![]() HOMENAJE EN EL CLUB CUSCO
Señor Presidente del Club Departamental Cusco, Dignas Damas y Queridos Paisanos: Venir a esta casa de confraternidad, amor y amistad, a este recinto de tradición cusqueña, incita a que mi emoción me haga recordar tantas horas de alegría, dedicadas al engrandecimiento de nuestra tierra: el Cusco; a la que sin reserva, nos entregamos en aras de su preservación perpetua. Nuestra madre tierra, soltándonos de sus entrañas, nos ha hecho recorrer el mundo y caminar, soñar y anhelar el progreso para nuestra familia, la sociedad y el Perú profundo. Mucho hemos caminado y en este andar hemos comprobado que, la enseñanza de nuestros padres y maestros, ha hecho germinar en nosotros una semilla de amistad, que es lo que hoy ustedes me entregan e igualmente yo les brindo con sincera calidez de hermanos. Esta Casa del Cusco nos acoge hoy en un inmerecido homenaje, a este hijo del Cusco, que hoy se inclina ante la más grande ágora de la peruanidad, para expresar el emotivo sentir de agradecimiento a la compañía vuestra en esta noche tan importante para mi familia y para mí. Mi esposa y mis hijos, han sido testigos de la entrega con que nos dimos al Club Cusco, que acogió nuestra presencia en dos períodos, como representante de la institución que cobija los más altos espíritus de dedicación y entrega a nuestra ciudad bendita de los Incas, protegida por el influjo del Señor de los Temblores y Nuestra Virgen del Carmen. Son mis ancestros, mi Colegio de Ciencias, mi Universidad San Antonio Abad, los que concurren a mi sentir de cusqueño para agradecer al infinito por la oportunidad que me brinda la vida de poder servir a mis coterráneos y a los pueblos del interior de nuestro querido Perú. Educado en el Derecho, con entrega y vocación de Justicia, estoy decidido a hacer quedar bien en alto a ustedes que me dan una deferencia tan especial con su presencia el día de hoy, con su amistad y cariño. La Patria llama a servirla. La trinchera de la Justicia es la que tendrá mi dedicación absoluta, las causas justas y nobles deben ser las que predominen, y cuando Dios nos llame sólo quiero que diga que fui justo, justo con los ricos, justo con los pobres y justo con la vida. Nosotros somos aves de paso, no nos envanece el poder, ni las lisonjas, sólo tenemos el mejor deseo de servir y de cumplir, queremos hacerlo con dignidad y seguir con la frente en alto y decirle al Cusco: "Cusco en tu sagrado nombre, tu hijo te venera y se entrega con humildad". Gracias, señoras y señores, gracias hermanos qosqorunas, apóyenme en esta etapa de mi vida y crezcamos con la fuerza del Vilcanota, hasta las imponentes majestades de nuestro pétreo e inmortal Machu Picchu.
¡Viva el Cusco eterno! ¡Viva el Perú! Muchas gracias. Lima, Agosto de 1998. |