en las grandes ciudades,
exacerbada por el alcohol y las drogas, los deportes en sus diferentes modalidades, cada
vez más competitivos y violentos, la mecanización del agro y de las industrias.
El abdomen puede ser traumatizado en forma específica, o puede ser traumatizado en forma
concomitante a otros compartimentos, tipo cráneo, tórax, aparato locomotor; es decir,
ser parte de un politraumatismo. En estos casos, se tendrán que establecer prioridades
para su manejo.
2. MECANISMOS
Pueden ser de forma directa, cuando el agente traumatizante impacta al abdomen, como el
puntapié, el golpe de timón, el asta de toro, el arma de fuego, etc. El mecanismo
indirecto es en forma de contragolpe, de sacudimiento por caídas de altura o de
hiperpresión intraabdominal
3. TIPOS
Puede ser de dos tipos:
a) Traumatismo cerrado
o no penetrante, denominado Contusión. Se caracteriza por no presentar solución de
continuidad en la pared abdominal. El agente que lo produce es de superficie roma o plana,
tipo barra de timón, puño, etc.
b) Traumatismo abierto o penetrante, denominado Herida. Es cuando existe
solución de continuidad en la pared abdominal, producida por elementos cortantes o
transfixiantes, como en las heridas por arma blanca o heridas por arma de fuego.
Las heridas pueden comprometer sólo a la
pared abdominal, como también a las vísceras intraabdominales, teniendo como límite el
peritoneo parietal, que es lo que delimita la cavidad abdominal como tal. En base a este
elemento, se puede tomar como ejemplo de clasificación de heridas la de Quénu, que es
muy práctica.

Las heridas no penetrantes son las que no
trasponen el peritoneo parietal; por tanto, no llegan a la cavidad abdominal. Las
penetrantes son las que comprometen la cavidad.
Frente al TA hay que considerar el estado de la pared o de las vísceras en el momento del
trauma.
La pared contraída puede ser un mecanismo protector, que evita lesiones graves; la pared
relajada, puede favorecerlas.
En las vísceras sólidas con estado de plétora sanguínea o biliar pueden facilitarse
lesiones más serias que en las que no tienen éstasis. Las vísceras huecas en estado de
llenura pueden llegar a estallar inclusive, en cambio las vacuas no sufren muchas
lesiones.
De igual modo, debe tomarse en cuenta el estado mórbido previo de las vísceras o su
normalidad. Las vísceras sólidas tumorales, parasitadas o infectadas son mucho más
lábiles ante el traumatismo, así como las vísceras huecas excesivamente enfermas.
4. FISIOPATOGENIA DEL TA
En el TA se producen lesiones de alguna magnitud y gravedad en los elementos de la pared
abdominal, con o sin participación del contenido abdominal; es decir, de las vísceras
sólidas o huecas, mesos, y conductos vasculares, biliopancreáticos o urinarios.
En la pared pueden objetivarse lesiones de poca gravedad como son las equimosis, los
xeromas, los hematomas, rupturas de apo-neurosis, de músculos, que pueden complicarse
secundariamente con infecciones, dando lugar a celulitis, xeromas o hematomas infectados
que pueden derivar en abscesos o flemones, sobre todo. cuando son por heridas o si son
contusiones que se acompañan de erosiones en la piel. Estos cuadros requieren
generalmente de acciones quirúrgicas, para evacuar, drenar, reparar, etc.
Hacia la cavidad se pueden producir lesiones de diferente tipo, en las vísceras y
conductos. Las vísceras sólidas son las que más fácilmente se lesionan, por la
friabilidad de sus parénquimas y el volumen que tienen. Cada víscera tiene un
comportamiento diferente cuando se lesiona.
