La dificultad radicaba en que hasta hace poco se suponía que Guamán Poma, por ser ayacuchano quechuahablante desconocedor de la lengua de los collas, no había transcrito con precisión los textos en aimara, lo cual dificultaba la labor de los investigadores modernos. El trabajo de Marco Ferrell demuestra lo contrario: que la transcripción de Guamán Poma era correcta y que su entendimiento y traducción eran difíciles porque los textos corresponden al aimara cusqueño, una variedad de aimara muy
diferente3 de la collavina, que se conoce por los textos de aimara colonial como la Doctrina Christiana y el Symbolo Catholico Indiano, que son muy similares entre sí.
Un punto sorprendente en el artículo que reseñamos es la revelación de que Guamán Poma empleaba un quechua muy interferido por el aimara, y que cometía errores al expresarse en quechua, pero no en aimara, lo cual pone en duda la creencia generalizada de que el cronista indio era hablante nativo del quechua.
Al descubrir que el quechua presenta interferencias fonológicas y morfológicas del aimara y que, a su turno, en los textos de aimara sólo aparecen algunas palabras quechuas como préstamos, el autor del articulo reseñado, conocedor del aimara cusqueño, determina con gran acierto que la lengua materna de Guamán Poma es el aimara.
En el trabajo, el autor destaca la integración: aunque los textos por traducir están en aimara, se necesitó recurrir al jacaru para explicar algunas peculiaridades del aimara cusqueño, y se requirió de conocimientos del quechua (tanto en léxico como en morfosintaxis para poder traducir los poemas y para precisar cuál era la competencia de Guamán Poma en runa simi. Hasta hace pocos años, hablar de lingüística andina era hablar de estudios del quechua, pero hoy para el lingüista del área andina es ineludible además, conocer bien las lenguas aimaras (aimara y jacaru) y otras extintas como el puquina y el
culle (en el caso de esta última, al menos hasta donde lo permite la información disponible).
Habría mucho que comentar del extenso estudio de Ferrell, pero lo sintetizamos de la siguiente manera: 1) resuelve el problema de la traducción de textos aimaras de la NC y con ello permite la evaluación integral de sus aspectos literarios; 2) esclarece lingüísticamente una variedad de aimara que hasta la fecha no estaba explicada: el aimara cusqueño (la traducción se complementa con una escritura fonológica con la segmentación completa de las palabras empleadas en los versos; el desmontaje morfológico del corpus es total); 3) demuestra la estrecha interrelación entre filología y lingüística, pues queda claro que sólo con un análisis lingüístico adecuado se puede llevar a buen término el trabajo filológico (por otro lado, el resultado del quehacer filológico así concebido presta un buen servicio a la lingüística
4).
Finalmente, cabe mencionar que la teoría de académicos italianos, de la universidad de Boloña de que Guamán Poma no fue autor, sino escribiente por encargo de la NC tiene un nuevo escollo por superar: en el trabajo de Ferrell se hace notar la continuidad de estilo e información que existe entre y no ay remedio y la NC, de manera que si alguien sostiene que Guamán Poma no escribió la NC tendrá que demostrar que tampoco escribió y no ay remedio.
NOTAS |
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(1) Cusco, Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas.
(2) Aparece como profesor sanmarquino, error que debe al autor el Dr. Juan Carlos García, responsable de edición del CERA Bartotomé de Las Casas.
(3) Queda pendiente determinar si el aimara cusqueño es una variante (dialecto) del aimara collavino o si se trata de una lengua diferente.
(4) En este caso, se debe mencionar que recién a partir del trabajo de Ferrell se cuenta con un análisis morfofonológico confiable del aimara cusqueño, lo mismo que con una visión de la sintaxis (por Ej., se ve que el aimara cusqueño admite como el quechua y el jacaru el orden
sujeto-objeto-verbo-objeto, mientras que en la variedad collavina el orden necesariamente es
sujeto-objeto-verbo).
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