SUPOSICIÓN, INTENCIÓN, PASIÓN:
NÚCLEO DE LA SEMIOSIS DEL CONCEPTO SIGNO-NATURAL
IV.2. Lineamientos de la teoría de la suposición en Ockham
Apunta Boehner que el Venerabilis Inceptor ni inventó ni
introdujo la teoría de la suposición en la lógica medieval ni en la filosofía ni en la
teología. Estaba ya en uso entre los lógicos mucho antes de la época de Ockham e hizo
su aparición tentativa aún en los escritos teológicos en los albores del siglo XIII.
Guillermo de Sherwood y Pedro Hispano, que luego sería el Papa Juan XXI, meramente
codificaron o almacenaron la enseñanza de la suposición en sus Summulae
Logicales. La de Pedro Hispano, en particular, devino poco más tarde el texto clásico de
lógica para principiantes. No obstante, aunque Pedro Hispano, como todo buen lógico,
profesaba un tipo de terminismo, permaneció aún con los demás lógicos del siglo XIII
como realista en cuanto al problema de los universales. De otro lado, Ockham adapta la
misma teoría a su propio conceptualismo semiótico, la simplifica y le da una forma
clásica. Con Ockham, al menos, esta teoría penetra por entero al campo de la filosofía
y de la teología y su presencia es sentida por todos lados. Él la aplicó con rigor y
consistencia hasta ese momento desconocidos a la discusión de la relación entre fe y
razón y a la elucidación de problemas filosóficos y teológicos.178
La Suposición en general
En orden a explicar lo que es la suposición tenemos que recordar
lo que se quiere decir por significación y, en especial, lo que significa
signum en el sentido de signo-lenguaje. Como hemos visto, el signo en tanto y en cuanto
signo-lenguaje debe dar a conocer algo y puede o estar por algo en una proposición o ser
añadido a otros signos en una proposición o es una composición de varios signos. En
este último sentido, ya Ockham seis siglos antes de la lingüística estructural mostraba
que la dimensión de las unidades de manifestación no es pertinente para la definición
del signo; dicho de otro modo, al lado de los signos mínimos que son las
palabras, se puede hablar también de los signos-enunciado o de los
signos-discurso. Ahora bien, el primer sentido de la disjunción (estar por algo en una
proposición) contiene la idea de suposición o, al menos, la capacidad de suposición. De
aquí que será algo torpe definir la suposición por referencia al signo que, a su vez,
ha sido explicado por referencia a la suposición.
No es pertinente, entonces, una definición de suposición en
sentido estricto sino, más bien, clarificar la significación del término. Por la misma
razón Ockham mismo parece haberse abstenido de dar una definición de suposición. Él
simplemente remarca que la suposición es una propiedad de los términos, pero sólo
cuando están actualmente usados en proposiciones y esa suposición es quasi pro alio
positio (la posiciónde algoen lugar de otra cosa).179
No obstante, Ockham clarifica el sentido de la suposición usando
circunloquios y ejemplos.
Boehner emplea una didáctica en virtud de la cual acude primero
a ejemplos y procede luego a una caracterización de la noción de suposición. Veamos.
En la proposición: Homo est animal, ambos términos homo y
animal suponen al menos por la misma cosa en tanto significa que dicha cosa es un hombre y
es un animal (o en tanto es significada, a la vez, como hombre y como animal). Lo que
expresamos es correcto si la proposición es verdadera, pero también tenemos que tomar en
cuenta las proposiciones falsas que lo son precisamente porque el sujeto y el predicado no
están por la misma cosa. Por tal razón, Ockham es cuidadoso en el uso de sus términos y
dice que está denotado que al menos una proposición es verdadera, por ejemplo la
proposición Sortes est animal. En esta proposición el sujeto es denotado estando por un
individuo; por eso, apuntando a este individuo podemos formar la proposición Este
es un animal. Y eso es significado por la suposición del sujeto. La apelación
ostensiva, en tanto gesto deíctico de señalamiento que reduce a cero la densidad
semántica intensional del término categoremá-tico, se emplea como prueba
verificacional.180
Junto con el gesto de una lógica extensional queda postulada la
transparencia del lenguaje.
Otro ejemplo: Homo est nomen. Esta proposición denota que el
signo hablado Homo es un nombre. Aquello que es significado por la palabra hablada Homo,
esto es, el hombre individual no es, desde luego, un nombre. En este caso, de nuevo,
podemos señalar la palabra Homo y decir Esto es un nombre. Otra vez, el
deíctico, al vaciar semánticamente al término, se constituye en prueba verificacional.
Obviamente, tras este vaciado sólo puede quedar la cosa individual (esta vez
en tanto palabra hablada). Entonces, Homo no está por sus significados, simplemente está
o suposita por la palabra hablada. Ésta es otra variedad de la suposición del sujeto.
Un tercer ejemplo dado por Ockham es la proposición Album est
animal. En este caso queda denotado que, al menos, una cosa blanca, es decir este
individuo al que podemos apuntar, es un animal. Por consiguiente Album tiene
suposición.