* Hígado
En el hígado puede existir un hematoma superficial de tipo subseroso o un hematoma de
pequeño, mediano o gran tamaño, tanto que comprometa un lóbulo. El hematoma subseroso
tiene la posibilidad de evolucionar hacia el hematoma disecante progresivo, que puede
producir el ahogamiento del parénquima. Los hematomas centrales pequeños pueden ir a la
organización o reabsorción; los medianos y grandes hematomas requieren de drenaje
quirúrgico a cielo abierto o drenaje por punción transparietal con trócar bajo control
en pantalla ecográfica. Existen lesiones de parénquima tipo rupturas o desgarros, que
pueden ser de tipo regular, o sea de bordes netos, o rupturas irregulares, sinuosos o
estelares, de poca o gran profundidad, comprometiendo las vías venosas, arteriales, o
biliares, a veces con verdaderos desgajamientos de parénquima; otras veces, puede verse
trituración del parénquima en poca o gran extensión, dando la impresión de papilla
inclusive. Estas lesiones condicionan fuga de sangre hacia la cavidad libre o fuga de
bilis, lo frecuente es de ambos. Se denomina hemoperitoneo, coleperitoneo o
hemocoleperitoneo, según el caso.
Referente al trauma hepático existe una clasificación de las lesiones que se producen,
según la American Asociation for Surgery of Trauma. Modificado por Moore en 1994, que
reconoce 6 grados.

El tratamiento de un TA con lesiones de
hígado es quirúrgico, practicando ligaduras, suturas, reparaciones, resecciones de
segmentos hepáticos o de lóbulos inclusive; cuando no es factible realizar estos
procedimientos, se puede recurrir al taponamiento cerrado o abierto, con campos o sábanas
quirúrgicas. El método cerrado requiere de reintervención quirúrgica a los 8 ó 10
días, para retirar el elemento utilizado; el abierto a lo Mikulitz requiere retiro del
campo o sábana por medio de tracción progresiva en 4 ó 5 días consecutivos.
Bazo
Cuando se traumatiza el bazo, puede haber hematomas subserosos mínimos, rupturas del
parénquima esplénico y cápsula en diferente magnitud, destrucción total del bazo
quedando sólo los vasos del pedículo. Cuando el trauma es severo, la inundación
hemática de la cavidad peritoneal es violenta y los signos de hipovolemia y
descompensación de los signos vitales son inmediatos. En cambio, cuando la lesión del
bazo es de poca magnitud, lo frecuente es que se condiciona un hematocele periesplénico
progresivo hasta sobrepasar la capacidad de contención de la celda esplénica,
manteniendo los signos vitales en términos normales y sin signos de hipovolemia por
espacio de muchas horas y a veces días, que luego se descompensan al producirse el
vaciamiento del hematoma periesplénico en forma brusca. Esta modalidad es conocida como
la hemorragia en 2 tiempos, característica sólo del bazo. El tratamiento
quirúrgico conservador del bazo lesionado, por medio de suturas, compresiones por
epiplon, o gelfoan, son insatisfactorias, debido a la friabilidad del parénquima;
frecuente es que se haga la ablación total del órgano, no obstante las consecuencias
inmunológicas que conlleva.
Páncreas
Órgano que cabalga sobre la columna vertebral (LI-L2), susceptible a lesiones por trauma
a nivel del epigastrio. Puede dar lugar a hematomas retroperitoneales difíciles de
diagnosticar y tratar. Traumatismos del parénquima pancreático, sea por herida o por
contusión que condiciona una pancreatitis traumática, expresada por dolor intenso,
vómitos, íleo adiná-mico, que puede ser superado por tratamiento médico. Con
frecuencia, se instala secundariamente un pseudoquiste pancreático, que será tratado
quirúrgicamente, efectuando un drenaje interno a estómago o yeyuno.
Riñones
Cuando se traumatizan los riñones pueden existir lesiones de parénquima renal solamente
y/o lesiones del sistema pielo-calicial y ureteral.
Cuando la lesión es sólo de parénquima, lo que se produce es un hematoma perirrenal, a
veces de gran magnitud, que puede producir abovedamiento en la fosa lumbar, con
crepitación dada por los coágulos. Puede estar precedido de shock. atribuido a
compromiso de las cápsulas suprarrenales. Si la lesión es de vías urinarias además hay
extravasación de orina hacia la celda renal, que produce reacción intensa en el tejido
celuloadiposo con gran inflamación del área y dolor severo, haciendo un urohematoma que
puede infectarse.
