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SUPOSICIÓN, INTENCIÓN, PASIÓN:
NÚCLEO DE LA SEMIOSIS DEL CONCEPTO-SIGNO NATURAL

 

 

Nuestro recorrido argumentativo, teórico, fue paradójica y prácticamente desplegado y motivado desde una racionalidad narrativa. Retomémosla: el conjunto de inquietudes de nuestra investigación coincide, a final de cuentas, con las sanciones e interpretaciones al concluir el Séptimo Día.240

     Esa extraña risa aristotélica afecta a todo discurso, y más aún al que se cree en posesión de una verdad inmutable y esotérica. La verdad ríe. Por eso debemos aprender a reirnos de ella. De Andrés nos recuerda que la reacción ockhamista frente al abstractismo racional del siglo XIII, con su decidida orientación hacia una ontología del singular concreto guarda notable sintonía con la reacción filosófica de nuestro tiempo frente a ese otro abstractismo de los siglos XVIII y XIX, que es el Racionalismo y el Idealismo alemán.241

     Entre el dogmatismo de los poderes que son legión y el dogmatismo de quienes creen poder demostrar una verdad inmutable oculta bajo las apariencias, Eco no escoge. Ambos son arrojados al ámbito metafísico de lo que es demasiado serio para ser sin más verdadero. ¿No será que la única actitud que conviene al nominalismo teórico es el humor práctico?

     El invento del monje británico de la novela medieval se moldea sobre la figura del Doctor Invincibilis. Otra contaminación intertextual nos lleva hacia Sherlock Holmes. Humor y nominalismo son el imperativo contenido en la frase final de la novela y en el título de la misma: stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus242. Los signos son lo único que nos orienta en el mundo. La rosa primigenia persiste en su nombre, pero sólo tenemos nombres vacíos, sin substancia. Lo que son la rosa y la cosa se hallan íntimamente imbricados en el nombre mismo de “rosa”. Las rosas físicas se amustian. La rosa prístina y real permanece en el nombre desnudo. Sólo disponemos del nombre para nuestro uso permanente. Pero, si sólo tenemos nombres entonces la seriedad de los nombres es graciosa y cancelable en comparación con la seriedad tiránica de una cosa como substancia universal o esencial. De nuevo con De Andrés:
 
     “el ockhamismo es el gesto épico de quemar las naves de la “natura”, sin renunciar por ello, ni mucho menos, a la travesía arriesgada de una explicación de la realidad, estructurada en una auténtica ciencia” 243 [...de los signos].
  
     Esto refiere los nombres a una acción que, a final de cuentas, ha de guiarse más por retórica (o semiótica discursiva) que por lógica, más por lo posible que por lo necesario, más por lo efectivo que por lo fundamental. Ante la imposibilidad de descubrir el orden fundador y necesario (que ofendería la libre voluntad de Dios y su omnipotencia) hacemos nuestro simulacro de orden (que es como una red o como una escalera) que se construye para obtener algo y que después padece un vaciamiento de sentido. ¿Anuncio de la razón instrumental?

     En la filosofía que sigue la doctrina del pragmatismo de Peirce, ese simulacro o guía de acción se denomina “abducción” (cuasisinónimo de hipótesis). Guillermo de Baskerville, al igual que su creador Umberto Eco, practica la abducción. Las verdades sirven para intuir, para avanzar a tientas y adivinar. Para apostar por otras verdades efectivas y no fundamentales. Para construir rutas que luego se desechan. ¿Utilitarismo?..

     El encuadre antropológico se entrama con el teológico 
  
     “la libertad de Dios es nuestra condena, o al menos la condena de nuestra soberbia” 244  
  
     En efecto, no puede mostrarse ni demostrarse plan alguno de una inteligencia y, si existiese, sería incognoscible. Ante nosotros se despliegan cadenas causales concomitantes o contradictorias, pero básicamente contingentes, sin orden inteligible alguno. Dios, a la vez que ser necesario, está totalmente penetrado de posibilidad. Tiende a borrarse la diferencia entre Dios y el caos primigenio.