Hasta aquí hemos dado solamente ejemplos de la suposición del
sujeto. Lo mismo puede ser dicho acerca del predicado. Por ejemplo, la proposición Sortes
est albus denota que Sortes es esta cosa particular que tiene blancura y, por
consiguiente, el término blanco tiene suposición.181
Con estos elementos podemos decir que la suposición queda
caracterizada de modo general como una propiedad de los términos sólo en las
proposiciones. Más aún, es una propiedad que un término tiene en referencia a otro, a
saber, del sujeto al predicado y viceversa. Cuando decimos que el sujeto suposita por algo
entonces está denotado que el predicado es predicado respecto del sujeto como tal (Homo
est nomen) o respecto del pronombre demostrativo que lo señala o respecto del individuo
significado por él. Cuando decimos que el predicado suposita por algo, queda denotado el
sujeto que funciona como sujeto en relación con él o en relación con el pronombre
demostrativo que lo señala.182
Así pues, podemos decir que la suposición es el uso del
signo-lenguaje como sujeto o como predicado y en mutua referencia del uno al otro dentro
de la proposición. Sin embargo, no podemos decir que la significación aplicada es
suposición porque toda significación aplicada en una proposición es suposición, pero
no viceversa. Porque la suposición también cubre casos en los que la significación en
sentido estricto no es aplicada; por ejemplo, en la proposición Homo est nomen. Ésta es
la razón por la que la suposición puede entrar en la definición de la significación
pero no viceversa.183
Nosotros pensamos que la semiosis, entendida como acción de los
signos, incluye tanto la problemática semántica de la significación como la
problemática sintáctico-semántica de la suposición. Esto conduce a afirmar que es a
este último nivel donde la acción de los signos alcanza su plenitud semiótica. En
efecto, el acto simple (o no-complejo) está presupuesto en nuestros juicios y
argumentaciones como fundamento gnoseológico distinguido teóricamente. Pero, es un hecho
que en la práctica del pensamiento y de la comunicación operamos relacionando
proposiciones. En este sentido, en el plano pragmático, nadie piensa en cosas
absolutamente aisladas ni habla emitiendo palabras sueltas. Recordemos, también que, en
este mismo plano las proposiciones no se enuncian solas. En la medida en que son
enunciadas por alguien son juicios. No se trata de la proposición Sortes est albus sino
del juicio que sobre este hecho hace una persona. Salta una pregunta: ¿hasta qué punto
Ockham se refiere a las proposiciones abstraídas del acto de juzgar o integradas a él?
La respuesta que podamos dar es crucial para situar su represen-tacionalismo.
En todo caso, a veces da la impresión de poner sus ejemplos pensando en casos concretos
de enunciación contextualizada; en particular cuando se enuncia algo mientras se señala
con el dedo un estado de cosas existente como evidencia en ese momento hipotético de la
enunciación.184
La división de la Suposición
Boehner sostiene la tesis de que Ockham adopta una división de
la suposición que, hasta donde ha podido averiguar, aparece primero en los trabajos de
Raymundo Lulio.185 Esta división es diferente a la ofrecida por Pedro Hispano
y por otros lógicos antiguos, como por ejemplo Guillermo de Sherwood y Lamberto de
Auxerre, aunque parece acercarse a la de Sherwood.
Tres principales suposiciones deben ser distinguidas: la
personal, la simple y la material. Asimismo, es cierto que una distinción más general
puede ser hecha primero entre la suposición propia y la metafórica. Pero, mientras el
lógico medieval, por lo general, no está interesado de sobremanera por esta suposición
impropia, el semiótico de la comunicación humana sí lo está. Sigamos el camino del
lógico y, en la medida de lo posible, operemos nuestras digresiones semióticas.186
a. Al iniciar el capítulo sobre la división de la suposición
Ockham dice que: La suposición personal, universalmente, es aquella que se da
cuando el término supone por su significado, sea cuando aquel significado es una cosa
fuera del alma, ya sea una palabra, o una intención del alma, o un escrito, o cualquier
otra cosa ima-ginable. Así que en cualquier momento en que el sujeto o el predicado de la
proposición suponga por su significado, es decir, que se considere significativamente,
siempre hay suposición personal.187
Descomponiendo con ejemplos cada referencia de la definición
(cosa fuera del alma, palabra, intención del alma y escrito) tenemos
respectivamente:
a1 En todo hombre es animal, hombre se
impone para significar estos hombres. No significa algo común a ellos (como el universal
humanidad) sino a los mismos hombres individuales.188
a2 En todo nombre sonoro es una parte de la oración,
nombre supone por las palabras porque se impone para significar estas
palabras; por eso supone personalmente.189
a3 En toda especie es universal o toda
intención del alma está en el alma, ambos sujetos suponen personalmente por
aquellas cosas a las cuales se imponen para significarlas.190
a4 En toda expresión escrita es expresión el sujeto
supone por sus significados; o sea, por lo escrito; por eso supone personalmente.191
Así, pues, en estos y otros ejemplos como Hombre es un
concepto, Hombre es una palabra escrita, Quimera es un
animal el predicado ejerce su función significativa, esto es, significa algo
diferente de sí mismo en el sentido estricto de signo-lenguaje. En otras palabras
significa eso para lo que ha sido originalmente instituido. Por esta razón Ockham añade
el requerimiento o la exigencia de que en la suposición personal el término debe ser
tomado en su función significativa. Luego, podemos ofrecer esta definición: la
suposición personal se da cuando el sujeto o el predicado de una proposición suposita
por su significado y tiene función signi-ficativa.
