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DISCURSO DIRIGIDO A LA CIUDAD DE TRUJILLO
Señor Ingeniero José Murgia Zamier, Alcalde de Trujillo, Señores Regidores, Señores Magistrados, Señoras y Señores: En las pocas horas de mi permanencia en esta bella y acogedora ciudad, cuya población le ha renovado su confianza en la gestión edil, he observado la pulcritud en su mantenimiento, así como constatado con satisfacción que, en el resto del país, es conocida como Capital de la Cultura, de la Marinera y de la Eterna Primavera. Ello me motiva expresarle mi adhesión y mi compromiso de ser un propalador más de los atractivos que muestra esta hospitalaria ciudad de Trujillo. Nadie podría estar en desacuerdo con las ansias de consolidar un Poder Judicial eficiente, sabio e inmáculo, términos que sintetizan el espíritu de quienes comparten la tarea encomendada a la Comisión Ejecutiva de este Poder del Estado. De ahí que, con mucha confianza, he venido a Trujillo para fortalecer mi convicción de que, con el apoyo de la población, se desterrará los yerros en la Administración de Justicia, que felizmente día a día aminoran, para dar paso a una era en la que las mayorías tengan acceso, sin restricciones, a la JUSTICIA. Observo en este salón consistorial, la pintura del gran huamachuquino, indiscutible forjador y creador de la estructura republicana del Perú, el Abogado doctor JOSE FAUSTINO SÁNCHEZ CARRIÓN, quien como Ministro del Libertador SIMÓN BOLÍVAR le sugirió, y cristalizaron juntos, el nacimiento de la Corte de Justicia de la Libertad, que insurgió con categoría de Suprema, con su Presidente el doctor MANUEL LORENZO VIDAURRE. Esa deferencia con su ciudad, Señor Alcalde, fue el regalo, la justa compensación, a los esfuerzos que la población prodigó a la rehabilitación del ejército, que meses después venciera y consiguiera la independencia del Perú y América, en las epopéyicas batallas de Junín y Ayacucho. Por esto me pregunto ¿Cuál es el compromiso de los Magistrados con su colectividad?. Pienso que este no tiene límite, por que siendo herederos de un legado histórico, al haberse acordado en su origen, el nivel de Corte Suprema, como recompensa al valor y al aporte de esta tierra en la gesta de la Independencia nacional, vuestro compromiso es doble. Desde esa óptica, Señor Alcalde, sólo un derrotero, una senda, sólo una alternativa tienen quienes ejercen la Administración de Justicia; actuar al nivel de un BOLÍVAR, de un SÁNCHEZ CARRIÓN, de un Mariscal LUIS JOSÉ DE ORBEGOZO, de un ANDRES RÁZURI. Pero a ese premio de crear la Corte el 28 de Marzo de 1824, se sumó otro, como respaldo para ella, me refiero a la Universidad Nacional de Trujillo, excelsa cantera de Juristas, que por más de un siglo y medio, ha suministrado los cuadros de profesionales para la Administración de Justicia. A esta casa de Bolívar y Sánchez Carrión, también extiendo y rindo mi cálido homenaje. El país, Señor Alcalde, ha enfrentado infinidad de vicisitudes en el contexto de la Justicia, que han ido, prácticamente, institucionalizando desde la aciaga etapa Colonial y, posteriormente, en la República; vale decir, han gestado desconfianza en la mente de los peruanos y de la que somos responsables, no sólo las 15 ó 20 generaciones de Magistrados, sino, también los Abogados, litigantes y la sociedad en su conjunto. Pero, ahora, ha llegado el momento de asumir responsabilidades muy serias y de efectos irreversibles, porque en esta Reforma emprendida, en la que soy apenas un legionario y, en todo caso, sólo un ave de paso, está comenzando a poner los ojos, cientos de millones de seres de los cinco continentes del hemisferio, ya que en ella tiene participación la Organización de Naciones Unidas, la cual compromete a la excelencia en la adopción de medidas. ¡Algo se ha avanzado! En recientes certámenes a los que hemos asistido con nuestro Presidente, el doctor Víctor Raúl Castillo Castillo, Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la República, se nos ha felicitado a los Peruanos por estar aplicando la reforma atinada y visionariamente. Ello nos place, pero al mismo tiempo nos incentiva a continuar pidiendo a la ciudadanía su contribución para que consideren los indebidos reconocimientos económicos, como un mal del pasado, que nunca jamás debe repetirse, pensando en legar a nuestros hijos, y a los hijos de nuestros hijos, un Poder Judicial inmáculo, respetabilísimo y garantizador de los derechos inaliebles de los veinticinco millones de peruanos, derechos por los cuales ofrendó su existencia el doctor HAYA, aquí presente, plasmado en el lienzo.
¡¡VIVA TRUJILLO!! Trujillo, Agosto de 1998. |