     Ockham afirma la absoluta omnipotencia de Dios y su absoluta disponibilidad respecto de sus propias opciones, ¿no equivale esto a demostrar que Dios no existe? Dejemos abierta la pregunta.

      Guillermo de Baskerville da a entender que una respuesta afirmativa a esta pregunta haría imposible la comunicación de cualquier saber. Ausente Dios como criterio último de verdad, todo saber posible y comunicable quedaría negado. Pero, la virtual ausencia de Dios se salva asumiendo la enunciación de los artículos de fe como verdades tan reveladas como indemostrables.

      Detengámonos en este punto crítico.245 Aunque nunca comprendamos la compleja maraña de relaciones de los signos entre sí debemos admitir que son nuestra brújula. Nuestro sino.    

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240 [...] Quizá la tarea del que ama a los hombres consista en lograr que éstos se rían de la verdad, lograr que la verdad ría, porque la única verdad consiste en aprender a liberarnos de la insana pasión por la verdad.
–Pero maestro –me atreví a decir afligido–, ahora habláis así porque os sentís herido en lo más hondo. Sin embargo, existe una verdad, la que habeis descubierto esta noche, la que encontrasteis interpretando las huellas que habíais leído durante los días anteriores. Jorge ha vencido, pero vos habéis vencido a Jorge porque habéis puesto en evidencia su trama...
–No había tal trama –dijo Guillermo–, y la he descubierto por equivocación.
La afirmación era contradictoria, y no comprendí si Guillermo quería realmente que lo fuese.
–Pero era verdad que las pisadas en la nieve remitían a Brunello –dije–, era verdad que Adelmo se había suicidado, era verdad que Venancio no se había ahogado en la tinaja, era verdad que el laberinto estaba organizado como lo habéis imaginado vos, era verdad que se entraba en el finis Africae tocando la palabra quatuor, era verdad que el libro misterioso era de Aristóteles... Podría seguir enumerando todas las verdades que habéis descubierto valiéndoos de vuestra ciencia...
–Nunca he dudado de la verdad de los signos, Adso, son lo único que tiene el hombre para orientarse en el mundo. Lo que no comprendí fue la relación entre los signos. He llegado hasta Jorge siguiendo un plan apocalíptico que parecía gobernar todos los crímenes y sin embargo era casual. He llegado hasta Jorge buscando un autor de todos los crímenes, y resultó que detrás de cada crimen había un autor diferente, o bien ninguno. He llegado hasta Jorge persiguiendo el plan de una mente perversa y razonadora, y no existía plan alguno, o mejor dicho, al propio Jorge se le fue de las manos su plan inicial y después empezó una cadena de causas, de causas concomitantes, y de causas contradictorias entre sí, que procedieron por su cuenta creando relaciones que ya no dependían de ningún plan. ¿Donde está mi ciencia? He sido un testarudo, he perseguido un simulacro de orden, cuando debía saber muy bien que no existe orden en el universo.
–Pero, sin embargo, imaginando órdenes falsos habéis encontrado algo...
–Gracias Adso, has dicho algo muy bello. El orden que imagina nuestra mente es como una red, o una escalera, que se construye para llegar hasta algo. Pero después hay que arrojar la escalera, porque se descubre que, aunque haya servido, carecía de sentido.” Eco, U., 1985: 595-596. (La cursiva es nuestra.).

241 De Andrés, T., 1969: 280. 

242 De Andrés, T., 1969: 28.

243 Eco, U., 1985: 596

244 Inquieta un acontecimiento de la etimología castellana que cabe consignar: entre los siglos XIII y XV la acepción de “signo” como constelación, esto es, como “señal celeste”, propició por vía semiculta el vocablo sino (“la constelación en cuanto predestina la vida humana”, 1335; y “destino del hombre”, 1490). Corominas, J., 1976: 531. Hacia el final del itinerario de la presente monografía esa borradura de la “g” parece cargada de insinuaciones.

 


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