En el primer ejemplo la autoridad de Juan Damasceno es instituida
como hiperenunciación que respalda una metafísica del individuo implícita. Así como
hay un hiperenunciador en este caso concreto, en el de la suposición personal en general
hay un antienunciador colectivo no identificado: aquellos que dicen que en dicha
suposición el término supone por la cosa. Ockham considera insuficiente esta antítesis
y le opone su tesis: la suposición personal supone por su significado y
significativamente. La cosas individuales significables que están en el mundo y que van a
ser significadas por la suposición personal pueden ser mera res, pero también pueden ser
res-signa naturales (imágenes, vestigios, conceptos) o convencionales (palabras habladas
o escritas).192
Por otro lado, más adelante Ockham aclara que la suposición
personal puede aplicarse solamente a los términos categoremáticos puesto que tienen
significación definida mientras que, tomados separadamente, los términos
sincategoremáticos (sean nombres, conjunciones, adverbios, preposiciones o cualquier otra
cosa) no pueden tener suposición personal. El verbo también se excluye. Cuando es tomado
significativamente no puede ser extremo de la proposición.193
Pero, el verbo puede ser tomado significativamente y, por tanto,
suponer personalmente cuando ocupa la posición del nombre. Éste es un caso claro de
cómo un término abstraído de la proposición, esto es, en la ficción semántica de su
aislamiento, no nos dice nada suposicionalmente. Algo que en abstracto es verbo puede, por
su uso en modo infinitivo, cambiar de posición en la proposición, esto es, cambiar su
función sintáctica y convertirse en nombre como en el caso de leer es bueno.
Ahora bien, si leer permaneciese como verbo, y no fuese más nombre que
lee, la oración mencionada sería tan verdadera como lee es
bueno.194
En éste como en otros pasajes hay que ser cautelosos en la
interpretación. No es la primera ni la única vez que cuando Ockham quiere contrastar
proposiciones recurre a la dimensión pragmática del uso de los hablantes y da como
ejemplo una proposicion antisintáctica, esto es, mal formada. Con el cuidado de proyectar
sobre nuestro autor categorías actuales, dándole un rigor que no le corresponde, debemos
señalar que una proposición antisintáctica no puede ser en propiedad calificada de
verdadera o falsa, pues sólo de una oración correctamente formada podemos preguntarnos
si es verdadera o falsa. La transgresión de la norma sintáctica hace irrelevante la
cuestión de la verdad o falsedad. Advirtiendo, pues, contra la prisa por interpretar a un
clásico con nuestras categorías sí creemos posible hacer equivaler el uso del que habla
Ockham con la dimensión pragmática del lenguaje.
Sin entrar en detalles ulteriores, notamos simplemente que la
suposición personal que supone por sus significados y significativamente, puede ser
subdividida de acuerdo con las proposiciones singulares, particulares y universales en (1)
discreta, (2) determinada (sujeto y predicado en una proposición particular), (3) común
y confusa (el predicado en una proposición afirmativa universal), y (4) común, confusa y
distributiva (el sujeto en una proposición afirmativa universal). Estas formas de la
suposición personal contienen los elementos de la teoría medieval de la cuantificación.
No ahondaremos en ellas. Remitimos a la brillante síntesis de Boehner (1959).
b) En el mismo capítulo en el que divide la suposición dice
Ockham que:
Hay suposición simple cuando el término supone por la intención del alma, pero no
se toma significativamente.195
Entonces, en la suposición simple el término supone por un
concepto o término mental cuando no tiene función significativa. Por ejemplo, en la
proposición el hombre es especie, el término hombre tiene
suposición simple. Porque es evidente que en esta proposición el término no significa
ninguno de sus significados en tanto hombres individuales. A partir de ese momento, no
significa ningún individuo o significado. No puede tener (ni originar) función
significativa alguna. Por consiguiente, en esta conexión el concepto hombre
es la única cosa dada por la que el término puede estar significativamente.
Esto está en concordancia plena con el conceptualismo de Ockham
y con su rechazo de cualquier unidad menor que la unidad numérica fuera del orden
conceptual. Desde luego, puesto que de acuerdo a un momento teórico de Ockham, el
concepto o intención de la mente es una realidad, es decir, una cualidad de la mente, el
concepto conceptus puede ser correcta y verdaderamente predicado de cualquier concepto.
Pero, tan pronto como tomamos cualquiera de los conceptos y predicamos algo acerca de él
entonces, apuntándolo, podemos decir: Esto es...,. Así, significamos o
entendemos solamente este concepto y no lo que el concepto significa o por lo que puede
estar. En este caso el concepto no está por otra cosa sino por sí mismo.
Entonces
hay suposición simple cuando el término supone por la intención del alma, la
cual no es propiamente el significado del término, porque el término significa cosas
reales y no intenciones del alma196
Aquí Ockham es paradigmático: el término significa antes que
nada cosas reales, esto es, singulares concretos. Sólo después de esto puede significar
conceptos. Aquella modalidad es la auténticamente significativa. Esta otra es la
significación en segunda grado, es decir, simple.
Por lo tanto, en la proposición el hombre es
especie, no se dice que este hombre o ese hombre, Sócrates o Platón, etc., es una
especie, sino solamente que el concepto mismo que está representado por la palabra
hombre, es especie.197
El caso es sencillo si tratamos con una proposición mental en la
que el sujeto mencionado está solamente por sí mismo. Es más complicado si tenemos que
tratar con proposiciones habladas o escritas. Porque el signo hablado hombre
no es una intención de la mente y en consecuencia no podemos decir: Esto
(señalando la palabra hablada hombre) es una especie. De otro lado, la
palabra hablada y también la palabra escrita no significan el concepto con el que están
conectadas. Sin embargo, para usar una expresión moderna, están conectadas a través de
una asociación. Sabemos ya que para Ockham la palabra hablada está subordinada al
concepto, pero no lo significa en el sentido estricto de signo-lenguaje. Esto da lo mismo
que decir que no puede supositar por él en función significativa.