El tratamiento es quirúrgico y consiste en limpieza, drenaje, reparación de la lesiones
dentro de lo posible. La actitud debe ser muy conservadora por lo general. Se procede a la
extirpación del órgano, cuando es imposible su conservación y recuperación.
Vísceras huecas
Son el tubo digestivo, desde el cardias hasta el recto, las vías biliopancreáticas, las
vías urinarias y los grandes y medianos vasos, tanto arteriales como venosos.
Casi todos pueden tener, frente al TA, lesiones mínimas como una equimosis subserosa o
hematomas intramurales, hasta lesiones severísimas. Pueden haber perforaciones mínimas o
gigantes, secciones de la vías, desinserciones mesentéricas y desgarros parietales con
extravasación de sus contenidos a cavidad libre. Las lesiones pueden ser únicas o
múltiples.
Las manifestaciones clínicas están en relación con el tipo de contenido extravasado, la
septicidad, la cantidad, la consistencia y la composición del contenido visceral hueco;
si el contenido es fluido como la bilis o la orina, la difusión dentro de la cavidad
abdominal será rápida; si es semilíquido como el contenido intestinal es menos rápida
y si es sólido como las heces será generalmente focal. El contenido del estómago,
duodeno y yeyuno ileon, condicionan dolor y reacción peritoneal intensos por el alto pH
de ellos y la presencia de enzimas como las pancreáticas que son muy agresivas para el
peritoneo, produciendo reaciones de contractura abdominal muy marcadas.
El contenido estercóreo de la parte baja, cuando se extravasa condiciona reacción focal,
tipo absceso o flemón debido a su alta contaminación bacteriana.
La secreción biliar en el peritoneo produce poca reacción, de modo que puede pasar
inadvertida por un tiempo, al igual que la sangre no causa reacción de la serosa
peritoneal.
Las lesiones de órganos huecos abdominales obligan al tratamiento quirúrgico a fin de
evacuar los contenidos extravasados en cavidad peritoneal y la reparación de lesiones,
llámese perforaciones, secciones, desgarros.
5. CUADRO CLÍNICO
* Síntomas y signos en el TA
Más que la existencia de un cuadro clínico definido, en el TA, es el análisis adecuado
y minucioso de los síntomas y signos en la evolución de horas, que pueden ser hasta las
72 en algunos casos, el que va a conducir al diagnóstico y conducta quirúrgica
adecuados.
Puede suceder la muerte súbita o instantánea en el momento del traumatismo, como
producto de un reflejo vagosimpático que condiciona paro cardiaco, el que de no ser
asistido con reanimación urgente (2 a 5) deja definitivamente muerto al
traumatizado. Este cuadro dramático se presenta en los traumatismos violentos que
comprometen la zona del epigastrio o mesogastrio, por encontrarse en el centro
neurovegetativo del abdomen (plexo solar).
Más frecuente es el shock inicial, que es el colapso neurove-getativo secundario al
trauma que produce pérdida de conciencia, hipotensión marcada con bradicardia, palidez
intensa y sudoración fría; estado de duración corta, que puede ser desde 1 a
60. Hay recuperación asistida cuando es posible; de otro modo es espontánea
lográndose superar el trance. Este tipo de shock es de causa neurogénica, que no debe
confundirse con el shock hipovolémico o el shock séptico que puede manifestarse en la
evolución del cuadro.
El dolor es un síntoma capital en la evolución del abdomen con traumatismo. La
semiología del dolor debe ser analizado en todos sus aspectos durante un tiempo de 24
horas iniciales. La localización, el tipo, forma de inicio, la irradiación, relación
con los movimientos de la respiración intensidad, variaciones en el tiempo, etc. Es un
síntoma de los más importantes para el diagnóstico, de ahí la necesidad de su estudio
exhaustivo.
