EL MOVIMIENTO DE LA NEW AGE Y EL PERÚ MÍSTICO Por Enrique Verástegui
He dado muchos recitales a lo largo de mi vida y al terminar, después de salir del proscenio, como me sucedió una vez en el anfiteatro de Miraflores, se me acercan personas espiritualizadas para felicitarme por mis poemas y, cosa siempre inaudita para mí, me proponen integrarme a sus sectas religiosas. Por cierto, soy católico pero también ecuménico y, en ese sentido, me gusta hablar con todo tipo de religiosos, pertenezcan a las religiones que pertenezcan. Esa vez de Miraflores, donde se me acercaron discípulos de Baja Ullah, una religión perseguida por el Islam, quienes, los ojos afiebrados, después de felicitarme por mis poemas, me entregaron los poemas de una poeta martírica de esa religión nacida en el medio oriente e, incluso, me enviaron un videoclip a mi casa donde se contaba la historia de aquel profeta oriental. Se trataba, como siempre, y esto me ha sucedido con el Opus Dei, los masones, los rosacruces, los testigos de Jehová, los adventistas, los Hare Krishnas, los mormones, e infinidad de sectas, de reclutarme para sus filas, pero yo a pesar de conversar con ellos y leer sus escritos me mantenía fiel a mí mismo y cuidaba mi propia independencia espiritual, a pesar de ser su amigo. Esta experiencia no es nueva y Harold Bloom, uno de los más eminentes críticos literarios de la actualidad, al lado de George Steiner, analiza este asunto en Presagios del milenio, donde propone una interpretación gnóstica de la historia y de la vida. Hace poco Canal Infinito, que funcionaba con el número 49 y al que Cable Mágico ha sacado de la programación, pasó un especial de Machu Picchu, en el que nuestro santuario Inca aparecía nada menos como la Roma o la Jerusalén de todos los movimientos espiritualistas en el mundo. En realidad, el movimiento de la New Age -que nació en las más prestigiosas universidades europeas y norteamericanas en la década de los setenta en el siglo pasado- ha puesto sus ojos, y sus pies en el Perú, al que llaman la nueva tierra prometida, y todos sus miembros viajan a nuestras tierras para impregnarse de magnetismo, pero también de medicina natural. No es casual que el Dalai Lama, que representa al Tibet sagrado, llegara hasta el Cuzco hace algunos años para, en un gesto de paz y concordia, encontrarse con los chamanes sagrados de los Andes. Tampoco es casual que Shirley McLaine, una eminente actriz de Hollywood, filmara una película en Cuzco aunque ésta contara con la oposición del INC, y es que en este mundo de nueva poesía que ha surgido en el occidente cibernetizado se necesita al Perú como la tierra donde operen los grandes prodigios. Así como El tercer ojo de Losang Rampa significó hace un siglo la guía espiritual del Tibet, El secreto de los Andes de Brother Philip -que me obsequió mi gran amigo el novelista Ladislao Plasencki, residente actualmente en Trujillo se ha convertido en mapa espiritual de todos los que buscan los valles, las cumbres y los manantiales magnéticos del Cuzco, como me contaba el otro día un amigo antropólogo.
En ese contexto, los estudios espiritualistas en el Perú se han profundizado hasta el punto que incluso existen en Miraflores universidades, como la Fundación Magna Fraternis Universalis, situada en la calle Colina 125, que se dedican a enlazar, como ya lo hiciera en el Renacimiento Enrique Cornelio Agrippa con su Filosofía oculta, el destino trazado en los astros con la medicina natural, la acupuntura, las piedras magnéticas, la flores, las hierbas medicinales. Así, hasta hace poco existía en CPN Radio un importante programa radial, que se propalaba los sábados a las diez de la noche con el nombre de "La dimensión cósmica" que con gracia y profundísima inteligencia dirigían Paola Córdova y Verónica Ramirez, que lo mismo hablaban de Pitágoras, Hipatia, Mozart, Leonardo o Pachacútec, ocupándose del Perú místico sobre todo. Cuando el programa radial "La dimensión cósmica" había alcanzado su mayor nivel de sintonía, y cuando los taxistas de todo Lima recomendaban a sus clientes sintonizar este programa radial, la gerencia de la prestigiosísima CPN Radio lo clausuró en un evidente error de programación. No es casual tampoco que los directivos de Crisol, la librería transnacional que acaba de abrir sus puertas en el Óvalo Gutiérrez, declaren que los libros que más acogida tienen actualmente son los dedicados al cuerpo, la mente, y el espíritu. Se trata, pues, del movimiento de la New Age, que trata de afianzar la Era de Acuario como una era donde imperen la inteligencia y el amor, donde la desunión termine pero donde empiece la ciencia unida al estudio de Dios. Por eso, he escrito todo un libro que consta de 1,200 páginas sobre estos temas de la New Age, titulado Ética, que espero que sea reeditado prontamente por alguna editorial universitaria pues se encuentra agotado en librerías limeñas y neoyorquinas y que analizan tanto el pecado, como la redención, así como el mundo andino, tal como aparece en Taky onqoy, por ejemplo, donde le chamán Juan Choncné dirige un movimiento místico contra la invasión española, que escribí inspirado en La visión de los Vencidos de Natahel Watchel; o Angelus Novus que trata de la vida perfecta; pero donde también realizo la unión entre misticismo y razón, como en Albus, que es un libro de filosofía oracular inspirado en el chamanismo de los Andes, como el Yachay Hanay (Escuela del Cielo en traducción del quechua al castellano) que escribí en Machu Picchu, el cual es la base del movimiento de la New Age que difunde a los cuatro puntos cardinales los contenidos del Perú místico. Si los intelectuales peruanos, aunque me estoy dirigiendo a los propios pobladores del Perú, no comprenden el movimiento y las necesidades de la New Age entonces habremos perdido nuestro destino como guías espirituales del planeta Tierra.
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