No obstante, a pesar de esto, puede supositar por el concepto sin
función significativa por simple representación o por evocación (en tanto lo trae a la
mente). Brevemente, podemos decir que en una proposición hablada o escrita el término
con proposición simple está por una intención de la mente sin significarla en sentido
estricto.
c) Por último, dice Ockham que:
Hay suposición material cuando el término no supone significativamente, sino
supone o por su voz o por su escrito 198
En la proposición hombre es nombre,
hombre ciertamente, no está por sus significados ni por su concepto
correspondiente; está solamente por sí mismo, a saber, por el signo material hablado o
escrito. Similarmente en la proposición hombre se escribe la suposición
material se da porque el término supone por aquello que es escrito. En ambos casos, pues,
el término supone por sí mismo y, sin embargo, no significa a sí mismo. Claro que, en
líneas generales, es un signo que transmite significación, pero esta significación es
desestimada ya que el signo sólo es considerado como signo-lenguaje artificial.
Después de estas descripciones generales de las tres principales
suposiciones, Ockham nos recuerda que todo término, sea mental, hablado o escrito puede
tener esta triple suposición. Por consiguiente, es importante distinguir las varias
relaciones de significación estricta y ampliar respecto a los términos en proposiciones
mentales, habladas y escritas. Siguen un patrón aplicado clara y consis- tentemente. En
orden a mostrar esto, Boehner presenta estas relaciones en un esquema visual usando unos
pocos ejemplos simples:
Unas breves acotaciones pueden
explicar la significación de estos esquemáticos diseños. Distinguimos dos tipos de
suposición material tal como Ockham lo hizo. En cada instancia, el sujeto solo, tiene
varias suposiciones y el predicado retiene siempre la suposición personal. La línea
continua siempre indica una relación de significación estricta, la línea quebrada
indica que no hay significación estricta sino solamente relación de subordinación, o
más bien significación en el sentido amplio de traer a la mente o de tomar el lugar de
otro. Para una mejor comprensión expliquemos el tercer diseño: aquí Homo tiene
suposición material, simplemente está por sí mismo en la proposición oral y allí
mismo está directamente significada en sentido estricto en la proposición mental, oral y
escrita por el predicado Nomen vocale. En este caso, el término Homo no ejerce
significación. Simplemente está por sí mismo.
En la proposición mental el predicado directa y
significativamente suposita por la palabra hablada Homo. No obstante, el término mental
Homo es meramente un sustituto para la palabra hablada Homo. Toma su lugar sin
significarla en sentido estricto; la trae a la mente ya que está conectada con ella por
imposición voluntaria. En la proposición escrita tenemos una relación similar.
Una clave de interpretación: la primacía de la suposición
personal
Con la división principal de la suposición en personal, simple
y material se nos quiere decir que un término puede estar-por cosas o signos de diferente
orden. Hay una gran diferencia si usamos un término o si hablamos de un término.
Mantener viva esta distinción entre uso y mención no es ciertamente una prerrogativa
exclusiva de los lógicos modernos, sino también de los escolásticos. La teoría de la
suposición entera es prueba de esto.199
Ockham nos dice que el término no debe tener suposición fija en
varias proposiciones, pero puede supositar pro alio et alio.200 Esas
suposiciones pro alio et alio a saber, personal, simple y material, no tienen el mismo
derecho. Porque por derecho natural un término supone en sentido estricto por lo que
significa. Boehner se remite al manuscrito de la Expositio super libros Elenchorum para
señalar que por su institución original todo término, y por su imposición original
todo signo artificial, está destinado a significar su significado o, al menos, a
significarlo en conexión con otros términos (cosignificare). Es obvio que usamos
conceptos como cogniciones de cosas, pero no primariamente como conceptos en sentido
absoluto. También es obvio que usamos palabras como signos de sus significados, pero no
las usamos primariamente como palabras, esto es, como signos artificiales sin función
significativa.201
De esto se sigue que la suposición personal es la primera y más
básica supo-sición y, consecuentemente, tiene primacía sobre la suposición simple y
material. Ockham no vacila en este punto para concluir que un término tiene que ser
tomado en suposición personal a menos que alguna otra indicación o calificación nos
fuerce a tomarlo en otra suposición. Entonces, si esa indicación es dada Ockham
dice meramente rationi adiunti la otra suposición puede admitirse. De otro modo, el
término debe ser tomado en suposición personal.202 Ahora bien, tal
indicación se presenta si el término, por decir el sujeto, es comparado con el
predicado, que signi-fica intenciones de la mente o palabras habladas o escritas.203
Aclarando malentendidos, Boehner señala lo siguiente: cuando
Ockham dice que un término en cualquier proposición y en cualquier conexión en que sea
usado puede tener suposición personal con tal de no estar limitado por la voluntad de
esos usos a otra suposición, no está diciendo bajo ningún sentido que un término
siempre tiene o siempre debe tener solamente suposición personal. Él más bien afirma
que el término también puede tener otra suposición. El hecho de que el término tiene
que ser actualmente tomado en otra suposición no puede ser entendido del término aislado
sino que tiene que ser averiguado desde la otra parte de la proposición (ratione adiunti)
o desde la voluntad de aquellos que lo usan. En metalenguaje moderno hablaríamos de una
razón sintáctica y otra pragmática. El caso es que todo término categoremático, ya
que sólo estos términos son capaces de suposición personal, significa algo y es
instituido, si es un signo artificial, para significar algo. Ése es su derecho natural y
la razón de su existencia. Esto quiere decir que si un término de este tipo no fuese
capaz de tener suposición personal, tampoco sería capaz de tener suposición simple, o
material, por la simple razón de que no tendría existencia alguna. Esto es lo que Ockham
afirma cuando dice que un término puede tener siempre suposición personal. Por la misma
razón la tenemos que llamar suposición personal básica: un término no puede tener
suposición simple o material solamente, pues primero la tuvo que tener personal.