Vómitos: Pueden existir vómitos en forma precoz, de tipo mucoso o de alimentos y que son
de naturaleza refleja, condicionados por el miedo o el pánico. Por el contrario, los
vómitos tardíos (4 a 6 horas), son por irritación peritoneal, por infección o
secreciones libres en la cavidad.
Pueden ser hemáticos, por desgarros en la pared del estómago o por hematobilia,
secundarias a lesión de hígado o vías biliares.
* Contractura de la pared abdominal:
La pared abdominal tiene un estado de normotonicidad peculiar para cada individuo, según
la edad y el sexo; pero en el paciente traumatizado este estado se altera hacia la
contractura parcial o general, debido al reflejo visceroparietal secundario a la agresión
peritoneal.
Puede ir desde la semicontractura hasta la contractura muy intensa, tipo vientre en
tabla, sobre todo en niños o jóvenes.
El anciano senil no responde casi siempre. Este reflejo se agota en el curso de 48 a 72
horas, pudiendo caer en la etapa de vientre vencido, o sea, de flacidez total
por hipotonicidad, que puede dar lugar a errores de interpretación. De ahí la necesidad
de exámenes repetidos de la pared abdominal, para evolucionar este signo en el transcurso
de las horas .
Inmovilidad del diafragma: signo característico del trauma-tizado de abdomen, que se
evidencia por la respiración muy superficial, preferentemente costal, evitando movilizar
el vientre para no condicionar dolor. Se acompaña de polipnea.
Pueden existir signos típicos en el traumatizado de abdomen, como la equimosis
periumbillical (halo violáceo alrededor del ombligo) en los casos de lesión pancreática
o de ruptura de la cara posterior del duodeno.
El signo de Jöbert, que es producto de la interposición de aire en el espacio
hepatofrénico y que clínicamente se expresa por la desaparición de la matidez hepática
en el H.D. , convirtiéndose en sonoridad a la percusión.
Este signo, cuando se presenta en el TA es patognomónico de ruptura de víceras huecas.
La impresión clínica debe ser corroborada por una Rx. Simple de abdomen, en posición de
pie, la que demuestra presencia de un halo neumático entre el hemidiafragma y la
superficie del hígado. Se presenta precozmente, cuando la perforación es de estómago o
duodeno, es más tardío cuando el aire procede del recto o sigmoides y colon superior. La
matidez en flancos, desplazable con la movilización del paciente es condicionada por la
presencia de fluidos libres en la cavidad abdominal, tipo, sangre, orina, bilis, etc.
Síntomas generales: pueden haber variaciones de la temperatura, de las constantes
corpusculares y de signos vitales en el paciente traumatizado. En la etapa de shock
inicial, puede haber hipotermia, la que posteriormente se normaliza y luego puede elevarse
a 38° ó 38.5°; en casos de infección peritoneal, se pone en evidencia a las 6 horas en
promedio.
Las constantes corpusculares varían, cuando hay extravasación sanguínea disminuye el
hematocrito, el nº de hematíes y puede presentarse el shock hipovolémico.
Las constantes vitales, tipo pulso, PA, diuresis, son datos que deben controlarse
continuamente en el TA; para advertir oportunamente la instalación de un cuadro
hemorrágico intraperi-toneal. Cuando estas variaciones son significativas, debe actuarse
antes de que se produzca la descompensación irreversible.
6. RECURSOS PARA EL DIAGNÓSTICO EN EL TA EXÁMENES AUXILIARES:
INVASIVOS Y NO INVASIVOS. TRATAMIENTO
Es prioritaria la anamnesis directa o indirecta, para conocer por qué mecánismos y en
qué condiciones se ha producido el trauma. El examen clínico concienzudo y repetido es
fundalmental. Se pueden utilizar exámenes de laboratorio, radiólogicos, de tipo simple o
contrastados, ecografías, etc. Son indispensables el hemograma, Hb, el GS, el HT, orina y
amilasas en sangre. La Rx simple, bien indicada e interpretada es un auxiliar valioso. Es
obvio que puedan hacerse pielografías, angiografias, ecografías, T.A.C. en instituciones
donde se cuente con ello.
