LA SEMIOSIS
(O ACCIÓN DE LOS SIGNOS)
III.3. El Concepto - Signo de lenguaje mental
Sólo alcanzaremos una cabal comprensión del pensamiento de
Ockham respecto al problema central de nuestra investigación si tomamos en cuenta el
hecho de que sus enseñanzas sobre la naturaleza de los universales tuvieron un desarrollo
importante que, como señala Boehner, fue precisado con exactitud por Hochstetter.151
Sabemos ahora que al inicio de su carrera Ockham daba existencia a los universales y a los
conceptos en general solamente como objetos-pensados (esse obiectivum) y no como cosas
reales en tanto cualidades de la mente (esse subiectivum). Esta primera opinión, o
teoría del fictum, fue sostenida por Ockham en sus Reportata y en la primera redacción
del primer libro del Comentario a las Sentencias. Luego de un corto período de duda
(notable en su Exposición del Perihermeneias de Aristóteles y en la segunda redacción
del Ordinatio), se decidió firmemente en favor de la teoría que identifica los
universales y los conceptos en general con actos de cognición, esto es, con intelecciones
(cf.II.3.2.2.).
Tenemos, por lo tanto, una buena razón para describir la
naturaleza de los signos de lenguaje mental de acuerdo con la mencionada teoría del
intelecto. De acuerdo a esta teoría se puede afirmar que los signos del lenguaje mental
son actos de pensamiento, intelecciones o cogniciones por las que algo es pensado o
concebido.
También son llamados conceptos, términos mentales, passiones
animae, intenciones, al menos en tanto son elementos de proposiciones mentales. En esta
sinonimia admitida casi irreflexivamente se quiere detener nuestra investigación con el
propósito de deslindar los matices de la semiosis natural.
Por ahora baste decir que estos conceptos son realidades
psíquicas. Entonces son cosas singulares que pertenecen a la categoría de la calidad,
inherente al alma como la blancura es inherente a la pared.152 Estas
cogniciones, o intelecciones, o bien conciben un objeto singular y lo representan o
significan en un acto de intelección y entonces hablamos de conceptos
singulares, o bien conciben indiferente e igualmente muchas cosas y en consecuencia
las representan o significan de manera indiscriminada y entonces hablamos de
conceptos universales. Estos últimos son también llamados universales o intellectiones
confusae a causa de su capacidad para la suposición o distribución confusa, como lo
veremos al tratar de la suposición.
La relación de estos signos mentales con las cosas significadas
por ellos es la de un signo natural con aquello que naturalmente es significado por él.
Esto quiere decir que su significación no depende de un acto de voluntad o, en otras
palabras, que no son instituidos ad placitum; expresado positivamente, su significación
depende solamente de la relación natural entre la intelección y el objeto concebido por
esta intelección. En particular, esta relación es aquélla del efecto con su causa,
desde que el objeto conocido y concebido en un acto de intelección actúa como causa
parcial en el intelecto, que es la otra causa parcial.
Es bueno notar aquí que Ockham tenía en mente, por un lado, la
específica causalidad dada por la confluencia de objeto e intelecto y, por otro lado, la
cognición como efecto de ambos. Luego, la cognición, que es el efecto de causas
unívocas, es similar al objeto y al intelecto. A este último por ser inmaterial o
espiritual. A aquél por ser una similitud de él. En otras palabras, el acto de
cognición es una asimilación espiritual del objeto conocido. Especificar ulteriormente
esta similaridad parece ser imposible desde que estamos aquí ante un hecho último de
psicología cognitiva.
En orden a aclarar, o más aún, a sugerir lo que se entiende por
esta asimilación del intelecto con el objeto en la cognición, Ockham usa una
circunlocución cuando dice que el concepto o la intelección, sea singular o universal,
expresa, explica, declara, conlleva, o significa la cosa.153
En suma, es posible constatar que un signo mental de un singular
representa o expresa a la mente una cosa o un objeto singular, por ejemplo, el individuo
Sócrates o Platón; mientras que un signo mental universal representa o expresa a la
mente en un acto de intelección la naturaleza, esencia o quiditas de muchas cosas
indiscri-minadamente, eso quiere decir que esa intelección universal expresa igualmente
muchas cosas sin sus diferencias individuales.
Podemos decir, con Boehner, que los detalles ulteriores y la
discusión del proceso por el que el intelecto pasa de las intelecciones singulares a la
intelección universal no están en el enfoque de esta investigación. Para nosotros es
suficiente establecer que, de acuerdo a Ockham, hay signos de lenguaje mental que son
realidades psíquicas y que, al menos en principio, por su natural similitud con sus
objetos, significan naturalmente sus significados. Es su capacidad de significación la
que los habilita para formar proposiciones.
El concepto-signo retiene así las tres dimensiones que la
semiótica de Peirce distingue en la relación del signo con el objeto: en el elemento
semejanza persiste un iconismo. En la causalidad natural que lo vincula con su significado
persiste una indexicalidad. En su superioridad jerárquica sobre el terminus prolatus y
sobre el terminus scriptus persiste su estatus proto-simbólico.
__________________________________________________
151 Boehner
hace mención a la obra Studien zur Metaphysik und Erkenntnislehre Wilhelms von Ockham,
Berlín 1927, Walter de Gruyter, p. 81 ss. Boehner, Ph., 1958: 215.
152 Esta inherencia concierne a su estatuto de realidades psíquicas. En tanto
tienen significación universal, esto es, en tanto su función significativa está
concernida, la calidad no podría predicarse de ellos. Dice Boehner que Ockham
siempre estaba sensibilizado y atento ante esa paradoja de la predicación que es tomada
en cuenta con variaciones estratégicas por los lógicos modernos uno de los cuales es
Russell con su teoría de los tipos. Boehner, Ph., 1958: 216.
153 Boehner hace referencia a un pasaje del Capítulo 17 de la Summa Logicae en
el que Ockham trata de absolver las dudas que se pueden suscitar contra sus tesis del
universal.
|
|