En el tratamiento ockhamista del lenguaje esta primacía apunta a
un hecho básico: el lenguaje se establece primariamente para hablar de cosas
determinadas, estén en el alma o fuera de ella, no para hacer lógica (como ocurre con la
suposición simple y los términos de segunda intención) o gramática (como ocurre con la
suposición material y los términos de segunda imposición). La función originaria del
lenguaje es la de referir al mundo y poder así hablar/escuchar algo de él. La
comunicación es la razón de ser del lenguaje. Lo aprendemos en la comunicación y por la
comunicación. En términos actuales, esta supremacía de la suposición personal indica
que el juego tiene primacía sobre la lógica o la gramática. En la comunicación todos
aprendemos el juego, aunque nunca en nuestra vida hagamos el análisis de su lógica o de
su gramática.
Sin embargo, el hombre no solamente tiene el poder de obtener
signos naturales, esto es, conceptos de cosas y de instituir signos artificiales de las
mismas cosas, sino también el aún más asombroso poder de reflexionar sobre estos
primeros signos, sean naturales o artificiales, y de obtener o instituir signos de ellos.
Por este hecho un nuevo mundo se abre ante el intelecto humano, el mundo de los signos de
signos. En este mundo, lógico por antonomasia, los signos del anterior mundo
real son individuos. Pero, mientras que los individuos del mundo real no
pueden por sí mismos entrar en proposiciones sino solamente a través de sus nombres o
signos, los individuos del mundo lógico sí pueden entrar como tales a
proposiciones. Hacen exactamente esto en la suposición simple o material. Pero, así como
podemos tener proposiciones universales respecto al mundo real, así también podemos
tener proposiciones universales relativas al mundo lógico, como, por ejemplo, Todo
concepto es predicable, o, Toda proposición es verdadera o falsa. En
este caso la suposición personal reaparece por ambos: sujeto y predicado. Esta
suposición personal no es por cosas sino por signos.
Esto nos conduce, naturalmente, a una distinción entre
diferentes niveles de lenguaje que están de facto distinguidos claramente por la teoría
escolástica de la suposición y por la insistencia de Ockham en la primacía de la
suposición personal:
a) El primer nivel está constituido por el caso donde el sujeto
y el predicado están denotados para supositar por cosas que no son signos. Aquí tenemos
lo que podemos llamar suposición personal primaria.
b) El segundo nivel está constituido por el caso en que el
sujeto o predicado, que es un signo de cosas y no de signos, no ejerce su función
significativa y, consecuentemente, tiene suposición simple o material mientras el otro
extremo de la proposición suposita por él. En tales proposiciones, o en tal lenguaje,
estamos hablando de conceptos o nombres de cosas.
c) El tercer nivel es el caso en el cual ambos, sujeto y
predicado, significan conceptos o nombres.
El segundo y tercer niveles (e incluso niveles ulteriores, si deseamos producirlos a
voluntad) constituyen el campo propio de la lógica. Pero, en opinión de Ockham, el
primer nivel es el campo propio de las scientia realis como la Física, la Matemática y
la Metafísica.204
El segundo y tercer niveles se desploman si no están soportados
por el primer nivel o el lenguaje que habla acerca de las cosas.
Puesto que cada término puede aparecer y ser usado en dos
niveles de lenguaje, urge hacer algunas distinciones. Pero, esta urgencia no se presenta
cuando los términos están en el mismo nivel de lenguaje. Esto explica por qué Ockham
exige que ciertas distinciones sean hechas solamente en ciertos casos, pero rechaza el
derecho de hacer distinciones en otros casos. Porque mientras los dos términos de la
proposición son usados en el mismo nivel ambos tienen su derecho natural a la suposición
personal. Pero, si un término deja su propio nivel y se une con un término de nivel
superior tienen que introducirse distinciones en orden a prevenir un caos lógico.
Las distinciones y reglas que Ockham procede a establecer salen
ya del encuadre de la presente investigación. Nuestra aspiración, tan modesta como
general, es deslindar que la diferencia esencial entre la suposición personal, por un
lado, y las suposiciones simple y material por el otro, viene dada
por la actuación o no actuación de la función significativa del término
suponente;205
este elemento significative suponere permite volver a
destacar el hecho fundamental de que para Ockham
la suposición auténtica y plenamente tal es la suposición personal o
significativa, que viene de esta forma a constituirse en un analogatum
princeps con respecto a las otras dos.206
Sabemos que para Ockham la suposición del término es una
propiedad que le conviene sólo en la proposición. Así pues, sobre la base invariable de
la función proposicional de la suposición,
la auténtica suposición lleva en sí, como constitutivo, el ser el despliegue
proposicional de la función significativa del término con respecto a la cosa
significada.207
Se podría presumir que la suposición personal, en tanto es
significativa, sería la única que podría coincidir con el acto simple mediante el que
se conocen los objetos como indivisibles (indivisibilium intelligentia) y gracias al cual
la razón forma conceptos simples. No obstante, ésta sería una presunción errónea ya
que la suposición no puede independizarse del complexum proposicional y, por esta razón,
es una propiedad del término a nivel del acto de componer y de dividir (compositio et
divisio).208
En realidad, lo pertinente a nivel del acto simple es la primera
intención que es una cualidad por la que el alma tiende-hacia las cosas reales y, luego,
la segunda intención como cualidad por la que el alma tiende-hacia los signos. Si en la
objetividad de la sintaxis la proposición se compone de términos, en la subjetividad del
alma semantizadora la suposición es posible por la intención.