Pueden practicarse maniobras para el diagnóstico, como la paracentesis en los cuatro
cuadrantes del abdomen. De no ser posible definir con lo anterior, se debe realizar lavado
peritoneal con lactato de Ringer o suero fisiológico.
En la actualidad requiere mención especial la laparoscopía, que es un procedimiento
técnico que puede ser diagnóstico de primera intención, para aclarar si el caso
requiere una exploración quirúrgica y a la vez de ser posible, servir para solucionar el
problema en cuestión. Por ser un procedimiento en boga, hemos visto por conveniente
explayarnos en su descripción.
Uno de los problemas importantes que enfrenta el cirujano en los servicios de emergencia
es la evaluación de pacientes con traumatismo abdominal, aún más, en aquellos casos
estables pero dudosos de compromiso visceral, inconscientes, con trauma múltiple o shock
inexplicable, en quienes se aplica y desarrolla todo criterio clínico para llegar al
diagnóstico y así tomar decisión quirúrgica, ayudado en gran parte de los casos por
métodos auxiliares como paracentesis (P), lavado peritoneal diagnóstico (LPD),
ultrasono-grafía (US) y tomografia axial computarizada (TAC). A pesar de diversos
progresos de estas técnicas diagnósticas, muchos pacientes que son sometidos a
laparotomía exploradora no tienen lesiones viscerales.
La laparoscopía se descubrió a principios del siglo veinte. Kelling en 1901 la introduce
como método de diagnóstico y ha sido técnicamente posible aproximadamente 50 años
después. Grazzaniga, Carnavale y Berci informan las primeras experiencias para
evaluaciones de pacientes con sospecha de lesiones en traumatismo abdominal. Sin embargo
el desarrollo significativo y vertiginoso en menos de una década de la colecistectomía
laparoscópica ha marcado un cambio espectacular en la práctica de la cirugía general y
en los servicios de emergencía.
La introducción de cámara de televisión con chip de computadora permitió proyectar la
imagen laparoscópica en un monitor de video, así se abrió un gran espacio para los
cirujanos al aplicar la laparoscopía no sólo como método diagnóstico, sino también
como tratamiento. Hay un gran afán de readiestramiento de los cirujanos y reequipamiento
de las salas de operaciones. Con esta transformación permanente de videotecnología, el
cirujano y personal entrenado está avanzando con rapidez por ser un proceso dinámico en
evolución y revisión constante para alcanzar a ser un método seguro, benéfico y
efectivo en manos bien entrenadas.
La laparotomía exploradora constituye un método terapéutico en pacientes con
traumatismo abdominal y sospecha de lesiones viscerales, permite reparar de inmediato las
lesiones graves producidas por el trauma; sin embargo la incidencia de laparotomías
innecesarias (negativas y no terapéuticas) por trauma abdominal es alta y varía según
el mecanismo de lesión y el método auxiliar de valoración diagnóstica preoperatorio.