Se desprende, de esta constatación, el hecho de que los otros
dos tipos de suposición, junto con la personal, conciernan más bien al acto comparativo.
Insistamos en el hecho de que
el término siempre, en cualquier proposición que se ponga, puede tener
suposición personal, si no es limitado por la voluntad de los que lo usan a otra
suposición, así como un término equívoco en cualquier proposición puede suponer por
cualquiera de sus significados a no ser que sea limitado a un cierto significado por la
voluntad de los que lo usan. Pero el término no puede tener suposición simple o material
en toda proposición, sino solamente cuando tal término se compara con el otro extremo
que toma en consideración la intención del alma o la voz o el escrito209
El acto comparativo es aludido explícitamente en relación a la
suposición simple y personal. El hecho de que en cualquier proposición posible el
término pueda tener suposición personal otorga a ésta un aura de naturalidad
indiscutible. La referencia a la voluntad de los usuarios codificadores da a entender que
la existencia de las otras suposiciones pasa por la dimensión pragmática correlativa a
la significación institucional ad placitum del lenguaje escrito y del lenguaje oral.
Aunque, cabría dar lugar a una pragmática de la proposición mental en la que el lugar
de el usuario estaría ocupado por la naturaleza. Aquí hay ciertamente un
problema. El asunto es que la suposición es una propiedad que conviene al término en la
proposición; por lo tanto, (antes de cualquier limitación que los usuarios puedan
introducir para desviar la suposición personal original hacia el ámbito simple o
material), la suposición personal existe gracias a un actus comparativus natural.
Por otro lado, vale la pena insistir en el rol gravitante
otorgado a la voluntad de los que usan los signos. Esto puede, perfectamente,
hacer recordar el discurso de cualquier filosofía pragmática contemporánea. Además,
cuando habla de distinguir los modos de equivocidad de una proposición Ockham
se parece a cualquier semiótico de nuestra época puesto que es claro que se refiere a la
distinción de los diversos sentidos, y por lo tanto, de las diversas suposiciones que
puede tener una proposición de acuerdo a las diversas interpretaciones que se le den. No
es, pues, que se distinga una proposición de otra (como si se tratase de dos entidades),
sino las diversas lecturas que hay de la misma proposición.
En suma, la suposición de un término (conceptual o
convencional) puede actuar como signo de cosas o como signo de otros signos
lingüísticos. En contraste con Escoto, en la suposición personal el signo significa
directamente, en cada proposición, a singulares, reales y concretos; y no a una
hipotética natura communis presente como fundamento en cada singular. En la
suposición simple, el signo actúa reemplazando a otro signo lingüístico natural (o
concepto) ya que el universal no es una natura que deviene
communis por un acto de razón sino un signo lingüístico natural (concepto o
intentio animae). Por ultimo, la suposición material se liga con las
imposiciones ya que se trata del mismo proceso de la suposición simple, pero referido al
signo convencional o arbitrario. Obviamente, no se pronuncian ni se escriben las cosas
singulares existentes, sino los vocablos-fonemas o los vocablos-grafemas. (A este
respecto, la primera imposición se subdivide, por lo general, en términos de primera y
segunda intención ya que consiste, valga la reiteración, en la imposición de signos
convencionales a objetos de primera o segunda intención, esto es, a objetos reales o
lógicos. La segunda imposición, por otro lado, carece de término mental al que
corresponda puesto que sólo significa nombres de primera imposición.).
Pasando por alto una serie de problemas de interpretación
explicados por De Andrés podemos concluir con este autor que, en Ockham,
la polarización espontánea de un signo lingüístico es a suponer
perso-naliter; y, solamente en caso de que expresamente se le desvíe de esa
su tendencia natural, se dará una suposición no significativa, es decir, simple o
material.210
Esa desviación es indicada por algún elemento adicional de la
proposición o por la misma estructura de la proposición. Sea como fuere, permitirá
captar incon-fusamente cómo el término actúa reemplazando, no a las cosas objeto de su
polarización significativa (primera intención) sino a otros signos lingüísticos
(segunda intención). Del hecho de que la suposición personal despliega la función
significativa del signo, se desprende su primacía y su carácter de analogatum
princeps en virtud del cual, las suposiciones simple y material, aunque no sean
significative, tienden a imitar, de alguna manera, el ser de la suposición
personal.
Esta teoría de la suposición, desplegada a nivel mental, es la
originalidad de Ockham: de la inmediatez del contacto entre el alma y la cosa fluye la
exigencia de intuición y evidencia fundante que presenta a los términos-signo denotando
lo real dentro o fuera del alma. Los signos mentales denotan el algo conocido.
Constituyen el primer conocimiento de la cosa. Aquí se condensan los resultados de la
modificación de la noción agustiniana de signo.
Como se ha podido observar, el tema de la intención, en Ockham,
fluye hacia el de la suposición como propiedad del término-signo en la proposición. A
su vez, salvando la distancia que separa al actus simplex del actus comparativus, es
factible homologar la suposición personal con una primera intención plena de
significación lingüística y las suposiciones simple y material como segundas
intenciones (o intenciones de intenciones) que, en sentido estricto, no son significativas
sino meramente supositivas (o, analógicamente significativas). El universal tendría este
último estatuto. El singular aquel otro.
__________________________________________________
178 Boehner,
Ph., 1958: 233.
179 Dicto de significatione terminorum, restat dicere de suppositione,
qua est propietas conveniens termino, sed numquam nisi in propositione. [...]. Dicitur
autem suppositio quasi pro alio positio, ita quod quando terminus in propositione stat pro
aliquo, ita quod utimur illo termino pro aliquo... (Dicho lo concerniente a la
significación de los términos, resta hablar acerca de la suposición, que es la
propiedad que conviene al término exclusivamente en la proposición. [...]. Se habla de
la suposición como la posición de algo en lugar de otra cosa, así cuando el término
está por algo en la proposición, así que se use aquel término por algo...). Summa
Logicae I, 63. En: Ockham, G., 1992: 1.
180 En efecto, considerada en sentido amplio la suposición no se distingue de
la apelación sino que la apelación constituye una unidad bajo la suposición:
Large accepta non distinguitur contra appellationem, sed appellatio est unum
contentum sub suppositione. Summa Logicae I, 63. En: Ockham, G., Ibíd.
181 Summa Logicae I, 63. En: Ockham, G., 1992: 2.
182 El uso constante del pasivo sugiere que una proposición no denota un
estado de cosas, sino más bien que mediante una proposición un estado de cosas es
denotado. Podría debatirse entonces si la denotatio es una relación entre una
proposición y lo que es el caso, o entre una proposición y lo que se entiende que es el
caso. Marmo ha decidido traducir denotatur como dare ad intendere. Mediante una
proposición algo es denotado, aun cuando no se suponga nada (Summa Logicae, I, cc.72-74).
Sin embargo, considerando que (i) la suposición es una categoría extensional y que el
verbo denotari ocurre a menudo en conjunción con la mención de la suposición, y (ii)
quizá la proposición no denote necesariamente su valor de verdad, pero al menos denota
para una persona que algo es o no es el caso, podríamos suponer que el ejemplo de Ockham
ha conducido a algunos autores a usar denotatio en contextos extensionales.
Dado el cambio radical sufrido por significare entre Bacon y Ockham, denotare está
preparado para recibir un sentido extensional. Resulta curioso observar que, según Bacon
y Ockham, esta revolución terminológica se refiere en primer lugar a
significatio (e involucra denotatio como efecto secundario). No obstante, significatio se
halla tan fuertemente vinculado con significado desde la época de Boecio que, por así
decirlo, resiste con mayor coraje el ataque del punto de vista extensional. En los siglos
siguientes hallamos que significatio se usa de nuevo en un sentido intensional, por
ejemplo en Locke. Eco, U., 1994: 45-46.
183 Es evidente que (Ockham usa supponere en un sentido extensional, pues
hay suppositio quando terminus stat in propositione pro aliquo [cuando un
término en una proposición está en lugar de algo] (Summa Logicae, I, 63). Es evidente
también que a menudo identifica significare en el primer sentido del término, (ver Summa
Logicae, I, 33) con supponere: aliquid significare, vel supponere vel stare pro
aliquo [significar algo, o ser supuesto o estar en vez de algo] (Summa Logicae, I,
4). Eco, U., 1994: 42. Eco, haciendo referencia a Pinborg (Logik und Semantik in
Mittelalter 1972, 5), fundamenta este análisis que, al aproximar la suposición
auténticamente significativa a la apelación, guarda coherencia con la metafísica del
individuo aquí/ahora.
184 Recordemos que la concepción según la cual el lenguaje, sea mental, oral
o escrito, es trans-parente en relación con una realidad, se fundamenta en la prevalencia
de la función represen-tativa producto del desconocimiento o la puesta entre paréntesis
de su dimensión pragmática. A final de cuentas, la pregunta apunta a establecer la
independencia o dependencia de la relación semántico-sintáctica que se plantea en la
proposición, de la relación pragmática entre las proposiciones y quienes las enuncian
en circunstancias puntuales. Ockham, sin abandonar el representacionalismo, con sus gestos
de contextualización del enunciado, parece ir al rescate de una dimensión pragmática,
esto es, de un uso de los signos en circunstancias tales que validan o invalidan la
proposición.
Como buen lógico-semántico el teólogo medieval estudia cómo las proposiciones (y los
discursos) identifican fragmentos de la realidad. La semántica se vincula con la manera
en que el mundo, en su sustancia y su estructura, es identificado por actos
proposicionales (y discursivos). El significado de las proposiciones es un valor
determinado por condiciones de verdad que están fuera del lenguaje. La semántica
reconstruye los procedimientos por los que la identidad de los elementos ontológicos es
expresada. Mientras tanto, la semiótica discursiva, al incluir a la semántica como una
dimensión, y al desbordarla, tiene otra finalidad, otro propósito. La semiótica deja el
problema de la realidad y atiende a los textos en los que los elementos ontológicos han
sido sustituidos por unidades discursivas. La semiótica, en la historia del pensamiento,
aparece como la filosofía primera que cuestionaba la posibilidad misma de la pureza
semántica. Peirce, en buena parte de sus escritos, apunta contra el mentalismo
representacional de Descartes y desbroza la dimensión pragmática. La mente humana no
representa ontologías. Si, en lugar de representación hablamos de
signo, queda claro que la semiosis, nuestra esfera significativa, no es
pre-existente, transparente y estabilizada a priori. Es, más bien, dinámica:
significativo quiere decir interpretativo, creativo.