La elección de este examen está determinado por el estado hemodinámico del paciente
traumatizado, lo mismo que por el mecanismo de la lesión. En aquellos que presentan
inestabilidad hemodinámica debe valorarse con exámenes que ofrezcan resultados rápidos
de manera que pueda tomarse una decisión inmediata de realizar laparotomía y reducir los
retrasos operatorios, con lo cual disminuye la incidencia de morbi-mortalidad; la
paracentesis, el lavado peritoneal diagnóstico y la ultrasonografia satisfacen estos
requerimientos mientras que la tomografia computarizada y la laparoscopía están
indicadas para pacientes hemodinámicamente estables como condición fundamental. Aún
desde su introducción del lavado peritoneal diagnóstico en 1965 por Root et al en trauma
abdominal, siendo un método sensible en extremo (mayor que 98%) pero bastante
inespecífico, las tasas notificadas de laparotomía negativa y no terapéutica cuando se
practicó el lavado peritoneal en trauma abdominal cerrado varían entre el 5% a 37%. En
trauma abdominal abierto es menos satisfactoria y su empleo ha originado tasas de
laparotomía innecesarias de 20% a 37%. La tomografía axial computarizada y la
ultrasonografía reducen las tasas de laparotomía negativas en lesiones de vísceras
sólidas después de un trauma abdominal cerrado, pero es bastante insensible a las
lesiones de vísceras huecas. Con la finalidad de reducir la incidencia de laparotomías
negativas y no terapéuticas, muchos cirujanos utilizan la laparoscopía diagnóstica para
evaluar el traumatismo abdominal contuso y las heridas penetrantes por arma blanca y de
fuego. La laparoscopía diagnóstica puede realizarse en la cama del paciente, en las
salas de la UCI, con anestesia local o general, si se realiza en sala de operaciones puede
ser hasta de tipo terapéutico o convertirla en laparotomía si la gravedad y las
condiciones del caso lo exigen.
Técnica Laparoscópica
Preparacion del paciente: Como para toda intervención quirúrgica, debe obtenerse el
consentimiento informado del paciente y de su familia. Se descomprimen el estómago y la
vejiga con la finalidad de tener el mínimo riesgo de aspiracion pulmonar y de lesión
yatrogénica del estómago o de la vejiga. Si hay una probabilidad razonable de lesión
diafragmática debe colocarse un tubo torácico para prevenir el neumotórax a tensión.
Anestesia y lugar del examen: Debe valorarse el lugar donde se llevará a cabo el
procedimiento. La realización en la cama del paciente en los servicios de emergencia o de
cuidados intensivos, debe estar restringida sólo a pacientes con dificultades para su
movilización al quirófano. Es preferible que la exploración laparoscópica se realice
en sala de operaciones, donde se encuentra preparado el material necesario no sólo para
el examen, sino también para el tratamiento y la conversión a laparotomía si el caso lo
exigiera. Puede efectuarse la laparos-copía bajo anestesia local, con sedación
intravenosa o sin ella tomando las precauciones debidas para garantizar la seguridad del
paciente, sin embargo es casi imposible realizar un examen completo del abdomen bajo
anestesia local; por tanto, si se quiere disminuir el riesgo de errores, debe ser sometido
el procedimiento bajo anestesia general y en sala de operaciones que permita disponer de
mesa rotatoria, emplear más trócares para manipular con seguridad las vísceras con un
equipo de vigilancia y disponibilidad de apoyo anestésico.
Equipo: Debe disponerse de un equipo básico de laparoscopía, con instrumental adecuado y
personal entrenado. Puede realizarse el neumoperitoneo con la aguja de Veress o
preferentemente con técnica abierta de Hasson para la inserción inicial del trócar
umbilical y utilizar el neumoperitoneo a baja presión, el bióxido de carbono puede
asociarse con hipercapnea, acidosis respiratoria, hipotensión, aumento de presión
intra-craneana y embolia gaseosa, por tanto es necesario el monitoreo cuidadoso con
medición de gases arteriales, registro electro-cardiográfico y principalmente
capnografía. Se tendrá a disposición el instrumental necesario si se considera la
posibilidad de realizar una reparación laparoscópica.
Laparoscopía en traumatismo abdominal contuso
El LPD, TAC, US y laparoscopía son técnicas muy sensibles a la presencia de líquido
intraabdominal, pero sólo LPD y laparoscopía puede identificar el carácter del líquido
(sangre o contenido del intestino delgado), pero ninguno de los cuatro métodos es
absolutamente confiable para identificar lesiones de vísceras huecas. La TAC y US pueden
no detectar lesiones intestinales debido a que los volúmenes de líquido son menores a
los límites de identificacion o pueden ser confundidos con pequeña cantidad de sangre.
Ni LPD ni la US permiten localizar con precisión los órganos lesionados, en tanto que
TAC y la laparoscopía si pueden detectarlos.