Autores como Ockham y otros, desde su pertinencia lógico-semántica, al privilegiar el
signo sobre la especie y al entender la suposición como substitución operativa de lo
real abrieron, sin saberlo, la vía hacia la semiótica moderna.
185 Afirma esto basado en la autoridad de Carl Plantl: Die Geschichte der Logik
im Abendlande. III (Leipzig) 1867, p.133, note 596. Aclara que Lulio usa casi exactamente
las divisiones y términos que se encuentran en los escritos de Ockham. Boehner, Ph. 1958:
236.
186 La taxonomía que presentaremos es sólo un aspecto de lo que es una
clasificación más amplia ya que los tres tipos de suposición allí considerados están
comprendidos en el género de la suposición propia a la que se opone la impropia
(antonomásica, synecdótica, metaphórica) en la que el término es desviado de su
sentido. Hacia abajo, además, la personal puede ser discreta y común, la
común, a su vez determinada y confusa; la confusa: meramente confusa y distributiva. No
es nuestro propósito definir y analizar las ramas de este árbol; valga solamente la
mención para dar cuenta de la complejidad de esta clasificación. Boehner, Ph., 1959:
38-44.
187 Suppositio personalis universaliter est illa, quando terminus supponit pro
suo significato, sive illud significatum sit res extra animam, sive sit vox sive intentio
animae, sive sit scriptum sive quodcumque imaginabile; ita quod, quandocumque subjectum
vel praedicatum propositionis supponit pro suo significato, ita quod significative
tenetur, semper est suppositio personalis. Summa Logicae I, 64. En: Ockham, G., 1992: 2.
188 Exemplum primi: sic dicendo omnis homo est animal, li homo
supponit pro suis significatis, quia homo non imponitur nisi ad significandum
istos homines; non enim significat proprie aliquid comune eis sed ipsosmet homines,
secundum Damascenum. Summa Logicae I, 64. En Ockham, G., 1992: 3.
189 Exemplum secundi: sic dicendo omne nomen vocale est pars
orationis, li nomen non supponit nisi pro vocibus; qui tamen imponitur ad
significandum illas voces, ideo supponit personaliter. Ibíd.
190 Exemplum tertii: sic dicendo omnis species est universale vel
omnis intentio animae est in anima utrumque subiectum supponit personaliter,
quia supponit pro illis quibus imponitur ad significandum. Ibíd.
191 Exemplum quarti: sic dicendo omnis dictio scripta es dictio
subiectum non supponit nisi pro significatis suis, puta pro scriptis, ideo supponit
personaliter. Ibíd.
192 Ex quo patet quod non sufficienter describunt suppositionem personalem
dicentes quod suppositio personalis est quando terminus supponit pro re. Sed ista
definitio quod suppositio personalis est quando terminus supponit pro suo
significato et significative. Ibíd.
193 Circa quam est sciendum quod solum categorema, quod est extremum
propositionis, significative acceptum, supponit personaliter. Per primum excluduntur omnia
syncategoremata, sive sint nomina sive coniunctiones sive adverbia sive praepositiones
sive quaecumque alia, si alia sint. Per secundum excluditur omne verbum, quia numquam
verbum potest esse extremum propositionis quando accipitur significative. Summa Logicae,
I, 69. En: Ockham, 1992: 13.
194 si dicatur quod sic dicendo legere est bonum, li legere
accipitur significative et tamen supponit, dicendum quod ibi legere non est
verbum sed est nomen, et ita est ex usu quod infinitivus modus non tantum est verbus sed
nomen. Unde si legere remeneret ibi verbum, et non plus esset nomen quam
legit, non magis esset haec vera legere est bonum quam ista
legit est bonum. Sed unde est hoc? Dico quod hoc est ex usu loquentium. Ibíd.
195 Suppositio simplex est, quando terminus supponit pro intentione animae, sed
non tenetur significative. Summa Logicae I, 64. En: Ockham, G., 1992: 3.
196 suppositio simplex est quando terminus supponit pro intentione animae, quae
proprie non est significatum termini, quia terminus talis significat veras res et non
intentiones animae. Summa logicae I, 64. En: Ockham, G., 1992: 3.
197 Boehner, Ph., 1958: 239.
198 Suppositio materialis est quando terminus non supponit significative, sed
supponit vel pro voce vel pro scripto. Summa Logicae I, 64. En: Ockham, G., 1992: 4.
199 La distinción entre actus exercitus y actus signatus pertenece a la misma
categoría, Cf.S.Logicae I, c.65. Moody ha asignado mucha importancia a esta distinción y
similares. Moody, Ernest: The Logic of William of Ockham, (London) 1935, p. 43. Citado por
Boehner, Ph. 1958: 241.
200 Ordinatio d.4, q.1, E. Ibíd, (por uno y por otro [Traducción de O.Q.]).
201 Expos. s.l. Elenchorum, no editada aún. MS Oxford, Bodl. 558, fol. 95 va.
Boehner, Ph., 1958: 242.
202 Ordinatio d.4, q.1, F. Ibíd.
203 S.Log. I, 65. Boehner, Ph., 1958: 265.
204 Ordinatio d.2, q.4. Boehner, Ph., 1958: 244. Ver la correspondencia con las
imposiciones cf. III.5.2.
205 De Andrés, T., 1969: 244.
206 De Andrés, T., 1969: 245.
207 Ibíd.
208 Swiezawski, St., 1934: 209.
209 Summa Logicae I, 65. En: Ockham, G., 1992: 4-5. (La cursiva es nuestra.).
210 De Andrés, T., 1969: 257.
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