La TAC permite valorar el retroperitoneo y la profundidad de las lesiones de las vísceras
sólidas, en cambio la laparoscopía no visualiza el retroperitoneo, valora sólo la
superficie de los órganos sólidos siendo áreas ciegas, la región posterior del hígado
y bazo aun con el uso de laparoscopio de 30, es el mejor método para evaluar lesiones
diafragmáticas. Cuando se utiliza la laparoscopía diagnóstica y el LPD en pacientes
seleccionados se reduce el número de laparotomías innecesarias. Carey et al. efectuaron
laparoscopía diagnóstica en pacientes con trauma abdominal contuso e informan
sensibilidad y especificidad de 100% y certeza de 100%, lo cual demuestra ser un método
altamente útil en el manejo de pacientes traumatizados y seleccionados.
En pacientes con trauma abdominal contuso hemodinámi-camente estables está indicada la
laparoscopía en aquellos de difícil diagnóstico de lesión visceral, con examen
clínico y de laboratorio e imágenes no contributorio, cuando la observación puede ser
peligrosa o la intervención quirúrgica inútil, puede tener alta posibilidad de
morbimortalidad. Debe valorarse igualmente la utilidad en pacientes politraumatizados, en
traumatismos encefálicos asociados a inconciencia y uso de alcohol o drogas; sin embargo,
ante cualquier duda razonable de lesión mayor o inestabilidad la indicación es realizar
laparotomía.
La exploracion laparoscópica del abdomen debe iniciarse con examen del diafragma y pared
abdominal, luego las vísceras sólidas, estómago, colon, intestinos, mesenterio y
pelvis, en caso necesario pueden realizarse maniobras especiales como ingreso a
transcavidad, maniobra de Kocher, movilización de colon y de ligamentos, deben buscarse
signos indirectos como sangre, bilis, líquido intestinal, etc. (ver tabla); pueden
utilizarse métodos de contraste o colorantes fluorescentes como ayuda diagnóstica. El
tipo de lesión a encontrar dependerá del órgano comprometido: hemoperitoneo en lesiones
de víscera sólida y mesenterio, peritonitis en lesiones de intestino, colon y la
magnitud de hematoma retroperitoneal. Las posibilidades terapéuticas deben ser realizadas
por personal muy entrenado, con disponibilidad de material e instrumental adecuado. En
caso de hemoperitoneo debe tenerse en cuenta la clasificación de Berci, quien usaba esta
clasificación para decidir cuándo convertir a laparotomía.
La laparoscopía como prueba diagnóstica primaria es más costosa e invasiva frente a
otros estudios confiables y disponibles, pero es mucho más confiable como recurso
secundario en la evaluación de pacientes estables con indicación poco precisa para
laparotomía.
Laparoscopía en trauma abdominal penetrante
Independientemente del mecanismo de lesión, los pacientes con trauma abdominal penetrante
y signos vitales anormales o inestables y los que presentan peritonitis deben ser
sometidos a laparotomía sin demora. Cuando se encuentran estables se realiza exploración
local de la herida. Si la pared abdominal anterior no ha sido penetrada el paciente es
dado de alta. Si se encuentra penetrada, el LPD o la US pondrían de manifiesto sangre o
líquido en la cavidad peritoneal: El LPD no se considera la piedra angular del manejo de
pacientes con trauma abdominal por arma de fuego, no ha sido todavía establecida la
cuenta de glóbulo rojos que debe indicar la exploración inmediata. Las heridas por
proyectil de arma de fuego de baja velocidad en el flanco y las heridas tangenciales en la
pared abdominal tienen muy poca probabilidad de causar lesiones intraabdominales de
consideración. Los pacientes con este tipo de heridas donde hay duda de penetración o la
posibilidad de lesión mínima se benefician con la laparoscopía.
Debido a la insensibilidad de la exploración laparoscópica para las lesiones de
intestino delgado, debe realizarse un examen exhaustivo de las asas intestinales, si
existe cualquier sospecha de compromiso de lesión se convertirá a laparotomía de
inmediato. En circunstancias en que las lesiones pueden observarse con claridad y se
localizan bien, puede realizarse la reparación laparoscópica, si no fuera posible puede
solucionarse mediante una reparación asistida a través de una incisión abdominal
limitada y suficiente para su solución. Las lesiones penetrantes de la región posterior
del abdomen y los flancos, se evalúan mejor con la TAC.
La evaluación y manejo de las heridas penetrantes del abdomen ha cambiado desde la
laparotomía obligatoria hacia un criterio mucho más selectivo. Existe un afán de
disminuir la incidencia de laparotomías negativas, en especial en pacientes
hemodinámicamente estables donde la laparoscopía tiene una utilidad primordial, este
concepto se traduce en tasas bajas de laparotomías negativas, identificando con prontitud
a los pacientes que requieren laparotomía exploradora y así se reducen las
complicaciones postoperatorias, haya o no haya lesiones intraabdominales.
La laparoscopía, con casi un siglo de edad, ha resurgido el interés de los cirujanos
como una técnica para valorar a los pacientes con posible trauma abdominal, su
aplicación se ve limitado por la posibilidad de otros procedimientos diagnósticos que
pueden ser más adecuados para situaciones particulares y más precisos para ciertos tipos
de lesiones.
La laparoscopía no está exenta de fallas, su morbilidad está relacionada a una
inserción inapropiada de la aguja de Veress o de los trócares, por eso se recomienda el
uso sistemático de la técnica abierta de Hasson.
La laparoscopía está contraindicada en los pacientes hipovo-lémicos o
hemodinámicamente inestables y no debe realizarse en pacientes con indicaciones claras
para la laparotomía. No debe realizarse laparoscopía a costa de pasar por alto alguna
lesión porque los daños que pasan inadvertidos pueden ser una complicación desastrosa
para el paciente. Tal vez no sea apropiada en pacientes con trastornos cardiacos ni
tampoco para pacientes con trauma encefálico con hipertensión intracraneal.
Sus mejores aplicaciones podrían ser los casos estables con heridas penetrantes o heridas
tangenciales por arma de fuego, que disminuyen la tasa de laparotomías innecesarias.
Permite lograr fácilmente la hemostasia en lesiones menores de vísceras sólidas y
también permite realizar reparaciones de daños mínimos de estómago, intestino y colon
en casos seleccionados.
El entusiasmo excesivo por la laparoscopía en casos de traumatismo puede dar por
resultado un abuso, cuando son más apropiadas otras medidas diagnósticas o la simple
observación, puesto que incrementa los costos y los riesgos de la asistencia sin mejorar
los resultados; sin embargo, así como va evolucionando puede ser un auxiliar muy valioso
para el cirujano y constituye una gran promesa que requiere sin duda investigación a
fondo en cuanto a su bondad diagnóstica y sus aplicaciones terapéuticas por existir aún
experiencias limitadas.
Dado el desarrollo vertiginoso de la tecnología y sus aplicaciones a la medicina, es
importante que todo servicio de emergencia deba contar con laparoscopía diagnóstica y
terapéutica, y también todo cirujano de hoy y mañana debe manejar laparoscopía
diagnós-tica y terapéutica.
En pocos casos de TA cerrado, puede ser superada con actitud conservadora de observación
armada, administración de fluidos y síntomáticos.
La gran mayoría de casos requieren de intervenciones quirúrgicas de variable
envergadura, en relación con el tipo de lesiones y en qué órgano asienten.
Pueden ir desde las más simples, como el afrontamiento de heridas, drenajes, hemostasia,
hasta las operaciones más complejas, como resecciones intestinales o de lóbulos
hepáticos, reparaciones de conductos con plastías inclusive, extirpaciones totales o
parciales de órganos, anastomosis vasculares, etc. Esto implica que el personal que
atienda estos casos sea especializado en emergencias quirúrgicas y con experiencia
amplia.


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